El Amazonas condenado a desaparecer para mediados el Siglo XXI
Después
de una década de haber radiografiado la situación de la Amazonía brasileña,
volvemos a revisar la misma tras la mayor deforestación disparada en un año
(según datos publicados por el proyecto PRODES de observación desde satélites
del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del Brasil: INPE), causada
durante el actual gobierno de Bolsonaro. El Amazonas, destruido en forma
desenfrenada durante décadas (más de una quinta parte de la selva ya ha sido
arrasada), y que puede dejar sin agua al 40% de la población brasileña y en
sequía a otras áreas al interior del continente, generando más CAMBIO CIMÁTICO,
ya parece estar condenado,
puesto que, para que se vea así (ver figura a continuación), no falta
sino una década. Mientras, en vez de intentar revertir, o por lo menos
proteger, por el contrario, se ha incrementada la misma de forma dramática
entre agosto de 2019 y julio de 2020, condenando igualmente a los que ni
siquiera han nacido, y que serían los verdaderos dueños del vital recurso.
Fuente: Nepstad (2007). Los
círculos viciosos de la Amazonía. Información Online en: http://assets.panda.org/downloads/amazonas_esp_05_12b_web.pdf
La
deforestación en la Amazonia de Brasil se ha disparado desde que gobierna
Bolsonaro
01/12/2020 12:10
Según datos oficiales (el INPE es una entidad
adscrita, aunque como organismo autónomo, al Ministerio de Ciencia y Tecnología
de Brasil), el balance provisional del último año es el peor desde 2008, con
más de 11.000 kilómetros cuadros calcinados en 12 meses.
La cifra de destrucción
de bosques en la amazonia de Brasil, que se había estabilizó en torno a los 7.500 Km2 al año durante
el gobierno (2011-2016) de la depuesta presidenta Dilma Rousseff –había recibido
de manos de Luiz Inàcio (Lula) da Silva (presidente entre 2003-2010), un
descenso espectacular en la superficie deforestada anualmente en la Amazonia de
Brasil (ver gráfico siguiente)-, ahora aumentó en 147%.
Siguiendo una
consigna que ya había anunciado en la campaña electoral, Jair Bolsonaro dejó
claro desde el primer día –al igual que Trump, en relación con la terminación
del Muro fronterizo entre EEUU y México, por lo cual también perderá la
posibilidad de reelección- que apoyaría la expansión de los cultivos y
explotaciones ganaderas en todo Brasil, incluyendo la Amazonia, y la cumplió.
Para mediados del
2020, la cifra alcanzó las
200.000 hectáreas. Solo en el mes de mayo se perdieron 82.900
hectáreas de selva amazónica en ese país. Como los expertos estimaron, en la temporada
de incendios que se avecinaba se dispararía la tasa cerca del 400%.
La deforestación
está estrechamente relacionada con los incendios en la Amazonía, que han vuelto
a aumentar este año y hasta la fecha se habían contabilizado 99.586 focos, más
que los 89.176 de todo 2019, cuando las imágenes de los frentes de fuego
avanzando por la Amazonía dieron la vuelta al mundo.
De hecho el 2020 se presenta como el año más destructivo para la
mayor selva tropical del planeta. Incluso más que 2019, cuando proliferaron
incendios que desataron alarma en todo el mundo.
"Estamos
frente a un escenario de catástrofe total para la Amazonia", afirmó Mariana Napolitano,
gerente de Ciencias del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Brasil.
Trabajos de extinción de un
incendio en Apui,(Amazonas, Brasil), en agosto de 2020 (Ueslei Marcelino /
Reuters) VER GALERÍA de JOAQUIM ELCACHO CLEMENTE
01/12/2020 https://www.lavanguardia.com/autores/joaquim-elcacho.html
En
efecto, la situación de este año se ha agravado además con una sequía severa en
la región que ha favorecido la propagación de las llamas por las áreas
previamente deforestadas. Diversos informes de organizaciones medioambientales
identifican la deforestación y los incendios como parte de un proceso que tiene
como punto final la utilización de tierras para la agropecuaria, sector que
Bolsonaro está impulsando todavía más durante su mandato.
En
2019, la superficie calcinada en el territorio brasileño de este bosque
tropical ascendió a 10.100 km2 y en 2020, con datos todavía provisionales, la
cifra se eleva hasta los 11.100 km2, según los datos publicados por el proyecto
PRODES
MEDIO
AMBIENTE | 2020/06/12
Deforestación
en la Amazonia brasileña bate nuevo récord en mayo
Un total de 829 km2 de la selva amazónica fueron
deforestadas en mayo de 2020 en Brasil. Foto ilustración: Cormacarena
Un total
de 829 kilómetros cuadrados de la selva amazónica brasilera (82.900
hectáreas) fueron deforestados en mayo: catorce veces el área de Manhattan,
según datos satelitales del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE),
organismo oficial.
Imágenes
satelitales muestran la impresionante deforestación en la Amazonía en Perú
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151007_deforestacion_peru_mineria_ilegal_lp
- Pierina Pighi
- BBC Mundo
7 octubre 2015
Pie de foto: La comparación permite ver el grado de deforestación en la
zona conocida como La Pampa. Foto: MAAP.
Estas imágenes satelitales muestran parte de uno de los bosques
más biodiversos del mundo, afectado por una deforestación que avanza a razón de
dos campos de fútbol y medio por día.
La causa es la minería ilegal de oro que se practica en la zona desde
inicios de este siglo.
El área afectada se conoce como La Pampa y se ubica en la región
amazónica de Madre de Dios, en el sureste del Perú, a seis kilómetros de la
Reserva Nacional de Tambopata y cerca de la carretera Interoceánica, que une
Perú con Brasil.
Las imágenes fueron tomadas por el satélite WorldView-2 y
difundidas por el Monitoring of the Andean Amazon
Project (MAAP).
La deforestación causa la
desaparición de animales que son fuentes de proteínas para las poblaciones
cercanas, como el sajino (una especie de cerdo), el ronsoco
(un tipo de roedor), la sachavaca y el mono –señalado por Carlos Aramburú,
profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú-, y agrega que la
deforestación empobrece los suelos, ya que su fertilidad depende de la
cobertura vegetal.
Pie de foto: Se calcula que en toda La Pampa hay 25 mil a 30 mil mineros ilegales.
"Los
ecosistemas en la Amazonía son muy frágiles. La actividad humana debe ser como
el toque de una pluma. Pero en La Pampa ha habido contaminación de suelo, agua
y aire. Recuperar eso va a ser casi imposible, o va a tomar muchos años",
dice Aramburú.
Las capturas muestran que entre agosto de 2014 y julio de 2015 se deforestaron 725 hectáreas de La Pampa, que equivalen a 1.000 campos de fútbol.
Deforestación
puede ser origen de sequía en Brasil
Associated Press
Brad Brooks y Adriana Gómez Licón
En esta imagen de archivo, tomada el 15 de
septiembre de 2009, vista de una zona deforestada cerca de Novo Progresso, en
el estado de Para, al norte de Brasil. Los "ríos celestiales" que
fluyen desde la inmensa selva amazónica de Brasil han mantenido verdes el
sureste del país, un regalo de la naturaleza que el hombre ha usado para
convertir exhuberantes colinas en zonas de cultivo agrícola, plantaciones de
café y pasto para el ganado. Aunque es demasiado pronto para que los
científicos hablen con seguridad sobre el tema, hay una creciente preocupación
porque la deforestación de la amazonia haya disminuído esos flujos atmosféricos
y que la selva se está acercando a un punto crítico a partir del cual no podría
mantener esas lluvias en el futuro. El sureste de Brasil está sufriendo una
sequía histórica que tiene a Sao Paulo, una ciudad de cerca de 20 millones de
personas, a punto de quedarse sin agua. (Foto AP/Andre Penner, archivo) Vera
Lucia de Oliveira mira al cielo esperando cualquier señal de lluvia.
Durante semanas, los grifos de su casa han
estado secos mientras Sao Paulo sufre su peor sequía en ocho décadas y la
precipitación pluvial es apenas una tercera parte de la normal.
Expertos advierten que si no cae una lluvia
fuerte y prolongada, la megalópolis de 23 millones de habitantes puede quedarse
sin agua pronto.
"Siempre pensamos: ya viene la lluvia,
ya viene la lluvia", dijo Oliveira, un ama de casa de 45 años.
Pero no llueve, y el consenso entre
especialistas es que la respuesta a lo que Oliveira y sus vecinos esperan no
está en el cielo que los cubre, sino en la deforestación que durante décadas ha
asolado a la selva amazónica, que se encuentra a cientos de kilómetros de ahí.
El derribo de árboles, dicen los
científicos, dificulta la capacidad de la inmensa selva para absorber el
carbono del aire y tomar agua a través de las raíces de los árboles para
suministrar a los gigantescos "ríos celestiales" que transportan más
humedad que el mismo río Amazonas. Más de dos terceras partes de la lluvia que
cae sobre el sureste de Brasil, donde vive 40% de la población, viene de esos
ríos celestiales, señalan estudios. Cuando se secan, señalan los científicos,
llega la sequía.
Pero no es sólo Brasil. Estos ríos en el
cielo tienen una función meteorológica primordial para toda Sudamérica, de
acuerdo con un estudio reciente hecho por un importante científico brasileño,
Antonio Nobre, del Centro de Ciencias para el Sistema Terrestre.
El estudio reúne información de numerosos
investigadores para mostrar que el Amazonas puede estar más cerca de cruzar el
límite de lo que el gobierno ha reconocido, y que los cambios pueden amenazar
el clima en otras partes del mundo. Su estudio ha causado alarma en el Brasil
azotado por la sequía en momentos en que negociadores sobre medio ambiente se
reúnen en el vecino Perú del 1 al 12 de diciembre en la cumbre sobre el clima.
El Amazonas fue destruido en forma
desenfrenada hasta 2008, cuando el gobierno endureció sus leyes ambientales y
envió a policías armados a la selva para detener la destrucción que llevaban a
cabo granjeros, sembradores de soya y traficantes de madera. El impacto se notó
pronto: las áreas destruidas en 2012 fueron seis veces menores que las de ocho
años atrás, aunque el número aumentó en los dos últimos años.
Pero Nobre y otros científicos advierten
que no es suficiente con reducir la velocidad a la que se destruye, sino que
ésta debe detenerse.
"Con cada árbol que cae, pierdes un
poco de agua que será transportada a Sao Paulo y al resto de Brasil", dijo
Philip Fearnside, profesor en el Instituto Nacional de Investigaciones en el
Amazonas, dependiente del gobierno brasileño, quien no participó en el estudio
de Nobre. "Si se permite que eso continúe habrá un impacto significativo
en centros donde hay mucha población que ya están sintiendo las
consecuencias".
Científicos de Estados Unidos también han
elogiado el estudio, como el experto en sequía del Servicio Geológico, James
Verdin, quien lo llamó "creíble y convincente".
A principios de este año investigadores de
la Universidad de Minnesota resaltaron en un estudio publicado en el Diario del
Clima que en 2005 y 2010 hubo dos sequías en la región de las que "sólo se
presentan una vez en un siglo". Usaron simuladores de clima para encontrar
que la deforestación "tiene el potencial de incrementar el impacto de las
sequías en la cuenca del Amazonas".
Los ríos celestiales se generan cuando el
bosque actúa como una bomba gigantesca, de acuerdo con investigaciones que han
mostrado que la humedad uniforme de la selva reduce la presión atmosférica en
forma constante en la cuenca del Amazonas. Eso permite que las corrientes de
aire húmedo procedentes del Atlántico sean llevadas al interior del continente
hacia áreas en las que no hay bosque. Esas corrientes viajan al occidente a través
del continente hasta que chocan con las montañas de los Andes, donde giran y
llevan lluvia hacia al sur, a Buenos Aires y hacia el oriente, donde está Sao
Paulo.
Los árboles bombean unas 20.000 millones de
toneladas métricas de agua hacia la atmósfera cada día, 3.000 millones más de
lo que el río Amazonas, el más grande del mundo, descarga cada día en el mar.
Estudios recientes indican que se ha
reducido la lluvia en las zonas ubicadas a sotavento de las áreas deforestadas.
Entre menos árboles también se reduce la humedad en la cuenca del Amazonas, lo
que debilita el efecto de "bomba".
El informe de Nobre en octubre advierte que
es importante replantar una quinta parte de la selva que ha sido arrasada.
Además, 125 millones de hectáreas (310 millones de acres), un área equivalente
a dos Francias, han sido degradadas por deforestación parcial y deben ser
restauradas.
"Somos como el Titanic que va directo
al iceberg", dijo Nobre en entrevista telefónica.
El gobierno prepara un estudio para medir
el impacto que la deforestación ha tenido en las décadas recientes, dijo en
entrevista la ministra del Medio Ambiente Izabella Teixeira.
El tema tiene numerosas complejidades y
está atado a problemas locales y a la propia ambición del gobierno para
desarrollar la región amazónica, donde viven cerca de 25 millones de personas.
Teixeira dijo que es necesario encontrar el balance para poder aprovechar la
selva para beneficio de la población sin destruirla.
Sin embargo, el informe de Nobre pide al
gobierno que tome medidas urgentes y que se plantee el objetivo de cero
deforestaciones. También pide a la población que influya en el enfoque del
gobierno hacia el Amazonas al resaltar que "la conmoción por las tuberías
secas aquí, las inundaciones allá y otros desastres naturales deben provocar
una reacción".
Por los grifos no corre agua desde hace
semanas en Itu, una comunidad que se encuentra a 96 kilómetros (60 millas) al
noroeste de Sao Paulo, donde los residentes han sentido más la sequía que en
otros sitios. El agua es tan escasa que los camiones que suministran agua han
sido secuestrados a mano armada.
"Estamos muy asustados", dijo
Ruth Arruda, una maestra de primaria que dejó de lavar platos y ahora usa
platos y vasos desechables. "No hay de dónde venga el agua. Nada ayuda a
concentrarla y las presas no tienen almacenamiento".
Hace pocos días, Arruda, de 43 años, manejó
acompañada de su hija al quiosco de la comunidad para llenar botellas de
refresco vacías con agua que sale de un grifo.
En el trayecto pasó junto a muchas casas en
cuyo frente había mensajes en los que se refleja la desesperación de la gente:
"Ayuda, Itu necesita agua". En la década de 1980, dice, la ciudad
derribó gran cantidad de árboles para hacer espacio a la construcción de
trabajadores acomodados que buscaban una comunidad apacible alejada de Sao
Paulo.
"Tenemos que mirar al interior y poner
atención a lo que hemos hecho mal con nuestro ambiente", dijo.
La
tala indiscriminada de los bosques en el Amazonas
https://debaticblog.wordpress.com/2013/05/14/la-tala-indiscriminada-de-los-bosques-en-el-amazonas/
Publicado el 14 de mayo de 2013 por fatimagdaleno
Está considerada la cuenca fluvial mas
grande del mundo, ya que se trata de un gran ecosistema de selvas tropicales
con una extensión de 7 millones de kilómetros cuadrados.
La habilitación de campos de cultivo pasa previamente
por la tala y quema del bosque. (Fuente Geo Amazonía, 2009)
Gran parte de la riqueza del Amazonas se
esconde entre árboles milenarios, pero también quedan ocultas las malas
prácticas que se cometen al amparo de sus ramas. Ningún gobierno brasileño ha
tenido los medios necesarios para hacer frente a la sobreexplotación de la
selva y al desamparo de sus habitantes.
También se le considera como la reserva
biológica más rica del mundo, con millones de especies de insectos, plantas,
pájaros y otras formas de vida, muchas de las cuales todavía no han sido
registradas por la ciencia. Pero más allá de eso, la cuenca es la que regula el
clima de casi toda América del Sur y sus árboles son los grandes procesadores
de dióxido de carbono y suministradores de oxígeno.
Los bosques de la Amazonía sufren una
explotación incontrolada. Las empresas ganaderas y madereras atentan contra el
pulmón del planeta desde hace decenios sin que nadie pueda frenarlo.
El 89% de la madera que se tala en Pará, el
Estado brasileño del que se extrae el 45% del total de la madera del Amazonas,
carece de autorización legal para su explotación.
Las empresas multinacionales ven en el
Amazonas una fuente de ingresos fácil y con un bajo coste. A la explotación por
la madera y por la ganadería se le suman las tierras de monocultivo.
A continuación se mostran a través de estas imágenes como ha sido el gran cambio.
Primero vemos como era antes de la
deforestación:
Como consecuencia de la tala las empresas
se tiran a construir campos de agricultura así como presas hidroeléctricas.
Hace poco Sting, un cantante muy famoso, utilizó su más reciente visita a
Brasil para pedirle al gobierno de ese país que escuche las quejas de los
indígenas frente a la propuesta de construir una nueva presa hidroeléctrica en
la región amazónica.
Sting participó en una conferencia de
prensa en Sao Paulo donde se reencontró con el dirigente indígena Raoni
Metyktire, quien lo acompañó en una campaña similar hace 20 años.
Las tribus indígenas amazónicas dicen que
el proyecto Belo Monte, que sería la tercera presa hidroeléctrica más grande
del mundo, representa una amenaza a su modo de vida.
Aquí os presento un video donde podremos
ver lo que anteriormente os contaba acerca de la labor de este cantante:
Además también servicios como Google Earth
ayudaran a combatir la deforestación ya que pondrá en manos de ecologistas de
América del Sur, software e imágenes de satélite que permitirán un acceso
rápido a la información correspondiente a la conservación y cuidado de recursos
naturales.
Google Earth controla la superficie Amazónica y evita la
deforestación
- Google
ha puesto a disposición de los ecologistas esta herramienta
- La
medida busca reducir el tiempo en que las ONG emiten una alerta
- Teléfonos
con Google Android permiten a indígenas controlar los recursos
Imagen
de la selva amazónica, que está fragmentada por la construcción de una fábrica
maderera y de zonas de cultivo (Stockphotos.com)
Deforestación en el Amazonas Nacho
Doce
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El
Gobierno brasileño da luz verde a la construcción de la polémica presa del
Amazonas
Amazonas, de fuente de
oxígeno a tubo de escape
RTVE.es / REUTERS 07/08/2012
Google ha puesto a disposición de los
ecologistas de América del Sur imágenes de satélite para evitar la
deforestación de la selva Amazónica. Las fotografías de la plataforma Google Earth pretenden reducir el tiempo en
que las ONG emiten una alerta por deforestación y degradación de la
selva en Brasil.
"El desafío ahora es transferir a
otros países la tecnología y la experiencia desarrolla con Google en
Brasil", señaló un representante de Imazon, una organización ecologista
que ha colaborado con el buscador en la defensa de la selva.
La herramienta de análisis basada en Google
Earth Engine podría ser exportada
a finales de este año a Colombia, Ecuador, Venezuela y otros países
donde buscadores de oro, madereros, ganaderos y granjeros están devorando
pedazos de la amazonía.
"Además de acelerar el acceso a la
información, habrá un nuevo nivel de transparencia sobre lo que está ocurriendo
y eso puede fortalecer la aplicación de la ley", dijo la gerente de Google
Earth Outreach, Rebecca Moore.
Google Android
para vigilar la selva
En Brasil, cientos de teléfonos con Google Android están
permitiendo a activistas e indígenas controlar los recursos naturales del
Amazonas y denunciar la tala de árboles para hacer negocio. Según datos
oficiales del gobierno carioca, 2.049 kilómetros cuadrados de bosque fueron
talados ilegalmente en los últimos doce meses.
Este país alberga el 60% de la Amazonía,
una selva de 5,5 millones de kilómetros cuadrados que comparte con Bolivia,
Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, entre otros.
La compañía cedió teléfonos a los indígenas
y activistas para viligar los recursos
"Cada uno de estos países va a poder
procesar las imágenes on-line con las mismas herramientas en la 'nube' de
Google", dijo Cicero Augusto, investigador del Instituto Socioambiental de
Sao Paulo.
El uso de Google
Earth para preservar la selva brasileña comenzó en 2007,
cuando el jefe de una tribu buscó ayuda en la compañía, que les entregó
teléfonos para inventariar árboles. Moore, de Google comentó que la experiencia
brasileña llamó la atención de algunos indígenas de Nueva Zelanda e
Indonesia.
América del Sur,
cada vez menos verde
Vista desde la cámara de un satélite a unos
700 kilómetros de altura, América del Sur es cada vez menos verde. Una
secuencia de fotografías de la última década muestra cómo la alfombra verde de la Amazonía brasileña se
fue salpicando de manchas amarillas.
Preocupados por la situación en otros
países donde la deforestación no es tan evidente como en Brasil, una decena de
ONG de la región han comenzado a entrenar a sus investigadores en las técnicas
llevadas a cabo en el país carioca.
"Todo
está automatizado y alojado en la 'nube' de Google. Basta con abrir el
navegador para tener acceso a los datos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú,
Venezuela...", concluye Moore.
Amazonas, de fuente de oxígeno a tubo de escape
http://www.rtve.es/noticias/20110203/amazonas-fuente-oxigeno-tubo-escape/400980.shtml
- Dos sequías en los últimos diez años ponen en peligro la selva
- Los árboles muertos que se pudren liberan dióxido de carbono
- De ser el pulmón del
planeta, pasará a soltar millones de toneladas de CO2
Caapiranga, zona del Amazonas al norte de Brasil,
refleja el impacto de la sequía en la gran selva.REUTERS/Ricardo Moraes
RTVE.es / EFE 03.02.2011
La sucesión sin precedentes en los últimos cinco
años de dos sequías graves en la Amazonía pone en peligro a la selva tropical
más grande del mundo, que de seguir esta tendencia puede tener sus días
contados como barrera natural ante las emisiones de carbono de origen humano.
Así lo advierten científicos del Reino Unido y de
Brasil en un estudio publicado en la revista Science, en el que analizan las sequías ocurridas en el suroeste de la región
en 2005 y en 2010.
Según el estudio, la sequía de 2010 puede tener
mayor impacto que la de 2005, en la que fueron liberadas a la atmósfera 5.000
millones de toneladas de dióxido de carbono a causa de la muerte y la
putrefacción de los árboles.
La sequía de 2010 fue más intensa
y extendida que la de 2005
Los científicos,
de las universidades británicas de Leeds y Sheffield y del Instituto de
Pesquisa Ambiental da Amazonia (IPAM) de Brasil midieron la lluvia caída sobre
los 5,3 millones de kilómetros cuadrados de la Amazonía durante la estación
seca de 2010 y comprobaron que la sequía ese año fue incluso más extendida y
severa que en 2005.
Sin embargo, los
expertos afirmaron en su día que el suceso de 2005 había sido inusual y sólo
se produce una vez cada 100 años.
"El hecho
de tener dos eventos de esta magnitud en un plazo de tiempo tan pequeño es
extremadamente inusual, pero desgraciadamente concuerda con los modelos
climáticos que vaticinan un futuro sombrío para la Amazonía", señala en el
estudio su autor principal, el Dr. Simon Lewis, de la universidad de Leeds.
Según los
modelos climáticos existentes, las sequías serán cada vez más frecuentes
a consecuencia de la creciente emisión de gases de efecto invernadero a la
atmósfera.
Dos eventos de
esta magnitud en tan poco tiempo son extremadamente inusual.
Y de seguir la
tendencia actual, los bosques tropicales del Amazonas pueden pasar de ser un
valioso almacén de carbono que ralentiza el cambio climático a convertirse
en una fuente importante de gases de efecto invernadero, advirtió Lewis.
Lewis y el
científico brasileño Paulo Brando se basaron en la relación entre la intensidad
de la sequía de 2005 y la destrucción de árboles para calcular el impacto de la
sequía de 2010.
De absorber
dióxido de carbono a liberarlo
Según sus predicciones,
los bosques de la Amazonía no absorberán las habituales 1.500 millones de
toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera en 2010 y 2011,
sino que al contrario en los próximos años liberarán unas 5.000 millones de
toneladas adicionales, una vez que se pudran los árboles muertos por la falta
de agua.
No sabremos con
exactitud cuántos árboles han muerto hasta que completemos una serie de medidas
sobre el terreno", señaló Brando, del IPAM.
El científico
explicó que los resultados del estudio son sólo una estimación inicial y no
tienen en cuenta las emisiones de CO2 provocadas por los incendios forestales
que afectan a grandes extensiones del Amazonas en los años cálidos y secos.
Los bosques de
la Amazonía, que cubren un área equivalente a 25 veces el tamaño del Reino
Unido y se reparten entre ocho países, aunque la mayor parte se encuentra
en Brasil y Perú, absorben cada año aproximadamente 1.500 millones de toneladas
de CO2.
Con ello,
contrarrestan las emisiones procedentes de la deforestación, la tala de árboles
y los incendios en la zona, contribuyendo así a frenar el cambio climático.
Pero las sequías
graves destruyen los árboles, que al pudrirse liberan dióxido de carbono.
GEO Amazonia: https://sinia.minam.gob.pe/node/9213/backlinks
Perspectiva
del medio Ambiente en la Amazonía
Libro (creado en Febrero 2009)
publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA),
la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) y el Centro de
Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP), siendo autorizada su
reproducción total o parcial del mismo para fines educativos.
Resumen
El
informe Perspectivas del Medio Ambiente en la Amazonía: GEO Amazonía, dejó al
descubierto un revelador panorama evidenciando una acelerada transformación de
los ecosistemas y una marcada degradación ambiental en esta vasta región del
trópico húmedo sudamericano, que a la vez es la más extensa zona de bosques
continuos del planeta, compartida por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador,
Guyana, Perú, Suriname y Venezuela. El estudio realizado por los 8 países
amazónicos, con el apoyo del Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA) y la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA2), es una
nueva publicación en el marco de las evaluaciones ambientales integrales que
promueve el PNUMA, conocido también como informes GEO (Global Environment
Outlook) y en la que también intervinieron alrededor de 150 técnicos,
investigadores, académicos y científicos de los países que integran la región
estudiada.
Este documento registra una tendencia al aumento de
la vulnerabilidad frente a las inundaciones, las sequías y el cambio climático,
aunado a la desordenada ocupación del territorio sobre zonas propensas a
peligros, que resulta del establecimiento de asentamientos poblacionales bajo
el modos de construcción no aptos, y el uso inadecuado de la tierra para
actividades productivas, vinculados al desconocimiento sobre el funcionamiento
del ecosistema amazónico –a pesar de que existe un avance en la última década de
instrumentos nacionales para la gestión ambiental, orientados al manejo
planificado de la Amazonía-, especialmente por parte de la población
inmigrante, haciendo más vulnerables a las comunidades nativas, ahora también
afectadas por una “erosión cultual”. (Resumen de extractos tomados de la p. 21 y 24 del libro en línea).
A continuación traemos a colación un
poco de La Historia y Cultura en torno a las Dinámicas de la Amazonía, así como
la situación de la Amazonía de Hoy, los Impactos Ambientales y el Futuro
posible, tomadas del libro de 323 páginas.
Ocupantes
precoloniales de la Amazonía
La Amazonía ha estado ocupada y en uso
desde tiempos inmemoriales. Cabe destacar que la ocupación originaria de la
región es un tema con vacíos y que suscita aún importantes polémicas, sobre
todo en lo que se refiere a la densidad y a las formas en que ocurrió este
proceso. Las ocupaciones precolombinas hacia la Amazonía estuvieron conformadas
por las poblaciones de Arawac que se expandieron hasta las Antillas, de la
Tupí-Guaraní de la región de El Chaco, y de la familia etnolingüística de origen
Caribe que ingresó a la hoya amazónica por un corredor de baja pluviosidad. En
la zona peruano-ecuatoriana, entre los años 3500 y 300 A. C., hubo una
vinculación cultural y comercial entre la costa del Pacífico, el altiplano
andino y la vertiente oriental de los Andes (Alta Amazonía). La actual
configuración del territorio que conocemos por Amazonía resulta, a grandes
rasgos, del proceso de ocupación de la región por los colonizadores europeos
entre los siglos XVI y XIX.
La investigación sobre la sociedad
amazónica precolombina aún es limitada (Heckenberger 2005, Calandra y Salceda
2004, Meggers 1996), y se puede identificar dos corrientes explicativas de la
ocupación humana. Una, de la arqueología amazónica, desarrollada a partir de la
década de 1950, la cual, al considerar que el modo de organización de los
grupos indígenas amazónicos del presente sería el mismo de los grupos indígenas
anteriores a la llegada de los europeos (población poco numerosa y baja
densidad demográfica, sociedades poco jerarquizadas, etcétera), encuentra en el
medio ambiente, en especial en la pobreza de los suelos, los factores
determinantes que limitarían a las sociedades humanas locales y que impiden el
desarrollo de culturas complejas en el trópico húmedo. Un corolario de esta
afirmación es que innovaciones culturales como la alfarería y la agricultura no
podrían haberse dado localmente, y que estas arribaron a la Amazonía con
diferentes grupos de inmigrantes precoloniales, oriundos de las áreas de
difusión localizadas en los Andes y en el noroeste de América del Sur.
Otra corriente, más reciente, sostiene que
el bosque tropical no sería tan sólo un receptor de tradiciones culturales,
sino un centro productor de innovaciones. Lo último se ejemplifica con el hecho
de que la Amazonía es considerada un centro de domesticación de plantas, entre
las cuales puede mencionarse a la yuca (Manihot esculenta) y el pejibaye
(Bactris gasipaes).
Pese a esta divergencia, no cabe duda de
que los pueblos andinos y amazónicos sostuvieron, por milenios, intensas
relaciones, que ocurrían en un área de montaña entre los 500 y 2.000 m.s.n.m.,
cuyos ejes de desplazamiento eran, por lo general, ríos que conectaban la
sierra con las áreas más bajas del bosque. Hay varios registros arqueológicos
referentes a la presencia de estos pueblos desde el período preínca, pero no
fue sino durante el Imperio inca que tales relaciones se estrecharon. Cabe
precisar que los incas no lograron ejercer dominio sobre los pueblos
amazónicos, tal como lo hicieron con otros pueblos en la región andina (Santos
Granero 1992).
En la zona peruano-ecuatoriana, entre los
años 3500 y 300 a. C. se tuvo una vinculación cultural y comercial entre la
costa del Pacífico, el altiplano andino y la vertiente oriental de los Andes (Alta Amazonía). La cerámica de la
época da testimonio de los intercambios entre dichas regiones. Los grupos
étnicos, muchas veces de origen lejano, lideraron dicho proceso de intercambio.
Esas poblaciones se caracterizaron por el funcionamiento social complejo y
jerarquizado. Los centros de intercambio concentraron (p. 43) grandes ejes en
torno a los ríos Napo, Marañón, Ucayali y Huallaga. Entre los productos
transados se incluyeron: sal, oro, algodón y aceite de tortuga (De Saulieu
2007).
Puesta en tela de juicio la idea de que el
medio ambiente habría sido un factor limitante, diversos arqueólogos afirman
que, especialmente en la várzea (áreas
de aluvión inundables del Amazonas y de algunos de sus afluentes) existían condiciones
para el surgimiento de grupos humanos numerosos, organizados en sociedades
relativamente complejas, que se habrían desarrollado unos 2.000 años antes de
la llegada de los europeos. Las orillas del Amazonas habrían sido continua y
densamente pobladas entre el año 1000 a.C. y el siglo XVI. Estudios de demografía histórica conducidos por William Denevan
en la década de 1970 afirman que la
población de toda la Amazonía ascendía a más de 5 millones de habitantes
(Ribeiro 1992: 79).
Los asentamientos humanos precolombinos
mostraron contrastes significativos. Por ejemplo, existieron comunidades
grandes y sedentarias y economías de subsistencia relativamente intensivas
(Heckenberger, 2005). La heterogeneidad de la naturaleza amazónica llevó al
desarrollo de estrategias diversas para el mejor aprovechamiento de los
recursos naturales con la finalidad de asegurar la sobrevivencia en los aspectos
alimentario, tecnológico, medicinal y comercial. Ello condicionó el grado de
desarrollo de las actividades económicas: caza, extracción, pesca, agricultura,
entre otras, en las diversas áreas amazónicas (Meira 2006).
La
ocupación precolombina hacia la Amazonía llegó de diversos lugares. Una de las corrientes
migratorias llegó de los flancos orientales andinos y estuvo conformada por la
familia Arawac; esta corriente se expandió hacia el noreste, hasta las
Antillas. La Tupí-Guaraní partió de la región de El Chaco, se bifurcó en dos
direcciones y llegó, una, a la parte central de Brasil y, otra, a la costa
atlántica hacia el noreste. Por último, otra corriente migratoria provino de la
familia etnolingüística de origen Caribe, que ingresó a la hoya amazónica por
un corredor de baja pluviosidad. Los caribes introdujeron cultivos como el maní
(Arachis hypogaea), el maíz (Zea mays) y el frijol (Phaseolus
vulgaris) (Morey y Sotil 2000).
Las corrientes migratorias trajeron formas de
organización social y diversidad de lenguas. Por ejemplo, los pueblos indígenas
de las familias Maku, Tukano y Arawac viven hace más de 2.000 años en la región
del río Negro y el área adyacente. Los pueblos de la familia Arawac viven
actualmente en el territorio de la Amazonía brasileña, colombiana y venezolana.
Por ello, en las lenguas amazónicas están presentes voces andinas, guaranís y
caribeñas.
En el caso de Guyana, los indios Warrau se
establecieron en el año 900 a. C. y las tribus Caribe y Arawac llegaron
posteriormente. Las principales actividades que realizaron los pobladores
nativos fueron agricultura de subsistencia, caza y pesca. El término guiana es
uno de los legados de los pobladores nativos y significa “tierra de muchas
aguas” (Guyana: Environmental Protection Agency 2007).
En la Amazonía peruana, se desarrolló la cultura
preínca Chachapoyas, la cual, según indican investigaciones del Instituto de
Arqueología, (p. 44) tiene orígenes
andinos. Dan cuenta del esplendor de esta cultura los restos arqueológicos,
entre los cuales se encuentran: las ruinas de Kuélap, los sarcófagos de
Carajía, los mausoleos de Revash, entre otros. En cuanto a la población y
densidad demográfica, Joaquín García (1993) refiere diversas investigaciones
que indican que la población amazónica estaba asentada en núcleos de alta
densidad demográfica.
Configuración del territorio
La actual configuración del territorio que
conocemos por Amazonía resulta, a grandes rasgos, del proceso de ocupación de
la región por los colonizadores europeos entre los siglos XVI y XIX, lo que
implicó no sólo conflictos entre éstos y los diversos pueblos autóctonos, sino
también disputas entre España, Portugal, Inglaterra, Holanda y Francia, en el
marco de las distintas guerras coloniales del período. Según el Tratado de
Tordesillas (1494), América del Sur debería ser dividida entre España y
Portugal; sin embargo, tras ocupar gran parte del litoral norte del continente a
partir de fines del siglo XVI, lo que hoy corresponde a Guyana, Guayana
Francesa y Suriname, ingleses, franceses y holandeses pusieron fin al
pretendido dominio ibérico sobre la totalidad del continente.
Los
registros cartográficos holandeses y franceses del siglo XVII proyectaban los
dominios virtuales de sus países sobre la totalidad de lo que en ese entonces
se denominaba “Región de Guyana”, mucho más extensa de la
que conocemos en la actualidad y también
denominada “Reino de las Amazonas”, delimitada, al sur, por el río
Amazonas; al oeste, por el río Orinoco; al norte, por el mar Caribe; y al este,
por el océano Atlántico (Costa 2002). En las cuatro primeras décadas del siglo
XVII, el Amazonas fue recorrido por expediciones inglesas y holandesas, que
penetraban en el gran río por el norte de la isla de Marajó hasta llegar a la
confluencia del río Xingú, librando largas luchas con los portugueses por el
control del curso inferior del río y de su desembocadura.
Pero no tuvieron buen éxito en estas
empresas, y consolidaron tan sólo su control sobre Guyana. Los franceses, establecidos en Cayena desde fines del siglo XVI,
trataron varias veces de ocupar el actual litoral norte de Brasil, donde
fundaron la ciudad de San Luis, en 1612,
y luego se desplegaron hacia el oeste hasta alcanzar el río Tocantins, como parte de un amplio proyecto colonial
denominado “Francia Equinoccial”. Fracasados sus intentos de expansión
territorial, se establecieron en Guyana (Costa, 2002). (p. 45).
Holandeses
e ingleses se concentraron particularmente en las regiones de los ríos Esequibo,
Demerara, Berbice y Suriname, y se alternaron el control de estas áreas desde mediados
del siglo XVII hasta comienzos del XIX. Las colonias de Esequibo, Demerara y Berbice
fueron fundadas y controladas por los holandeses hasta las últimas décadas del
siglo XVIII. Las diversas iniciativas privadas de los primeros años fueron
sustituidas, en 1621, por el monopolio de la Compañía de las Indias
Occidentales, que duró hasta la segunda mitad del siglo XVII, cuando el control
y la administración de las colonias cambiaron de manos, a las cámaras de las
ciudades holandesas de Veere, Middelburg y Vlissengen (Farage 1991: 88-9).
Al final del siglo siguiente, en 1796,
los ingleses ocuparon ese territorio por la fuerza de las armas y, tras
sucesivos conflictos y alternancia del dominio, lo compraron a los holandeses en
1814 y unificaron las tres colonias bajo el nombre de Guyana Inglesa en 1831.
En
el río Suriname fueron los ingleses, en 1656, los primeros europeos en
instalarse de manera permanente, dedicados al cultivo de la caña de azúcar.
Pero los holandeses asumieron el control
de la región cuando, en 1667, el Tratado de Breda puso fin a la guerra anglo-holandesa y, entre otros acuerdos, se firmó el
canje de Suriname por Nueva Ámsterdam, en América del Norte. La región
acogió a cultivadores de caña de azúcar anteriormente instalados en el litoral
noreste de Brasil, de donde los holandeses habían sido expulsados en 1654.
Todavía
en la primera mitad del siglo XVI, los españoles emprendieron una serie de
incursiones al este de los Andes, de las cuales la más célebre es la expedición
de Gonzalo Pizarro / Francisco de Orellana (1541-1542), que descendió el río
Napo y fue la primera de europeos que navegó hasta la desembocadura del
Amazonas. Sin embargo, una serie de otras incursiones,
realizadas entre 1536 y 1560, “permitieron la penetración más sistemática y el
reconocimiento de una franja de unos cien kilómetros de ancho, constituida por
el declive externo de la cordillera oriental y el sistema subandino (hondonadas
y pequeñas cordilleras paralelas al eje general de los Andes y conjuntos de
colinas en las bajas estribaciones) y su incorporación provisional a
la economía colonial” (Deler 1987: 55). Éstas
resultaron en el desarrollo de actividades como la minería de oro y el cultivo
de algodón, y en la formación de diversos núcleos de población edificados según
un plan riguroso de construcción y de una estructura administrativa
relativamente compleja (Deler 1987).
Pero
a fines del siglo XVI, debido a la decadencia de la explotación aurífera, al
desplazamiento de los intereses a las minas de plata descubiertas en Potosí y a
las grandes insurrecciones indígenas del período, tales como la sublevación general
de la Audiencia de Quito y la de los jíbaros en la Amazonía, la vertiente
oriental entró en plena decadencia, con el abandono o la destrucción de los
establecimientos españoles (Deler 1987).
Tras
el fracaso de esas primeras iniciativas, pasarían a hacerse cargo de la
colonización española de la Amazonía, entre fines del siglo XVI y mediados del
XVII, casi exclusivamente los misioneros, puesto que, como forma de contener
los excesos de los conquistadores, la Corona española, mediante la Real Cédula
de 1573, prohibió nuevas expediciones armadas al Oriente y determinó que sólo
las órdenes religiosas llevaran a cabo acciones colonizadoras en esa región
(Tibesar 1989: 16).
El
movimiento portugués sobre la Amazonía, cuyos primeros hitos fueron la
conquista de San Luis a los franceses, en 1615, y la fundación de Belén, en
1616, tuvo como eje orientador el cauce del río Amazonas, sobre el cual se
estructuró el espacio de dominio portugués en la Amazonía.
Esta larga llanura fluvial se les presentaba a los colonizadores portugueses
como una región por explorar y ocupar, sobre todo después de que Pedro Teixeira,
haciendo el recorrido opuesto al de Orellana, arribó a Quito tras remontar el Amazonas,
desplazando mucho más allá del meridiano de Tordesillas los límites más tarde reivindicados
por Portugal, en la confluencia de los ríos Napo y Aguarico, hoy en territorio ecuatoriano.
Si
bien no se lo puede considerar un elemento determinante, el factor geográfico tuvo
un papel relevante en favor de los portugueses, al facilitar el desplazamiento
aguas arriba del Amazonas en un ambiente relativamente homogéneo en toda su
extensión, si lo comparamos con las dificultades enfrentadas por los españoles:
el gran desnivel entre los Andes y las áreas amazónicas de selva baja, lo cual
significaba no sólo obstáculos a la movilidad (relieve abrupto, ríos no
navegables), sino también una rigurosa diferencia climática que cobró la vida
de miles de indígenas obligados a trasladarse de la cordillera a la selva
tropical para trabajar en régimen de servidumbre.
A lo largo de los siglos XIX y XX, las
disputas fronterizas paulatinamente hallaron solución en la región. Algunas
resultaban de antiguas indefiniciones de límites; otras, de la expansión
territorial fruto del crecimiento de la explotación de productos del bosque.
Las principales divergencias en cuanto a límites entre los dominios españoles y
portugueses en la Amazonía fueron solucionadas por los tratados de Madrid
(1750) y de San Ildefonso (1777), que trazaron los contornos políticos del
territorio amazónico.
La
colonización de la Amazonía no se dio en espacios vacíos. No era, en absoluto,
un territorio despoblado el que disputaban y se repartían las potencias
coloniales europeas. Por el contrario, durante el proceso de colonización se
estableció una relación entre los colonizadores y los pueblos indígenas,
ocupantes originales del territorio.
Trabajadores indígenas, africanos y
asiáticos
Las crónicas del siglo XVI, entre las que
destacan las de Gaspar de Carvajal, cronista de la expedición de Orellana, y las de los diversos cronistas de la
expedición de Pedro de Ursúa y Lope de
Aguirre, dan cuenta de poblaciones muy numerosas que vivían a las orillas
del Amazonas y en las desembocaduras de sus principales afluentes.
En esencia, los cronistas españoles que acompañaban la expedición del tirano Lope de Aguirre -como se le conocía al caudillo de los marañones-, relatan que, tras 20 días de navegación aguas abajo de los afluentes del Amazonas desde las subcuencas de la selva peruana, en la cual a medida que avanzaban hacia la mar se dificultaba la navegación, y el río se estrechaba formando un canal erizado de pequeñas islas que surgían y desaparecían con la irrupción del macareo. Los bergantines flotaban como cáscaras a merced del empuje que los lanzaba disparados en retroceso a la distancia de un tiro de arcabuz, para batirlos, muchas veces, contra los árboles y los promontorios de las riberas. Hubo de hacerse alto en un lugar donde los indios tenían sus viviendas colocadas en alto, sobre estacas, y sobre la arboleda. "En los pueblos próximos al mar vieron los marañones muchas cosas que llamaron su atención, las cuales iban anotando en la memoria o en sus manuscritos, los cronistas Bachiller Vázquez, Pedrarias de Almesto, Vargas Zapata, Custodio Hernández, Pedro de Monguía y algún otro anónimo de los que surgen a intervalos del acervo de ocho millones de legajos que conserva el Archivo General de Indias de Sevilla. Casi todos ellos están de acuerdo –contra los que han pretendido demostrar algunos historiadores hispanoamericanos- en que los moradores de dichos parajes eran «caribes», voz que designaba entonces a los caníbales y aseguraban haber visto carne humana cruda, cocida y asada en ollas y coladeros. Los natrales iban completamente desnudos y llevaban por calzado unas suelas de cuero de venado amarradas con cuerdas. El pelo llevándolo cortado en círculos concéntricos, alrededor de la coronilla. Las casas, «por amor del río que lo cubre todo de agua», estaban suspendidas en alto, con escaleras levadizas, las paredes formadas con la madera de las palmeras y con huecos, a la altura del techo, desde donde flechaban a los españoles con flechas envenenadas -con «curare»". (Casto Fulgencio López, 1977: Lope de Aguirre, El Peregrino. Primer Primer Caudillo de América. Barcelona-España: Los Libros de Plon. p. 174-175).
Después de más de
un mes de pelea nada más que en el endemoniado mar dulce del Delta,
"llegaron al fin al mar, el4 de julio de 1561, vomitados por aquella
enorme boca abierta por debajo de la equinoccial, que el Bachiller Vázquez
calculaba con una anchura de ochenta
leguas" (la legua es una antigua unidad de longitud que expresa
la distancia que una persona o un caballo pueden andar en una hora). (Ibíd., p.
176). Se
estima que aproximadamente un sexto de toda el agua dulce descargada en los
océanos del mundo -con una increíble descarga promedio de 219,000 m3/seg de
agua- atraviesa los 320 km de ancho del
delta del Amazonas, donde desembocan en el Océano Atlántico (la legua francesa medía 4,44 km.
Esto arroja un equivalente sobre el cálculo de el Bachiller Vázquez, de 355.2 Km). El río cambia con las
estaciones. Durante la estación seca, el ancho del río Amazonas puede llegar a
4 o 5 km en algunas zonas, y puede llegar a 50 km en la estación húmeda.
Durante el punto más alto de la estación húmeda, la corriente puede alcanzar
velocidades de 7 km/h.
Chaumeil
señala que, aun sin una presencia permanente y continua en determinadas regiones,
en pocas décadas los colonizadores provocaron la desestabilización y la
reducción de la población de varios pueblos, ya sea por la diseminación de
enfermedades o por las guerras para capturar esclavos.
Este fenómeno se acentuó en las décadas siguientes, de modo que a mediados del
siglo XVIII casi todos los pueblos que habitaban los bosques inundables (las
várzeas) del Amazonas se habían extinguido o reducido, y muchos otros habían
huido hacia los altos cursos de los afluentes (Porro 1996: 37). Esos indígenas fueron
parcialmente sustituidos por aquellos desplazados hacia las aldeas de
misioneros que se diseminaron de este a oeste, lo que ocasionó un gran cambio
en la composición étnica y cultural de las várzeas amazónicas.
Doscientos
años después de las primeras incursiones, los colonizadores europeos habían provocado
la despoblación de áreas muy remotas en las que ellos no habían logrado instalarse
todavía, pero a las que llegaron, de manera directa o indirectamente, mediante las
expediciones de recolección de productos forestales o de las diversas
ramificaciones que tuvo la trata de esclavos indígenas.
Las
actividades económicas en la mayor parte de la Amazonía (pesca, cultivo y
recolección de productos como el cacao, clavo de olor, quina, zarzaparrilla,
entre otros) se sustentaban en la fuerza de trabajo indígena, explotada según
diferentes modalidades de trabajo forzoso. Ésta perduró a lo largo del período colonial,
durante buena parte del siglo XIX y, en algunas áreas, incluso durante las primeras
décadas del siglo XX.
Si bien el trabajo indígena predominó ampliamente
en la Amazonía, los
esclavos africanos fueron muy importantes en algunas regiones. En la Amazonía
de colonización portuguesa, los esclavos africanos fueron más numerosos en la
porción oriental (San Luis y alrededores, Belén, Bajo Tocantins, Bajo Amazonas),
empleados sobre todo en los cultivos de caña de azúcar, arroz y algodón; así
como en el valle del Guaporé, cerca de la actual frontera entre Brasil y
Bolivia, desde la segunda mitad del siglo XVIII. Esas poblaciones negras son el
origen de los centenares de quilombos (palenques) que todavía existen en la
Amazonía brasileña.
Pero
fue en Guyana, en Suriname y en la Guayana Francesa, donde los esclavos
africanos constituyeron el principal elemento de la fuerza de trabajo a partir
del siglo XVII, aunque en los dominios holandeses el trabajo esclavo indígena
haya perdurado hasta casi el siglo XIX. En estas colonias
no predominaron las actividades extractivas, sino la agricultura en pequeñas
unidades, como en la Guayana Francesa; o en unidades productivas de gran
escala, en las colonias holandesas, donde predominó el sistema de plantación,
con grandes cultivos de caña de azúcar y, en el siglo XVIII, también de cacao,
algodón y añil.
Suriname
fue la colonia de la región que recibió más esclavos africanos.
Allí, entre los siglos XVII y XIX, la población blanca residente nunca
representó más de un 7% de la población esclava. Los esclavos promovían fugas masivas,
y se instalaban en la selva del interior del país. Al contrario de lo que
sucedió en otras regiones de América, en las cuales los esclavos fugitivos
pasaron a constituir pequeñas comunidades que fueron destruidas por la
represión blanca o permanecieron aisladas, en Suriname los esclavos lograron
sostener las hostilidades contra el colonizador durante décadas. Las fugas
dieron lugar a diversos grupos étnicos, tales como Saramacá, Djuka, Paramaka,
Matawai, Aluku y Kwinti, cuyo derecho sobre partes del territorio surinamés es hoy
reconocido. Tras la abolición de la esclavitud (en Guyana en 1837, y en
Suriname en 1863), trabajadores de diversas nacionalidades, principalmente
hindúes, fueron reclutados en régimen semiservil para reemplazar la mano de
obra de origen africano, lo que produjo oleadas de inmigración que alteraron la
composición étnica de la población.
Fronteras internas
En
las primeras décadas del siglo XIX, los jóvenes Estados independientes (Guyana
y Suriname sólo conquistaron su independencia en 1966 y 1975, respectivamente,
y la Guayana Francesa es aún territorio francés) disponían
de amplios territorios aún no ocupados por las incipientes sociedades
nacionales y, en muchos casos, totalmente desconocidos por ellas. Tratados
firmados en el siglo XVIII y las áreas de jurisdicción de las antiguas unidades
administrativas del dominio español definían, aunque a menudo de manera precaria,
los límites entre los nuevos países.
Había, sin embargo, una gran distancia
entre los territorios delimitados y los territorios efectivamente ocupados. De
hecho, la “conquista” y la ocupación del territorio constituyeron un proceso
con avances y retrocesos.
En ese sentido, en los siguientes párrafos
el término “frontera” alude no a los límites entre Estados nacionales, sino al
frente de expansión de una sociedad hacia el interior de su propio territorio,
por sobre las tierras ocupadas por pueblos indígenas (Leonardi 1996, Martins
1997).
En el caso de las antiguas colonias
españolas, la ocupación de la región boscosa, basada hasta aquel entonces sobre
todo en la acción misionera, sufrió un gran retroceso con la crisis del sistema
colonial y el debilitamiento de las misiones en los territorios de las antiguas
audiencias de Lima, Quito, Charcas y Bogotá, así como en el Virreinato de Nueva
Granada. Tal retroceso fue producido también por la gran rebelión indígena
liderada por Juan Santos Atahualpa
entre 1742 y 1752, en la que diversos grupos indígenas (como los Conibo, los
Piro y los Amuesha, entre otros) recobraron el control de la selva central del
actual Perú, que había estado en manos de los españoles. En ese país,
por ejemplo, el avance de la frontera interna hacia el Oriente fue virtualmente
nulo en la primera década luego de la independencia (García Jordán 1995).
Siguieron existiendo núcleos importantes de población en Moyobamba y regiones
aledañas, en el río Marañón, pero aun en la década de 1840 la región figuraba en
los mapas como “tierras desconocidas”.
En Bolivia, los frentes de explotación de la quina siguieron avanzando, aunque de
forma modesta, en el Alto Beni, lo mismo que la expansión de la ganadería, a
partir de Santa Cruz de la Sierra. Sin embargo, la mayor parte de lo que en ese
entonces se denominaba “Oriente”, concepto que abarcaba todo el territorio
amazónico boliviano y también el Chaco, permanecía prácticamente desconocido y
aislado del resto del país. Durante los primeros 50 ó 60 años de la República,
los esfuerzos de los gobernantes se concentraron en proyectos de concesiones de
tierras públicas para colonización, en exploraciones de reconocimiento y en la
búsqueda de una salida al Atlántico por los ríos amazónicos (Jordán, 2001).
Territorio del Caquetá, que
correspondía a toda la selva amazónica del país, sufrió un gran retroceso tras
la expulsión de los jesuitas (1767) y la quiebra de las misiones franciscanas a
fines del siglo XVIII.
De tal manera que la expedición del general Agustín
Codazzi a aquella región, emprendida en la década de 1850 en el marco de la
Comisión Corográfica Nacional, “significó un cambio fundamental en el
conocimiento del Oriente de Nueva Granada y su ubicación en la conciencia,
tanto de los Gobiernos como de los granadinos en general” (Domínguez, Barona,
Figueroa y Gómez 1996: 45).
La situación era análoga en el territorio del
actual Ecuador. Según Jean Paul Deler (1987), entre los siglos XVIII y XIX la
soberanía de Quito sobre las misiones de Maynas, por ese entonces decadentes,
era sólo formal. Aun después de la formación de la nueva república del Ecuador
(1830), la región amazónica recién pasó a recibir más atención por parte del
Estado ecuatoriano a partir de 1860 (Esvertit Cobes 1995). En
Venezuela, las grandes cataratas del Orinoco, mucho más que las
decadentes misiones religiosas, constituían, para Alexander von Humboldt en 1800,
el límite natural de las “regiones salvajes e ignotas del interior” (Humboldt
1985). En el caso brasileño, podemos identificar diferentes situaciones en lo
que se refiere a la ocupación de la Amazonía en las dos o tres décadas que
sucedieron a la independencia.
En uno de los extremos está Belén, antigua capital
de la Amazonía colonizada por los portugueses, el Estado de Gran-Pará y
Marañón, independiente del Gobierno Federal, con autoridades coloniales propias
y subordinadas directamente a Lisboa, que impuso gran resistencia a la ruptura
de los lazos coloniales y a la integración al Imperio de Brasil en 1822. Belén
fue el principal centro urbano a partir del cual portugueses y brasileños se
aventuraron a la Amazonía, y el puerto por el que la región se comunicaba con
Portugal.
Existió
una continuidad en los métodos coloniales de ocupación del territorio y de
explotación de la fuerza de trabajo. En muchas regiones, la violencia
practicada contra los pueblos indígenas fue aun más fuerte que en el período
colonial. Por ejemplo, en la región del río Caquetá, en Colombia, en 1880, el
tráfico de esclavos indios hacia Brasil, actividad ilegal, registraba
incrementos desde mediados del siglo XIX (Domínguez Ossa et al. 1996) y,
a comienzos del siglo XX, las poblaciones indígenas de esa región eran aún
sometidas a la explotación semiesclavista (Hildebrand, Bermúdez y Peñuela
1997).
Frentes de expansión en el siglo XIX.
A lo largo del siglo XIX, las diversas
sociedades nacionales se proyectaron sobre sus territorios amazónicos, motivadas,
sobre todo, por diversos auges extractivistas, como los de la
quina y del caucho. No obstante, ese movimiento no fue homogéneo en
todos los países.
En los países andino-amazónicos, el primer
producto que generó un movimiento hacia sus áreas amazónicas, en el siglo XIX,
fue la quina, explotada en los Andes desde el siglo XVIII, la cual tuvo gran
aceptación en los mercados europeos en virtud de sus propiedades medicinales.
La quina se produce en un área muy vasta y no se limita a las tierras
amazónicas.
Sin embargo, a medida que se agotaba en las
regiones próximas a los centros más habitados –el método de extracción
consistía simplemente en cortar los árboles–, su explotación avanzaba hacia el
Oriente. Durante 34 años, el comercio de quina fue muy significativo para las
economías nacionales, y entre 1881 y 1883 éste fue el principal producto de
exportación de Colombia, donde se comenzó a explotar en la década de 1870, en
las regiones del Alto Caquetá y Alto Putumayo.
En Bolivia, la quina se explotó en
Caupolicán y, más tarde, en Larecaja y en el Alto Beni. Fue grande su
importancia para la economía boliviana, y dio lugar a acciones por parte del
gobierno central para controlar su comercialización (Domínguez y Gómez 1990, Zárate
2001).
En las áreas que se mantenían
exclusivamente de la extracción y el comercio de la quina, hubo un
debilitamiento general de la economía y de la sociedad, que dio lugar a la quiebra
de empresas comerciales, y al despoblamiento y abandono de pueblos enteros.
Sin embargo, especialmente en los casos de la Alta Amazonía colombiana y de la
Amazonía boliviana, sobrevivió una mínima infraestructura de servicios y sistemas
viales, que fue aprovechada cuando se incorporaron esas áreas a la explotación
de las gomas elásticas. Es más, algunos de los principales negociantes de quina
lograron convertir sus negocios a la explotación y comercio del caucho (Zárate
2001).
Las
propiedades y usos del látex del árbol de caucho fueron transmitidas en la
primera mitad del siglo XVIII por los Omagua, indios del alto Amazonas, a los
portugueses, así como a otros grupos indígenas.
Durante décadas, el látex extraído
en la Amazonía brasileña fue empleado sólo localmente, y se
restringía a la producción de jeringas y a la impermeabilización de ropa y
calzado. En 1820, calzado producido con látex comenzó a ser exportado por el
puerto de Belén (Santos 1980). Pero, de hecho, no fue sino hasta el advenimiento de la vulcanización,
operación que amplió las posibilidades de utilización industrial del látex, en
1841, que la demanda mundial por el producto creció al extremo de ocasionar un boom
comercial que duró cerca de 70 años y alcanzó, con distintas intensidades,
a todos los países amazónicos en ese entonces independientes.
Fue también en la década de 1880 que la
producción de látex tuvo un gran incremento en Bolivia, Colombia, Perú y
Ecuador, aunque hay registro de su explotación desde la década de 1860. La expansión
de esta actividad no fue ajena a diversas disputas por territorios antes
considerados espacios remotos y “vacíos”.
En Colombia, la producción de
látex de las décadas de 1860 y 1870 provenía de los bosques del área de influencia
de Cartagena y de Panamá, en ese entonces territorio colombiano. Sólo en la
década de 1880 llegó a la Alta Amazonía, donde ocupó el lugar que antes había tenido
la extracción de quina, y también a las regiones de los ríos Guaviare, Vaupés y
Negro. En la década siguiente alcanzó el Medio Caquetá y el Medio Putumayo, con
lo que varios grupos indígenas, entre ellos los witotos y los boras, fueron expulsados de sus tierras
(Domínguez y Gómez 1990).
En el Amazonas venezolano esta
actividad produjo un impacto local en la explotación del territorio,en el
afianzamiento de los poderes locales y en la diseminación de relaciones de
trabajo semiservil, aunque no tuvo la misma importancia económica que en los
demás países (Iribertegui 1987: 138). En Guyana, se practicó la recolección de
balata (látex) en las cabeceras del Esequibo y en algunas áreas de las orillas
del río Rupununi (Silva, 2005).
En Bolivia, las primeras explotaciones de
caucho en las regiones del norte, hacia el Acre, tuvieron lugar en la década de
1870, y las grandes empresas se establecieron en la década de 1880. Las
primeras poblaciones de la región, como Riberalta, fueron producto de la
operación de casas comerciales como la Casa Braillard, fundada en1892 (Beltrán,
2001).
La relativamente rápida expansión de las
áreas de explotación de caucho en la mayor parte de la cuenca amazónica, con el
desplazamiento de hombres y mercancías por miles de kilómetros, no habría sido
posible sin la introducción de la navegación de vapor en 1853. Este progreso fundamental
en los medios de transporte regionales permitió, aparte del significativo incremento
en la capacidad de carga, la drástica reducción de la duración de los viajes por
los ríos amazónicos. Hasta entonces, el transporte regional dependía
exclusivamente de pequeñas embarcaciones de comerciantes, de vela o a remo, con
lo que un viaje de Belén a Manaos podría durar entre 40 y 90 días, según la
variación del caudal de los ríos, la intensidad de los vientos y las estaciones
del año. Con los barcos de vapor, el mismo recorrido se podía hacer en ocho días.
La introducción de esta innovación técnica en los ríos amazónicos no sólo
estimuló el avance hacia áreas no ocupadas por las sociedades nacionales, sino
que facilitó el acceso al Atlántico de las áreas amazónicas del piedemonte andino.
Además, permitió la conexión interna de puntos extremos de la región a los
principales centros articuladores del comercio, trascendiendo las fronteras nacionales,
así como su vinculación, como un conjunto, a un mismo proceso de circulación de
mercancías, sostenido por la extracción y el comercio del látex.
La expansión de la exportación de caucho produjo
grandes cambios en la región, a donde llegaron inversiones de compañías europeas
y estadounidenses. El desarrollo urbano se aceleró, no sólo con el surgimiento de
nuevas poblaciones en los frentes de expansión, sino también con el crecimiento
de antiguos núcleos urbanos. En
el Perú, Iquitos, que contaba con apenas algunos centenares de moradores
en 1870, se convirtió en una ciudad de 10.000 habitantes en 1896. Manaos
también experimentó un crecimiento vertiginoso: de una pequeñ villa con
edificaciones muy precarias en la década de 1850, se convirtió en una gran ciudad
en el siglo XIX y fue, junto con Belén, una de las primeras ciudades brasileñas
en contar con servicios de alumbrado eléctrico y agua en red.
Los cambios también afectaron el mundo laboral:
a los indígenas se los siguió empleando a gran escala, casi siempre en las mismas
condiciones en que lo fueron durante el período colonial, pero la Amazonía incorporó
también grandes contingentes de trabajadores provenientes de otras regiones, como
las sierras andinas y el semiárido nordeste brasileño, que terminaron por
superar en número a los trabajadores indígenas, lo que dio origen a una nueva ruptura
en la composición de la población regional.
También la región recibió inmigrantes de
diversos países. Por ejemplo, en la construcción del ferrocarril
Madeira-Mamoré, en Brasil, trabajó gente de aproximadamente 50 nacionalidades
diferentes: de la región, como bolivianos, brasileños, colombianos, ecuatorianos,
peruanos y venezolanos; de fuera, como cubanos, granadinos, irlandeses, suecos,
belgas, chinos, japoneses, hindús, turcos y rusos; y de muchas otras procedencias
más (Hardman 1988). Sin embargo, las actividades en los bosques de caucho y en
las grandes obras cobró vidas humanas: mientras que cada tonelada de caucho
exportada cobraba una vida humana, en la construcción del ferrocarril
Madeira-Mamoré, entre 1907 y 1912, alrededor de 6.000 hombres perdieron sus
vidas a causade un proyecto jamás terminado.
En la segunda década del siglo XX, el látex
sufrió una baja de precios irreversible por la competencia con su similar
oriundo de las plantaciones en el sudeste de Asia. Ello significó el colapso de
la economía basada en esa especie (Santos 1980: 237). Muchas áreas incorporadas
por los frentes de extracción del látex fueron abandonadas, y antiguas
conexiones comerciales del caucho se hicieron frágiles e incluso se
deshicieron. Además, se generó un proceso de diversificación comercial de
actividades extractivistas (extracción de madera, recolección de resinas, caza
para comercialización de pieles) y la apertura de nuevos frentes
extractivistas, como el de la castaña de Brasil,
en el Alto Tocantins. Vale recordar que las
gomas elásticas no dejaron de ser comercializadas, aunque lo fueron a pequeña
escala, y repuntaron brevemente cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, los
consumidores de Europa y de los Estados Unidos no pudieron contar con la
producción del Sudeste Asiático. La explotación del caucho provocó grandes
impactos negativos a los pueblos indígenas, en términos de autonomía y valores tradicionales.
En
cuanto a la fauna, utilizada sobre todo para la alimentación pero también para
la exportación de pieles y plumas, vale recordar la gran presión que sufrieron
las especies acuáticas, como el paiche o pirarucú (Arapaima gigas)
y el manatí (Trichechus manatus). Sin embargo, hay que destacar la
explotación de diversas especies de quelonios de agua dulce, en particular la Podocnemis
expanda, conocida como charapa, arrau o tortuga del Amazonas. Esta
tortuga era consumida desde tiempos precoloniales, pero se difundió bastante en
los siglos siguientes, principalmente en las áreas de colonización portuguesa,
en las que su explotación representó una actividad comercial de gran importancia
regional (IIAP 2001).
Los daños ambientales, si bien no
representaron una amenaza mayor a la integridad del bioma amazónico, con
frecuencia hicieron que peligrara la sostenibilidad de la ocupación colonial,
pues el agotamiento localizado de algunos recursos naturales desató crisis de
carácter local, haciendo inviable la permanencia de asentamientos humanos en
las áreas afectadas. (p.55).
NUEVOSMODELOS DE OCUPACIÓN TERRITORAL
Los modelos de ocupación del territorio
amazónico han sufrido importantes modificaciones en relación con los que
predominaron en los siglos anteriores: la velocidad de desplazamiento de estos
frentes y el nivel de transformación que pueden promover en los espacios ocupados
parecen hacer irreversible el proceso de ocupación de estas “últimas fronteras
del planeta”. (p.56). De hecho, la política expansionista brasileira es
reforzar o acompañar, aperturando nuevas vías de penetración, el proceso
colonialista urbano que prevalece en la Amazonia.
Carreteras amazónicas. El núcleo de la región amazónica pronto será
accesible a través de carreteras utilizables durante todas las estaciones del
año (amarillo) conforme se desarrollen los programas de pavimentación.
Fuente: Nepstad, 2007.
Los círculos viciosos de la Amazonía. Véase online en: https://wwfeu.awsassets.panda.org/downloads/amazonas_esp_05_12b_web.pdf
Nivel de humedad (H) del suelo en Amazonas Oct. 2005
Fuente: Los
círculos viciosos de la Amazonía. WWF Internacional, Gland/Suiza Autor:
Daniel C. Nepstad, 2007.
https://wwfeu.awsassets.panda.org/downloads/amazonas_esp_05_12b_web.pdf
DE
NADA SIRVE LOS ESFUERZOS GLOBALES PARA CONTROLAR EL IMPACTO DE LOS GASES EFECTO
INVERNADERO A FIN DE MINIMIZAR EL ACELERADO CALENTAMIENTO GLOBAL SI NO SE PARA
LAS DEFORESTACIONES POR CULTIVO AGRÍCOLA, PLANTACIONES Y PASTOS PARA EL GANADO,
ADEMÁS DE LAS INTERVENCIONES POR EXTRACCIÓN MADERERA, MINERA Y ENERGÉTICA NO
SÓLO EN LA CUENCA DEL AMAZONAS SINO A NIVEL TROPICAL, ULTIMOS RELICTOS DEL
BALANCE ATMOSFÉRICO GENERAL.
SI NO RESTAURAMOS, LA
DESERTIZACIÓN DEJARÁ SIN AGUA A LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN URBANA ASENTADA EN
LA FAJA INTERTROPICAL. EN VEZ DE SEGUIR TALANDO HAY QUE REFORESTAR O NOS
ESTAMOS AUTOSUICIDANDO.
Esto es lo que
queda de la selva verde. Tan solo una pequeña parte que se puede ver hacia
arriba, al NW de la cuenca media-alta amazónica.
El Amazonas
tiene la mayor selva del mundo con un gran valor ecológico para todo el
planeta, siendo definida como el pulmón de la tierra. Su biomasa es capaz de
absorber inmensas cantidades de dióxido de carbono, esto es vital para el clima
mundial. La deforestación es uno de los grandes peligros que acecha al
Amazonas. La conservación de la selva amazónica se ha convertido en un tema de
extrema urgencia en todas las reuniones mundiales sobre la conservación de la
Tierra. Se sigue hablando de cambio climático, pero nos preguntamos, ¿hasta cuándo durará esto si no hacemos un alto?
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