GEOGRAFÍA HUMANA Y ECOSOCIAL DE VENEZUELA








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GEOGRAFÍA HUMANA Y ECOSOCIAL DE VENEZUELA

Eudes A Zambrano A
















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GEOGRAFÍA HUMANA Y ECOSOCIAL DE VENEZUELA


Copyright ©2016 Lulu Press, Inc. Reservados todos los derechos. Se hallan reservados todos los derechos. Sin autorización escrita del autor, queda prohibida la reproducción escrita total o parcial de esta obra por cualquier medio –mecánico, electrónico u otro- y su distribución mediante alquiler o venta pública.

Título original: Geografía  Humana y Ecosocial de la República Bolivariana de Venezuela
Idioma: español.
Diseño de tapa: Eudes Zambrano
Composición tipográfica: Editorial Lulu.


Copyright ©Eudes A Zambrano A
5 800119 547596 Copyright ©2016
Lulu Press, Inc. Reservadostodos los derechos.
©2016 – (Licencia copyright standard) suministrada porEditorial Inc. Hillsborough St. / Raleigh / NC.

Imagen de la portada: Composición entre una imagen fotográfica del centro de la ciudad de Mérida (Venezuela), vista desde arriba (en dirección Norte, hacia la Sierra de la Culata, paisaje nevado altoandino, característico de un desierto frío); y otra de Venezuela (imagen aérea), intervenida en paint y con inversión de colores. Obsérvese la cúpula de la Catedral de Mérida y parte de su infraestructura urbana

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 “En un país bien gobernado
debe inspirar vergüenza la pobreza.
En un país mal gobernado
debe inspirar vergüenza la riqueza. ”

Confucio


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Eudes A Zambrano A (El Vigía, Estado Bolivariano de Mérida, República Bolivariana de Venezuela, 1957)
Geógrafo (ULA-Mérida, 1990), escritor miembro de Red Mundial de Escritores en Español: REMES    
Creador y Administrador del grupo;

Grupo de Ecoresistencia Estrabón-Mucuúnes - grupos.emagister.com


Colaborador destacado con escritos demandados por usuarios a nivel mundial de la página web www.academia.edu.com
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Resumen

Este texto tiene como objeto analizar los cambios experimentados en el ámbito territorial del Estado-nación venezolano en los últimos años e intentar desentrañar la unidad que se oculta detrás de la diversidad. Lo que se pretende mostrar es que los cambios marcan el fin de una determinada etapa de formación económico-social o, en otras palabras, que el ámbito geográfico humano y ecosocial venezolano es cambiante, en virtud de su organización tempo-espacial. De hecho, la racionalidad del espacio está en función de la racionalidad de la formación económico-social (Chaves, 1998), ligada al modelo histórico cuya estructura y funcionamiento espacial están sujetos a modificación constante por la dinámica de cambio social. La revisión que se hace desde el ámbito del desarrollo histórico está en función del análisis dialéctico de la Geografía radical aplicado a la formación del espacio desde la llegada de los llamados conquistadores, hasta la etapa actual. En este sentido, la consolidación del proceso revolucionario bolivariano abrió un nuevo ciclo político y socio-económico: hoy lo socialista se superpone definitivamente a lo capitalista, aunque de manera contradictoria y conflictiva. Se observó una situación considerada inapropiada en el plano socioeconómico extrapolada al plano territorial, en vista del desmantelamiento del aparato productivo capitalista con el consecuente freno del crecimiento económico, al tratar de desmontar este patrón de ocupación, caracterizado por concentrar en la región centro-norte del país (Región Capital -Distrito Federal y Estados Miranda y Vargas-; Región Central -Aragua y Carabobo-; y Región Centro-Occidental -Lara y Yaracuy), donde se localiza el capital y una alta mercantilización de la economía agrícola -predominando la gran explotación capitalista asociada al conuco y áreas de explotación familiar flanqueadas por áreas ganaderas o bien de explotaciones intensivas mercantilizadas, de tamaño familiar-, las mayores oportunidades de desarrollo económico, para forzar el socialismo comunal cuyos impactos, sin ser totalmente catastróficos, han sido ilusorios y costosos, dando algunos resultados frugales pero de signo somero. 

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ÍNDICE

PRÓLOGO (Breve reseña del origen de la idea del libro)

INTRODUCCIÓN

PRIMERA PARTE
ASPECTOS TEÓRICO-GEOGRÁFICOS DEL
PAISAJE HUMANIZADO EN EL TERRITORIO VENEZOLANO

CAPÍTULO I: BASES NATURALES DEL PAISAJE HUMANIZADO EN EL TERRITORIO PREHISPÁNICO

BASES CONCEPTUALES

La Geografía Social: ¡Ciencia Subversiva y Liberadora¡
Ubicación de Venezuela en el Contexto Planetario, Zonal y Regional.
La Regionalización por Factores de Posición e Integración Continental.
Espacio físico o paisaje natural
Regionalización por zonas naturales y áreas fisiográficas
            Regiones naturales y distribución zonal de los recursos
            Regiones por áreas o provincias fisiográficas
Las Condiciones naturales como magnitudes de ventajas escalares o vectoriales: Emplazamiento (sitio) y posición/situación.




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FORMACIÓN DEL ESPACIO HUMANIZADO A FINALES DE LA ÉPOCA PRECOLOMBINA.

     Áreas Lingüísticas Aborígenes
     Áreas Culturales Indígenas
     Áreas Productivas, Modos de Producción y Formación Económica Social Prehispánicas.
            Tipos de Comunidades Indígenas

POBLACIÓN INDÍGENA EN LA VENEZUELA ACTUAL.

     Herencia Etnoecológica en la Geografía Social y la Geografía   Cultural.
     Distribución Actual de la Población Indígena Venezolana
            Población étnica en área rural y área urbana

CAPÍTULO II: ESTRUCTURACIÓN DEL ESPACIO SOCIOECONÓMICO Y EL ESPACIO DERIVADO O COLONIAL VENEZOLANO

FORMACIÓN DE LOS NÚCLEOS PRIMARIOS DE IMPLANTACIÓN: ANTECEDENTES HISTÓRICO-GEOGRÁFICOS.

     De la Organización del Espacio de las Sociedades Prehispánicas a la Implantación Colonial.
            Estructuración de los ciclos fundacionales como sistema    cerrado: polarizado hacia la metrópoli y subpolarizado        hacia las capitales del imperio español.

            El Posicionamiento de los recursos naturales de control     imperial colonial.

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Estructura y Funcionamiento del Espacio en la Sociedad Colonial Temprana (siglos XVI y XVII).
            Características sociohistóricas y fases de implementación del Modo de Producción Indohispánico: Las áreas de producción colonial.
            La Formación Económica-Social colonial: Fenoestructura productiva y división del       trabajo.
     El Espacio Socioeconómico en la Sociedad Colonial Madura
     Crisis de la Sociedad Colonial Implantada
            El desarrollo y predominio de la actividad comercial expoliativa y sus expresiones espaciales.

SEGUNDA PARTE
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA ESTRUCTURACIÓN DEL ESPACIO HUMANIZADO POSTCOLONIAL VENEZOLANO

CAPÍTULO III: EL PROCESO DE CONFORMACIÓN FRAGUADO Y CREACIÓN DE LAS CONDICIONES PARA LA FORMACIÓN SOCIAL CAPITALISTA VENEZOLANA

LOS SISTEMAS DE ASENTAMIENTOS EN VENEZUELA: CRECIMIENTO HISTÓRICO Y DESARROLLO

       Bases Geohistóricas de la Implementación del Modelo Dendrítico: Consolidación del Modelo y Desarticulación a favor de Relaciones Centrales.
       Antecedentes del Capitalismo Periférico en Venezuela
            Estadio de la estructuración, funcionalismo e implantación capitalista de la formación social venezolana. 

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           La Organización Centro-periférica del Espacio

GEOGRAFÍA RURAL

       El Latifundio y la Formación Exportadora Postcolonial
            La formación capitalista periférica postcolonial (1821-1870): Contradicciones y crisis.
Etapa agroexportadora agrícola o agrominera (1870-1908).
El sistema capitalista periférico de asentamiento agrocomercial (hasta 1920)
El Caudillismo y Surgimiento de la Nueva Élite Criolla: Las  Oligarquías.

GEOGRAFÍA URBANA

          La Decadencia Urbana y el Proceso de Reanimación: Patrones de asentamiento.
La ciudad venezolana de mediados del siglo XIX: Crecimiento y morfología.

GEOGRAFÍA ECONÓMICA

       Monopolio, Cartel, Trust y Holding
       La Formación del Espacio en la Época del Surgimiento del    Imperialismo.
            Etapas del Capitalismo Moderno en Venezuela
                La Venezuela Petrolera (1908-1970)
                   Creación de las bases para la penetración del capital petrolero (1908-1821).
                            Fase rural petrolera (1921-1935). 
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                Fase Urbana- petrolífera (1935-1960)
              Fase urbano-industrial (1960-70)
   Etapa Metropolitana de Transición (1970 en adelante)

GEOGRAFÍA MARXISTA


TERCERA PARTE
LA CRISIS DEL ESTADO CAPITALISTA DEPENDIENTE Y EL SURGIMIENTO DEL CAPITALISMO DE ESTADO

CAPÍTULO IV: LA FORMACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL VENEZOLANA: PATRÓN ESPACIAL DE LA FORMACIÓN SOCIOESPACIAL ACTUAL

LAS DIMENSIONES DEL ESTILO DE DESARROLLO: EL CENTRO, LA PERIFERIA Y EL ESTILO ASCENDENTE.

GEOGRAFÍA INDUSTRIAL

       Etapas de la Industrialización en Venezuela
La industrialización y la estructura espacial de los sistemas industriales.
       La Consolidación Capitalista de la Economía Venezolana
            Los sistemas agrarios por zonas y regiones agrarias en una economía petroestatal.
            El extremo norte
            El norte medio
            La zona intermedia o región de los hatos
            Zona sur


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Zona Sur del Lago de Maracaibo (ZSLM)

ESTRUCTURA ESPACIAL DE LA ECONOMÍA VENEZOLANA

       Las Dimensiones del Espacio Social y sus Variables      Representativas más Importantes.
Los Niveles Espaciales de Acumulación: Central o Polar, Regional y Urbano.
Sistema Nacional de Asentamiento
División Espacial del Trabajo

CAPÍPULO V: PAPEL DEL ESTADO EN LA ESTRUCTURA DEL ESPACIO--TEMPORAL VENEZOLANO

FASE I: LA CRISIS DE LA SOCIEDAD CUARTO REPUBLICANA Y EL RESURGIMIENTO DEL ESTADO SOCIAL EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

       Estructura de la Sociedad Venezolana en la Etapa Actual:      Antecedentes y Componentes Jerárquicos y Sectoriales.
       Papel del Estado en el Proceso de Ocupación del Territorio.
       Proyecto V República y Base Territorial
            Nueva Geometría del Poder: Una Mirada desde la Geografía Radical
            Regionalización Quintorepublicana.
       Características del Capitalismo bolivariano o Capitalismo de Estado

  La Crisis Chavezista-Madurista: ¿Revolución sin   Cambio? Una Mirada Comparativa.


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 FASE II: TENDENCIAS Y CONFLICTOS DE LA ORDENACIÓN ACTUAL DEL TERRITORIO.

Peligros ambientales: Impactos ambientales y Cambio Climático en Venezuela.
       Tendencias Actuales de Integración Económica
     La necesaria revisión y evaluación crítica del proceso de Ordenamiento Territorial neosocialista.
       Crisis general de los grandes problemas de la política espacial: La desconcentración de Caracas y el desarrollo del eje Orinoco-Apure.

Notas

Referencias

Anexos (Fotográfico)


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PRÓLOGO

           Desde los inicios del Estado-nación la consolidación del proceso histórico independentista y de las transformaciones del espacio geográfico, abrió un nuevo ciclo político y socio-económico ya no sólo de soberanía política: hoy lo social se superpone definitivamente a lo capitalista, aunque de manera contradictoria y conflictiva. Sin embargo, las categorías analíticas disponibles para comprender las reformas y cambios orientados al desarrollo alternativo o endógeno no han sido aún conceptualizadas de forma plena, de modo de ajustarse a esta nueva etapa. Por eso, profundizar en la transformación del orden existente y las categorías de ordenamiento de la socialdemocracia son los dos grandes desafíos que está enfrentando el modelo alternativo bolivariano después de casi dos (2) décadas de ensayo revolucionario en democracia y a más de tres (3) años de incertidumbre por recesión económica. Lo global también impera como dinámica de cambios, cuyos centros están no sólo en EE.UU. y la UE, sino también en China, Rusia, el Medio Oriente y en las economías emergentes de Asia, y en especial, de América Latina, quienes han desafiado el statu quo de manera positiva con alternativas de cooperación e integración de nuevo tipo como el ALBA y la UNASUR.
             El análisis del espacio geográfico se realiza desde una óptica estructural y funcional, por cuanto se persigue proporcionar el conocimiento adecuado de sus atributos y elementos, a tiempo de explicar sus relaciones e interacciones dialécticas con procesos de carácter espacial. En este contexto, la integración de resultados y la visión de conjunto remiten a la síntesis geográfica, en nuestro caso radical (es decir, marxista, o dialéctica, si se quiere) desde todo punto de vista: social, económico, político, cultural, histórica, de género, de la vida, del lenguaje, del ciberespacio y ambiental o ecologista.
           
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             En este contexto, para Méndez (2006: 127), la integración de resultados y la visión de conjunto exigen el dominio de la síntesis geográfica, la cual nos propusimos lograr, y aquí están sus resultados después de múltiples ensayos, no sólo de carácter preliminar, sino incluso de intentos atesorados que prevalecen desde que estudiaba la materia en mi carrera profesional con el “maestro de maestros”, D. Luis Fernando Chaves Vargas, gran humanista y profesor que manifestó siempre la necesidad de los cambios y las transformaciones que motorizan la insurgencia humana por la vida.
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INTRODUCCIÓN

           La Geografía Humana y Ecosocial de la República Bolivariana de Venezuela busca sintetizar el conocimiento sistemático e integral de ciertos aspectos de la naturaleza y de la sociedad venezolana, fundamentado en el papel del Estado, recreándolo desde la época precolombina hasta la republicana, incluyendo la actual etapa democrática participativa o de Poder Popular, también llamada V República, a fin de comprender la integración regional de los diversos aspectos de nuestra realidad. Esto se hace necesario en virtud del hecho paradigmático acaecido en las últimas décadas en torno a la Geografía Humana, que ha motivado transformaciones particularmente significativas, sobre todo de carácter geográfico en lo geopolítico, lo económico y de “giro cultural”, que ha movido la base del estudio del espacio geográfico, el cual tiene su correlato en el territorio (por lo que en realidad se trata de un sisma), y que encuentra en la práctica social su expresión concreta.
            En un principio la geografía tenía un carácter regional en tanto que no se le daba aplicación a la geografía, sino la utilizaba como metodología de estudio y desde un principio ha existido el problema de la delimitación de la región. Al colocarse la Geografía a la altura del momento histórico, se constituye en una ciencia actual, que aporta el conocimiento en el presente, sin obviar su evolución ni tendencias, para sentar bases sólidas que faciliten a la sociedad proyectarse en un futuro y construir su accionar en cuerpos territoriales armónicos.
El desarrollo de estas nuevas corrientes de investigación, como el renaciente interés por los movimientos sociales y las luchas políticas que van más allá del estudio del nacionalismo estrecho y la adecuación al cambio global[i], ha contribuido de forma importante al desarrollo del resurgimiento de la geografía social.

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            La geografía social actual está usando teorías culturales y literarias para analizar el lenguaje e imágenes empleadas para representar los diferentes grupos sociales y espacios, a fin de comprender el modo en que los grupos dominantes ejercen su poder mediante la cultura, la ideología y la cibergeografía, entendida ésta por Buzai (2012), como la disciplina que estudia la naturaleza espacial de las redes de comunicación computacionales, y considera al ciberespacio como un nuevo espacio social, del que se derivan líneas de estudio específicas: la infraestructura física de la tecnología de la información y la comunicación, el espacio funcional que genera los flujos de información global, aspectos socio-demográficos de las nuevas comunidades virtuales y la percepción de los espacios virtuales.
           El espacio, más allá de su propiedad de emplazamiento, tal como es percibido, vivido, usado y representado en la escala de los individuos y sus actividades, resistiendo los embates de un mundo que, al parecer, como una especie de big-bang del espacio geográfico, cada vez se aleja más en expansión (al principio), producto de su desbastada colonización antrópica, y luego, de familiaridad decreciente en relación con el alejamiento y en las cuales la percepción de las distancias dilatadas en las zonas conocidas se contrae a medida que la información sobre los lugares decrece, es un espacio sentido.
            Pareciera entonces, que el espacio en términos genéricos no puede ser considerado como un objeto más de la realidad sino una de sus dimensiones, ya que no existe por sí solo y, al igual que el tiempo, es dimensión de hechos y procesos que ocurren en el mundo material, sean naturales o sociales. El espacio, nos aclara Méndez (2006), no puede producirse, como tampoco se puede producir el tiempo; simplemente existe como condición sine qua non de existencia de lo material igual que el tiempo. El espacio es por tanto una parte inherente a todos los objetos y procesos que ocurren en la realidad. No es un receptáculo o superficie vacía sobre el que ellos se depositan.
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            El espacio geográfico y/o territorial de la República Bolivariana de Venezuela, haciendo énfasis en nuestras raíces autóctonas, bolivariana, republicana y de cultura federativa revolucionaria, así como en aquellas áreas (Núcleos de Desarrollo Endógeno ó NUDE's, Fundos Zamoranos, Proyectos Sociales o de Poder Popular) donde se está generando la insurgencia comunal, son abarcadas en el presente tratado sobre la nueva Geografía Humana y Ecosocial de la República Bolivariana de Venezuela.
            Si bien desde el siglo XIX, con los trabajos pioneros de Humboldt y Codazzi y más adelante, ya en el siglo XX, con los de Alfredo Jahn y otros (citados en Trinca, 2013: 37), hubo un marcado y manifiesto interés por estudiar y dar a conocer la Geografía de Venezuela, no ocurrió algo similar con relación a la formación de profesionales de la Geografía. Desde el punto de vista de la dialéctica del conocimiento el aprendizaje tiene lugar mediante las actividades que desarrolla el sujeto para construir ese conocimiento. La investigación que se realiza desde la óptica de la dialéctica del conocimiento privilegia el uso de métodos cualitativos. El investigador mismo aparece como uno de los instrumentos principales de investigación. En la concepción dialéctica del conocimiento se parte de que los valores del investigador, de la teoría que asume y del contexto particular en que se realiza, tienen influencia en los resultados de la investigación.
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          Obviamente no se debe dejar de defender, también desde el marxismo, lo poco que queda del Estado de bienestar; sería un grave error no hacerlo. Pero también sería un grave error limitarse a ello. El marxismo tiene otro programa –orientado bajo el enfoque ecosocialista—, y no hay mejor momento para darlo a conocer que en estos tiempos de crisis. No obstante, ciertos laureles que se han obtenido en el marco de la revolución bolivariana y triunfos parciales (como el hecho que ha llevado a confundir capital social con alfabetización y cultura revolucionaria con ideología, al igual que el hecho de que procura actualmente desarrollarse no al margen del proceso de globalización, pero sí según alguna alternativa al modelo desarrollista del capitalismo global), ha ido sumiendo la revolución bolivariana en una nebulosa muy parecida al olvido, dejando de lado el pragmatismo a pesar de seguir manteniendo el discurso e implementando políticas económicas de “corte socialistas” (fábricas de producción socialista, empresas estatales, ordenamiento comunal y legislación social).
            La construcción teórica que proponemos nos permitirá comprender la diferenciación regional venezolana, la cual engendra especializaciones funcionales que, cadenciadas por las verticalidades y las horizontalidades (es decir, las nuevas y antiguas regionalizaciones), disponen una tensión que amén de deshacer y rehacer incesantemente las formas y contenidos regionales permite descubrir la riqueza de los conceptos de la geografía luminosa y humanista. Con todo, es la primacía de unos u otros en el conjunto lo que en verdad nos interesa; o sea, sus interrelaciones –los fenómenos y variables a estudiar e interpretar-, y no su individualidad aislada, porque si bien las combinaciones pueden ser múltiples, la coherencia funcional que está dibujando y dibujará nuevos mapas sobre antiguas regionalizaciones será una sola montada sobre diversos enfoques de orden sistémicos.
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              Las viejas tradiciones también perviven. Los actuales estudios regionales, aunque no están directamente relacionados con la geografía regional del pasado por el clima de contestación política que caracterizaron para la época y que, empezaron a poner en cuestión no sólo el contenido sino la intención de la práctica geográfica dominante en este momento, constituyen una materia interdisciplinar en la que se incluye la Geografía Humana, que reconoce a la región como un importante objeto de estudio. Al analizar los patrones de desigualdad y pobreza de las ciudades, los geógrafos que pronto serían denominados radicales, redescubren, por ejemplo, la importancia de factores como las políticas locales y nacionales, o las operaciones de las instituciones financieras y, por lo tanto, del poder. Esta atención a esos condicionantes estructurales de los patrones espaciales se combina con la crítica creciente al modelo de relación entre la investigación geográfica y la sociedad.
En realidad esto no es una simple especulación. A partir de categorías marxianas que han sido abandonadas en los campos de investigaciones académicas, a raíz sobre todo de la caída del mundo del «socialismo real», geógrafos como el Dr. David Harvey han retomado las mismas para analizar los procesos actuales de plusvalía del capital y el problema de su organización para la reproducción del mismo y la crisis, tanto económica como del uso del espacio geográfico, como un marco contextual a partir del cual vincula el impacto que tiene con la dimensión urbana (Ramírez, 2008: 124).
Es así como el concepto de inmigración se adopta como la necesidad que tiene el capitalismo de introducir nueva fuerza de trabajo al proceso de producción y no como la movilización multicultural de los tiempos contemporáneos. Harvey presenta un análisis magistral, titulado La Ciudad Neoliberal (citado en Ramírez, 2008: 123), de cómo el capitalismo internacional recurre nuevamente a la categoría de proletarización como un recurso necesario del sistema, entre otros, que éste utiliza para generar plusvalor, regular o incrementar la competencia que permita renovar la generación de la ganancia.
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En suma, para Harvey, la explicación del proceso de diferenciación espacial urbana está en reconocer las formas que adoptan los mecanismos que resuelven la reproducción ampliada del capital en las ciudades, tanto las ciudades centrales como las llamadas periféricas, asumiendo que con esa vinculación se resuelve el problema de la generación de la renta. Para Ramírez (2008: 126), apoyado en algunos autores especialistas (Harvey, entre otros), la inclusión de la dimensión socio-espacial es la que, en definitiva, hace el espacio geográfico, en sus múltiples escalas, al “adoptar e implementar procesos de transformación que inciden en el ambiente urbano y que a la vez resuelven problemas macro de la economía capitalista”.
Tras 40 años de “usurpación” del poder justificado en la democracia representativa o bipartidista (llamada también “puntofijista” a raíz del Pacto de Puntofijo, concertado entre las principales corrientes políticas dominantes de la época), la máscara de la democracia cae y los políticos de oficio (incluido de movimientos cívico-militares) se lanzan, en una suerte de catarsis creativa, al intento por acceder –y lo logran, en efecto, con la Constituyente de 1999- a los nuevos estrados del 'vacío' de poder que se había creado con el colapso del bipartidismo.
Esto se debió no tanto a la aventura militar chavista, sino quizá también como forma de ir sanando las profundas heridas o como contribución para llegar a la verdad en tanto elemento indispensable de la justicia, afianzada la sensación de libertad y expandidos –aunque no agotados- los discursos de los años de reformas sociales democráticas--, cuando irrumpe el ensayo cívico-militar, -sobre todo el ensayo político (ya que, enfaticemos, previamente hubo un intento de golpe de Estado en 1992), que precede y acompaña el advenimiento del primer gobierno nacional democrático de izquierda, con las elecciones presidenciales del año 1998. En el año 2001 se aprobó el primer Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 2001-2007 o Plan de los cinco equilibrios: 1) fomentar el desarrollo productivo; 2) promover un mundo multipolar; 3) desarrollar un democracia participativa y protagónica; 4) alcanzar una mayor justicia social; y 5) avanzar en la integración del territorio con fines de seguridad interna y protección de la soberanía nacional.
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Entonces, la crisis de la ficción se torna evidente, pues se comienza hablar de “socialismo” como discurso no sólo de la utopía socialista, sino como sustancia del Proyecto Nacional Simón Bolívar, concretándose en un marco político neosocialista o de “Socialismo del Siglo XXI” (Primer Plan Socialista –PPS- de Desarrollo Económico y Social 2007-2013), un piso económico de fundamentos colectivistas, nuevas organizaciones sociales y un nuevo ordenamiento jurídico, político-administrativo y territorial. Pero también, comienza la guerra económica, la guerra mediática y el acoso imperial contra la República Bolivariana de Venezuela.
            De esta manera, en el presente ensayo se analizan los fundamentos teóricos de los modelos de Estado implementados en Venezuela (Colonial, liberal y Socialista) y su aproximación territorial, a partir de la dialéctica y el análisis de contenido en sus antecedentes desde la misma formación socioeconómica prehispánica. Se parte, por lo tanto, de una idea de totalidad, transformaciones y autorregulación sistémica común a las tendencias dialécticas, tanto a las estructuralistas (sintetiza el conocimiento sistemático del espacio socioeconómico venezolano) aplicado a la órbita social o geográfica humana del territorio nacional bolivariano; esto es, a la formación social o conjunto de los elementos que configuran una sociedad, en un momento determinado de su desarrollo histórico (tanto los elementos relacionados con la producción, como los elementos jurídico-políticos e ideológicos), como al basamento teórico positivista Centro-Periferia de la CEPAL y Dependencia (postura reformista), el de la acumulación flexible para el Estado Neoliberal, y el Desarrollo Endógeno y Dependencia (postura alternativa) para el Estado Socialista. 
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Se observó, para éste último modelo que, aunque trata de ejecutar las nuevas formas de organización y división del trabajo dentro del “modelo de acción cooperativo y participativo” impulsado por el gobierno revolucionario desde el año 2001, cuando se promulga el I Plan Simón Bolívar de Desarrollo Nacional, hasta el presente, casi dos (2) décadas después, cuyos resultados actualmente aún no han sido evaluados del todo y su implementación está en marcha (II Plan Socialista, 2014-2017), una situación considerada inapropiada en el plano socioeconómico (desmantelamiento del aparato productivo capitalista con el consecuente freno del crecimiento económico) extrapolada al plano territorial. Por tanto, el propósito de las políticas territoriales del actual modelo ha sido intentar desmontar este patrón de ocupación, caracterizado por concentrar en la región centro-norte del país (donde se localiza la capital), las mayores oportunidades de desarrollo económico, para forzar el socialismo comunal cuyos impactos, sin ser totalmente catastróficos, han sido ilusorios y costosos, generando algunos resultados frugales pero de signo somero.
            Nuestro diseño de campo, donde fungimos de asesor del trabajo de grado de Molina (2009) e hicimos otras investigaciones a mutuos propio, para abarcar esta etapa, consiste en el estudio de cada una de las regiones que conforman el espacio geográfico nacional, haciendo hincapié en los ejes de desarrollo actuales y propuestos (Orinoco-Apure, Occidental, Oriental, Norte-Costero, Intramontano, Norte-Llanero y Sur-Amazónico). 
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            Una muestra representativa de la población de asociaciones cooperativas agrícolas y/o agrarias asentadas en la Zona Sur del Lago de Maracaibo (ZSLM), acompañada de un análisis hemerográfico exhaustivo de la actividad cooperativa agraria a nivel nacional, la cual tenemos asentadas en mayor proporción en los diferentes sectores que componen la región de los Llanos venezolanos, cuyo espacio, siendo cuna del líder de la Revolución Bolivariana, fue objeto de afectación y dotación de tierras por parte del organismo regional (INTI-Oficinas Regionales de Tierras) -al igual que en la ZSLM-, así como de atención financiera, y donde se tienen casos representativos de los Fundos Zamoranos y Núcleos de desarrollo Endógeno (NUDE), que involucra las intervenciones agroproductivas sociales y sus respectivas adjudicaciones de tierras en dichas regiones, así como los proyectos actuales y futuros localizados al norte del Orinoco, acompañan la base cualicuantitativa del presente trabajo.
            Los cambios sociales y económicos generan transformaciones en el espacio geográfico, con diferentes rangos de extensión e intensidad, a medida que transcurre el tiempo. La desigual actuación de esos cambios y sus respectivas transformaciones espaciales, conforman dinámicas socio- territoriales que permiten diferenciar una diversidad de áreas en el espacio terrestre. También es importante traer a colación el régimen de propiedad del Estado Bolivariano de Venezuela, el cual se asienta en cinco tipos de propiedad: la privada, la colectiva, la familiar, la social y la mixta. En este sentido, tales formas de propiedad se analizan desde la perspectiva principalmente “socialista”; esto es, haciendo hincapié fundamentalmente en los títulos de propiedad que están asentados en documentos que tiene un valor de uso colectivo y familiar, privilegiando el Gobierno a la clase social históricamente excluida a través de las misiones vivienda y agraria (empezando la entrega de tierras con las Cartas Agrarias) en cuanto a la entrega de los mismos.
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            Es preciso tener en cuenta que, desde el punto de vista de la acción geográfica o intervención del espacio, tales como los procesos de planificación y ordenación territorial, o el cambio forzado de regímenes político-administrativos, toda perspectiva futura de ordenación de las relaciones socioespaciales, debe tener en cuenta las variables históricas, sociales, económicas, políticas, geográficas y culturales que sustentan a la realidad presente y la hacen posible. En un espacio político y democrático, los hechos normativos y/o de orden administrativos que intentan crear una realidad ignorando sus bases condicionantes están probablemente destinados al fracaso o a extensos e infructuosos procesos de “violencia espacial”, ya que la desestabilización desde este orden impuesto, es inevitable.
            Ese perfil atenta frontalmente con su firme creencia en la individualidad –el “Yo arreglo esto”, por ejemplo—, en los partidos políticos que pretenden tener la solución de los acontecimientos que nos agobian; mientras critican la heterodoxia respecto a los valores del mundo occidental y la sociedad de consumo que más bien debería darnos la verdadera independencia si se acogen con espiritualidad sin iglesias, partidos e ideologías.

            Al mismo tiempo, resulta necesario revisar lo concerniente al proceso de la globalización, la cual reduce sensiblemente la soberanía con respecto a la instrumentación de políticas económicas, mientras que la regionalización brinda mayores alternativas para la coordinación de las mismas, lo que ofrece la posibilidad de reducir de conjunto este riesgo (López, 2011). Por ello, también transcribimos nuestro trabajo (Zambrano, 2004a) sobre dichas tendencias, en el cual se traen a colación importantes contradicciones que tipifican la economía internacional actual, entre ellas, la apertura impulsada por la globalización y la defensa de los espacios económicos nacionales o regionales. Un ejemplo de ello puede encontrarse en la peculiar inserción de los bloques económicos multilaterales en el contexto geopolítico regional que se ha estado tratando de reforzar a partir del surgimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el fortalecimiento de las reglas comerciales internacionales, pero que en la práctica enfrentan serias dificultades en función de  cómo se constata en lo global y por el fracaso que ha tenido para mejorar la economía regional.
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            Por último, y con la idea de integrar de forma paulatina a un mayor número de pobladores organizados, que tendrá como uno de sus objetivos el proceso de construcción y puesta en funcionamiento de las Aulas Ambientales Comunitarias (AAC: Zambrano, 2010b), la cual deberá incluir el desarrollo de actividades múltiples en sus sedes locales, que abarque aspectos colaterales al desarrollo de las actividades comunes, la autogestión de los servicios, la producción agroecológica, la conservación y el mantenimiento de un ambiente que genere calidad de vida, a través del fomento con acciones dirigidas a tal fin, presentamos un ensayo relativo a este proyecto, el cual se acompaña también de propuestas concretas sobre el particular.


            La geografía le apuesta a la estructura y dinámica de la base espacial en vista de los efectos sobre el territorio, los cuales se aprecian en términos de las densidades espaciales. Nosotros apostamos al análisis de la economía política en términos geográficos y acciones concretas de transformación sustentable (investigación-acción participativa) en el marco territorial. El análisis de la localización de la actividad económica global-local coloca a ambas ciencias frente a múltiples interrogante que no podrán ser respondidas satisfactoriamente si no es bajo la lupa del marxismo humanista.
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“Nuestra primera,
ultima y constante tarea
consiste en no representarnos
nuestras pre-posiciones, pre-visiones,
y pre-concepciones mediante fantasías
y concepciones populares,
sino en asegurar la cientificidad
planteando estas pre-estructuras
en términos de las cosas mismas.”
 (Heidegger).


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PRIMERA PARTE
ASPECTOS TEÓRICO-GEOGRÁFICOS DEL
PAISAJE HUMANIZADO EN EL TERRITORIO VENEZOLANO


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CAPÍTULO I
BASES NATURALES DEL PAISAJE HUMANIZADO EN EL TERRITORIO PREHISPÁNICO.




BASES CONCEPTUALES

La Geografía Social: ¡Ciencia Subversiva y Liberadora!
 

 


Geógrafos importantes como Eliseo Reclus y Pedro Kropotkin, entre otros no menos importantes, como sería David Harvey (en 1973 publica Social Justice and the City) y Yves Lacoste (La Geografía: un arma para la guerra), hicieron revolucionarias contri-buciones al surgimiento de la geografía radical o marxista.
Es una etapa de formación, caracterizada por el intento de integración de las concepciones específi-camente marxistas en el conjunto de las perspectivas críticas inglesa frente a la instrumentalización de la Geografía cuantitativa por el sistema político y social dominante (en gran Bretaña, después de la década de 1960, se había iniciado la revolución cuantitativa, y los geógrafos europeos se preguntaban; "¿Por qué también en este terreno tenemos que capitular ante el imperialismo norteamericano?")



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La geografía alemana, debido al notable desarrollo de las ciencias naturales en sus universidades, y fundamentalmente el medio ratzeliano y la región hettneriana, posibilitó conceptos claves en la geografía moderna hasta el primer tercio del siglo XX. Así, Ratzel y Hettner hicieron importantes contribuciones en la construcción de nuevos enfoques  que  impactó  en la
metodología de la geografía; mientras que, los estadounidenses (Cristaller, Harvey, etc.)  y franceses (George, Dollfus, Claval, Lacoste, etc.), a la Nueva Geografía (Geografía cuantitativa) y a la Geografía radical (marxista).

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En sus investigaciones se introdujeron planteamientos revolucionarios en torno a la geografía política y social contemporánea, generando la renovación de la visión geopolítica dominante para ese entonces, y nuevos métodos relativos al abordaje de la investigación geográfica en general.
Pero mientras que aquellos primeros geógrafos (Estrabón, etc.) consideraban a la ciencia del espacio bajo un enfoque determinista, regida y limitada, los «nuevos geógrafos»  (Paul Vidal de la Blache, por ejemplo, se basa en una concepción hermenéutica en la cual el geógrafo se convierte en mediador comunicativo entre los significados del paisaje y el conjunto de los ciudadanos, cuya obra se cimenta en un dispositivo lingüístico complejo que tiene tres objetivos: transmitir la experiencia del paisaje, hacer inteligibles las formas y estructuras paisajísticas y comunicar los diversos significados que esas formas transmiten) sostienen que hay infinitas posibilidades y que no hay razón para que la geografía se encasille, al darse la revolución cuantitativa y, con ello, una génesis perenne y el cambio incesante de la realidad, siempre transformadora.
Varios capítulos de sus obras, especialmente los de Élisée Reclus, introductorios o concluyentes, exponen fuertes principios geográficos. Es el caso de su prefacio para El hombre y la Tierra (1905) o de la introducción a la obra de otro gran geógrafo anarquista, La Civilisation et les grands fleuves historiques (1889) de Lev Mechnikov (1838-1888). Además, como acaban de demostrar recientes estudios, la Nouvelle Géographie Universelle (1976-1894), lejos de limitarse a una sencilla descripción del mundo, desarrolla elementos generales a través de un análisis regional [ii].
En este sentido, la geografía, siendo una ciencia -desde el principio- de la descripción, se inscribe inicialmente en una perspectiva kantiana en la cual la geografía no es sino una "descripción razonada". Por ello, Kant no se apartaba de las propuestas metodológicas expresadas casi 1.800 años antes por el geógrafo griego Estrabón, para quien era preciso usar la geometría y la astronomía con el fin de describir los caracteres propios de tal o cual región, es decir su situación geográfica, su extensión, las distancias de un punto a otro, las temperaturas, el clima, entre otros.
En realidad los planteamientos deterministas están presentes en el pensamiento occidental desde la Antigüedad clásica, pues los critica el propio Estrabón, y son retomados por autores de la Alemania de finales del XIX (el término «determinismo geográfico», que se inscribe en la tendencia determinista de las ciencias sociales, fue acuñado por Friedrich Ratzel), dentro de un ambiente cultural e intelectual en el que estaban presentes el darwinismo social, el organicismo y el vitalismo. Según Ratzel (Wikipedia, 2016a), la principal tarea del geógrafo es comprender de qué manera el medio ambiente influencia los grupos humanos en cada zona de la Tierra, obligándoles a asumir determinados comportamientos y actuaciones, resultando en diferentes paisajes geográficos.

Es a finales también del siglo XIX y -continua su desarrollo- principios del siglo XX (tras la segunda guerra mundial aparecen críticas a la Geografía regional centradas en su escaso contenido sintético y de interpretación) cuando nace la Geografía regional. Esta acepción de región nace de la combinación de una serie de referentes físicos y aun geológicos. Y por supuesto tiene interés específico el grupo humano que habita ese territorio. Geógrafos británicos como Mackinder y Herbertson o franceses como L. Gallois, son los que en un primer momento esbozaron este concepto. Paralelamente Elisée Reclus desarrolla entre 1875 y 1894 su gran Geografía Universal, obra maestra en su género. (Orella, 2010).
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La escuela opuesta al determinismo es el posibilismo geográfico, dentro del ámbito cultural del funcionalismo y la tradición intelectual francesa. Esta corriente considera los grupos humanos como un factor geográfico capaz de incidir en su propio futuro a través de la modificación de su medio. De tal forma que, el mismo clima de una región, el cual era considerado antes sólo por los valores medios y la variación de sus parámetros meteorológicos, ahora, desde el punto de vista de la moderna geografía, es uno de los más valiosos recursos dinámicos naturales.
El geógrafo -y el historiador siguió los mismos derroteros- desempeñaba entonces el papel de un intermediario objetivo que debía limitar a lo máximo su participación en los procesos de interpretación de la realidad, es decir, una distancia intelectual, que combinada con una proximidad física, era el crisol de una cientificidad asumida y pregonada. Sin embargo, desde Las Historias de Herodoto hasta Google Earth, la supuesta objetividad del observador siempre ha sido un mito ya que el espacio geográfico no es más que un espacio social, y en él se ubica o tiene lugar una interrelación en sistemas de representación a la vez técnicos, simbólicos y culturales.

Pierre George -desde la década de 1950, hizo una revisión de Los Métodos de la Geografía (1973, 1ra ed. en lengua castellana- y Paul Claval (en su obra Espacio y poder, 1982), desarrollaron importantes ideas geográficas  basándose en la tradición francesa aunque  criticando algunos conceptos vidalianos de la geografía clásica, porque consideraban el manejo de ciertos elementos y herramientas de la ciencia geográfica obsoletos para el momento, como la crítica que hace Georges al uso de unos mapas surgidos de la simple proyección en el espacio de una sola serie de datos (geológicos, agronómicos, sociológicos), señalando que “no por ello son mapas geográficos.” (p.13)
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 Se tiende a reservar el nombre de «ciencia» a las “operaciones observables en la evolución de las ciencias modernas de la naturaleza” (Kolakowski, citado por Meza, 2000). No obstante, la debilidad de la geografía, en relación con la concepción dialéctica del conocimiento, es que era incapaz, al igual que el desarrollo de la ciencia neopositivista y la filosofía, de captar la infinita complejidad de la realidad. Por este motivo la polémica contra el positivismo ha sido y sigue siendo aún la polémica más importante del marxismo en el dominio de la filosofía.
 George (1979) sostenía que una ruptura epistemológica o una revolución científica radical para renovar la geografía no eran necesarias, sino que bastaba con sustituir los estudios descriptivos y naturalistas por ideas críticas provenientes del marxismo —por ejemplo, el concepto de “genres de vie” fue desplazado por el de "modos de producción". Otra de las principales aportaciones de Pierre George, y que compartió con numerosos discípulos e intelectuales, fue el pensar en la geografía como un medio para explicar problemas reales. Esta idea ha contribuido a definir la postura de la geopolítica crítica francófona en sus aspectos teóricos.
  En este sentido, George (citado en Preciado Coronado, del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 2013) sostiene que cada caso debe ser estudiado desde diferentes perspectivas y escalas, examinando los conjuntos de entornos e identificando las relaciones y restricciones ecológicas. Ello contribuye a destacar la importancia de los flujos y el dinamismo de ciertos fenómenos geográfico-humanos. Esto es resaltado en la concepción actual, donde en el análisis de la realidad, que cambia y se transforma, lo complejo, holístico y epistémico es lo trascendental. 
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Finalmente se llegó al concepto de región sistémica, derivado de la Teoría de Sistemas de Ludwig von Bertalanffy. La región se conceptúa como un sistema regulado por los flujos materiales e inmateriales de bienes, personas, información. Además la concepción sistémica incorpora la visión dinámica del sistema. El sistema territorial evoluciona de acuerdo a los condicionamientos y contradicciones internas y externas.
En la actualidad, señalado por Méndez (2006: 126), diversas escuelas del pensamiento geográfico coinciden en que es una ciencia social, que tiene en el espacio geográfico su objeto de estudio, visto a escala del mundo, la región y lo local. En esencia, “el medio físico-natural constituye soporte de hechos, fuente de recursos y condicionante de diversos procesos que proceden de la sociedad”.
El reproche que puede hacerse a las ciencias sociales, en conjunto, no es, por cierto, el de permanecer retrasadas con relación a su objeto (por ejemplo, en el caso de la ciencia económica y también en el de la Historia). Es más bien la ambición desmesurada de querer explicar todo bajo el ángulo de una disciplina particular, de querer incluso predecir los cambios económicos futuros, y algunas veces también los otros, únicamente en función de los cambios probables de variables económicas, olvidando importantes factores psicológicos, sociales, naturales, etc. Tal reproche podría hacerse ante todo a la corriente de pensamiento que Georges Gurvitch (citado por Benko, 1970: 47) ha denominado marxismo vulgar. Podría hacerse también, con toda razón, al pensamiento económico predominante en el mundo “capitalista”.
 De este modo, es posible que el conocimiento haya entrado en la “monovalencia científica” (Alzuru, 1999: 13), rechazando el pluralismo de la vida de todos los días por su posesividad; la misma causa estaría en el origen “de la búsqueda de la perfección en el pasado o en el futuro y el rechazo del aquí-ahora siempre imperfecto, siempre complejo”.
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 En la geografía “moderna”, la necesaria mutación también se dio. La renovación –con la constitución de la geografía regional a finales del siglo XIX y, desde mediados del siglo XX, la revolución de la nueva geografía o geografía cuantitativa que cundió la diversidad del espacio geográfico y la pluralidad de su percepción de la mano de geógrafos, no sin la intervención –y quizá tanto como ellos-— de sociólogos, de economistas, ecólogos, etnólogos y de urbanistas. Los historiadores, señala Claval (1979), también han participado en el movimiento, pero su contribución ha sido menos esencial que durante el período precedente. Esta corriente teórica fue, muy pronto, objeto de críticas substantivas que, para Rojas-López (2002), se debió a la derivación acrítica de teorías de las ciencias sociales, la profusión mecanicista de los métodos cuantitativos pero, sobre todo, por la irrelevancia social de sus resultados, impulsando una geografía social de carácter radical, fundamentada en las investigaciones de los textos sobre El Capital, de Carlos Marx, e inspiradas en las nuevas corrientes sociales por la justicia, la libertad, la equidad y el ambiente:

La espacialidad de la sociedad pasa a un segundo plano, pues se prioriza el modo de producción y la organización social. El espacio-territorio de los regionalistas y el espacio-geométrico de los neopositivistas son reemplazadas por el espacio-capital; es decir, una noción de espacio socialmente producido. Al ser el espacio geográfico un producto social, la organización interna de la sociedad, más que su territorialidad, ocupa el primer plano del análisis. (p. 153).

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           A partir de la década de 1990, la geografía radical y la humanista han experimentado una renovación y siguen evolucionado como parte de un proceso continuo de crítica teórica y de creciente especialización, demostrando que la geografía social sigue siendo importante. Este resurgimiento, que descuella la necesidad de retomar, por un lado, el análisis entre poder y desigualdad en la sociedad, y por otro, las relaciones fluctuantes entre las comunidades locales y el Estado central, investigando el significado de las decisiones y el papel de quienes las hacen, ha buscado ir más allá, al incorporar el principal agente social de transformación: las personas, que constituyen la fuerza activa de la producción social. La conformación práctica del objeto, la praxis, determina la manera de proceder para su estudio.


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Ubicación de Venezuela en el Contexto Planetario, Zonal y Regional.

            El espacio geográfico es un concepto utilizado por la ciencia geográfica para definir el espacio organizado por la sociedad. Sin embargo, espacio, en su sentido más general, es lo que está caracterizado por la propiedad de la extensión; tiempo y espacio constituyen, por tanto, dos planos fundamentales de la realidad social. Las investigaciones modernas en matemáticas, física y astronomía han indicado que el espacio y el tiempo forman en realidad parte de un mismo continuo, al que los científicos denominan espacio-tiempo o continuo espacio-temporal.
            De lo ya adelantado en términos del espacio, el espacio absoluto no existe, como no existe tampoco el tiempo absoluto. Así mismo, el espacio no puede ser separado más que por abstracciones o percepciones con acomodos subjetivistas de la realidad, tal como, por ejemplo, el espacio natural, el cual es separado bajo criterios de clasificación de la cobertura natural vegetal. Los eventos –en expresión de Gómez (2007: 250) —  son manifestaciones corpóreas del tiempo histórico y se plasman en objetos, acciones y normas; es decir, en el propio espacio geográfico. Con igual sentido, la superficie de la tierra o el territorio, por ejemplo, no son el espacio, sino objetos materiales concretos.
            Tomados aisladamente, tiempo es sucesión de eventos, mientras que espacio es acumulación de tiempos relativos a hechos y procesos que ocurren en el mundo material, sean naturales o sociales. El espacio es, por tanto, una superficie inherente a todos los objetos y procesos que ocurren en la realidad. No es un receptáculo o superficie vacía sobre el que ellos se depositan. 
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           Al considerar el espacio como creación de la sociedad, que se sirve de él, lo interviene y lo configura, surge la noción de espacio y territorio (Méndez, 2006). Propiciar una nueva distribución del poder en el territorio a través de las figuras de Distrito Federal, Regiones Marítimas, Distritos Insulares, Municipios Federales, Ciudades Comunales y las Comunas, es, efectivamente, revalorizarlo.
        El contra-movimiento opositor a la tecno-cuantificación provino básicamente del campo marxista, en donde se generó un nuevo planteamiento: la llamada geografía radical o intento de protagonizar los hechos históricos de carácter social en el espacio. De forma tal que, el estructuralismo marxiano asume el espacio geográfico como un producto social del modo y relaciones de producción y su comprensión solo es posible a partir de un análisis dialéctico materialista de la relación sociedad–naturaleza; donde el espacio geográfico es construcción social e histórica y unidad estructural que explica el conocimiento de los procesos involucrados en su producción, conformado por subconjuntos considerados espacialmente: físico-natural, socioeconómico y político-administrativo.
            En la actualidad, señalado por Méndez (2006: 126), diversas escuelas del pensamiento geográfico coinciden en que es una ciencia social, que tiene en el espacio geográfico su objeto de estudio, visto a escala del mundo, la región y lo local. El medio físico-natural constituye soporte de hechos, fuente de recursos y condicionante de diversos procesos que proceden de la sociedad.
            Por ello, la ciencia geográfica introdujo el aporte esencial, aceptado en términos generales —porque la ciencia geográfica tiene no sólo sus propios puntos de vista, sino también sus propios principios (localización, observación, comparación, interrelación-causalidad y explicación o de generalización), nuevos y profundos “puntos de vista” (planificación, participación, etc.)—, provenientes de diversas ramas alternas:
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 la sociociología, la economía, la ecología, -culturales  y territoriales, agregándolos o sumándolos (en reunión) al arsenal de métodos como los análisis estadísticos (obtención de datos primarios, mediante cuestionarios, entrevistas y técnicas de participación, y el análisis de los mismos, usando técnicas cuantitativas y cualitativas como la prueba de hipótesis, el análisis de comportamientos y percepción del espacio), siendo, por tanto, cada vez más utilizados en los análisis espaciales los métodos cuantitativos relacionados con pruebas empíricas de la teoría deductiva en la construcción de modelos. Esto ha complejizado el lenguaje y las técnicas empleadas, empobreciendo el nivel de concretud del pensamiento geográfico conforme su discurso se torna más sofisticado (Moraes, citado por Gómez, 2007):

El espacio se tornaba una entidad isomorfa, abstracta, homogénea e isotrópica, mientras que los modelos y patrones –fundados en la isonomía, la homogeneidad, la interacción, la jerarquía, la correlación, la uniformidad espacial y la funcionalidad económica- confundía la realidad del modelo con el modelo de la realidad. La región de la geografía era la región banal; esto es, el sustrato físico sobre el que se asentaban los fenómenos económicos. (p. 243).

            Ignorando que la desigualdad no constituía una antesala de la igualdad, que una mejor comprensión de las fuerzas sociales está en darle el justo sentido a la vida cotidiana y su complejidad –sin dejar de considerar los elementos económicos, políticos, culturales y de cálculos—, esas teorizaciones destacaban la naturaleza automática de la “producción del equilibrio” en un contexto de libertad para las fuerzas del mercado.

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La Regionalización por Factores de Posición e Integración Continental

           La regionalización es una política de Estado, por lo que depende mucho de criterios conceptuales y políticos, así como de consideraciones diversas respecto a su alcance y modo de instrumentación. Esta viene siendo implementada en Venezuela desde 1969, cuando el país fue dividido en un conjunto de regiones que agrupan las diferentes entidades federales, naciendo así la regionalización administrativa como instrumento legal tendiente a introducir la regionalización con fines de desarrollo regional y de ordenamiento del territorio. Sobre este punto volveremos al final de la obra, cuando veamos el aspecto relativo a la Ordenación del Territorio.
              Venezuela cuenta, basadas en las ventajas de localización, con varios frentes llamadas “fachadas de integración” (Amazónica, Atlántica, Caribeña y Andina), que dan una diversidad de posibilidades geopolíticas en forma directa, hacia y desde importantes países hermanos, con los cuales comparte frontera.
             En el caso de fachada Norte (Caribeña), la cual facilita o complementa su acceso al área del Mar Caribe, hacia el norte como hacia el continente Europeo, por sí misma, presenta una amplia extensión litoral, que la relaciona con ese ambiente marino y con los países de esa subregión, y la comunidad que ellos conforman, la cual está conformada en una solida cooperación económica con Venezuela a través de Petrocaribe.
            La fachada Oeste (Andina) y sur (Llanero-Amazónica), también conocida como la “Región de los Grandes Afluentes Fluviales”, está representada por el vínculo histórico del que formó parte Venezuela durante la unificación de la llamada Gran Colombia, proyecto bolivariano de gran envergadura que formalizó el Libertador al ir emancipando las colonias del Imperio español.
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            La fachada Sur (representada por el Amazonas propiamente dicho), en límites con Brasil (salida y entrada al Mercosur), además de la Orinoquia colombiana, uno de cuyos grandes afluentes (río Meta) del río Orinoco conforma los Llanos del Bajo Apure (navegable durante unos 200 km, forma la frontera natural colombo-venezolana, en dirección este hasta la desembocadura en Puerto Carreño, y por lo tanto es un componente importante del comercio en los llanos de Colombia y Venezuela), al igual que el río Arauca, el más típico de los ríos llaneros (marca límites entre nuestras dos naciones: en su riberas se encuentra la ciudad de Arauca del lado colombiano y la de El Amparo del lado venezolano). Además, fue el paisaje de inspiración significativa del líder de la Revolución Bolivariana, reflejado en la semblanza de su recuerdo llanero –los “Cuentos del arañero de Sabaneta”— y las coplas que cantaba, siendo su mejor expresión (y el de su amor, tan extenso como el inmenso Llano, por la patria) que nos dejó.
            La fachada Este (Atlántica) que, aunque presenta una dificultad, motivada por el despojo territorial de la Guayana Esequiba del que fue víctima Venezuela por parte del Imperio británico; y sigue siendo víctima de la ex colonia inglesa (ahora República Cooperativa de Guyana), en cuanto a la posición de minusvalía del legitimo reclamo histórico que hace la República Bolivariana de Venezuela, por la insolencia de Guyana al darle cabida a las transnacionales en dicho territorio en reclamación. Sin embargo en perspectiva representa un vínculo de integración regional y de conexión directa con el continente Africano y salida al Asiático.
            La eclosión de las teorías analíticas del funcionalismo (“región funcional”, con epicentro en las grandes ciudades), del dualismo estructural (de “enclave”, que asocia la diferenciación regional a la cristalización y persistencia de formas de producción pre-capitalistas), que entronizan una interpretación de las ciudades en tanto injertos de plena realización de la lógica capitalista, y gracias a las críticas constructivas del materialismo histórico y las filosofías estructurales, las corrientes críticas de la geografía radical decantarían y cristalizarían otras interpretaciones respecto al proceso de diferenciación regional, rompiendo con las doctrinas funcionalistas, fustigando los fundamentos teóricos, metodológicos y, sobre todo, ideológicos de la geografía analítica y neopositivista.
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            Basada en un pensamiento crítico o radical, inspirados en el marxismo y el estructuralismo, esa corriente postula que la naturaleza abstracta de los estudios regionales y las teorizaciones analíticas acerca de la organización espacial simplificaban arbitrariamente la totalidad del análisis geográfico y vehiculizaban los intereses foráneos.
            Aún así marxistas o no, todas las teorías estructuralistas reconocían explícitamente –como una ley inexorable— el papel del capitalismo respecto de la producción y reproducción de esas desigualdades, pero perpetuando los fundamentos epistemológicos de aquellos. Según Gómez (2007: 246), “destacaban, pues, embrionarias preocupaciones por las desigualdades sociales y, entre ellas, por las desigualdades regionales”, trayendo a colación ejemplos como el caso de la “teoría de la polarización” espacial pregonada por Perroux, y que reducía el espacio a una simple entelequia económica desdoblada en una esfera banal y el denominado “enfoque centro/periferia” que, sustentado en la dependencia y el funcionalismo en tanto categorías analíticas, alumbraría una suerte de determinismo industrial, identificando desigualdades socio-espaciales en escalas diferenciadas engendradas por la libre competencia y la lógica del beneficio privado. (Gómez, 2007: 247-248).

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Espacio Físico o Paisaje Natural

            La ubicación de Venezuela (véase Figura 2 más adelante), entre los paralelos 1° y 12° de latitud Norte, y los meridianos 60° y 73° de longitud Oeste, le hacen un país tropical que ofrece a su posición, en general, una excelente comunicación, donde, desde el extremo norte caribeño de América del Sur hasta el Amazonas, diversos hábitats y modos pueden darse y aplicarse en ello. Esto hace de Venezuela una cuna de gran diversidad geográfica (tiene una superficie aproximada de 912.050 kilómetros cuadrados), ya que cuenta con una extensa región central llanera y comparte el la cuenca del Amazonas con otros países suramericanos. Asimismo, junto a este triple paisaje, nos encontramos con una zona montañosa conocida como región andina o Andes venezolanos: estos son parte del gran sistema cordillerano sudamericano, el cual se extiende por toda la costa del continente frente al Pacífico, desde la Tierra del Fuego hasta la depresión Carora-Quibor-Barquisimeto.
            En su sentido más amplio, el ámbito del espacio geográfico es la superficie terrestre y la biosfera (Dollfus, 1978:31). Sin embargo, hay que destacar que el espacio físico o paisaje natural no es sino una parte del espacio geográfico ya que “la acción humana tiende a transformar el medio natural en medio geográfico; esto es, modelado por la acción humana en el curso de la historia. Este es un hecho reciente en la historia del mundo”. Mientras que, “El paisaje natural o virgen es la expresión visible de un medio que, en la medida en que nos es posible saberlo, no ha experimentado la huella del hombre, por lo menos en una fecha reciente.” (Dollfus, 1978:32).
            El paisaje físico o natural puede ser estudiado atendiendo a dos criterios fundamentales:
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a) Se refiere a la configuración de la geosfera del paisaje en función de los rasgos que resultan de la acción de fuerzas  que son generadas dentro de la misma tierra (fuerzas tectónicas y magmáticas o internas del planeta). La energía liberada por dichas fuerzas es la causante de los movimientos tectónicos que van configurando la superficie terrestre y las diferencias que se producen en el espacio geográfico a consecuencia de estos movimientos y que, por ende, conducen a la formación de regiones; de donde parte el otro criterio de estudio o enfoque. En cuanto al uso de este criterio se tendría que hacer un estudio de geología general e histórica del país, lo cual no es la intensión de esta materia. Sin embargo, si se hace necesario el estudio de la modelación natural del relieve terrestre, el cual abarcaremos más adelante en relación a la geomorfología, cuando estudiemos las características del sitio o emplazamiento.

b) En relación al segundo criterio, los continentes y las grandes cuencas oceánicas son grandes conjuntos espaciales de primer orden de magnitud. Dentro de los continentes tenemos subdivisiones como las grandes montañas y cordilleras, así como otras estructuras morfológicas que surgen de estos fallamientos y/o plegamientos de la superficie terrestre y otras orografías. Por otra parte, existen las áreas de acumulación donde se depositan o sedimentan los productos del desgaste del relieve terrestre (originado por los procesos meteorológicos o del intemperismo físico-químico). Estas grandes cuencas sedimentarias son estructuras horizontales y sub-horizontales, como las llanuras y otras más elevadas como las altiplanicies. Finalmente están las áreas de estructuras complejas como son los escudos morfoestructurales cristalinos (son los relictos del antiguo supercontinente llamado Pangea, por lo que son las estructuras más antiguas del planeta), los cuales constituyen el núcleo fundamental de los continentes.
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            En Venezuela existen todos estos tipos de fisiografías o relieves. Tenemos un gran escudo Pre-cámbrico: El Escudo de Guayana (cubre los Estados Bolívar y el Amazonas (véase Figura 1), los más grandes de Venezuela), recubierto en parte por una gran altiplanicie (la Gran Sabana, con una extensión de 10.820 Km2 y 910 m sobre el nivel del mar) y constituido por las rocas más antiguas de la Tierra, formado por estructuras sedimentarias de rocas metamorfoseadas[iii], presumiblemente de la misma era; es decir, del Precámbrico Superior (está compuesta por dos formaciones geológicas principalmente; un basamento ígneo metamórfico con edad aproximada de 2.000 millones de años y una capa de rocas sedimentarias, compuesta de areniscas con algunos lechos delgados de pizarra, de la formación Roraima, depositadas hace unos 1.700 millones de años), las cuales forman en relieve levantado o montañas truncadas, llamadas tepuyes (la palabra tepuy proviene de una voz del idioma indígena pemón, que significa montaña. Otras fuentes la traducen como morada de los dioses. Son una clase de mesetas especialmente abruptas, con paredes verticales y cimas muy planas, aunque no en todos los casos), siendo el más alto el Tepuy Roraima (2.800msnm), ubicado en la Gran Sabana (véase Figura 1), Estado Bolívar, que se alza en el Parque Nacional Canaima, de unos tres millones de hectáreas (lo que le sitúa entre los seis Parques nacionales más grandes del mundo), al sureste, frontera con Brasil y Guyana.
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            También tenemos las áreas montañosas de origen Terciario que incluyen las Cordilleras de Los Andes (incluida la Sierra de Perijá) y de la costa caribeña (Cordillera de la Cota y Cordillera Oriental) y la Serranía del Interior. Por último, entre las áreas montañosas y el Escudo guayanés, se encuentra la cuenca sedimentaria de los Llanos, así como las Penillanuras de la Cuenca del Orinoco. (Véase Esquema 1)



Regionalización por Zonas Naturales y Áreas Fisiográficas


La forma en que actúa la energía solar sobre la Tierra depende de la incidencia de los rayos solares sobre la misma y cómo se distribuye el brillo solar en la atmosfera y la superficie del planeta[iv], la cual a su vez depende de la latitud y del grado de inclinación del eje terrestre sobre la elíptica. El ángulo que forma este plano –la elíptica- con el ecuador terrestre es de 23º27'30', y se denomina inclinación de la elíptica. Este plano es el que se toma para fijar las coordenadas celestes, y determinar la longitud y la latitud de las estrellas.
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Figura Nº 1
Regiones Naturales de la República Bolivariana de Venezuela
Fuente: Regiones geográficas de Venezuela 2013
Nota: La Sierra de Aroa está separada de la Cordillera de la Costa por la cuenca tectónica de Yaracuy, y la Cordillera o Cadena de la Costa se encuentra delimitada con la Serranía del Interior por la Cuenca del Lago de Valencia.

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Posee Venezuela una situación natural privilegiada en la sección Norte de América del sur (véase Figura 2), entre el ecuador y aproximadamente en el punto más meridional. A grosso modo, Venezuela está situada entre la mitad del mundo en el hemisferio occidental y la mitad de la distancia entre la línea ecuatorial (0º) y el Trópico de Cáncer (23º27'N). Esto implica que Venezuela posea características climáticas diversas, que varían entre lo tropical y subtropical, generando distintas regiones naturales (véase Figura 1). Sin embargo, se estima que debe poseer características generales más tropicales; esto es tendientes al clima ecuatorial.
  
Esquema Nº 1

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En Amazonas, por ejemplo, en la parte más meridional, y en el Estado Bolívar, el clima es cálido y húmedo de características ecuatoriales. Llueve durante todo el año debido a que se encuentra dentro de la faja intertropical planetaria, donde las precipitaciones alcanzan –como promedio- mayores totales anuales.

Regiones Naturales

          Venezuela posee una variedad de climas bien diferenciados, que caracterizan otras tantas regiones mayores (biomas) y menores (hábitats naturales o ecosistemas bien definidos a nivel regional, tales como bosques y sabanas naturales, por ejemplo). Esta diversidad de climas, tanto macros como mesoclimas (variaciones del clima regional a escala local, que afectan un área de tamaño considerable), es una de las características geográficas más importantes del país.
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           Un bioma, el cual es un conjunto de ecosistemas característico de un área biogeográfica, se determina en función de la vegetación y de las especies animales que predominan, siendo estos también elementos del componente paisajístico (la sabana, por ejemplo, se desarrolla en un clima tropical en el que alternan una estación húmeda y una estación seca, más corta), pero fundamentalmente son manifestaciones únicas del hábitat, y estos se clasifican en función de la variación climática latitudinal. La montaña, en cambio, es un conjunto de biomas que no difieren en latitud sino en altitud.

      Figura N° 2: Geografía de Venezuela: Posición Geográfica de la 
República Bolivariana de Venezuela
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   Fuente: http://geografiadevenezuela2008.blogspot.com/2008/04/posicin-geogrfica-de-venezuela.html

     
La existencia de distintos climas da lugar a notables diferencias zonales y regionales en cuanto a la cobertura vegetal, tipo de suelos, flora y fauna característicos (incluido especies endémicas) y, lo que es más importante aún, a notables diferencias regionales en la producción agrícola; en los tipos de hábitat (rural-urbano), de vestido, de alimentación y, en general, de los modos de vida de los venezolanos, quienes deben adecuarlos al clima de cada región que habitan.
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  En Amazonas, por ejemplo, en la parte más meridional, y en el Estado Bolívar, el clima es cálido y húmedo de características ecuatoriales. Llueve durante todo el año debido a que se encuentra dentro de la faja intertropical planetaria, donde las precipitaciones alcanzan –como promedio- mayores totales anuales.     Distintos factores afectan la distribución de las lluvias en las regiones de Venezuela, donde mientras las lluvias son excesivas en el extremo sur (3.336mm anuales en San Carlos de Río Negro, Amazonas), apenas ocurren en algunas áreas al NW (Paraguaná y la Guajira).
            En el verano astronómico, la precipitación disminuye un poco en la parte Sur de Venezuela, esto debido al desplazamiento de las masas de aire continentales. También en el invierno astronómico disminuyen un poco. Por tal motivo, durante todo el año la cobertura vegetal en gran parte del país, se mantiene exuberante.
            Las plantas son de hojas anchas latifoliadas, siempre verdes. Los suelos son relativamente pobres –pedológicamente- debido a la gran lixiviación existente por las altas precipitaciones. El primer horizonte que generalmente encontramos es arenoso; el único mineral que resiste es el sílice. Los suelos del Amazonas son muy desarrollados –del orden de los Ultisoles- y predomina la erosión ferrolítica. Los suelos más jóvenes de Venezuela se encuentran en el Delta del Orinoco.
            Son suelos sulficos ácidos. Estos ácidos afectan a la vegetación y al material parental o sustrato rocoso, y a su vez, la temperatura condiciona el grado de evolución de la cobertura vegetal. En la región de Guayana la materia orgánica se descompone más violentamente y la acumulación de la incorporación del material es mayor.
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 La presencia de horizontes relativamente profundos de arcilla caolinita –es de la más evolucionadas- en estos ambientes pedológicas pobres o poco evolucionados se puede explicar por los procesos de herencia, los cuales conllevan un arrastre e incorporación proveniente de la lixiviación de la plataforma Precámbrica, por donde transcurre el Orinoco, y en la evolución de la arcilla de la fracción limo; y esto también, a juicio del especialista (podólogo) Guido Ocho, explica su ausencia en los suelos evolucionados, ya que esta se ha transformado por la evolución de la fracción limo. (Ochoa, 1984).
            Más hacia el norte comienza a notarse el efecto de la estación seca. En el área subecuatorial observamos una variación en el clima, con una estación seca de verano astronómico y una estación lluviosa (invierno astronómico). Los suelos poseen el horizonte A arenoso, pero también se forma un horizonte B con concreciones ferruginosos, en algunos casos bastante gruesos. Si existe el horizonte C, es caulinitico; la vegetación es de chaparral, que en algunos casos da origen a la sabana.
            La proximidad al mar suaviza el clima, evitando las oscilaciones violentas de la temperatura. En el litoral, en las cuencas de Falcón, Zulia y en el Golfo de Venezuela, encontramos una vegetación de espinares y cardonales debido a la sequedad del clima. Cuando una región se encuentra lejos del mar o lo separa de él una cadena montañosa, como ocurre con la región de los Llanos, separada por la Cordillera de la Costa, el clima es continental y las diferencias estacionales son muy marcadas.
            Cuando las montañas interfieren al paso de los vientos, actúan como barreras, a las cuales franquea el viento ascendiendo por sus laderas y valles, modificando el clima interno. La vertiente que está frente a la dirección del viento (Barlovento) es lluviosa. Esto explica las altas precipitaciones de Barinitas, situada en la vertiente norte de la Sierra Sur, a barlovento de los alisios que entran desde el Sur del Lago por la cuenca del Chama.
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 Estos vientos, cuando comienzan a ascender descargan sus lluvias, lo cual genera precipitaciones en la cuenca baja, por lo que ya están secos cuenca arriba, lo que también explica la sequedad de la cuenca media del Chama, cuyo clima es semiárido. Una vez que alcanzan la terraza de Mérida, comienzan a almacenar humedad que condesan en las vertientes altas de las Sierras Norte y Sur de la Cordillera de Mérida. Mientras que, la vertiente situada en dirección opuesta o Sotavento, recibe pocas lluvias. En el área de sotavento del Golfo de Cariaco y en algunas partes de la Península de La Guajira, las precipitaciones son muy bajas; generando una vegetación xerofítica de tallos suculentos. Los suelos son característicos de un alto PH, son suelos salinos o alcalinos. Esto permite el cultivo de vid (uvas).
            Sobre las regiones bajas, como los Llanos, la atmósfera posea mayor espesor y conserva más el calor; en las altas montañas, como los Andes, la atmósfera es menos densa y retiene menos el calor. Esto explica el frío extremo y las nieves perpetuas que se encuentran por encima de ciertos niveles en los trópicos. Debido a las bajas temperaturas, domina el intemperismo físico sobre los demás procesos (químicos o biológicos), influyendo sobre el material parental (granito o gneises), produciendo una disgregación del material en arena de grano grueso.
            En función de la altitud, la composición granulométrica del material se va haciendo más grueso. Así tenemos que, a menor altitud el material será más arcilloso. Y, en cuanto a los suelo, en el Paramo, debido a la fuertes pendientes, las bajas temperaturas y a la diminución de la precipitación a partir de determinada altitud, vamos a encontrar suelos de escasa evolución.
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 La fracción granulométrica predominante en este caso es la arena ya que el intemperismo físico domina sobre el intemperismo químico. También se consigue la fracción arcillosa debido a las formaciones geológicas allí presentes (Fm. Palmarito y Fm. Mucuchíes, evidentemente arcillosas en vista de su antigüedad).


Distribución Zonal de los Recursos


            Hemos visto que el clima de la Tierra es principalmente el resultado de tres factores: la energía solar, el efecto invernadero y las circulaciones atmosférica y oceánica. La distribución geográfica y estacional de la energía solar depende de la redondez de la Tierra, de la inclinación de su eje y de su órbita alrededor del Sol. Este fenómeno se manifiesta a través de las diferentes áreas climáticas que condicionan la distribución de la vida sobre la Tierra.
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            También hemos referido que la distribución zonal de los recursos naturales resulta, por tanto, de la diferenciación producida en la superficie terrestre por la acción de la radiación solar[iii]. Sin embargo, el planeta se calienta de abajo hacia arriba (de ahí que la temperatura descienda con la altitud), en vista de que, una vez que se calienta en lo interno, la Tierra reirradia la energía entrante (onda corta) en forma de onda larga.
            La forma en que actúa la energía solar sobre la Tierra depende de la incidencia de los rayos solares el globo terráqueo, y por ende, de la latitud y del grado de inclinación del eje terrestre sobre la elíptica. A lo largo del año, en función de la posición de la Tierra en su órbita, los diferentes puntos de la superficie de la Tierra no reciben la misma cantidad de radiación solar. Cuanto más perpendiculares llegan los rayos al suelo, más calor hace; cuanto más oblicuos, menos calor. En las zonas tropicales, se habla también de estaciones, pero en el sentido de estación seca y de estación de lluvias. Las estaciones y los fenómenos climáticos asociados están invertidos en los dos hemisferios. Mientras que, en las zonas de clima templado (más al Norte), y en las latitudes medias, las estaciones astronómicas corresponden a cuatro fases de evolución del clima a lo largo del año: invierno, primavera, verano y otoño.
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            Ahora, veremos las regiones paisajísticas diferenciadas por el contexto fisiográfico.



Regiones por Áreas o Provincias Fisiográficas

Escudo de Guayana


            Está compuesto (véase Esquema 1) por un basamento ígneo-metamórfico (Precámbrico) de granitos y gneises, fundamentalmente. Aflora en su mayor parte en el sur de Guayana (Estado Bolívar y Alto Amazonas) y en la Penillanura del Casiquiare (Estado Amazonas). Más al norte encontramos algunas Series geológicas también de la era Precámbrica, pero más recientes (Precámbrico Superior) que las rocas de Guayana (Precámbrico Inferior).
            En el área del Alto Cuyuní encontramos rocas de la Serie Pastora, la Formación Roraima e intrusiones ígneas, así como rocas metamórficas –ricas en materiales ferromagnesianos y minerales (Mg) con coloraciones verdosas. Sin embargo, desde el punto de vista de la gneises del mineral, no son estos minerales magnesianos sino vetas de cuarzo de una formación geológica muy afectada por la tectónica, la cual ha producido rupturas que se rellenaron de cuarzo aurífero.
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            Más hacia el Norte y en la parte más occidental (NW), límite con el Delta Amacuro, encontramos afloramientos de la Serie Imataca (la Serie Pastora, constituida principalmente por rocas volcánicas y metamórficas con importantes inyecciones de granito, se encuentra al sur de esta provincia y separada de ésta por las fallas de Gurí y de Santa Barbará), la cual es un complejo basal de las rocas más antiguas del norte de Escudo; y entre ellas las predominantes son cuarcitas ferruginosas, gneises, granulitas e intrusiones graníticas más jóvenes.
            Las cuarcitas se encuentran íntimamente ligadas a las formaciones de hierro, cuyo mayor yacimiento se encuentra en una ancha faja en el N del Estado Bolívar. Esta formaciones de hierro, de gran importancia económica, se presentan en bandas de cuarzo y magnetita de variable espesor de hasta centenas de metros, siendo el mayor depósito del mineral He el Cerro Bolívar.
            La Serie Imataca está constituida por un cinturón de unos 510Km de longitud que se extiende desde el Río Caura hasta el Delta Amacuro. Se puede encontrar en un ambiente continental y es posible observar en ella las marcas del proceso de laterización. Se encuentran rocas como la bauxita (en la parte más occidental, de la cual se extrae la alúmina para la producción de aluminio) y ferro-magnesianas, de las cuales se extrae el hierro, cuyos depósitos principales están en la parte NE (Cerro Bolívar y el Cerro San Isidro); y en algunas partes es posible encontrar el dióxido de manganeso.
            En la Formación Roraima, constituida por una inmensa capa sedimentaria del Precámbrico Superior que cubría el Escudo originalmente (ahora sólo quedan las rocas de los levantamientos tepuyanos, testigos de la erosión diferencial), originada durante uno de los últimos períodos orogénicos, y procesos de erosión que redujeron las antiguas montañas  a penillanuras y que hoy quedan como cerros aislados (tepuys). En realidad se trata de un grupo de formaciones en las cuales se destacan las areniscas, conglomerados, lutitas, limolitas y cuarcitas. En estos sedimentos se depositaron los diamantes que hoy existen en Guayana.
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            Generalmente se considera que el Grupo Roraima es de origen continental, pero hay algunos autores que piensan que en parte se formó en aguas poco profundas. Se ha hablado de la existencia de otros minerales asociados a dicho ambiente, incluso minerales radioactivos. Existen minerales que se explotan en orden aluvional, como son el oro y los diamantes en el Alto Caroní. Sin embargo, por ser esta un ABRAE (Parque nacional Canaima) y al ser la cuenca proveedora de la fuerza hidráulica que alimenta la Represa Hidroeléctrica de Guri, la misma es altamente controlada por la empresa estatal CVG - EDELCA (Electrificación del Caroní C.A.), perteneciente a la Corporación Venezolana de Guayana), quienes han incorporado a la población indígena pemón a la vigilancia tanto forestal, es decir, para la prevención de incendios y conservación ambiental como de guardianes del uso de la tierra y sus recursos, existiendo una Autoridad de Área llamada Gran Sabana, que coordina la protección y planificación de dicha área estratégica, desde todo orden, tanto turística como de poblamiento e intervención antrópica.

            El Grupo Cuchivero (Precámbrico Superior) es el más extendido litológicamente en la parte más occidental del estado Bolívar, al W de los ríos Caura y el Amazonas. En algunas áreas bastante extensas se encuentra cubierta por rocas de la Formación Roraima o por sedimentos fluviales recientes, al igual que por rocas donde predomina las volcánicas como la riolita y rocas metamórficas.
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     Presa Hidroeléctrica de Gurí, Estado Bolívar (iv)

        La topografía de Guayana, conjuntamente con la presencia del recurso agua, favorece el fortalecimiento de su economía por la producción de energía hidroeléctrica. Es por ello que Guayana es la que mayores estructuras   de    este   tipo     posee    desde    la    primera       planta       hidroeléctrica     (Macagua I)  montada más abajo del Salto de la Llovizna (que se genera en los raudales de Cachamay), entre 1956-1961, cerca de la desembocadura del Caroní al Orinoco, entre Puerto Ordaz (Fundada en1952 como puerto de exportación minera a orillas del río Caroní), y San Félix (ciudad histórica), hoy unidas en un solo desarrollo urbanístico, denominada Ciudad Guayan, en la cual la planificación que dio origen a la nueva ciudad (Puerto Ordaz, nació de dicha planificación) se hace en función de las UD (Unidades de Desarrollo)., ejecutadas por la CVG. Luego, vino la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, también llamada Presa de Guri (en el Cañón de Necuima, 100 kilómetros aguas arriba de la desembocadura del río Caroní en el Orinoco), y antes conocida como Central Hidroeléctrica Raúl Leoni (desde 1974 hasta el 2006), Macagua II y III (con la creación del embalse y la instalación de otras máquinas con turbinas generadoras.
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            La primera constaba de 6 x 64 MW turbinas generadoras tipo Francis; después, con la fase II y III, 12 x 216 MW y 2 x 88 MW turbinas respectivamente, lo que le da una de una potencia instalada de 3.152 MW, en funcionamiento desde 1997; Caruachí y Tocoma (estas últimas, localizados a más de 60 kilómetros aguas abajo del Guri), y que son alimentadas con el agua del lago de más de 4.250 Km2, a través de compuertas surtidoras, controladas mecánicamente para aliviar el embalse de Gurí, desalojando el exceso de agua por los vertederos de la presa.
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Áreas Montañosas

            En las regiones montañosas también es importante la hidroelectricidad, sólo que es más importante la existencia de grandes caudales para su producción, pero también se hace necesario dicha energía desde el punto de vista de la producción mineral, tanto en Los Andes (incluida la Sierra de Perijá) como en la Cordillera de La Costa y la Cordillera Oriental. Así, encontramos carbón y fosforita (Perijá), y en los yacimientos de Lobatera (Andes, estado Táchira, y en el estado Anzoátegui (Yacimientos de Yaricual), cerca de Bergantín, en Guárico (yacimientos de Altagracia de Orituco, compuestos por carbón del Oligoceno), y en el Estado Mérida (Chiguará). En Los Andes se tienen las presas hidroeléctricas de Uribante-Caparo, también llamada Central “Leonardo Ruíz Pineda” (Estado Táchira), y la Central Hidroeléctrica "José Antonio Páez", ubicada en el estado Barinas.
            En la etapa inicial del Cretáceo encontramos abundancia de calizas, tanto en los Andes como en la Cordillera de La Costa y la Cordillera Oriental. Estas son utilizadas en la producción del cemento para la construcción y la artesanía. Entre las fábricas de cemento tenemos la de Maracaibo, San Cristóbal, Cuica (Estado Trujillo), la de Falcón, en Caracas, en Pertigaleta y la de Barquisimeto. Estas fábricas, por lo general, se localizan alrededor de los yacimientos de la materia prima, por lo elevado de los costos de transporte.
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 Otro mineral de importancia económica lo constituye algunas rocas serpentinas que en la antigüedad fueron productoras de asbesto, en los estados Aragua, Carabobo y Cojedes (véase Figura 1). En el estado Aragua, por ejemplo, se ha venido explotando grandes yacimientos de micas, aunque dicha actividad no ha sido reimpulsada, pese que sus particulares características de elasticidad, flexibilidad y resistencia al calor y al agua de las láminas hacen que constituyan un precioso material para la industria debido a sus propiedades como aislantes eléctricos y térmicos. Las micas figuran entre los minerales más abundantes de la naturaleza pertenecientes a un grupo numeroso de silicatos de alúmina, hierro, calcio, magnesio y minerales alcalinos caracterizados por su fácil exfoliación en delgadas láminas flexibles, elásticas y muy brillantes, dentro del subgrupo de los filosilicatos Generalmente se las encuentra en las rocas ígneas tales como el granito y las rocas metamórficas como el esquisto. Las variedades más abundantes son la biotita y la moscovita.
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            La mica se utiliza en aplicaciones de alta responsabilidad como aislamiento de máquinas de alta tensión y gran potencia, turbogeneradores, motores eléctricos, y algunos tipos de condensadores. Debido a que la mica mantiene sus propiedades eléctricas cuando se calienta hasta varios centenares de grados, se le considera un material de la clase térmica alta. En realidad, la mal llamada Revolución Bolivariana ha perdido una excelente oportunidad en repotenciar la industria venezolana, al estar centrada en la “soberanía” alimentaria portuaria y en el discurso antiimperialista, ya que las industrias que yacen en el país son cuartorepublicanas, ligadas a los intereses del capital foráneo.
            A pesar de que ha rescatado las industrias del Estado que ya habían pasado a manos del capital privado, o estaban camino a serlo, sin embargo estas siguen en un nivel improductivo o deficiente, por el hecho de no haberse renovado el parque tecnológico o  por haber sido sometidas a renovación con maquinarias de segunda mano, al comprar o darle los contratos a empresas que no cumplieron con los convenios o montaron tecnologías de baja calidad u obsoleta, con el visto bueno de parte de los responsables ministeriales, quienes son señalados de participar con ganancias de buenas “tajadas”.
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Cuencas Sedimentarias

            Son aquellas que corresponden a llanuras sin grandes accidentes topográficos, y han experimentado sucesivos períodos de transgresiones o avances marinos y regresiones o retrocesos de las aguas (inundaciones). Esto constituye un hecho de gran importancia para la economía del país, en vista de que permitió la formación de yacimientos de petróleo en varias cuencas sedimentarias. La mayor explotación de petróleo la constituye los campos petroleros de la cuenca del Lago de Maracaibo. El campo petrolero más importante es el de Bolívar, situado en el Municipio Bolívar, estado Zulia, que comprende el de Cabimas, Lagunillas y Bachaquero. Al sur de estos se encuentra el de Menegrande, y más al sur de la cuenca tenemos el área de Tarra (cerca de Casigua-El Cubo), y al Oeste de Maracaibo tenemos un campo en la Concepción; hacia el N encontramos los campos de Boscán, entrando al Golfo de Venezuela.
            Hacia el interior del país tenemos otros campos de igual importancia, como son  los de Cumarebo y Ocumare de la Costa, en el estado Falcón. En el estado Guárico se tienen el campo de las Mercedes. En Anzoátegui están los campos de San Juaquín y Anáco. En Monagas, el campo de Jossepín y Temblador, al Sur de dicho estado. En el Delta Amacuro encontramos el campo de Pedernales. Más recientemente, se inventariaron los yacimientos de la plataforma marina, al igual que se delimitaron los campos de la cuenca sedimentaria del Orinoco, llamada Faja Petrolífera del Orinoco.
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            A principio de los 50, la mayor parte del gas natural que acompaña a los fluidos del petróleo natural se desperdiciaba, no era aprovechado como combustible. Hoy día, a pesar de que el petróleo continua siendo el energético más importante en la historia de la humanidad, un recurso natural igualmente no renovable que aportará el mayor porcentaje del total de la energía que se consumirá en el mundo futuro venidero es el gas natural, en vista de que ya hay automóviles funcionando a gas y sirve como combustible para usos doméstico, industriales y para la generación de energía termoeléctrica. Además, llevado a través de gasoductos (en proyecto), se empleará en el funcionamiento de casi todo (calefacción, neveras, cocinas, etc.) en la economía doméstica nacional.
            Hoy, cuando petróleo “fácil y barato” pareciera ser parte del pasado, los métodos para la localización, explotación y refinación de crudo pesado se han transformado en una oportunidad para los productores de petróleo que encaran el reto de hacer que estos yacimientos sean atractivos rentables. Es el caso de Venezuela, precisamente está actualmente montada, a través de Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa), en iniciar (ya arrancó, en septiembre de 2016 un proyecto de perforación de 480 pozos en la Faja Petrolífera del Orinoco: FOP), el reservorio de crudo de esta naturaleza (petróleo bituminoso; esto es cargado de sílice, por tratarse de una cuenca sedimentaria) más grande conocido en el planeta. En este sentido, la empresa de capital mixto Industria China-Venezolana de Taladros (ICTV), fabrica taladros con características específicas para cubrir las necesidades de la FPO, en el bloque "Hugo Chávez", que es uno de los mayores reservorios de crudo extrapesado a escala mundial. La FPO tiene un área geográfica de más de 55 mil kilómetros cuadrados y abarca los estados Monagas, Anzoátegui y Guárico (véase Figura 2). Se divide en cuatro grandes áreas de oeste a este: Boyacá, Junín, Ayacucho y Carabobo. A su vez, cada una de éstas se encuentra segmentada en bloques.
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            Cuenta, además, con cinco empresas mixtas, todas con mayoría accionaria de 60% por parte de Pdvsa. Cuatro de ellas son producto de la nacionalización en 2007: Petrocedeño (Total y Statoil), Petropiar (Chevron), Petromonagas (BP), Petrolera Sinovensa (CNPC) y Petromacareo (Petrovietnam); ésta última producto del Proyecto Orinoco Magna Reserva. Mantiene una producción de 838 mil barriles diarios (con 61 campos operativos y 2 mil 606 pozos activos) y reservas probadas estimadas en 153 mil millones de barriles. Se calcula que posee 1.360 millones de barriles de Petróleo Original en Sitio (POES). Es de gran interés para las más importantes empresas de petróleo a nivel mundial, pues representa un negocio rentable. Actualmente Venezuela es el único país con reservas significativas de crudo en el hemisferio occidental y se convertirá, en virtud de que el futuro del negocio petrolero descansa en buena medida en la explotación y procesamiento de los crudos extrapesados, en el primer país del mundo con la mayor cantidad de reservas de crudo, ya que cuenta con muchas ventajas competitivas en este negocio[v].


Las Condiciones Naturales como Magnitudes de Ventajas Escalares o Vectoriales: Emplazamiento (sitio) y Posición/Situación.
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            Sitio o emplazamiento son conceptos provenientes de la Geografía Urbana, y se refieren a las condiciones naturales de la posición de la ciudad. La condición de sitio o emplazamiento expresa una condición intrínseca de la posición geomorfológica que sirve de fundamento para la localización de un asentamiento y se utiliza habitualmente para representar campos escalares, y constituye una de las características coropléticas de la representación cartográfica, pudiendo definirse como una localización tipo escalar. A diferencia de la condición posición/situación, esta representa una condición natural de tipo relacional: relaciona la ubicación y asentamiento con los flujos. Este concepto está asociado con el de vía natural. Se supone que la condición relacional es una condición natural porque favorece el emplazamiento o la circulación de bienes. Puede ser valles, umbreras o zonas de contacto (como el fluvial); entonces, la posición con frecuencia está asociada con el concepto de modalidad, el cual dice que la posición de un asentamiento es el punto de divergencia de una actividad; se habla, por tanto, de una posición nodal como en el caso de las ciudades nodales (El Vigía, Estado Bolivariano de Mérida, por ejemplo).
            El sitio es el lugar de emplazamiento topográfico de la ciudad. El emplazamiento topográfico, muchas veces está determinado por la función. Frecuentemente la elección del emplazamiento ofrece varias posibilidades que resultan igualmente aptas para la función; dentro de las alternativas existentes se opta por la que ofrece mayores comodidades y ventajas. Por ejemplo, la ciudad de Maracaibo tiene por lugar de emplazamiento la margen izquierda de la desembocadura del lago del mismo nombre[vi], aunque los indígenas le llamaban Lago de Coquivacoa.
            Elegida como emplazamiento, en la época de su fundación, por la ventaja indudable que ofrecía a la penetración de la Conquista del occidente y sur del territorio continental suramericano, siendo no sólo puerto de embarque hacia el interior y exterior de insumos y mercancías respectivamente, y desembarque de las bandas de aventureros, mal llamados conquistadores; pertrechos y bienes procedentes de la metrópoli, en vista de su localización entre la Bahía del Tablazo y la entrada al Golfo de Venezuela, también servía de fortificación para la defensa del territorio ante el ataque de bucaneros[vii] de potencias enemigas (holandeses, ingleses y franceses), constituyéndose después en el centro económico más importante del occidente venezolano.
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            La posición, o situación geográfica, está referida a la relación de la ciudad con el entorno, la región, otras ciudades, las regiones o el resto del país o del mundo. Por ejemplo, la situación de Maracaibo podría expresarse de la siguiente manera: con relación a los estados que se conforman alrededor del núcleo central del lago de Maracaibo, Estados Mérida y Táchira; o de las otras regiones, Región Andina, La Guajira, Mar Caribe; o con otras regiones del mundo (Península de la Guajira colombiana), u otros países vecinos: Colombia. (Véase Figura 1)
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            Al esclarecer los factores determinantes para el emplazamiento de una ciudad, por ejemplo, habría que desentrañar las condiciones históricas influyentes. Esto significa que estaríamos haciendo referencia a la función original de la ciudad, teniendo presente que el significado de función actual, como así también el de ciudad o sistema urbano presenta otros aspectos en los cuales existen otras variables y características, que difieren de los de épocas pasadas. No debemos olvidarnos, que aunque no haya cambiado sustancialmente el escenario natural, los momentos históricos tanto en lo sociopolítico, demográfico, económico, tecnológico, científico, comunicacional, entre otros, son muy diferentes, de manera general a la época actual, con respecto al origen de las ciudades. Sin embargo, el sitio y la posición no deben considerarse como un factor del determinismo geográfico o como una resultante del determinismo por los condicionantes del espacio (topografía, usos del suelo, distancias a otros centros, etc.).
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            Las magnitudes que definen a las posiciones son de tipo vectorial. Una relación vectorial es una relación espacial que se define no sólo por la cantidad (de flujos, por ejemplo), sino también por la dirección del mismo. Por ejemplo, la ciudad de Cumaná, importante ciudad del oriente venezolano cuyo emplazamiento es en la dirección del delta del río Manzanares y los cordones arenosos. Pero la posición de Cumaná implica, por otra parte, no sólo su ubicación en la boca del río Manzanares, es decir, un punto hacia el cual convergen los flujos, sino también el hecho de que esta convergencia permitió el desarrollo de la ciudad como centro de flujos económicos y sociales que convergen desde otras regiones del interior del país y de entrada de productos foráneos. Cumaná dispone de varios puertos que, en su mayoría, se encargan del comercio, transporte y albergue de embarcaciones. A nivel de pasajeros, Cumaná dispone de transporte marítimo para uso particular y publico hacia la isla de Margarita, los poblados de Araya y de Manicuare en la península de Araya.
            Hay también ciudades asentadas en terrazas como Valera (formada por los ríos Momboy y Motatán) y Mérida (formada por los ríos Mucujún, Albarregas y Chama). Otros ejemplos de posiciones claves son:

Posición de confluencia: San Fernando de Apure, donde un gran número de ríos confluyen (Río Guárico, Río Apure y el Río Portuguesa) cerca de esta ciudad.

Posición de contacto:
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1)      Contacto tierra-mar (los puertos): estos no se sitúan caprichosamente, sino que deben poseer condiciones físico-naturales convenientes. Por ejemplo, Puerto Cabello, que permite el acceso desde las vías del interior, de Yaracuy, de las Trincheras y de Aroa, así como permite un fácil acceso a la Depresión de Valencia. La Guaira permite fácil acceso al valle de Caracas, al valle de Aragua, etc. Carupano permite el acceso hacia la parte más oriental, hacia el Golfo de Cariaco y hacia el Río San Juan.

2)      Contacto llanura-montaña: La Pedrera, el Cantón, con relación al valle del Delta; El Vigía, con relación al valle del Chama, son ejemplos de este tipo de posición. En la Cordillera de la Costa tenemos, por ejemplo, a las ciudades de Maturín, Altagracia de Oritucu, etc.

3)      Contacto llanura-bosque: como son El Valle de La Pascua, Puerto Ayacucho, etc. Hay otras que surgen más bien del divorcio de aguas como El Tigre, Pariaguán, etc.

Ríos y Carvallo (citados en Ekman, 2015: 139) aportan algunos elementos de juicio al caracterizar el posicionamiento del área de la costa caribeña centro-occidental como un nicho ecológico particularmente favorecido por condiciones “…topográficas, zoológicas y botánicas, a las cuales se unían las numerosas desembocaduras de corrientes fluviales…”. Igualmente los autores citados reconocen en las comunidades aborígenes de la región la implementación de una racionalidad espacial y un conjunto de técnicas y métodos organizativos capaces de optimizar el aprovechamiento del espacio, cuestión que se reflejaría en la generación de excedentes, y en última instancia, en un mayor crecimiento demográfico: “los europeos no arribaron a un espacio silvestre, sino valorado material y simbólicamente: un dilatado pasado, muy anterior a 1498”.
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Esta manera de mirar nuestro pasado prehispánico es absolutamente novedosa, pues rompe con una vieja idea de que los pocos habitantes que poblaban a la Venezuela de ese tiempo, se reducían a grupos trashumantes, a excepción de aquellos que hacían vida en la cordillera de Los Andes. Logra demostrar que, aun cuando los grupos nómadas practicaban la caza, pesca y recolección, la agricultura fue la que “posibilitó formas más acabadas de organización social, económica y territorial, en particular en los ambientes serranos y piedemontinos de occidente”
Cuando aborda la diversidad de los sistemas agrarios coloniales, destaca, de manera especial, la diferenciación geográfica regional. Se pasea por haciendas y plantaciones, hatos, labranzas, núcleos y complejos agroartesanales, para finalmente, mostrarnos la importancia, poco resaltada, de la labor de las misiones en el desarrollo de la actividad agrícola como base de la colonización al sur del Orinoco. Con esta descripción destaca como la diversidad agraria fue mucho más amplia e interconectada que lo dicho muchas veces de que el territorio venezolano de la época era seccionado en pedazos en los que predominaban haciendas centrales, hatos llaneros y conucos amazónicos.
            La condición de posición es, entonces, una condición que depende de los flujos; al cambiar o variar los flujos, varía la posición o situación, siendo por lo tanto, una condición de estrategia espacial. Por ejemplo, la posición de la ciudad de Barinas la sitúa en una posición de contacto llanura-montaña, al igual que El Vigía, favoreciendo el transporte por el piedemonte. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, Barinas pierde importancia por la relevancia que toman Puerto de Nutria (Río Apure) y San Fernando de Apure. Lo mismo sucedió con El Vigía, ya que esta ciudad creció cuando se desarrolló la vía férrea del Sur del Lago (Encontrados-Santa Bárbara-El Vigía), decayendo después con el auge de la explotación petrolera. Pero, después que se comenzó el desarrollo de la infraestructura vial asfaltada, luego del impulso que cobran las vías de transporte terrestre, el crecimiento de dichas ciudades se ve beneficiado.
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La llegada del petróleo a la vida cotidiana de Venezuela marca un nuevo rumbo no sólo en la conformación territorial de Venezuela sino igualmente en la trama ecosocial. En este proceso, comenta Delfina Trinca (2016), en la reseña bibliográfica que hace del libro de Rojas López (Del agrarismo histórico a los desafíos del desarrollo territorial en Venezuela), cambia profundamente el paisaje hasta ahora dominado por el mundo de la ruralidad y se comienzan a perfilar nuevos objetos que dicen con relación al nuevo rumbo que toma el país: transformarse en petrolero y urbano, pero manteniéndose también rural. Al respecto, la autora citada nos deja esta descripción en detalle:

La trama que desarrolla el autor es extraordinaria, pues logra mostrar en detalle el solapamiento de dos temporalidades y su correlato territorial, pero que de manera progresiva marchan a un solo compás: la construcción de un país moderno, petrolero y fundamentalmente urbano. La diversidad del paisaje, antes dominada por lo rural, ahora se le suman múltiples objetos que tienen mucho más que ver con este nuevo momento histórico marcado por la modernidad, y porque no decirlo, también por la postmodernidad. (pp.145).

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           Debemos señalar, no obstante, que dicho «momento histórico» no se reflejó de manera holgada ni mucho menos luminosa –con la pretendida modernización- como, al parecer, nos lo quiere hacer ver la autora del comentario, ya que éste no se dio sin que hiciera huellas profundas en la fisonomía paisajística del país, tanto natural como urbana, causadas por los lamentables impactos de la explotación del recurso petrolífero, la industrialización petroquímica de sustitución de importaciones y el uso del combustible fósil que dejó dramáticas realidades ecosociales (migración campo-ciudad, contaminación de suelos y aguas, cambios de consumo y ordenamiento social al estilo de los patrones del merkating estadounidenses., transculturización…) y una estela imborrable de Huella del Carbono.
Como se ha visto, podemos decir con Dollfus (1978: 18-19), que “dialécticamente, lugar y posición están vinculados, pero se trata de dos nociones al propio tiempo distintas y complementarias. Lugar y posición no dependen de una escala de magnitud determinada”.
También, siguiendo al mismo autor, “el lugar es el asiento territorial de un elemento del espacio. La posición depende del sistema de relaciones que mantiene el elemento con otros elementos, ya estén estos próximos o alejados”. Si lo observamos como una unidad, “la posición de una unidad geográfica es el resultado de la conjunción de uno o de varios sistemas en relación con las actividades y las funciones de la unidad”.
En un estudio de localización la acción inmediata que efectúa todo geógrafo es la realización conjunta de tres operaciones, a saber (Dollfus, 1978: 19-20): establece los elementos del lugar (localiza), estudia las relaciones que justifican la posición (posiciona), y confecciona el balance de las correspondencias entre el lugar y la posición (interrelaciona), las cuales se pueden modificar en el curso de la historia. “Entre los lugares y las posiciones es indispensable proceder a comparaciones de elementos de la misma naturaleza.” Sin embargo, y aunque las comparaciones entre los lugares y las posiciones son necesarias para poder poner de relieve familias de formas y elementos regidos por las mismas reglas de localización, el autor citado advierte la necesidad de tener cuidado con las generalizaciones, puesto que, “al propio tiempo hay que mostrar que en lo relativo al ecúmene, es decir, al espacio habitado y utilizado por los grupos humanos, lugares semejantes pueden tener significados muy distintos según la sociedad, sus técnicas de control territorial, y su historia”. (Dolfus, 1978: 24-25).
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Hoy día, con el avance de la ciencia y la tecnología, el hombre cuenta con los recursos necesarios para hacer frente a las más difíciles situaciones que le plantea la planificación territorial, el urbanismo, los asentamientos nuevos y todo lo que tenga relación con el uso de la tierra; en lo que se llama Sistemas de Posesionamiento Global (GPS, pos sus siglas en inglés), los cuales han revolucionado el levantamiento de la información geográfica, conocidos de esta manera como Sistemas de Información geográfica o SIG.

FORMACIÓN DEL ESPACIO HUMANIZADO A FINALES DE LA ÉPOCA PRECOLOMBINA.

Áreas Lingüísticas Aborígenes


           
(viii)La valoración del pasado es fundamental en los procesos de identificación social. El nombre de “Día de la Resistencia Indígena” vino a sustituir en Venezuela a aquel denominado “Día de la Raza”, nombre que recibía la conmemoración del “descubrimiento” en 1492. 
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Los profesores, tanto de la UCV como de la ULA, investigadores venezolanos de la talla de Julio C. Salas, Tulio Febres Cordero, Lisandro Alvarado, Alfredo Jahn, Miguel Acosta Saignes y, más recientemente, Federico Brito Figueroa, Pedro Cunill Grau, Mario Sanoja Obediente, Iraida Vargas y Fernando Chaves, se han caracterizado por sus diversos estudios en los campos de la historia, la geografía, la etnología, arqueología y antropología para analizar la cultura venezolana, brindando valiosos aportes teóricos y metodológicos, mediante el uso de la inter y transdisciplinaridad.
         
           Un grupo particularmente activo ha sido el encabezado por Monsonyi y González, así como también los miembros del Departamento de Lingüística de la Universidad de Los Andes, quienes han centrado su atención en el rescate de lenguas indígenas originarias, base para una educación bilingüe, y han documentado las características del habla criolla, en las distintas regiones del país (Álvarez et al., citado en Vargas, 2005).
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[ix] Un 'shabono' (también llamado xapono, hapono, o llano), es una cabaña colectiva utilizada por las etnias indígenas de Venezuela. (Wikipedia, 2016).


Dado que la valoración poblacional de grupos humanos se incluye como una categoría asociada a la diversidad biológica, en vista de que algunos patrimonios culturales como la trashumancia y el nomadismo, conocimientos etnobotánicos y manejo de la tierra y sus recursos, representan opciones y estrategias de supervivencia, sumamente sencillas, integradas al hábitat o en comunión con la naturaleza, pero de alto valor en determinados ambientes, presentamos a continuación un análisis de las expresiones  sobre la diversidad étnica en el territorio venezolano.

Su distribución, tanto de lenguajes como del realismo mágico-religioso vertido en las prácticas del quehacer cotidiano, en el arte, en sus hábitos, en la selección de cultivos y la vivienda indígena, en el uso y manejo del suelo y del entorno constituyen de pos sí un patrimonio invaluable. Para ello, describiremos la formación del espacio a finales de la época precolombina, tanto su estructura como formación social y modos de producción de nuestras comunidades indígenas.
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            Los primeros habitantes de América procedieron de Asia, según demuestran evidencias genéticas, lingüísticas, osteológicas y odontológicas. Este poblamiento inicial se dio en varias oleadas; la primera de ella se difundió desde el estrecho de Behring hasta el extremo meridional de Suramérica, en un largo proceso migratorio y de adaptaciones a nuevos ambientes naturales. La antigüedad del hombre en Venezuela se estima de unos 20.000 años, aunque las fechas radiocarbónicas asociadas a los primeros habitantes conocidos como Paleo-Indios datan de 16.000 años A.C. Los yacimientos que dan testimonio de estos primeros pobladores de Venezuela son El Jobo, Muaco y Taima-Taima en Falcón, Manzanillo en Zulia, El Vano en Lara y Tukupén en Bolívar.
            Probablemente dichas migraciones obedecieron a cambios climáticos que generaron extinciones de flora y fauna, y el hombre primitivo se vio forzado a buscar otras fuentes de alimentación, de las cuales la modalidad más conocida corresponde a los pescadores, recolectores y navegantes desarrollando una industria lítica de piedra pulida como hachas y martillos, y de concha, como las gubias o vaciadores de canoas monóxilos para la navegación hechas de botutos Strombus gigas. Esta nueva vida se conoce como la época Meso-India.
            La siguiente época en la arqueología venezolana y del Caribe se conoce con el nombre de Neo-India y se caracterizó en líneas generales por la adopción de un sistema agrícola eficiente, lo cual permitió el establecimiento de comunidades permanentes, cuya subsistencia se basó principalmente en las plantas cultivadas como la yuca, el maíz y otros productos tropicales, complementada con la pesca, la recolección y la caza de animales salvajes, un modo de vida que caracteriza aún a algunas poblaciones indígenas. Esta época data en Venezuela en unos 1.500 años a.C.
            Para el momento del contacto europeo había una gran heterogeneidad de etnias indígenas en el territorio que hoy es Venezuela. Muchas de estas poblaciones desaparecieron por diferentes motivos: exterminio, esclavitud, guerras, reducciones, enfermedades y por asimilación a la población global.
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      Históricamente, los primeros indígenas en establecerse en Venezuela pertenecen a grupos lingüísticos independientes, provenientes del Alto Orinoco y el Uraricoera (Amazonas), los cuales avanzaron por los ríos Ventuari, el Caura y el Cuchivero, principalmente, hasta llegar a los Llanos y el litoral Caribe (ver Figura 3).
        Posteriormente arribaron oleadas de etnias Arawaca, Caribe y (muy limitadamente) Tupí-Guaraníes (todas ellas de procedencia amazónica) y Chibchas (de origen andino). Los arawakos penetraron por dos (2) rutas: la primera, constituida por etnias provenientes de la boca del Amazonas (Aruá, Arawak, Araguán o Aracay), puede haber penetrado, siguiendo un movimiento de tenaza, por el litoral Atlántico y por el Amazonas y el Esequibo. Este grupo parece haber ocupado un área muy amplia antes de ser empujado por los Caribes hacia las Antillas.
 El grupo occidental, más importante, provenía del Río Negro y penetró a territorio venezolano por el Alto Orinoco, desde donde avanzó a los Llanos centrales y occidentales (Caquetío y Achagua) y, por el Turbio, el Sarare y el Yaracuy, hacia el norte. Una parte penetró por las vertientes orientales de los Andes (Quinó o Chinó, Aricagua, Chacantá, Carapo, Quinimarí), subiendo a la montaña (Queniquea) hasta llegar a las vertientes occidentales (Uniquea, entre otros grupos menores o subgrupos étnicos).

Figura Nº 3: Mapa de Relieve y Localización de las Áreas de Procedencia Indígena Primitiva por Cuencas Hidrográficas
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Fuente: Estrabón Geográfico y Ambiental: VALORACIÓN POBLACIONAL DE ... https://estrabongeografico-ambiental.blogspot.com/2016/07/valoracion-poblacional-de-los-grupos_15.html
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            Los Caribe, provenientes de la desembocadura de Xingú en el Amazonas, se convirtieron en el grupo lingüístico dominante de toda el área del Escudo guayanés (Estado Bolívar). Penetraron en territorio venezolano desde las sabanas del Río Branco hacia la Gran Sabana, desde donde una parte continuó hacia el este (E) y el E-NE (Maquiritare, Yabarana, Hoti -su territorio se encuentra en el suroccidente del estado Bolívar; río Kaima, tributario del Cuchivero, municipio Cedeño, en la parroquia Ascensión Farreras, donde hay 12 comunidades hot-, Mapoyo y Panare). Otros siguieron hacia la cuenca del Cuyuní y el Caroní, continuando por los Llanos Orientales, las cuencas del Unare, el Manapiare y el Zuatá, la Cordillera de la Costa y la Cordillera Oriental. La penetración del grupo Tupí-Guarasní se redujo a la etnia Yaral del Alto Río Negro.
            Por último tenemos la penetración étnica de la familia lingüística denominada Chibcha, proveniente de la zona andina más cercana a nuestros Andes y más poblada: la sabana cundiboyacense, entre ellas, Bogotá. De hecho, el grupo Chibcha pobló principalmente los territorios que hoy comprenden los departamentos de Boyacá y Cundinamarca en la actual Colombia. Esta cultura, llamados muixcas, moxcas o cultura Muisca por los conquistadores españoles, habitó los altiplanos y valles de la Cordillera Oriental colombiana, principalmente entre el macizo de Sumapaz y el Nevado del Cocuy, a lo largo de los ríos Bogotá, Suarez y Chicamocha, además de la de Tunja y Sogamoso. En Venezuela, la zona más poblada fue la terraza de Mérida (frente a la Sierra Nevada), en la cual los cronistas de Indias registran que se habló de una “pequeña Paris” de comunidades Tatuy asentadas en ella, cuando llegaron los invasores a la Región de Los Andes.
            Los científicos identifican al grupo "Muisca" como un pueblo que emigro al altiplano cundiboyacense entre 5500 y 1000 a.C. Al igual que las demás culturas Pre-Clásicas de América, los muiscas se encontraban en una transición entre nomadismo y sedentarismo. Desde 1500 a.C llegaron a la región grupos de tribus con tradiciones agrarias y artesanales.
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            La Valoración Poblacional Étnica Venezolana (Zambrano, 2016a), apoyados en los trabajos de Chaves, Vargas y Sanoja que ya hemos adelantado, nos remite a que las poblaciones originales Arawaka colonizaron una gran parte del vasto espacio geográfico suramericano y caribeño. Ciertos lingüistas sitúan el origen de las lenguas arawakas o maipure entre el Amazonas, el piedemonte oriental andino y las cuencas altas de los ríos Madeira (es el principal afluente sur del río Amazonas y el único de la margen derecha que le aporta aguas de la cordillera de los Andes), y Ucayali (es uno de los principales ríos del Perú, uniéndose con el río Marañón y, forma el río Amazonas), hace unos 4500 a 5000 a. C.
            Se postula la posible existencia de un segundo centro de origen en el occidente de Venezuela: “Unos grupos humanos parecen haberse desplazado desde aquella región hasta el Bajo Orinoco, 3000 años antes de ahora, y otras a lo largo de la costa noroccidental de Suramérica llegando al noroeste de Venezuela alrededor de 3000 años antes de ahora”. Sin embargo, “con base a los conocimientos que poseemos en la actualidad, no se puede establecer con certitud la pertenencia de aquellas antiguas poblaciones larenses a la familia lingüística arawaka”. (Vargas y Sanoja, 2004). Se ubicaron en la región sur y norte-occidental de nuestro país, en donde se destacan las tribus de Baniba, Guaipunabis y Caberres en el sur (Guayana); los Caquetíos desde las costas de Falcón hasta los Llanos occidentales; y por último, los Guajiros, en la Península de la Guajira.
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            Los Arawaco, también llamados Arawaka, aruacos, arbacos y arawaks, son miembros de una familia lingüística muy numerosa que se extendía desde Cuba hasta Trinidad, en las Antillas, y en Sudamérica desde su costa norte hasta Perú y Paraguay, de la cual fueron miembros los Igneris y los Tainos.
            El resto de los pobladores originarios de Venezuela, puede ser agrupado en tres (3) subgrupos, a saber:

       El Betoy (Capacho, Táriba, Paribeca), localizado en el hoy Estado Táchira;

       El Arhuaco, de la Sierra de Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia), constituido por los Motilones Barí; y los Caribe Occidental asentados en Perijá (Japreiras, Yucpa -Macoa, Tocuco); Budere o Canao, Pemeno y Chaque.

       Cundinamarca (Tunebo de los Llanos de Apure).

            Según Mason (1950), los Betoy también forman parte de la división Cundinamarca del grupo Chibcha. Mientras que, Alfredo Jhan (1973) agrupa dentro del grupo Betoy a los Jirajara, Ayomán, Cuiba y Cayón del Noroeste, los Llanos Occidentales y la Serranía de Nirgua.
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            Los Caribe incluyen, además, los Ciparicotos o Chipa de Aroa, los Caribe de la costa central y oriental, y los Caribe del sur de Anzoátegui y Monagas (etnias kariña y chaima), y los de Guayana (estado Bolívar) y el grupo independiente de los Yanomami (también llamados Yanomamö), estos últimos una etnia indígena asentada en la Serranía de Parima y la Sierra de Tapirapeco, también llamada Planalto de Roraima (Alto Orinoco, estado Amazonas), hoy día protegida por la figura de Parque Nacional Parima-Tapirapeco (Creado en junio de 1991), dividida en cuatro grandes grupos: Sanumá, Yanomam, Tanomano y Yanam. Forman parte de los últimos reductos humanos que continúan viviendo según los dictados de los pueblos prealfabetizados: en armonía con su ambiente, por lo que respetan la naturaleza, aunque los etnógrafos J. Neel y N.A. Chagnon, sitúan los Yanomami al borde de la destrucción. Lizot (2015) nos habla a propósito de experimentos eugenésicos de los que los Yanomami habrían sido víctimas, y de cómo, debilitados (en declive demográfico), los Yanomami están siendo diezmados por las enfermedades, producto de la minería, la ganadería y una caótica atención sanitaria, y que generaron graves acusaciones formuladas en contra de los autores citados (Neel, Chagnon, y el mismo Jacques Lizot):

Hace más de diez años que dejé de vivir en la región Yanomami, pero sigo colaborando con el programa de educación bilingüe (con manuales de lectura y gramática yanomami) y con los trabajos de los médicos especialistas que dependen del CAICET (un importante centro regional de investigación de enfermedades tropicales) o del Ministerio de Salud. En una época milité a favor de la creación de la Reserva de Biósfera que prohíbe la explotación del Alto Orinoco, protege el ecosistema, el modo de vida y las tierras indígenas. Afirmo que la estafa de Tierney es una excelente contribución al desmembramiento de la cultura local, que continúa activamente con antropólogos que la perfeccionan reescribiendo una etnografía más conforme a su visión del mundo: la de un hombre clean y sociedades apacibles, sin violencias, sin sexo, sin mentiras, sin robos.
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            Los yanomami constituyen el pueblo indígena relativamente aislado más numeroso de América del Sur. Este grupo representan un 31 % de la población indígena del Estado Amazonas. Los Piaroa representan un 23 % y los Guajibos un 22 %. Estos grupos son etnias cuya filiación lingüística no ha sido establecida debido a su gran antigüedad. Se denominan independientes. Le siguen en importancia numérica los grupos pertenecientes a la familia lingüística Arawaka y luego los Ye'kwana pertenecientes a la familia lingüística Caribe. Sobre la familia lingüística Saliba no se ha podido obtener información debido al escaso número de estudios que existen sobre esta etnia.
            El territorio yanomami en Brasil es de unos 9,6 millones de hectáreas, dos veces el tamaño de Suiza. En Venezuela, los yanomamis viven en la Reserva de la Biosfera del Alto Orinoco-Casiquiare, que tiene 8,2 millones de hectáreas. Estas dos áreas juntas conforman el mayor territorio indígena selvático del mundo. En la actualidad, unos 1.000 buscadores de oro que trabajan ilegalmente en la tierra yanomami les transmiten enfermedades mortales como la malaria y contaminan los ríos y los bosques con mercurio. Los terratenientes ganaderos están invadiendo y deforestando la frontera Este de su territorio. La salud de los Yanomami se ve perjudicada y la atención médica crítica no llega hasta ellos, especialmente en Venezuela.
            La masacre Haximu (Wikipedia, 2016d), donde unos 16 yanomami fueron asesinados por un grupo de garimpeiros armados (cuatro de ellos fueron sentenciados por el Tribunal Supremo Federal de Brasil: véase on line en Survival International, 2006), fue el conflicto (en el año 1993) más controversial en torno a los Yanomami. 
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           En efecto, el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para la fecha, indicó que las autoridades de Brasil y Venezuela se trasladaron al lugar de los hechos en los meses de agosto y septiembre de 1993, y determinaron que la aldea Haximu se encontraba en territorio venezolano, cerca de la frontera con Brasil, y que el brutal ataque, fue obra de 22 garimpeiros brasileños que operaban ilegalmente en el área: los garimpeiros dispararon a ancianos, mujeres y niños y acuchillaron a un bebé con un machete. Según parece, tres niños yanomami murieron después de sangrar por la nariz y por la boca tras ingerir alimentos preparados con agua de un río.
            Poco después, dos mujeres yanomami murieron tras el parto, junto con sus bebés recién nacidos. Un líder de la comunidad murió después de recibir una inyección de los buscadores de oro, y su hijo desapareció tras visitar a los buscadores después de la muerte de su padre, cerca de la frontera entre Brasil y Venezuela, donde miles de mineros trabajan ilegalmente, aproximadamente unos 40 mil, a ambos lados de la frontera. (Survival International, 2010)
            En todo caso, los grupos independientes como se podría denominar a los primeros aborígenes venezolanos y que aún predominan en minoría étnica en nuestro territorio (estados Amazonas, Bolívar, Delta Amacuro, Monagas, Sucre, Nueva Esparta, Anzoátegui, Zulia y la región de los Andes: véase Figura 2) comprenden unas cinco (5) familias lingüísticas: Warrau-Guaiquerí, Saliva, Otamaco, Guajibo y Puinabe; y cuatro (4) grandes grupos étnicos: Arawako, Caribe (Motilones, Ciparagotos o Chipas; Caribes de la Costa Central y Oriental; y los Caribes del Sur de Anzoátegui y Monagas, y los de Guayana. Los Caribe son considerados el último grupo que se estableció en Venezuela, llegando presumiblemente por el sur y el oriente (arrastrando así a los Arawacos hacia el oeste); Grupo Tupí-Guaraní (incluye a los Yeral del Alto Río Negro) y el Grupo Chibcha (Timoto-Cuica o Mucu-Chama, Betoy, Jirajara, Cundinamarca y Arhuaco o Chibcha Tairona-Kágaba).
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            Los Yanomami, como se ha adelantado, es una pequeña familia de lenguas indígenas habladas en el área de las Guayanas en la zona fronteriza del norte de Brasil (estados federativos de Roraima y Amazonas) y sur de Venezuela (Estado Amazonas y Estado Bolívar) (Wikipedia, 2016b), quienes entraron en un contacto continuado con foráneos en 1940, cuando el Gobierno brasileño mandó trabajadores para delimitar la frontera con Venezuela. Pronto se establecieron allí el Servicio Estatal de Protección de los Indígenas y grupos de misioneros. Este flujo de personas provocó las primeras epidemias de sarampión y de gripe, por las que murieron muchos yanomamis.
            El Dr. Luis Fernando Chaves Vargas (1987) nos aclara que los estudios lingüísticos revelan una fuerte transculturización de nuestras etnias, sobre todo los Timoto-Cuicas y Betoy con los Arawakos occidentales, por lo que, en base sólo a testimonios lexicales, algunos autores (Mason, 1950; y otros) ubican a aquellos grupos dentro del grupo Arawako. En base a rasgos culturales, se ha postulado también el parentesco de los Timotes con los Motilones caribes (Julio C Salas, citado por A Márquez Carrero, en artículos de prensa; citados por Chaves, 1987). Asimismo, para algunos autores, el grupo Yanomami es una liga de razas que han mantenido un mayor aislamiento respecto a los occidentales. En las últimas décadas han sufrido especialmente por la penetración de mineros ilegales, traficantes y otros grupos foráneos. Y empezaron a expandirse a finales del siglo XX en territorio de los Maquiritare o ye'kuanas (una de las etnias más numerosas del grupo Caribe), donde se mantienen hoy en día en armonía con la etnia Pemón (pueblo Caribe) y la Ye'kwana, conviviendo en paz.
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            Las investigaciones antropológicas en Brasil remiten a los primeros habitantes del Roraima como indígenas cuyo origen fue principalmente asiático. Se piensa que el Roraima fue habitado a partir del 10.000 a.C. y en todo el Estado se pueden admirar varias pinturas rupestres como la Pedra Pintada, una roca enorme, de una longitud de unos 85 metros, una altura de 35m y otros 30m de ancho, donde se han encontrado pinturas rupestres y otras evidencias arqueológicas, situada en la sabana de Boa Vista, en el municipio de Pacaraima, estado de Roraima, en el norte de Brasil. Está dentro del territorio indígena San Marcos, en el cual habitan los pueblos Taurepan, Makuxi y Wapishana. (Wikipedia, 2016f).
            En la región fronteriza entre la República Bolivariana de Venezuela, República Federativa del Brasil y la República Cooperativa de Guyana, hacen vida dos grandes sociedades indígenas: los Pemón y los Kapón, siendo la primera autodesignación de los Taurepán, Arekunas, Kamaracotos, Ingarikó y Macuxi, de filiación lingüística Caribe. La segunda corresponde a los Wapixana, de filiación lingüística Arawak (Butt Colson 1983-1984,1985; Andrello, 2004). El etnonímico Pemón, se utiliza para indicar diferencias dialectales regionales, a partir de la ocupación de un área geográfica específica y en función de variantes lingüísticas. Sin embargo, los grupos Taurepán, Arekuna y Kamarakoto (cuenca alta del río Caroní, municipio Gran Sabana) son, desde el punto de vista dialectal, mutuamente inteligibles en la gran cuenca hidrográfica del río Caroní, Guayana venezolana (Longa, 2003). (Citados en Tovar y Rojas, 2010: 3).
            Para Iraida Vargas-Arenas y Mario Sanoja Obediente (2004), a la par de los Andes Centrales, el noroeste, el sureste de Suramérica, la región amazónica central, el norte del Amazonas, el noroeste de Colombia, las Guayanas, Venezuela y el Caribe conformaron desde hace milenios una extensa macroregión geohistórica cuya pertinencia, permitiría entender el proceso civilizatorio que dio origen a esta “Tierra de Gracia” como se le conoce a Venezuela, por lo que Suramérica y el Caribe fueron y siguen siendo una civilización originaria, determinada por el ritmo de los tiempos históricos de sus propias y diversas regiones geohistóricas.


Áreas Culturales Indígenas
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            El Dr. Chaves (1987a) hace énfasis en el hecho de que las áreas culturales, a pesar de que existen algunas discrepancias entre los antropólogos Miguel Acosta Saignes y Sanoja y Vargas (estos últimos, profesores de la UCV; la investigadora Iradia Vargas es Dra. en Historia y Geografía, y juntos publicaron un trabajo al respecto en 1974) sobre los estudios de estos investigadores, nos permiten distinguir las siguientes áreas:

1. Andes o Área Timoto-Cuicas (Cordillera de Mérida).
2. Noroeste
3. Piedemonte Occidental Andino (Sanoja y Vargas) o Caribes Occidentales (Acosta Saignes).
4. Costa Caribeña o Costa Centro-Oriental
5. Orinoco
6. Guajira
7. Amazonía y Alta Guayana (Acosta Saignes, en: “Áreas culturales de Venezuela Prehispánica”, 1961; Sanoja y Vargas, 1974; Proyecto Sistemas Ambientales Venezolanos, 1982; Atlas de Venezuela, 1979; Antolínes, en: “Hacía el indio y su mundo”, 1946; citados en Chaves, 1987a).
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            Si nos atenemos a las áreas productivas y modos de producción autóctonos, las áreas culturales anteriormente descritas son concebidas como complejos de áreas productivas, definidas por formas de organización socioproductivas, asociadas a rasgos tecnológicos específicos, definitorios de un dado desarrollo de las fuerzas productivas materiales y humanas, y de relaciones sociales de producción que se manifiestan en la forma de modos de producción. A su vez, el término “formación económica” como, por ejemplo, la “formación agricultora”, que reconoce dos (2) modos de producción (el tropical y el teocrático), debe interpretarse como una forma derivada de “formación económica y social”; esto es, no separada a pesar de hablar sobre “formación social” o “formación económica”. (Chaves, 1987a).
            Durante el último milenio antes de nuestra era (a.C.), diversos grupos humanos desprendidos de las antiguas poblaciones agro-alfareras del estado Lara, colonizaron la cuenca del lago de Maracaibo, estableciendo una red de aldeas sedentarias que se prolongaba hacia las planicies del territorio de la Guajira y el noreste de Colombia. Para comienzos de la era cristiana ya se había constituido en el noroeste de Venezuela lo que podríamos considerar una ecúmene Arawako. El núcleo de dicha formación social se hallaba localizado en los valles subandinos del estado Lara, donde se estaba produciendo para aquella época la consolidación de una sociedad política, social y culturalmente jerarquizada.
            La organización económica se apoyaba en una agricultura intensificada mediante la utilización de sistemas de regadío y cultivo en terrazas artificiales, lo que permitía obtener una importante producción excedentaria. En el norte del lago de Maracaibo existía una gran variedad de etnias arawacos o Caquetios que incluían desde grupos de pescadores-recolectores especializados que explotaban las salinas que se formaban naturalmente, hasta cultivadores con cerámica que habitaban el actual litoral de la Guajira venezolana y los valles fluviales de la Guajira colombiana, así como en las Antillas Holandesas (Aruba, Bonaire y Curaçao). (Vargas y Sanoja, 2004).
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            Las características diferenciales que presentaba el estatus del desarrollo sociohistórico de las poblaciones originarias venezolanas en el siglo XVI, fueron determinantes no sólo de la manera cómo se produjo el contacto inicial entre aborígenes y castellanos, sino de las tendencias que experimentó posteriormente el proceso de conquista y colonización de nuestro territorio.
            En el occidente de Venezuela, existían para la época sociedades jerárquicas con un alto grado de sedentarismo y organización sociopolítica que, en muchos casos, se había expresado como una considerable inversión de trabajo productivo para crear paisajes agrarios materializados en viviendas construidas sobre montículos artificiales, sistemas de camellones para el cultivo en zonas de inundación, montículos y terrazas artificiales para el cultivo, sistemas de canales de regadío, embalses artificiales para almacenar el agua, silo (depósitos) subterráneos, sistemas de calzadas de piedras o lajas que servían tanto para la comunicación durante las épocas de inundación, como para preservar y orientar las aguas de lluvia y de los ríos desbordados, etc. (Vargas y Sanoja, 2004).
            Actualmente, los Yanomami, sobrevivientes (aproximadamente 27.000 personas, de los cuales unos 7000 viven en territorio brasileño) del genocidio de la llamada Conquista, ya que no fue más que una invasión (a pesar de que nos dejaron sus legados, incluido el mestizaje, también nos dejaron los medios de destrucción  —no de comunión—  religiosa y material patrimonial de nuestros aborígenes, tales como sus enfermedades, contaminaciones y leyendas negras), asentados en una casa multifamiliar en forma de cono o de cono trunco denominado yano o xapono (yanomami orientales y occidentales), o viven en aldeas compuestas por casas de tipos rectangulares (yanomami del norte y noreste) o de forma ovalada llamadas shabono, cuyo techo es comunitario (cada casa colectiva o aldea se considera una unidad económica y política autónoma -kami theri yamaki, "nosotros los co-residentes").
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            Un shabono, es la vivienda tradicional de los pueblos Yanomami, de uso múltiple, cada uno de forma cónica o rectangular, que rodean un espacio central abierto. Practican una agricultura de subsistencia, basada sobre todo en cultivos de mandioca y cambures, además de caza, pesca y recolección de plantas y frutas selváticas.
            La dieta de los Yanomami es particularmente pobre en sal y su presión sanguínea es muy baja. Por esta razón, fueron sometidos a estudios médicos para intentar comprender si hay una relación entre la hipertensión y el consumo excesivo de sal. Esto dio lugar a que Centros de investigación en Estados Unidos conservaran sangre yanomami congelada durante décadas, ahora reclamada por los líderes (chamanes) de la comunidad indígena, quienes han elevado su voz en el acalorado debate internacional que genetistas, antropólogos e indígenas yanomami protagonizan desde hace más de cuarenta años. (Survival International, 2010).
            En definitiva, en el libro reseñado en Contreras (2013), Historia, identidad y poder, publicado en 1993 por Iraida Vargas y Mario Sanoja, los autores manifiestan un profundo reconocimiento por la historia de Venezuela, en la que han tenido participaciones diversos colectivos sociales. En opinión de Contreras, La existencia objetiva de esa valoración ha propiciado que distintos actores sociales, en diferentes momentos históricos, 
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hayan hecho uso del pasado en la estructuración de las ideologías que sustentan los procesos de identificación y, en consecuencia, sus propios proyectos políticos. Al mismo tiempo, los/as actores sociales negocian constantemente sus distintas versiones sobre el pasado real. En tal sentido, proyectos políticos contrapuestos, o totalmente novedosos, redefinen límites y reconstruyen e incluso reinventan el pasado, y al hacerlo determinan el quehacer científico, al condicionar, precisamente, a los investigadores/as y a su producción de conocimiento histórico.
            Otros autores opinan, en cambio, que las demarcaciones de extensas áreas indígenas son cuestionables, en virtud no sólo del área indígena Yanomami, sino también de otras áreas indígenas amazónicas, desproporcionadas respecto a la escasa población de nativos, cerradas a cualquier periodista o investigador externo y, de esta manera, serían zonas controladas no por el gobierno federal sino más bien por organizaciones externas (corporaciones científicas) que podrían efectuar investigaciones de todo tipo (mineras, biodiversidad, explotación hídrica…), sin interferencias externas, siempre con la dócil aprobación de indígenas ingenuos y fácilmente manipulables por la corrupción del hombre blanco. (Todas las citas fueron extraídas de Zambrano, 2016a).


Áreas Productivas, Modos de Producción y Formación Económica Social Prehispánicas.

            Del contacto de la economía y la cultura de los colonizadores españoles con los grupos sociales indígenas, poseedores de sus propias economía y cultura, surge lo que Sanoja y Vargas (1974: 225-227) han denominado indistintamente modo de producción (MP) y formación económica social (FES) indohispánicos. La formación socioeconómica o formación económica social es una sociedad humana en determinado grado de su desarrollo histórico, un sistema social en una determinada fase de su desarrollo, íntegro, único, específico, que se fundamenta en un tipo dado de relaciones de producción en el grado de desarrollo de las fuerzas productivas que surge, funciona y crece acorde a leyes objetivas. (Wikipedia, 2016).
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            La formación colonial resulta de la integración de modos de producción prehispánicos a un modo de producción dominante (modo de producción indohispánica), establecido por los conquistadores y del surgimiento de una economía de herencia esclavista, integrada periféricamente al sistema imperial español. Para Chaves (1998: 21), el modo de producción indohispánico, que integra los restos de modos de producción indígenas a relaciones de producción de rasgos feudales, constituye un modo de producción dominado, donde marginalmente subsisten conucos y aldeas indígenas como enclaves dentro del área de implantación hispánica y, ocupando áreas más amplias, en los territorios más apartados del Sur, el Este y el Oeste del país.
            El concepto de modo de producción es una concepción presente y particular de la teoría marxista. De acuerdo a la visión de Marx, el modo de producción designa a la manera social en la cual se producen, fabrican los bienes y servicios que se consideran necesarios para la vida de los seres humanos. En tanto, en el modo de producción se combinarán, por un lado, las fuerzas productivas, representadas por la fuerza de trabajo humano y por el conocimiento tecnológico que se tenga de los medios de producción tales como herramientas, maquinaria, materiales, entre otros. Y las relaciones de producción que incluyen la propiedad, el poder y el control por parte de quienes detentan los recursos de producción. (Definición ABC).
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Las áreas culturales ya descritas son concebidas como complejos de áreas productivas, definidas por formas de organización socioproductiva, asociadas a rasgos tecnológicos específicos. La asociación de rasgos tecnológicos, definitorias de un dado desarrollo de las fuerzas productivas materiales y humanas, y de relaciones sociales de producción se manifiestan en la forma de modos de producción, según el análisis del materialismo histórico. Las áreas productivas prehispánicas son, por tanto, igualmente siete (7), caracterizadas por Chaves (1987a) de la siguiente manera:

Área 1: Andes 


Área 2: Noroeste
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Área 3:  Caribes Occidentales

Área 4: Costa  Caribeña


Área 5: Orinoco 
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Área 6: Guajira

Área 7: Amazonía y Alta Guayana


Los modos de producción (MP), cuya existencia entre las tribus indígenas prehispánicas son reconocidos por Sanoja y Vargas (1974), implican dos formaciones sociales:1) Cazadores, pescadores y recolectores; y, 2) Agricultores. A su vez, la FES de cazadores y recolectores reconocen dos (2) MP: el de cazadores especializados y el de los recolectores marinos, caracterizados por Chaves (1987a) de la siguiente manera:

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Cazadores
Especializados

Recolectores  
Marinos


La “formación” no es más que un término para designar el conjunto de ambos modos de producción descritos anteriormente ya que es discutible, pues realmente no existe una integración de ambos en un sistema. Por otra parte, sólo el segundo MP representa prácticas productivas especializadas; mientras que el primer MP es más bien primitivo, y así nos lo deja ver Chaves (1987a) cuando clasifica la formación agricultora, donde reconoce dos (2) MP: el tropical y el teocrático.

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Modo de Producción Tropical
100
Modo de Producción
      Teocrático

101-102

Tipos de Comunidades Indígenas


            La espacialidad aborigen-comunitaria correspondiente a las formaciones y comunidades originarias del territorio venezolano antes del proceso de conquista y colonización, cuyo sistema técnico evidencia prácticas típicas de sociedades apropiadoras (recolectores y cazadores) y productoras o tribales (modos de vida de las fases igualitaria y jerárquica); conformantes de la base poblacional y tecno-económica del espacio nacional, abarca una temporalidad que comprende, aproximadamente, entre 12.000 años antes del presente y principios del siglo XVI, cuando inicia por vía de la fuerza la implantación colonial, según las fuentes históricas y antropológicas consultadas al respecto.
            Las formas más simples de organización comunal serían las comunidades nomádicas, correspondientes a los recolectores, cazadores y pescadores; seguidas por las comunidades sedentarias y semipermanentes o semisedentarios, correspondientes ´éstas a los agricultores medios y conuquero. Finalmente estarían las comunidades correspondientes (respectivamente) a agricultores medios y avanzados y superiores. Según Sanoja y Vargas (1974: 144-146) reconocen los siguientes tipos de comunidades indígenas prehispánicas:

Comunidad nomádica Restringida


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Comunidad nomádica
de Base Central

Comunidad
Semipermanente
Sedentaria
y Comunidad
Semisedentarios
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Comunidad en Centro
Nuclear Simple
Indiferenciado
105
Comunidad Organizada
en Centro Nuclear
Simple
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POBLACIÓN INDÍGENA EN LA VENEZUELA ACTUAL.

Herencia Etnoecológica en la Geografía Social y la Geografía Cultural.

            A fin de mostrar su pertinencia en los estudios ambientales de la herencia sociocultural etnológica, mediante el análisis homeostático de sus elementos tanto biofísicos como socioculturales, ponderamos la utilidad de un enfoque epistémico monista —el paisaje como una totalidad en la que no hay separación de sus componentes—, frente al dualismo manifiesto en la dicotomía naturaleza-sociedad, común en el pensamiento científico dominante, que poco contribuye al uso del conocimiento con entendimiento cabal del medio, en un contexto de emergencia ecológica global.
            En los últimos cien años, tan sólo la antropología —en su orientación ecológica— y la geografía han estudiado los vínculos entre diversas colectividades humanas y sus ambientes. La antropogeografía, la ecología cultural, la antropología cognitiva, la ecología humana, la ecología del paisaje o la etnoecología, son algunos de los enfoques desde los cuales se ha indagado en torno al vínculo naturaleza- sociedad (Milton, 1996, 1997; citado en Urquijo y Barrera, 2009: 227-228).
            Siguiendo los principios establecidos en el Convenio sobre la Diversidad Biológica suscrito en 1992 por la Conferencia de las Naciones Unidas de Río de Janeiro, los países latinoamericanos han comenzado a adoptar nuevos esquemas legales de protección, incluyendo la declaración de soberanía sobre su patrimonio genético, la regulación del acceso a los recursos genéticos y conocimientos asociados, la protección de los conocimientos tradicionales y el reconocimiento de los derechos de propiedad intelectual (Zent, 2003; citado en Bermúdez et al., 2005).
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            En el caso particular de Venezuela, tanto en la Constitución Nacional de 1999 como en la Ley de Diversidad Biológica (Gaceta, 2000), se reafirma la soberanía del país sobre los recursos biológicos y genéticos y se ratifica la responsabilidad del Estado en la conservación y protección de la diversidad biológica y cultural. Por su parte, los países latinoamericanos que ratificaron el Convenio de Diversidad Biológica de 1992 y la Resolución sobre acceso a recursos genéticos (Decisión 391, 1996), requieren por parte de toda persona o institución que pretenda tener acceso a los recursos genéticos, la firma de un Contrato de Acceso ante la Autoridad Nacional Competente, que en Venezuela es el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales –hoy Neosocialista y de Aguas- (Molina, 2004; citado en Bermúdez, 2005). Desafortunadamente, en muchos países, incluyendo Venezuela, tales mecanismos no están claros (Quintero, 2003; citado en Bermúdez, 2005).
            El autor citado anteriormente, destaca una iniciativa desarrollada en Venezuela, en proyectos etnobotánicos realizados en la Costa de Oro, estado Aragua, con financiamiento del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales. En este caso se prepararon dos publicaciones populares sobre plantas medicinales, donde el investigador aparece como editor y los informantes locales como los autores. Como en algunos países la fuente natural de muchas plantas medicinales ha sido agotada, bien por la destrucción del hábitat o por la recolección intensiva y sin control, el desarrollo de proyectos de conservación ha recibido especial atención en los últimos años, con lo cual se enfatiza el valor de los bosques u otras áreas naturales como fuentes de especies para el cuidado de la salud (Sheldon et al., 1997).
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            Finalmente, entre las propuestas y proyectos consideradas para lograr la conservación de los ecosistemas fuente y de las plantas útiles presentes en ellos se encuentran la creación de reservas forestales para la extracción controlada de plantas medicinales, y que también servirá de aula abierta para los aprendices de prácticas médicas tradicionales en un programa iniciado por los curanderos locales (Balick et al., 1994); la creación de jardines botánicos regionales (Estrada, 1998; Martín, 2001); y el uso de huertas familiares como estrategia para disminuir la presión sobre los ecosistemas naturales. (Citados en Bermúdez, 2005).


Distribución Actual de la Población Indígena Venezolana

            En cuanto a la distribución de la población indígena por entidad federal, basado en el Censo 2011 (según el Censo de 1992, la población indígena venezolana alcanza a 314.772 personas, agrupadas en 25 grupos étnicos), del total indígena nacional (con 724.592 personas), el estado Zulia se coloca en primer lugar con 61,2% del total nacional étnico que corresponde a 443.544 declaraciones de auto reconocimiento indígena de las cuales 91,2% se identifican con el Pueblo Wayuu, mayoritario en el país; a su vez la población indígena en esta entidad representa el 12% del total de población del estado. Estas cifras se mantienen para el Zulia con leves variaciones desde el Censo 2001; sin embargo la distribución de la población indígena varía en el resto de las entidades de forma más palpable debido al aumento en declaraciones indígenas para entidades del oriente del país, donde se produce con fuerza el fenómeno de revitalización étnica, tal como se aprecia en Sucre que pasa a 
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representar 3,1% del total indígena nacional en 2011 cuando en 2001 fue 0,7%, o de los estados Anzoátegui y Monagas que pasaron de 2,8% a 4,7% y de 1,7% a 2,5% respectivamente en el mismo lapso 2001-2011, incorporando incluso nuevos Pueblos Indígenas en diferentes áreas geográficas, como se puede observar al llevar la información a unidades menores de análisis como municipios y parroquias.
            Aun cuando actualmente se reporta población indígena en todas las entidades del país, aquellas con población indígena originaria (Amazonas, Anzoátegui, Apure, Bolívar, Delta Amacuro, Lara, Monagas, Nueva Esparta, Sucre y Zulia) (ver Mapa de la Figura 2) concentran al 97,4% del total indígena nacional, lo que indica que solo el 2,6% restante se ha desplazado hacia otros estados. Resulta interesante comparar la distribución de la población indígena por entidad con el porcentaje que la misma representa en relación al total de población del estado, y aún más el porcentaje que puede llegar a representar considerando el total de población por municipio y parroquia.


Población Étnica en Área Rural y Área Urbana


            En relación a la localización de la población indígena según sea área urbana o rural, el Censo 2011 muestra que el 63,2% se ubica en centros poblados con más de 2.500 habitantes, es decir urbanos. Este resultado está marcado de manera determinante por los datos del Zulia, donde además de encontrarse el 61% de la población indígena del país el 82,6% de la misma habita en área urbana. En el resto de las entidades a excepción de Nueva Esparta y Lara, con una población indígena relativamente pequeña, predomina la población indígena en área rural (ver Tabla 1 de Población Indígena por Área Rural y Urbana; y Gráfico 1 de Distribución Actual de la Población Indígena).
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Como hay numerosos grupos étnicos aborígenes en Venezuela (el 2,8% de la población de Venezuela pertenece a pueblos originarios y se calcula que son 34 etnias, según el Censo 2011), la manera más práctica para diferenciarlos es a través de sus idiomas originales. (Zambrano, 2016a). A pesar de que la invasión y colonización del territorio de Venezuela por los europeos comenzó durante el tercer viaje de Cristóbal Colon a América, cuando llegó a la costa oriental del país, sin embargo ésta fue relegada a segundo plano, por lo que tomaría más de un siglo la llamada conquista.
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             Esto en virtud de que el interés de los españoles comenzó a desplazarse hacia las costas de México, adonde había llegado Hernán Cortés en 1518 y donde había comenzado una campaña de conquista algo después hasta conquistar la capital del estado mexica, Tenochtitlán, tres años después (1521), y ya para finales de los años veinte los europeos explotaban México, que tenía una mayor economía que la que existía entre los diferentes pueblos encontrados en las costas venezolanas[x].
          La falta de un gobierno unificado en el territorio de la hoy Venezuela significó que los conquistadores no podían tomar el control de una región muy amplia con tan solo dominar una etnia. Las características geográficas que dificultaban la colonización de los Llanos y del territorio al sur del Orinoco también frenaron la penetración de la corona española durante mucho tiempo.
            Carlos I, en perenne necesidad de recursos financieros para sus campañas, decidió otorgar a la casa de banqueros Welser la explotación de la provincia de Venezuela. Los Welser eran una familia de banqueros de Augsburgo (Alemania) y una de las principales casas financieras de Europa en la primera mitad del siglo XVI. Estos banqueros ya tenían una sede de su Compañía en Santo Domingo. Los siguientes años serían conocidos como los tiempos de la colonia alemana en Venezuela. En realidad la actividad de los Welser se concentró en la búsqueda de oro y la trata de esclavos y durante ella los españoles continuaron realizando exploraciones y fundaciones. Los Welser, contrario a las condiciones estipuladas en el contrato de colonización, se dedicaron ante todo a la búsqueda de la mítica ciudad del El Dorado y a la esclavitud de los indígenas. Esto y la competencia por intereses económicos produjeron un conflicto constante con los colonizadores españoles[xi], lo que llevó a rescindir su concesión por parte de la Corona española.
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Figura 4: Población Indígena en Venezuela
Fuente: Censo 2011
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CAPÍTULO II
ESTRUCTURACIÓN DEL ESPACIO SOCIOECONÓMICO Y EL ESPACIO DERIVADO O COLONIAL VENEZOLANO

FORMACIÓN DE LOS NÚCLEOS PRIMARIOS DE IMPLANTACIÓN: ANTECEDENTES HISTÓRICO-GEOGRÁFICOS.


            El contexto conceptual según el cual el espacio-tiempo socioeconómico analizado como un sistema con estructura y funcionamiento autónomos, aunque dependiente de las características del sistema económico-social, que determina sus rasgos fundamentales, y el sistema físico-natural, que le sirve de soporte (el ecosistema) y que condiciona su estructura y funcionamiento, es un sistema dinámico desarrollado por el Dr. Luis Fernando Chaves Vargas, quien fue mi profesor de Geografía Humana de Venezuela y se especializó en Geografía marxista en la Universidad de Varsovia (Polonia). 


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                A juicio de este especialista, una correcta interpretación del carácter del sistema de desarrollo nacional o de asentamiento de las actividades tanto productivas como urbanas de Venezuela, sólo es posible dentro de un marco conceptual de la formación mercantilista o social capitalista periférica, la cual vendría a ser el sistema económico-social, definido por una dada combinación de tecnologías productivas, correspondientes a relaciones de producción capitalista dominantes que penetran, a través del proceso de circulación de mercancías, los modos de producción precapitalistas sometidos.
            Para Chaves (en Delgado de Bravo, 1998: 337), esta situación se acentúa a partir del último cuarto del siglo XIX, cuando las potencias capitalistas pasan a invertir en el exterior, desarticulando las economías nacionales de la periferia, hasta el extremo de convertirlas en apéndices (“paisajes derivados” según una expresión de Max Sorre, 1961; retomada más recientemente, como “espacios derivados”, por M. Santos, 1971; citados por Chaves) de las economías metropolitanas, situación que encuentra su máxima expresión en las relaciones metrópoli – colonia: Esa desarticulación a nivel internacional, pasa a reproducirse también a nivel nacional, donde todo el sistema “se deriva” a partir de la metrópolis ultramarina o del “área nuclear nacional”.
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            A pesar de que el “enfoque” geográfico radical vivió, un intenso proceso de revisión a partir de la década de 1970, que cuestionaba sus limitaciones, particularmente las referidas a su capacidad para alcanzar resultados prácticos y a lo enrevesado de su lenguaje para ser aprehendido y, en consecuencia, a sus escasos efectos y logros dentro de la práctica social de la geografía (Nicolás-Obadía, citado por Méndez, 2006), sin embargo, tal reproche podría hacerse ante todo a la corriente de pensamiento que Georges Gurvitch (citado por Benko, 1970: 47) ha denominado “marxismo vulgar”. Marxistas o no, todas las teorías estructuralistas reconocían explícitamente –como una ley inexorable- el papel del capitalismo respecto de la producción y reproducción de esas desigualdades, pero perpetuando los fundamentos epistemológicos de aquellos.
            La evolución económica y social de Venezuela está circunscrita a la evolución histórica de los modelos imperiales (español y norteamericano) que han dominado la historia del Nuevo Mundo. En este sentido, podemos traer a colación los periodos históricos (Conquista y poblamiento, Agro-exportador, Petrolero y Sustitución de Importaciones) de la formación del espacio conquistado –o más bien invadido por el imperio español- desde lo económico; esto es, de organización del sistema de explotación de los recursos naturales (recursos primarios), y de asentamiento de las actividades productivas y crecimiento urbano venezolano.
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            Es así como el mercantilismo, primero y el imperialismo posteriormente, hace que el modo de producción capitalista, que se inicia en Europa Occidental y se desarrolla con la Revolución Industrial[xii], se convierta en sistema mundial. Este proceso de desarrollo capitalista y la subsecuente ampliación de mercados, tuvo como consecuencia el aumento de la productividad y trajo consigo, inicialmente, el aumento de la demanda de productos tropicales, introduciendo para ello la mano de obra esclava, pero luego, produjo la alteración y control definitivo de la naturaleza por el hombre.
            La mayor parte (en torno al 80 o 90%) de las sociedades preindustriales estaban formadas por población campesina ligada al trabajo agrario y se caracterizaban por la escasez, la baja productividad y la desigual repartición de la renta que hacía evidente el gran contraste social predominante. La imposibilidad para ahorrar no permitía que se invirtiese en nuevas empresas ya que destinaban el 80% de sus ingresos a la alimentación por lo que eran muy sensibles a las subidas de precios o a las malas cosechas que provocaban, de forma inmediata, hambrunas y carestías. La riqueza se medía por la cantidad de tierra poseída. A más tierra, mayor nivel de renta.
            El proceso previo a la Revolución Industrial británica –también llamada primera revolución industrial—, que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino Unido, surge en diversas regiones europeas (como Flandes, donde fue acuñado el concepto) y determina el inicio y desarrollo de la misma, se caracteriza por una población campesina que combinaba su tradicional trabajo en la agricultura con la elaboración de manufacturas de tipo textil que eran vendidas por los comerciantes en mercados distantes; con ello complementaban sus ingresos y se posibilitaba un sostenido crecimiento demográfico (mejora en la alimentación) y productivo.
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            La primera, denominada domestic system, se trataba de un proceso autónomo donde los campesinos eran dueños de sus instrumentos de trabajo y eran, además, los encargados de llevar parte de sus manufacturas a los mercados más próximos donde las intercambiaban por un precio acordado con los comerciantes. En una segunda fase, el campesino fue perdiendo autonomía para decidir cómo y cuánto producir. El comerciante terminó controlando este proceso productivo tan disperso caracterizado por la deslocalización ya que suministraba las materias primas, proporcionaba a los campesinos los instrumentos necesarios para la fabricación (hilar y tejer) y fijaba los precios unilateralmente. Este fenómeno se conoce como putting out system.
            Hacia las dos últimas décadas del siglo XVIII, esta actividad era cada vez más rentable y se fue extendiendo por muchas zonas. Los problemas de suministro de materias primas y control de las familias campesinas en territorios dispersos, se resolvieron con la concentración del capital de los comerciantes o de las empresas comerciantes, y reuniendo a los trabajadores y máquinas en un mismo lugar. Se establecieron salarios por horas y se produjo una división y especialización del trabajo. Es el llamado factory system, cuyo sistema en el sector textil comenzó a producir tejidos de algodón que se vendían en todo el mundo a ricos y pobres, con independencia del clima. Nació una gran industria de consumo, inclusive cuando la materia prima (algodón) no se producía en Gran Bretaña.
            De este modo, la factoría textilera inglesa empezó su expansión hacia los mercados asiáticos, llegando hasta Shanghái, ciudad china que yace en el delta del río Yangtsé, hoy una de las más pobladas del mundo y eje comercial entre China y las potencias coloniales por ser nodo financiero y comercial.
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            Los cambios en la agricultura en Gran Bretaña a lo largo del siglo XVIII fueron tan significativos que se puede hablar de una auténtica revolución agrícola que precedió a la industrial y contribuyó a hacerla posible. Se sustituyó el barbecho (sistema de cultivo caracterizado por la división por parte del campesino del terreno en tres partes que se van alternando periódicamente. Una de ellas se deja sin cultivar con el fin de que se produzca una recuperación de los nutrientes del suelo) por el sistema Norfolk o cuatrienal basado en la rotación de cultivos (sistema de cultivo que se diferencia del barbecho en que el terreno queda dividido en cuatro partes y en lugar de dejar parte de la tierra sin cultivar, se introducen forrajes y nabos con el fin no sólo de que se produzca una pronta recuperación del suelo, sino también, de alimentar al ganado). (Véase nota 1, al final del ensayo).
            A la par, se ampliaron las tierras de cultivo mediante el drenaje de zonas húmedas y la reducción de algunas zonas de bosque, a la vez que se intensificaba la especialización ganadera (carne y leche) introduciéndose nuevos cultivos. La tecnología agrícola fue mejorando y se produjo una mecanización de las tareas. Se innovó en las técnicas agrarias y en fabricación de aperos de labranza tradicionales como el arado. Se introdujeron nuevas máquinas como las sembradoras o trilladoras mecánicas. Todo ello propició un aumento de la productividad del trabajo agrícola (hasta el 90%). 
               La producción de excedentes permitió exportar productos agrarios (cereales) y ganaderos, además de alimentar a las crecientes poblaciones. Finalmente, se aprobaron las llamadas leyes de cercamiento (Enclosure Acts) por las cuales el Parlamento Británico favorecía la concentración, delimitación y privatización de la propiedad agraria, e incluso de las tierras comunales. Esta transformación de la propiedad permitió la constitución de empresas agrarias rentables orientadas al mercado y regentadas por grandes propietarios. Perjudicó a los pequeños propietarios y jornaleros quienes se vieron obligados a vender sus tierras y emigrar a los nuevos barrios industriales.
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                   En resumen, las transformaciones agrarias contribuyeron de 3 formas a que se desarrollara el proceso industrializador británico: a) alimentando a la población, b) permitiendo un aumento de la capacidad de demanda y, c) suministrando parte del capital necesario para financiarlo. Las transformaciones en la economía capitalista produjeron la acumulación del capital y la consecuente expansión mundial del sistema capitalista, cuya fase inicial fue la colonización de espacios marítimos y continentales.
            Se produjo un crecimiento de la demanda exterior tanto de Europa continental como de las posesiones en ultramar. Gran Bretaña exportaba tejidos de lana al resto de puertos europeos a un precio inferior. Las relaciones comerciales con las colonias constituía una importante actividad: las compañías inglesas compraban productos tropicales (té, café, tabaco, etc.), que reexportaban a países europeos.
            En conclusión, la Revolución Industrial no hubiera sido posible de no producirse una auténtica revolución de los transportes, ligada a la utilización de la máquina de vapor en el transporte terrestre (ferrocarril) y marítimo (buques de vapor). Inicialmente en Gran Bretaña, las mercancías eran trasladadas por medio de un sistema de canales interiores navegables y caminos que habían fortalecido el mercado interior entre Inglaterra, Gales y Escocia. La red británica fue pionera, a nivel mundial en el tendido de durmientes para ferrocarril. Hacia 1850, ya estaban en funcionamiento las principales líneas que unían Londres con el resto de ciudades y centros industriales. Fue a partir de mediados de siglo cuando se construyeron redes ferroviarias en EEUU y el resto de Europa.

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De la Organización del Espacio de las Sociedades Prehispánicas a la Implantación Colonial.

            Para Ekman (2015), el poblamiento humano del territorio hoy venezolano y las relaciones socioespaciales en el mismo, han seguido, históricamente, un patrón que ha sido objeto de críticas y reflexiones por parte de intelectuales y políticos. Este patrón ha sido interpretado repetidas veces como expresión y causa del subdesarrollo, proponiéndose alterarlo de acuerdo con un ideal de “equilibrio” territorial. El autor citado intenta explicar hasta qué punto la actualidad de las causas de la distribución del sistema de ciudades venezolano no puede ser entendida como una realidad más compleja, producto de un proceso más antiguo que lo comúnmente aceptado. ¿Cómo nos presenta tal entramado intelectual? Para ello usa lo que denomina “Elementos para la comprensión de las formaciones socioespaciales del territorio hoy venezolano”. Después de hacer un recuento de los modos de vida y su expresión espacial desde una perspectiva teórica, siguiendo la conceptualización de Milton Santos, según la cual, el espacio es un “…conjunto inseparable de sistemas de objetos y sistemas de acciones”, y asumiendo el “relacionamiento” ser humano-entorno geográfico como el producto de una cierta disponibilidad u oferta de objetos técnicos- a ser transformados con aplicación de técnicas producidas socioculturalmente, además de hacer abstracción en particular de los elementos técnico-tecnológicos que evidencian más claramente hechos geográficos empíricos, nos presenta el estudio de las poblaciones a través del concepto antropológico de modo de vida que le “resulta muy útil”.
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            De esta manera es posible observar que cada uno de los modos de vida implica el dominio de un conjunto de técnicas que tienen una inmediata vinculación espacial. Así, tras una primera mirada sobre la síntesis elaborada por Ekman (a partir de Vivas y Cano, citados en p. 136), muestra que todas las regiones geohistóricas, a saber siete: 1. Cuenca del Lago de Maracaibo; 2. Andes venezolanos; 3. Noroeste de Venezuela; 4. Llanos altos occidentales; 5. Centro Costera; 6. Cuenca del río Orinoco; y 7. Noreste de Venezuela, albergaron inicialmente a poblaciones con una sociedad tipo Estado con la capacidad de organizar y administrar socioespacialmente diversos cacicazgos vinculados regionalmente a través de flujos comerciales y demográficos, en particular el área altoandina. Luego de esa caracterización, Ekman (2015) afirma que:

Sanoja y Vargas realizan un contraste territorial entre las áreas que entre los años 200 a.C. y 1.500 d.C. habían estado mayoritariamente ocupadas por sociedades jerárquicas, y aquellas que en el mismo período habían albergado sociedades igualitarias, obteniendo como resultado que las sociedades jerárquicas descritas anteriormente se localizaban en un arco que abarcaba desde los andes venezolanos hasta el litoral caribe. Al mismo tiempo, el extremo occidental de la región zuliana, la cuenca del Orinoco y el extremo noreste del territorio habrían albergado a las sociedades igualitarias aún existentes en el mencionado periodo. (p. 136)

            Posteriormente, Ekman (2015: 137) pasa a rememorar el hecho de que, desde finales del siglo XV, y en base a las afirmaciones de Beroes, según el cual el relacionamiento de los europeos con los nativos comenzó como un conjunto de iniciativas particulares de carácter expoliativa-comercial por parte de grupos ibéricos (tal como la extracción perlífera en Cubagua), comienza a tener lugar una especie de entendimiento entre los hispanos con las sociedades indígenas que ocupaban el territorio, al igual que el del resto de lo que hoy conforma la América Latina. “Posteriormente empezaría a manifestarse una tendencia hacia el establecimiento permanente en el territorio, tendencia que al ir alcanzando su concreción definitiva resultaría altamente condicionada por la heterogeneidad de la base indígena que ya ocupaba los espacios en cuestión”.
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            Dicho lo anterior, es posible comprender el hecho de que, para el caso del territorio, el establecimiento de núcleos primeros y primarios de implantación tuviese, como característica particular, el realizarse siempre en zonas costeras y con pocos o ningún intento de penetración hacia las tierras interiores. De hecho, las zonas costeras del área conocida como Tierra Firme proveyeron a los españoles, desde la época de relacionamiento inicial, con la fuerza de trabajo que necesitaban gracias a la presencia histórica de una base demográfica indígena relativamente amplia; y, en el caso del noroeste del territorio, con una organización jerárquica preparada para entablar negociaciones y pactos en aquellos casos de inminente implantación de poblados estables por parte de los españoles.
            De este modo, y de acuerdo con Carrera, Ekman (2015: 138) llega a la conclusión de que “las condiciones específicas de los núcleos primeros y primarios de implantación colonial en territorio venezolano surgirían, de manera fundamental, en razón del nivel de desarrollo de la base indígena preexistente”; por otra parte, la expansión territorial de la implantación colonial, de acuerdo con la conceptualización de los núcleos de poblamiento como primeros y primarios, implicó “…la reproducción, en cada nuevo punto del territorio, de los procesos que han tenido lugar en las zonas ya ocupadas”; es decir, en los tres núcleos de implantación colonial que, como hemos observado, respondieron a las condiciones de la base indígena preexistente. Así sucesivamente, la reproducción del modelo de implantación colonial en el territorio tendría como fundamento un relacionamiento con la base indígena que, desde cierto punto de vista, “permitió un desarrollo de diversos núcleos de poblamiento con tendencia hacia una relativa o total autonomía entre unos y otros”.
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     Estructuración de los ciclos fundacionales como sistema cerrado: polarizado hacia la metrópoli y subpolarizado hacia las capitales del imperio español.

Ruinas de Nueva Cádiz, en la costa nororiental de la Isla de Cubagua.  Fuente: Wikipedia, 2016.[xiii]

        Nueva Cádiz fue el primer núcleo de asentamiento poblacional o “ciudad”, erigida por los conquistadores en la Isla de Cubagua[xiv] (Venezuela), establecida en 1500 como campamento temporal para la explotación de las pesquerías de perlas. Fray Bartolomé de las Casas dejó escrito, que en el 1500, a tan sólo 2 años de su avistamiento, ya había en Cubagua 50 aventureros instalados que buscaban afanosamente las preciadas gemas de nácar que usaban los nativos en su ornamento personal. Después de la gran insurrección indígena de 1520, que provocó el abandono de la isla, esta volvió a ocuparse y en 1526 fue elevada a la categoría de Villa con la denominación de “Villa de Santiago de Cubagua”, aunque al parecer nunca utilizó este título. Por fin, el 13 de septiembre de 1528 mediante una real cédula promulgada por el emperador Carlos V, se le otorgó el rango de ciudad, se le dotó de escudo de armas y se le cambió su nombre por el de “Nueva Cádiz”. Este sitio es el primer pueblo fundado por los españoles en Sudamérica, y como ciudad, es considerada la primera ciudad de Venezuela.
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Cumaná es la ciudad más antigua fundada por europeos en el Reino de Tierra Firme del continente americano, el 27 de noviembre de 1515, aunque ya desde 1500 se la conocía como Puerto de las Perlas, por lo que es conocida como La Primogénita del continente americano.

             La región fue ocupada originalmente por algunos grupos indígenas que, al parecer, procedían de la cuenca del Orinoco. Los indios chaimas y guaiqueríes también habitaban la isla de Margarita. Alexander Von Humboldt habla en sus relatos sobre estos indígenas y dice que ellos estaban emparentados con los waraos y que hablaban una forma del idioma warao.
            Los españoles que buscaban perlas en la isla de Cubagua desde 1500 se proveían de agua dulce en el Puerto de las Perlas, poblado que dio origen a la ciudad en el río Cumaná y donde también se extraía la riqueza perlífera de la zona, junto a los indígenas, en una isleta del río, al que ellos bautizaron como “Manzanares”, en conmemoración del río que atraviesa Madrid. Por ello, necesitaban que el acceso al río estuviera libre de posibles ataques por lo que el rey Fernando El Católico mandó a construir el fuerte de Santa Cruz de la Vista. En 1501 un grupo de monjes franciscanos estableció una misión en Puerto de Perlas, la primera en el Reino de Tierra Firme del Nuevo Mundo. Esta misión fue atacada en numerosas oportunidades por los indígenas de la zona. A comienzos de ese año llegó otra expedición, compuesta de dos naves, con Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa, que realizaron trueques con los indígenas[xv].
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Santa Ana de Coro, mejor conocida como Coro. Fue fundada el 26 de julio de 1527 por Juan de Ampíes.


Le siguió la ciudad de Coro. Se encuentra asentada al sur del Istmo de los Médanos de Coro, en una llanura costera, flanqueada por los Médanos de Coro al norte, y la Sierra de Coro al sur, a escasos kilómetros de su puerto (La Vela de Coro) en el Mar Caribe, entre la Ensenada de la Vela de Coro y el Golfete de Coro. Cuenta con una amplia tradición cultural, que le viene de ser el asentamiento urbano fundado por los conquistadores españoles que logró perdurar y que sirvió para irradiar la conquista y colonización en el interior del continente; primera capital de la Provincia de Venezuela; cabeza del primer obispado fundado en América del Sur en 1531; en su región surge el movimiento precursor de la independencia y de reivindicación de las clases dominadas en Venezuela; y cuna del movimiento federalista venezolano en la época republicana[xvi].
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            La contraparte de la comunidad indígena sometida, asentada en “pueblos”, era la comunidad de conquistadores, asentada en “ciudades” y “villas”. La propiedad comunal de la ciudad eran sus ejidos y propios, así como los potreros y bosques comunales. Al lado de la propiedad comunal fue desarrollándose rápidamente la propiedad privada obtenida a través de mercedes reales y composiciones. (Chaves, 1998: 17).
            Para el momento del contacto europeo había una gran heterogeneidad de etnias indígenas en el territorio venezolano, las cuales posteriormente fueron esclavizadas. Investigaciones arqueológicas confirman la presencia aborigen en suelos maracaiberos quince mil años antes de Cristo. Revelaciones arqueológicas de Cruxent y Rouse dejan ver fósiles de objetos cerámicos, artefactos de origen pétreo, manufacturas de conchas, urnas funerarias y ornamentaciones de metal demostrativas de la presencia milenaria de los ancestros aborígenes maracaiberos.
            Se conoce que habitaron cerca de 20 parcialidades indígenas que vivían en la cuenca del Lago de Maracaibo entre los cuales se incluían: wayúus, baríes, añúes, yukpas y japrerías. Sin embargo, se conoce poco de los primeros habitantes de suelos marabinos; no quedaron indicios que permitan conocer cómo fueron, solo se sabe de unos pobladores que fueron desalojados por los aborígenes que encontraron los españoles en su llegada de conquista a América.  Se cree que había presencia de numerosos grupos en la cuenca del lago y sus alrededores, parte de las grandes familias Caribe, Chibcha y Arahuaca, los cuales vinieron de varias regiones de lo que hoy es América, tiempo en el cual los palafitos eran característicos de la población indígena de Maracaibo, y el Zulia en general. Fueron divididos en dos grandes grupos, los arahuacos o aruacos, una raza que fue inicialmente agricultora, con una cultura adelantada a la del resto de los indígenas de Venezuela, y los caribes, raza feroz, con numerosos guerreros y navegantes.
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            En el territorio del actual estado Zulia estaban presentes y bien diferenciadas dos etnias vertientes de los arahuacos; la etnia añú; y la etnia wayúu, diferenciadas por su modalidad de subsistencia. Los wayúu se dedicaban al comercio, la siembra y el pastoreo, mientras que los añú se extendieron por toda la ribera del lago de Maracaibo, diferenciándose lingüísticamente y nombrados con una palabra que para algunos investigadores significa gente, y, para otros, hombres de agua. La referencia escrita más antigua de este pueblo data de los relatos de los cronistas según los cuales, estaban asentados en la costa occidental del lago de Maracaibo. Allí se establecieron, constituyendo sus hogares, en la red de palafitos que les proveyó de puerto seguro y vivienda, así nació lo que hoy es Santa Rosa de Agua, al norte de la ciudad de Maracaibo, en el estado Zulia.
            Se atribuye a ellos el nombre de Venezuela cuando evocaron a Venecia al ver que los habitantes vivían en palafitos sobre el lago y que la gente se trasladaba de un sitio a otro mediante pequeños puentes de madera y en canoas. La ciudad se fundó por primera vez el 8 de septiembre del año1529 por el alemán Ambrosio Ehinger (castellanizado como Alfinger), conquistador de la familia Welser de Augsburgo y primer gobernador de la Provincia de Venezuela con el nombre de Neu Nürenberg (Nueva Nuremberg en Alemán) que partió en expedición desde Coro, capital en aquel momento de la provincia. Al asentamiento se le dio el nombre de Villa de Maracaibo pues al momento de su fundación no se constituyó un cabildo que le confiriera el carácter de ciudad. En los documentos alemanes de los Welser aparece el nombre de Neu-Nürnberg. Es probable que la fundación de Alfínger se hiciera en las cercanías o sobre los restos de un asentamiento indígena (o ranchería). (Véase Figura 5)
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            Durante los primeros años de su existencia, Maracaibo fungió como muy importante puerto de enlace entre las zonas productivas del sur del Lago y los Andes venezolanos (incluyendo Pamplona en la actual Colombia) y las rutas comerciales en el mar Caribe. Administrativamente Maracaibo dependió primero de Coro, y luego de Mérida. En 1777 Maracaibo pasa a depender en lo gubernativo y militar de la Capitanía General de Venezuela, con sede en Caracas, y en lo judicial de la Real Audiencia de Santo Domingo.

Figura Nº 5. Mapa de Maracaibo en 1631
Fuente: Wikipedia, 2016  Maracaibo. [Página web en línea]. En: https://es.wikipedia.org/wiki/Maracaibo


El Posicionamiento de los Recursos Naturales de Control Imperial Colonial.
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            Haciendo un poco de historia sobre la Conquista –sin obviar la de la resistencia indígena, por supuesto— y colonización de nuestro espacio, la fundación de la principal ciudad de Mérida, ocurre luego de la penetración del cruel conquistador español, capitán Juan Rodríguez Suárez, y sus huestes, desde Pamplona (Colombia), a través de Cúcuta y La Grita (Táchira); al superar la resistencia de los pobladores originarios, cuando se llevó a cabo la conquista de la Provincia de Mérida-Maracaibo[xvii], con la fundación de San Juan de Lagunillas (fue el conquistador de Mérida, Juan Rodríguez Suárez, quien le dio este nombre en el año 1558), asentamiento a partir del cual establecieron, sobre poblados indígenas, campamentos de penetración hacia el norte, y fundaron San Buenaventura de Ejido, considerados, por lo tanto, como fundaciones primarias de la ciudad de Mérida, para ir avanzando hacia su actual ubicación: la terraza de Mérida, donde consiguieron tierras fértiles y una importante concentración de población indígena disponible como mano de obra para el sistema económico colonial. Esto permitió el comienzo colonialista, basado en el aprovechamiento de la fuerza de trabajo indígena (dando inicio al trabajo esclavo u obligatorio), lo cual se le facilitó en gran medida, gracias al sedentarismo del desarrollo cultural de los naturales, sobre la cual se organizaron las 'encomiendas'.
            De esta manera nos lo relata la historiografía merideña, cuando el conquistador Rodríguez Suárez (citado en Hernández y Santos, 2004) recorre por diferente camino y vía de los que lo habían precedido desde Pamplona:

Suárez prosiguió el camino hacia los llanos de Cúcuta, desde donde continuó su recorrido por las vertientes del valle de San Cristóbal, desplazándose por el valle longitudinal del río La Grita, y de allí pasaron al valle del río Mocotíes, llegando a Bailadores, y luego al valle del Chama. En la parte media de este valle fundo por primera vez a Mérida, en un sitio cercano a la laguna de la población prehispánica de Zamú, en la actual Lagunillas. (p.41).
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            Se comenzó por fundar ciudades para la administración local, que permitieran y sirvieran de apoyo a la conquista, a través de la penetración del territorio andino. Todo esto gracias a que ya existían pueblos indígenas asentados en los lugares que iba conquistando y colonizando los invasores españoles, sobre los cuales se iban apuntalando y aprovechando las ventajas que les ofrecía el territorio conquistado, es decir, sobre poblados que reflejaran una estructura organizativa (principios básicos de orden y orientación natural), acorde con los patrones foráneos (manejados a través de la regularidad y la simetría), para la organización del ordenamiento urbano interno[xviii], incorporando el concepto ciudad-territorio. En vista de que la estructura física interna de algunos poblamientos indígenas, donde los conquistadores pretendieron ubicarse inicialmente, no facilitaba los intereses ni el modo de vida de ellos, comenzó su transformación de acuerdo a los intereses económicos propios y la recreación, en lo posible, de los habitas del español, en base a actividades agrícolas, con rubros autóctonos primero, para ser luego mesclados con la producción agropecuaria, al introducir rubros originarios de España y la domesticación de animales para la alimentación.
            Posteriormente, y no sin pasar primero por el sitio denominado La Punta (hoy en día La Parroquia), fue removida al sitio que ocupa hoy día, o sea, sobre la terraza de los indios Tatuyes, el cual tenía un clima más benigno para los europeos y era un lugar más estratégico para defenderse de los ataques indígenas.
            De lo dicho hasta este punto es posible inferir que el paso de la organización espacial de la época precolonial a la colonial implicó la permanencia de ciertos rasgos importantes en la caracterización de la distribución de la población en centros o núcleos de poblamiento, en lo que anteriormente hemos comparado con un patrón anular o en forma de arco, desde los Andes venezolanos, pasando por el noroeste del país hasta la región central y el litoral del Mar Caribe. No obstante, tal continuidad aparente no debe ser entendida como extensible en todo sentido, pues como hemos observado, hubo modificaciones fundamentales tanto en la base demográfica, como en las estructuras y dinámicas socioculturales, jurídico-políticas y económicas características de la época colonial.
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Estructura y Funcionamiento del Espacio en la Sociedad Colonial Temprana (Siglos XVI y XVII).

            El proceso de establecimiento de la colonia de explotación ocurre, en Venezuela, esencialmente entre los siglos XVI y XVIII. Este proceso se monta sobre la necesidad del desarrollo del capitalismo en los países centrales, que lleva a incorporar las colonias (a través de la realización de la plusvalía en las economías periféricas) a la economía metropolitana. Ello implica la disolución de la economía comunal (primitiva o tributaria) forzando a los productores naturales, acostumbrados a producir para sí mismos en comunidad, a producir para otros que se apropian de las condiciones, medios de trabajo y excedentes.
      La economía mundial, desdoblada en dos grandes conjuntos: las economías centrales, caracterizadas por sistemas nacionales de asentamiento con dinámica propia, y las economías periféricas, con sistemas nacionales de asentamiento con dinámica subordinada a los objetivos del primer conjunto ó subsistema, ya estaba en marcha.
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            Es así como el capitalismo, que en los países centrales significó la liberación de los trabajadores de las cadenas de la servidumbre, se mantiene gracias a la conservación de la estructura servil en Europa Oriental y la introducción de la encomienda, la transformación de la mita[xix] en forma de servidumbre y la introducción de la esclavitud en los países periféricos. Este sistema de trabajo obligatorio (sirviente) continuó ya dentro del período bajo soberanía española, ayudando a desarrollar internamente una economía de mercado con productos y servicios para la España europea. Cada grupo de indígenas aportaba a la Corona un número determinado de trabajadores durante varios meses del año. Estos trabajadores eran movilizados de sus lugares de origen hacia las zonas en las que se les requería para diversas actividades
            El mercantilismo se constituye, de esta forma, en el sustento teórico de una sociedad que persigue la acumulación (expresada en forma de atesoramiento y/o apropiación) como objetivo. Una de las dificultades más comunes con las que tropieza la comprensión de la historia económica reside en la falta de familiaridad con órdenes arcaicos de magnitudes, propios de economías precapitalistas.
            Durante el primer siglo de la Colonia fue dominada por el modo de producción indohispánico. La economía tenía un carácter autosuficiente, con muy reducidas exportaciones. Los cueros, los cuales se empiezan a explotar en base al desarrollo de la economía pastoral, pasan a ser el primer producto de exportación entre 1620 y 1665. (Arellano Moreno, Arcila Farias; citados por Chaves, 1998: 17). También, en base al desarrollo de la ganadería en los Llanos, se introduce el pastoreo de ganado menor en las tierras áridas del NW. La producción de cueros llega a tener alguna importancia en la exportación y en el desarrollo de las artesanías textiles, ampliamente difundidas en el mercado local, regional (Noroeste) y andino, influyendo la tradición artesanal de las aldeas indígenas.
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            Otro aspecto que es necesario traer a colación es el de las misiones, las cuales se llevan a cabo al lado de la encomienda, durante la época colonial, como células de transculturización. Su desarrollo ayuda al avance de la colonización hacia los Llanos en el siglo XVIII y a la eliminación de enclaves no colonizados, surgiendo como unidades productivas donde los indígenas son sometidos a un tratamiento relativamente benigno, donde podían conservar su organización comunitaria a cambio de entregar el plusproducto a los misioneros. (Chaves, 1998: 17).


Características Sociohistóricas y Fases de Implementación del Modo de Producción Indohispánico: Las Áreas de Producción Colonial.

            El surgimiento de la economía Agroexportadora crea la división espacial del trabajo (DET) tanto a nivel internacional (metrópolis vs colonia) como en el interior de la colonia. En la mayor parte de Venezuela la agricultura no prosperó en la proporción en que sí sucedió en las áreas mesoamericanas y andino-pacíficas. En cambio, si fueron desarrollando, con miras a la exportación, haciendas de cultivos autóctonos e importados. La práctica del conuco quedó relegada a los cultivos marginales de los indígenas encomendados.
            En los Llanos, la introducción del ganado permite el aprovechamiento de la sabana. Los aborígenes que vivían en las áreas boscosas, y que ya practicaban la recolección, la caza y la pesca, y por lo tanto, más favorables al trabajo, se convirtieron en peones del hato o fueron incorporados como colonos (conuqueros que prestan servidumbre en la siembra, cosecha y cuidado del hato en las épocas de mayor actividad). La actividad pecuaria se convierte así, a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en la principal actividad que condujo al desarrollo de una sociedad patriarcal organizada en torno a la hacienda o “hato”. (Chaves, 1998: 16).
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La Formación Económica-Social Colonial: Fenoestructura Productiva y División del Trabajo.

            Durante el período colonial, factores económicos esenciales se hallaban excluidos del mercado. La circulación misma del dinero era muy escasa. El numerario que se acuñaba en las Casas de Moneda de Santa Fe y Popayán consistía en monedas de plata. Estas acuñaciones eran insuficientes para rescatar la producción de oro (es decir, para comprarla). Tanto las monedas de plata como el oro físico eran drenados por el comercio con la metrópoli, en mayor volumen aún por el contrabando y en parte por las cargas fiscales cuyo producto debía remitirse periódicamente a España. Las elevadas denominaciones de la plata acuñada y el alto valor del oro hacían de estos metales un vehículo inadecuado para las transacciones más corrientes. Aunque a veces se traía a la colonia moneda de cobre, ésta resultaba insuficiente para los intercambios menudos. Por tal razón, las transacciones que se valían de moneda quedaban confinadas a los centros urbanos, pero aun allí el comercio debía valerse de créditos con plazos muy largos.
            La fuerza de trabajo tampoco constituía un factor ofrecido libremente en el mercado. Las empresas más considerables (minas, haciendas de trapiche) ocupaban mano de obra esclava. Otros tipos de unidad productiva agrícola apelaban a diferentes formas de coerción para obtener fuerza de trabajo. En cuanto a las manufacturas, éstas podían organizarse íntegramente con formas coercitivas de trabajo, como en los obrajes, o imitar el patrón de las corporaciones medievales.
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            La tierra, el factor de mayor peso, junto con el trabajo, en un sistema agrario precapitalista, tampoco se ofrecía en un mercado abierto. Naturalmente había algunas ventas de tierras, pero la precariedad de estas transacciones no justifica hablar de un mercado de tierras. Además, la fenoestructura —que es el plano de la situación donde las acumulaciones sociales (humanas, físicas, valores fenoménicos, etc.) condicionan la cantidad y calidad de los flujos de producción social—, estaba carente de tal capacidad, en vista de la naturaleza fenoestructural como instancia de represamiento o acumulación de capacidades productivas, por lo que el mercado de tierras adolecía de competitividad acumulativa interna.
            Varios fenómenos se conjugaban para producir la inmovilidad de las propiedades agrarias. Uno era la importancia de las propiedades eclesiásticas, tanto en extensión como en riqueza, pues eran bienes de manos muertas, es decir, bienes excluidos del comercio. Otro era la estructura social misma, en la que los agentes económicos, antes que los individuos, eran las familias. Ello implicaba que la transmisión de propiedad territorial fuera mucho más frecuente como sucesión hereditaria que como enajenación directa a un individuo ajeno al círculo familiar. La cohesión familiar y social de una casta de terratenientes reforzaba privilegios políticos que a su vez daban acceso a recursos como el crédito o la mano de obra.
            El sistema colonial español se ha visto casi siempre como un sistema con una intervención estatal desmesurada que debía coartar cualquier iniciativa individual. Esta interpretación de carácter liberal hace énfasis en la existencia de controles odiosos y mezquinos y de una burocracia frondosa e ineficiente. La verdad es que el aparato burocrático español no era tan grande como para producir los resultados que se le atribuyen. La imagen de inmovilidad y de pesantez paquidérmica no se originaba en el exceso de controles y cargas fiscales sino en la inmovilidad de los factores económicos, la cual hemos tratado de describir.
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            Naturalmente, a dicha inmovilidad contribuían las instituciones que regulaban el crédito (censos, capellanías), el acceso a la fuerza de trabajo (encomienda, mita, concierto), a la tierra o a otros recursos (mercedes de tierras, resguardos, ejidos, derechos de estaca) tanto como las estructuras familiares y sociales. Esta es la razón por la cual la economía colonial no puede examinarse independientemente de los factores institucionales y sociales como si se tratara de un libre juego de fuerzas, en las que sólo el mercado pudiera servir como mecanismo regulador. Este sistema de relaciones en el que motivos religiosos, instituciones políticas de dominación o estructuras familiares recubrían actos económicos o se mezclaban con ellos de manera indisoluble, señala las limitaciones de aquellos modelos explicativos que se construyen a partir de factores económicos aislados en toda su pureza.
            Cuando se trata de conocer los mecanismos de una economía precapitalista hay necesidad de familiarizarse con el clima de las relaciones sociales en las cuales se desenvolvía. Además, la escala y las formas restringidas de circulación de los bienes estaban enmarcadas por instituciones rígidas cuya naturaleza, muchas veces insuficientemente comprendida, se presta para introducir conceptos inadecuados como el de “mercado de tierras” o “mercado de trabajo” o algunos otros prestados del marxismo como los de “renta de la tierra” o “acumulación de capital”.
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            Según Ríos (citado en Ekman, 2015: 139), el despunte de Caracas y sus áreas próximas se explicaría, en principio, por la adopción de rubros productivos agropecuarios particularmente lucrativos que convertirían a la región en la zona económica más importante del territorio y le darían un rango de núcleo organizador desde fecha tan temprana como 1578, así como de núcleo expansivo en los años subsiguientes del mismo siglo. Así, la producción con fines comerciales del cacao desde finales del siglo XVI, y su exportación a la metrópoli, se convertiría en el rubro económico más importante para el territorio durante todo el periodo colonial, permitiendo una importante acumulación de riquezas, hasta el punto que, hacia fines del siglo XVII, ya un sector de productores y mercaderes de la provincia de Caracas contaba con su propia flotilla marítima para el comercio intercolonial a través de sus puertos.


El Espacio Socioeconómico en la Sociedad Colonial Madura

            El colonialismo moderno está ligado al desarrollo del capitalismo y encuentra su justificación económica en la doctrina del mercantilismo. La necesidad de obtener, a través del saqueo de los países periféricos, la base original o primitiva para el inicio de la acumulación lleva a los países de Europa Occidental a la conquista de los países de Asia Meridional y Oriental, Mesoamérica y América del Sur; posteriormente, los llevará a la repartición de África. Se establecen en dichos países las llamadas colonias de explotación. Para diferenciarlas de las colonias de poblamiento, establecidas por perseguidos políticos o religiosos en otros países menos ricos y poblados y desarrollados no sobre la base del saqueo y la explotación sino del trabajo propio (colonias de América del Norte, Australia, etc.).

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La Crisis de la Sociedad Implantada Colonial

            La maduración de la sociedad colonial esclavista se basa en el auge de la economía agroexportadora y en la explotación compulsiva de la fuerza de trabajo esclava. La consecuencia de esa maduración es el fortalecimiento de la aristocracia criolla, formada por los descendientes de los antiguos conquistadores.

            Según Chaves (1987c):

Esa aristocracia basó su poder en el atesoramiento del excedente, el cual es sacado del proceso productivo y dedicado al consumo santuario y a la ostentación. Los términos “mantuano” (mujeres portadoras de mantas en los oficios religiosos) y “gran cacao” (comprador de títulos nobiliarios con el producto de la renta del cacao) son indicativos del parasitismo de esa clase social. Parte del excedente se dedica, no obstante, al pago de viajes y a la lectura, lo cual crea, entre los sectores  más avanzados de ese grupo, una voluntad de cambio político y social.

            Los criollos, que no podían acceder a los cargos públicos coloniales, se refugian en los Ayuntamientos, transformándolos, de órganos meramente administrativos, en instrumentos políticos, a través de los cuales canalizan sus demandas. Otro estamento social estaba constituido por los inmigrantes isleños (canarios) y los que habían llegado con la Compañía Guipuzcoana y se habían convertido en dueños de plantaciones. La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas fue una sociedad mercantil legalmente constituida el 25 de septiembre de 1728 en virtud de una Real cédula del rey Felipe V concedida a comerciantes vascos, principalmente de la provincia de Guipúzcoa, y que operó en Venezuela desde 1730 hasta 1785, teniendo gran influencia en el desarrollo económico, social y político de la colonia.
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            El contrato contemplaba que la empresa fuese la única autorizada tanto a la importación y comercialización de toda clase de mercancías europeas en la provincia de Venezuela como a la fijación de precios y compra de los bienes producidos en Venezuela y su comercialización en España. Luego de abastecida la provincia de Venezuela, la compañía podía comerciar con las provincias de Cumaná, Margarita y Trinidad. Estaba facultada para llegar indistintamente a los puertos de La Guaira o Puerto Cabello, pero en España debía partir de San Sebastián (capital de Guipúzcoa) y de regreso atracar en Cádiz[xx]. En cierta manera se convirtió, entonces, en la primera compañía monopolista de Venezuela.
            Los fundamentos de la formación colonial, que tiene como base la integración de los modos de producción hacendarios esclavista-mercantilista e indohispánico (éste ultimo de carácter tributario: encomiendas, repartimientos, misiones) entran en crisis, en un proceso que se inicia a fines del siglo XVIII continúa hasta mediados del siglo XIX, culminando con la consolidación de la independencia en 1821, la sociedad venezolana pasa a estar dominada por la clase social integrada por grandes terratenientes que explotaban sus fundos con el trabajo de peones. Esta clase estaba asociada a una clase de comerciantes alemanes que controlaban la exportación –y, por lo tanto, las ciudades portuarias, donde tenían grandes almacenes y las viviendas de ellos- en las más importantes ciudades portuarias.
            La nueva realidad postcolonial reactiva la red de asentamientos que permanecía estancada desde las últimas décadas del siglo XVIII, para negociar con el agromercado. Los volúmenes de producción, el crecimiento de la población, los nuevos medios de transporte y el mejoramiento de la vialidad existente extiende y consolida el espacio agroeconómico. Se amplía el espacio agrícola de aprovechamiento regional con la incorporación de tierras vírgenes a la producción cafetalera y al mismo tiempo se consolida por cuanto esta dinámica no rompe con los antiguos patrones espaciales de poblamiento y uso del espacio, sino que más bien los refuerza substancialmente.
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El Desarrollo y Predominio de la Actividad Comercial Expoliativa y sus Expresiones Espaciales

            La evolución del capitalismo en los países industriales estuvo muy influida por las condiciones particulares de cada uno de ellos. Hay que destacar, no obstante que, durante el período histórico a que nos hemos referido, todos estos centros del capitalismo industrial tuvieron extensiones coloniales y áreas de influencia hegemónica a las que se transfirieron algunas de las características del estilo de las potencias metropolitanas.
            En Europa, el desarrollo del capitalismo industrial en el siglo XIX estuvo marcado, en lo interno del continente, por su tradición sociopolítica, sus recursos agrícolas relativamente abundantes, su antigua civilización urbana y su tradición mercantil, su trayectoria imperial-colonial y la amplia disponibilidad de carbón como fuente energética. Estas características, entre otras muchas, influyeron sin duda en el régimen de gobierno monárquico, en la estratificación relativamente rígida de la sociedad y en el agudo conflicto de clases, en la agricultura intensiva, el sistema de transporte basado en la quema del carbón y en el gran desarrollo del transporte marítimo y del comercio internacional, iniciado con la revolución industrial.
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            Muy diferente es el caso de los Estados Unidos, país en gran medida de inmigrantes desplazados de Europa, con su extraordinaria dotación de recursos naturales, entre los cuales destaca su extensión territorial de dimensiones continentales y su escasez relativa de mano de obra. Estos factores, entre otros, configuraron su estructura social y política bien diferente de la europea, sus niveles de ingreso relativamente altos y mucho menos desiguales, la tendencia hacia la generación de tecnología de gran densidad de capital, ahorradora de mano de obra que en él era escasa y cara, lo que a su vez impulsó la producción en grandes empresas y en serie en virtud de las economías de escala y de un mercado amplio y relativamente homogéneo.
            La organización socioterritorial de Venezuela constituye un largo, contradictorio y complejo proceso, que atraviesa diferentes fases de articulación y ordenación, conforme los factores de poder definidores de la ocupación del espacio geográfico durante los períodos geohistóricos característicos de su temporalidad. Dicho proceso tiene sus raíces en la espacialidad aborigen que sirvió de base al proceso de implantación colonial (Taborda, 1991), iniciado en el siglo XVI por grupos ibéricos organizados en empresas de carácter comercial-expoliativa, bajo el auspicio de la Corona española, cuyo objetivo fundamental fue apropiarse de la riqueza económica del territorio, explotando la fuerza de trabajo indígena (Equipo Sociohistórico del CENDES, 1993). (Citados en Carmona y Español, 2012: Resumen). Esto dio lugar a la conformación de los núcleos primarios de poblamiento sobre las regiones geohistóricas tal como ya se ha visto, organizado en el decurso de largos períodos definidores de la formación ecosocial venezolana.
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PASAR A: SEGUNDA PARTE

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA ESTRUCTURACIÓN DEL 
ESPACIO HUMANIZADO POSTCOLONIAL VENEZOLANO
https://estrabongeografico-ambiental.blogspot.com/2019/10/geografia-humana-y-ecosocial-de_28.html




Fuente: Fotografía tomada por el autor durante su estadía como investigador (década de los 90) de los impactos por polución fluvial (linnología) de la cuenca del Río Caroní, tanto en la CVG-EDELCA como en la Estación de Investigaciones Hidrobiológicas Dr. Enrique Vazquez (FLASA-Guayana). Vista de la Altiplanicie Gran Sabana con sus formaciones Tepuyanas al fondo (Región de Guayana-Estado Bolívar, República Bolivariana de Venezuela).









(Proyecto de Conservación «Retorta de Mercurio». FLASA-Guayana)

Notas


[i] El término cambio global es definido como (Duarte et al, 2006) el: “Conjunto de cambios ambientales afectados por la actividad humana, con especial referencia a cambios en los procesos que determinan el funcionamiento del sistema Tierra. Se incluyen en este término aquellas actividades que, aunque ejercidas localmente, tienen efectos que trascienden el ámbito local o regional para afectar el funcionamiento global del sistema Tierra.” (p. 23). (Zambrano, 2012: 69).
[ii] Al respecto, véase online en: http://acracia.org/elisee-reclus-teoria-geografica-y-teoria-anarquista/#comment-1609
[iii] Dichas areniscas sedimentaron en un ambiente lacustre o marino, alcanzando espesores de varios kilómetros. Originalmente estaban unidas en una o varias placas con cierta linealidad, pero fueron fracturándose y erosionándose durante cientos de millones de años. Durante dichas eras se alternaron climas húmedos y climas cálidos. (véase La Gran Sabana. En: https://es.wikipedia.org/wiki/La_Gran_Sabana )
[iv] La cantidad de radiación solar incidente en una región está determinada por factores astronómicos, geográficos y topográficos. A partir del brillo solar se puede estimar la radiación global, la directa y la difusa. La atmósfera absorbe y dispersa selectivamente la radiación solar, cambiando el flujo y la calidad del espectro que incide en la superficie terrestre. La magnitud de ese fenómeno depende de la masa relativa de la atmósfera. La radiación que no presenta modificaciones al pasar por la atmósfera se denomina radiación directa. La suma de las cantidades de radiación directa y radiación difusa se denomina radiación global; esta radiación es de onda corta. (Información online en “Cuantificación y caracterización de la radiación solar en el departamento de La Guajira-Colombia mediante el cálculo de transmisibilidad atmosférica”. En:  http://www.scielo.org.co/pdf/prosp/v13n2/v13n2a07.pdf ).
[v] Faja Petrolífera del Orinoco. Disponible en: http://www.pdvsa.com/interface.sp/database/fichero/free/5184/723.PDF 
[vi] Algunos historiadores se limitan a mencionar que, al momento de la primera fundación de la ciudad, el conquistador alemán Ambrosio Alfinger escogió el nombre de Maracaibo o Maracaybo en honor de un «indio principal» o cacique de la zona de la desembocadura del lago.10 11 Otras fuentes le atribuyen a este personaje un gran liderazgo y una importancia emblemática en la región, aunque los datos sobre la extensión de sus dominios son ambiguos. (Wikipedia, 2016: https://es.wikipedia.org/wiki/Maracaibo )
[vii] Entre 1614 y 1678 se registraron diversos ataques de piratas a Maracaibo y otros asentamientos españoles en el Lago de Maracaibo, estos constantes hostigamientos frenaron el desarrollo económico de la zona que no solo se vio saqueada en repetidas oportunidades, sino que también invirtió numerosos recursos a construir elementos defensivos como cuarteles, un castillo y torreones que no lograron su cometido a cabalidad. Entre los elementos defensivos se destacan el Castillo de San Carlos de la Barra, el Fuerte de Nuestra Señora del Carmen y el Torreón Santa Rosa de Zapara. El corsario holandés Enrique de Gerard llegaría en 1614, luego en 1642 el pirata inglés William Jackson. El período entre 1665 y 1669 es conocido como el quinquenio de los piratas. En 1665 el francésJean David Nau, alias el Olonés, atacó a Maracaibo y entre 1666 y 1669 llegarían Miguel El Vascongado, el neerlandés Albert van Eyck y el galés Henry Morgan. Por último en 1678 el francés Michel de Grandmont asalta la ciudad y los pueblos del sur del Lago internándose en tierra firme hasta Trujillo. (Información online en: Maracaibo. [Página web en línea]. En: https://es.wikipedia.org/wiki/Maracaibo ).
[viii]Venezuela celebra Día de la Resistencia Indígena. Información online en: http://www.csivpuertocabello.com.ve/2016/10/11/venezuela-celebra-dia-de-la-resistencia-indigena/ 
[ix] Pueblo yanomami. Imagen online en: https://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_yanomami 
[xii]Se denomina Revolución Industrial al conjunto de transformaciones técnico-económicas y sociales acontecidas en Europa hacia el S.XIX y que tuvieron su origen en G.B. a mediados del S.XVII. Véase información online en: La Revolución Industrial. http://es.slideshare.net/mijs/la-revolucin-industrial-11065907  
[xiii] Fuente: Wikipedia, 2016. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Nueva_C%C3%A1diz
[xiv] La Isla de Cubagua, es una isla del Mar Caribe ubicada al noreste de Venezuela. Tiene una superficie de 24 km². Es parte integrante del Municipio Tubores del estado Nueva Esparta. Este estado, además de Cubagua, está conformado también por las islas de Margarita y Coche Entre 1531 y 1532 los lechos perlíferos muestran los primeros signos de agotamiento. El auge creciente de la población con escasos medios de vida, creó en Nueva Cádiz problemas de abastecimiento de víveres, agua y leña. Los víveres llegaban desde Santo Domingo, el agua del río Manzanares en Cumaná y la leña era transportada desde la Isla Margarita. Cuando escasean las perlas buscan nuevas pesquerías y con la autorización de la Real Audiencia de Santo Domingo y del Rey Carlos I, se movilizan al Cabo de la Vela. (véase información online en. https://es.wikipedia.org/wiki/Isla_de_Cubagua )
[xv] Cumaná fue fundada en 1515, como fruto de la utopía de un puñado de frailes dominicos y franciscanos liderados por los frailes Pedro de Córdoba y Antonio de Montesinos que soñaban con una evangelización pacífica, sin la presencia de soldados y comerciantes. El mismo año, 3 de octubre de 1515, un grupo de indígenas cumanagotos liderado por el cacique Maragüey, se alzó con violencia, destruyendo el convento y matando a los frailes que se hallaban en él vengándose de la incursión de esclavistas españoles cerca de la zona. Gonzalo de Ocampo nombra a Cumaná como poblado español en el año 1521, aunque desde 1500 se le conocía como Puerto de las Perlas debido al asentamiento de españoles que se dedicaban a la extracción de perlas en la zona junto a los indígenas, por lo que el rey Fernando el Católico mandó a construir el fuerte de Santa Cruz de la Vista. En 1569Diego Hernández de Serpare nombra a la población como Cumaná (nombre que según la lengua que hablaban sus primeros pobladores significaba "unión de mar y río") y comienza a gobernarla. El 2 de julio de 1591 el rey Felipe II concede a Cumaná el título de ciudad y le otorgó un escudo de armas, coronado por la patrona Santa Inés. La provincia de la Nueva Andalucía fue, sin duda alguna, la gobernación más importante en el oriente del país. En torno a ella giraron las demás gobernaciones, en una u otra forma: Guayana, Trinidad, Margarita. Puede afirmarse que la gobernación neoandaluza comprendió los territorios actuales de los estados Anzoátegui, Monagas y Sucre. Guayana y Trinidad fueron provincias de la gobernación en diversas ocasiones, pero históricamente conservan una individualidad que les da fisonomía especial, lo que no podrá ocurrir con Barcelona, actual capital del estado Anzoátegui, y en cuyo territorio se forjó una provincia efímera en un momento dado. En 1726 se crea la Provincia de Cumaná integrada por los territorios de: Cumaná, GuayanaBarcelona, Maturín y la isla de Trinidad. Esta organización se va desintegrando al convertirse Guayana en provincia independiente. Actualmente es fuerte candidata para ser nombrada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, específicamente su casco histórico. En su momento la ciudad de Cumaná también ha sido conocida por ser "La Capital Mundial de La Cultura", "La Atenas venezolana" y hoy día es parte de su patrimonio. (Información online en: https://es.wikipedia.org/wiki/Cuman%C3%A1#Historia )
[xvi] Gracias a su historia, cultura y su bien conservada arquitectura de la época colonial y republicana fue nombrada en 1993 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, constituyéndose así en el primer sitio en Venezuela en ser declarado como tal. (Wikipedia, 2016) https://es.wikipedia.org/wiki/Coro_(Venezuela )
[xvii] La organización política primaria que se instauró en Venezuela fue la división territorial en provincias, y la autoridad de esta provincia dependía de la Audiencia de Santa Fe. Las primeras expediciones al territorio de Coquivacoa fueron particulares a sus propias expensas y riesgo que, en busca de riquezas minerales, instrumentaron los intereses de España. Les fueron asignados 'capitulaciones o células reales' que les daban el poder de colonizar a través de la fundación de ciudades. (Rangel, 2008: 62).
[xviii] Es la plaza el elemento de origen de tal organización, a partir del cual se estructura físicamente el espacio urbano, de intención morfológica concentrada, con la realización en sitio del dibujo, a cordel y regla, de un trazado reticular, ortogonal tipo damero, siendo el instrumento básico de medición la “Vara de Castilla” equivalente a 84 cms (un paso del conquistador), por lo cual se cuadriculó la ciudad en base a cien 'varas' por lado de cada cuadra, con calles intermedias de 10 varas o pasos. (Rangel, 2006: 66)
[xix] La mita fue un sistema de trabajo obligatorio utilizado en América específicamente en la Región Andina, tanto en la época incaica, como en la de la posterior conquista española de América. Era un sistema de trabajo a favor del Estado incaico destinado a las tierras del dios Sol que implicaba la construcción de centros administrativos, templos, acueductos, etc. Existía una mita para servicios especiales como las labores de cargueros del Sapa inca, músicos, chasquis y danzantes; los obligados a cumplir esta labor eran los adultos hombres casados (mas no las mujeres) cuya edad oscilaba entre los 18 y 55 años. La mita establecía cuotas laborales que debía cumplir la población nativa tributaria según asignación que hiciese el corregidor, tanto para el servicio del encomendero como del poseedor de mercedes de tierra o hacendado. Se sorteaba a la población indígena de un determinado lugar periódicamente para trabajar durante un plazo o tiempo determinado al servicio de la clase española mediante el pago de un salario controlado por las autoridades. Los propietarios de encomienda deducían de los jornales la cantidad que las personas comprometidas debían pagar por concepto de tributo y el resto se les daba a ellas. La duración de la mita minera se fijó en diez meses dentro de cada año y no se podía exceder de un tercio permanente de la población tributaria para ser destinada a estas labores. (Véase información online en: https://es.wikipedia.org/wiki/Mita ).















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