GEOGRAFÍA HUMANA Y ECOSOCIAL DE VENEZUELA II


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SEGUNDA PARTE

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA ESTRUCTURACIÓN DEL ESPACIO HUMANIZADO POSTCOLONIAL VENEZOLANO 


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CAPÍTULO III
EL PROCESO DE CONFORMACIÓN FRAGUADO Y CREACIÓN DE LAS CONDICIONES PARA LA FORMACIÓN SOCIAL CAPITALISTA VENEZOLANA

LOS SISTEMAS DE ASENTAMIENTOS EN VENEZUELA: CRECIMIENTO HISTÓRICO Y DESARROLLO.

Bases Geohistóricas de la implementación del Modelo Dendrítico: Consolidación del modelo y desarticulación a favor de Relaciones Centrales.

            Sobre la red inicial de asentamientos indígenas se implantan los patrones socioeconómicos y espaciales de la penetración española, a través de los sistemas de repartimientos, mercedes, encomiendas y reducciones misionales. Rojas López (1981-82: 114) refiere que, en la región de Trujillo, desde la segunda mitad del siglo XVI, pueblos como Escuque y Boconó, fungen como centros de control estratégico del territorio recién explorado. “Desde estos lugares –incluido el mismo Trujillo- se difunde el patrón colonial de asentamiento y dominio al resto de las comunidades indígenas” (Moreno y Montilla, 1972; citados por Rojas López). Al cierre de este ciclo de colonización y fase inicial de agroexportación regional (la circulación de la mercancía importada a través de dicho sistema era de mucho menor cuantía que la producción exportada) a través del Lago de Maracaibo, queda la huella dibujada en sus grandes trazos de una estructura dendrítica, ramificada desde las aldeas y pequeños pueblos cordilleranos, siguiendo esencialmente el complejo vial desarrollado por los indígenas, hacia los puertos lacustres y centros comerciales de la costa maracaibera. (Rojas López, 1981-1982: 115).
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            La formación colonial funcionaba espacialmente teniendo como foco a la metrópoli española y como polos secundarios a las submetrópolis peruana y mexicana, siendo Venezuela un espacio periférico del Imperio Colonial Español que dependía de manera acentuada de la submetrópoli mexicana. Dentro del espacio periférico venezolano ya, desde principios del siglo XVI, encontramos (referido por Chaves, 1981-1982b) dos sistemas de circulación dendrítica bien constituidos:

El de occidente, que incluía a la Grita, Pedraza, Barinas, Guanare, Mérida, Trujillo, Gibraltar y Maracaibo, que era la base dendrítica, es decir, el punto de exportación hacia Cartagena de Indias, en la actual Colombia (en esta época no existía la exportación directa hacia México o España).
En la región centro occidental, Nirgua, Barquisimeto, El Tocuyo y Carora se integraban a una dendrita que confluía a Coro, aunque también existían relaciones de Nirgua con Valencia.
En la región Centro-Norte costera había sólo pequeños circuitos  entre Nirgua, Valencia y Borburata, así como entre San Sebastián, Caracas y Caraballeda.
En el Noreste, así como en Guayana y Trinidad, no existían dendritas bien desarrolladas. (p.26)

            Este sistema pasa a desarrollarse en los dos siglos siguientes, al avanzar el frente de colonización hacia Orinoco, surgiendo así una nueva dendrita que sigue la red fluvial de la cuenca del Orinoco. De esta manera, Barinas, Pedraza y Guanare, entre otras ciudades de los Llanos Occidentales, se integran a ella, que converge, en primera instancia, a Puerto de Nutrias y después a San Fernando de Apure y Angostura (actual Ciudad Bolívar).
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            La consolidación del modelo vino alrededor de la producción, comercialización y transporte del café, cuyo auge se nutre principalmente con los créditos concedidos por las casas comerciales extranjeras (principalmente alemanas y en menor grado inglesas e italianas; citado en Rojas López, 1981-82: 118), cuando la red de asentamientos de Trujillo entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX se beneficia del transporte ferrocarrilero que moviliza la carga hasta los puertos surlaguenses (La Ceiba), para ser vertida hacia el exterior a través del puerto de Maracaibo, el más importante centro de transacciones del occidente venezolano. Para Rojas López (1981-82: 118-119), “la fiebre del café dinamiza la economía andina… Esta nueva realidad económica reactiva la red de asentamientos que permanecía estancada desde las últimas décadas del siglo XVIII”, y se integra plenamente a los mercados mundiales bajo los impulsos de la demanda externa del grano.
            A pesar de los cambios espaciales ocurridos en torno a la explotación del café (en producción, población y circulación), montada sobre la red dendrítica colonial, a través de la red cafetalera andina, que se integra plenamente a los mercados mundiales bajo la apertura portuaria surlacustre, la desarticulación del modelo se produce cuando los mercados internacionales se sacuden con marcadas tendencias a la baja, llevando al fracaso a la economía andina.


Antecedentes del Capitalismo Periférico en Venezuela
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            El anacronismo sobre los rasgos más chocantes de desigualdad en la distribución de la tierra se atribuyen a una “herencia colonial”, olvidando lo esencial para la comprensión de una economía precapitalista o del antiguo régimen, cual es el de la simple ecuación entre el número de hombres (mano de obra) y el espacio roturado (conuco)[xxi] para la agricultura. En efecto, la presunción parece ser la de que se está hablando del mismo espacio y casi que del mismo componente poblacional, cuando en realidad han mediado siglos de alteraciones esenciales en los órdenes de magnitud, considerados tanto en sí mismos como en su relación mutua. La consideración abstracta de los problemas agrarios tiende a olvidar que el espacio efectivamente explotado en el transcurso de la vida colonial era muy pequeño.
            El carácter de subsistencia o semisubsistencia de la producción agrícola familiar impedía el desarrollo de la jerarquización comunal. La organización social predominante era la aldea de base familistica, que se segmentaba al crecer para formar nuevas aldeas separadas. En algunos casos, en las áreas Caribe y NW, la organización llegó a evolucionar a un tipo de comunidad donde las aldeas periféricas quedaban dependiendo (gracias a formas de cacicazgo) de un centro nuclear (Sanoja y Vargas, 1974).
            Generalmente se trataba de las tierras más inmediatas a los núcleos urbanos. Estos, por su parte, no solían ser otra cosa que unas cuantas manzanas congregadas en torno de una plaza mayor. Los núcleos primarios (es decir, la jurisdicción política y administrativa) de una ciudad importante, incluidas las encomiendas, le servían a ésta para asegurar el monopolio de los recursos contenidos dentro de los límites político-administrativos, pero al mismo tiempo señalaban su aislamiento de otros núcleos urbanos. La deficiencia de los caminos y sistemas de transporte multiplicaban el efecto distanciador de la escasez de población y de los espacios baldíos.
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            A diferencia de lo que ocurrió en las sociedades de las regiones mesoamericanas y andinopacíficas, la ausencia de una sociedad bien jerarquizada en Venezuela no fue favorable al establecimiento de relaciones de dominación por parte de los conquistadores.
            Cuando se examinan con cuidado las escasas transacciones sobre tierras que se protocolizaron ante los escribanos de las ciudades durante los tres siglos de dominación española, advertimos que las posesiones más distantes confinaban con tierras baldías, en ocasiones enormes extensiones que separaban las esferas de influencia de dos núcleos urbanos contiguos. Inicialmente, cuando se hicieron las primeras mercedes de tierras o se fijaron los límites de los términos de un poblamiento, los linderos y límites se expresaban en forma muy vaga. Ello obedecía al hecho de que el privilegio se otorgaba de oídas, sin tener una idea aproximada de sus magnitudes. Naturalmente, lo anterior se prestaba para que surgieran conflictos, tanto entre individuos a propósito de linderos, como entre ciudades por los límites de su jurisdicción.
            Todavía en el siglo XVIII podía ocurrir que un terrateniente ni siquiera hubiese recorrido su predio en toda su extensión. Por tal razón, contrabandistas (de cueros, de añil. de tabaco) podían mantener “espacios bajo control” y encontrar un refugio permanente en tierras ya asignadas a colonos, sin que los propietarios llegaran a advertir su presencia. La ecuación entre el número de hombres y las tierras roturadas ayuda a comprender fenómenos económicos importantes, como - entre otros- el de la desarticulación del espacio económico o el de las estructuras de tenencia de la tierra. Además, si nos atenemos a las magnitudes del espacio efectivamente explotado durante la dominación española o, todavía más, a las del espacio susceptible de apropiación privada por estar incluido dentro de los términos de un núcleo urbano, podemos darnos cuenta fácilmente de que, a comienzos del siglo XIX, apenas se había iniciado un verdadero proceso colonizador del territorio independizado.
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            Este hecho tiene importancia capital para comprender la evolución futura del país. Durante la época colonial los núcleos urbanos tendían al autoabastecimiento. La introducción de animales de labranza y del arado con punta de hierro favoreció el desarrollo de la agricultura hasta permitir la producción de un excedente que pasó a ser apropiado por un conquistador a quien se le “encomendaba” cierto número de indios que permanecían organizados en comunidades y asentados en “pueblos”.
            Los cultivos introducidos o del viejo mundo, fueron sembrados en grandes extensiones al comienzo de la época colonial, pero posteriormente quedaron reducidos a los Andes, al producirse la ruptura definitiva de la comunidad aldeana, en el siglo XIX. Por eso la ampliación de la frontera agraria en el curso del siglo XIX y la incorporación de tierras aptas para cultivos comerciales marcan un agudo contraste con la actividad económica colonial, hasta el punto de que la hacienda más tradicional se identifica casi con la unidad productiva dedicada a cultivos, con un radio de mercado muy corto. Vemos así que en los Andes, favorecido por el clima y una mayor facilidad para el paso de la tecnología tradicional a la nueva tecnología, la agricultura indígena evoluciona a lo que Chaves (1998: 16) denomina “agricultura andina tradicional”, cuyas formas típicas han subsistido hasta nuestro días, donde se asocian productos traídos por los europeos (trigo, avena, cebada) a productos amerindios (maíz, papa), cultivados en pequeñas parcelas con arado y bueyes. También, en unas pocas áreas subsisten formas de propiedad colectiva (potreros y bosques comunales) y formas de cooperación simple (“vuelta de mano”; cayapa; convite) en las operaciones que requieren mayor uso de mano de obra. Al lado de estas relaciones de producción, destacado por el autor citado, es frecuente encontrar relaciones semifeudales de claro origen hispánico (medianería).
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            A diferencia de los enclaves y colonias de las otras potencias europeas (en el Brasil y las Antillas, por ejemplo), algunas colonias españolas sólo tardíamente desarrollaron una economía de plantación. En el caso de la Nueva Granada (a la cual pertenecía la colonia de Venezuela, aunque ya constituida en Capitanía General), la frontera agraria constituida por tierras bajas y de vertiente permaneció intacta. Así nos lo deja ver Colmenares (s/f):

Si se accedió a ellas en época tempranera, la razón debe buscarse en la presencia de yacimientos mineros. Los movimientos colonizadores del siglo XIX significaron un desplazamiento violento de los antiguos ejes económicos coloniales. Tal fenómeno acompañaba la integración de un mercado por fuera de la influencia y el control inmediatos de los viejos centros urbanos. Estos tenían que competir a veces con la influencia de algún centro internacional que estimulaba la comercialización de la agricultura. La tensión que se creó ha tenido consecuencias duraderas en el tipo de formación nacional, en las estructuras sociales y en los desarrollos políticos posteriores. (s.p.)

            Luego vino el desarrollo del transporte con la máquina a vapor, siendo fundamental el ferrocarril, el cual es importante en la formación de la economía periférica (nacional-mundial) porque acerca las fuerzas productiva a los grandes mercados mundiales –a través de su traslado a los puertos— -y se facilita el acceso a los productos (agrícolas, materias primas, etc.), así como también abarata el transporte.
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            Gracias al desarrollo del transporte ferroviario y el comercio se consolida el modelo dendrítico introducido durante la colonia sobre la base de la red inicial de asentamientos conformada por la organización espacial indígena. Las grandes rutas de acumulación van a converger hacia los puertos de exportación, como expresión geográfica de los patrones socioeconómicos y espaciales del poder español. Esta convergencia es favorecida por la red ferroviaria y la navegación a vapor. El sistema de occidente tenía esa serie de rutas montadas que convergían al centro de traslado, situado en los cruces de vías férreas. En razón de esas necesidades (agrícolas, mineras y comerciales), en1873 se concede a la compañía inglesa “Bolívar Railway Company” la construcción del Ferrocarril Bolívar que transitaría entre el Puerto de Tucacas y las minas de Aroa para la explotación de las minas de cobre y la transportación del mineral, así como también el transporte del café, cacao y otros productos agrícolas de la región.
            De esta manera, en 1881, el presidente Antonio Guzmán Blanco, suscribió con el ingeniero inglés Robert Francis Fairlies la construcción de un tramo ferroviario de 37 km que uniera a la ciudad de Caracas con el Puerto de La Guaira antes del centenario del nacimiento del Libertador. Con el pasar de los años fue creciendo su red ferroviaria, teniendo activas en su mejor época a los tramos Caracas (Estación Santa Inés); y La Guaira-Valencia (Estación Camoruco)-Puerto Cabello.
            La nueva vialidad regional, representada esencialmente por las líneas férreas de la Fría (Estado Táchira)-Encontrados (puerto fluvial al Sur del Lago), El Vigía (Estado Mérida)-Santa Bárbara, anclada en la ribera del río Escalante (Estado Zulia), y La Ceiba-Motatán (Estado Trujillo), y donde convergían desde las vías nodales (férreas) y fluviales hasta el Lago de Maracaibo, se constituyen en otro de los factores básicos de la acumulación de capital criollo con beneficio foráneo.
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            En el caso del Orinoco, las vías terrestres convergían hacia algunos puertos fluviales afluentes del mismo. Así, tenemos los casos de Torunos en el Estado Barinas, a orillas del río Santo Domingo, y Puerto Guanare en el río Guanare (Estado Portuguesa); y por esa vía se controlaban pequeñas exportaciones hacia el Puerto Nutrias, a orillas del río Apure, desde donde se llevaba por vía fluvial hasta el puerto terminal en Ciudad Bolívar (antigua Angostura, ciudad capital del Estado Bolívar, anclada en la parte más angosta del río Orinoco), y donde también convergían varias rutas fluviales: Apure-Orinoco, Gusdalito (a orillas del río Sarare), y la del río Arauca hasta el Amparo. Pero como no existía un gran sistema ferrovial, sino ferrocarriles aislados que no llegaban a unificar la economía regional, el modelo dendrítico interno se divide en los siguientes tramos: Puerto de Maracaibo, Puerto Cabello, la Guaira, Carúpano (una de las principales ciudades de mayor actividad económica –cacao, fundamentalmente- del siglo XIX) y, en segundo lugar, Ciudad Bolívar.
Impuesto este modelo vial en la época colonial, se continuó con esta circulación interna hacia los puertos o dendrítica en Venezuela después de la Independencia. Guzmán Blanco dio pasos importantes hacia el afianzamiento del mismo con el patrón de desarrollo ferroviario, así como en la centralización del poder político y la unificación del Estado.
            Mientras que, en el caso de Europa, el proceso de unificación y consolidación nacional fue cumplido por los monarcas, en Venezuela, el papel central lo cumplen déspotas gobernantes, dictadores como Páez, Guzmán, Castro y Gómez, son las figuras caudillistas nacionales del centralismo político. Dado los intereses que privaron en la construcción ferroviaria, este transporte construido en esa época, en palabras de Chaves (1981-82b: 29), “no consigue integrar los diversos sistemas dendríticos que funcionaban en el país; por el contrario, ellos se integraban y consolidaban”. Es decir, lo que les interesaba: traer sus productos y sacar las materias primas hacia la ruta oceanica Caribe-Atlántico, tal y como ocurrió en el Occidente, donde establecieron los ferrocarriles Estación Táchira-La Fría-Encontrados, El Vigía-Santa Barbará y Motatán-Sabana de Mendoza-La Ceiba, en vista de que representaban una etapa intermedia que había de conectarse entre una etapa de caminos y carreteras ya existentes, y que iba de los centros de producción al lugar de transbordo ferroviario, para ser llevados al puerto fluvial o lacustre del Lago de Maracaibo, desde donde partía la ruta acuática a puertos del Caribe, y de ahí a la exportación transoceánica.
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         A diferencia del rol que jugó como mecanismo integrador el ferrocarril en los países desarrollados, Rojas López (1981-82) destaca, que:

…en Venezuela fortaleció la desintegración del espacio al impulsar el desarrollo de estructuras regionales de circulación autónomas, es decir las regiones se articulaban con el sistema capitalista mundial pero, contradictoriamente, al mismo tiempo se desconectaban unas de otras, no se lograba articular un sistema espacial nacional. (p.122)

            Hay que señalar que el Proyecto Bolivariano V República ha vuelto a retomar la política ferroviaria como palanca del desarrollo regional. La rehabilitación de la línea ferroviaria de la región Centro-Occidental —para el primer semestre de 2017, por ejemplo, estará el ferrocarril funcionando[xxii]—, contribuirá a reactivar la economía de esa región del país, a través del puente ferroviario de La Ruezga, que es de multiuso (al igual que el segundo puente del Orinoco, ya terminado), comunicará a las ciudades de Barquisimeto (Lara), Yaritagua y (Yaracuy) y Puerto Cabello (Carabobo)".
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            La característica más importante durante el período guzmancista es el desarrollo de la economía agrícola de exportación; productos como el café, entre otros (cacao en última instancia), fueron los renglones básicos de exportación. La explotación minera como el oro de El Callao, y el forestal, continúan existiendo, pero el renglón más importante de la economía es el café. Este se desarrolló en tierras de la región andina; mientras que el cacao sigue teniendo importancia relativa, en Barlovento y, fundamentalmente, en el Estado Zulia.
            Como la racionalización geográfica del momento de producción exige la reducción del tiempo de rotación del capital, se tiende, por tanto, a fomentar medios de transporte baratos y rápidos (Rojas López, 1981-82: 119). Tal es el origen de la inversión efímera ferrocarrilera, así como de la política ferroviaria auspiciada por el gobierno de ese entonces. Finalmente, en 1957 fue cerrado el sistema, por el petroestado que orientó la construcción de autopistas y carreteras –iniciadas en la época gomecista- para el creciente parque automotor en el país.


Estadio de la Estructuración, Funcionalismo e Implantación Capitalista de la Formación Social Venezolana.

            El desarrollo y maduración de las sociedades capitalistas en los países de Europa y en los Estados Unidos trae consigo una expansión de la demanda de materias primas y otros productos tropicales. Para Chaves (1982-1982b: 28), este crecimiento del capital en sus ramos bancarios, financiero e industrial conduce, entre otras cosas, a la inversión en los países periféricos.
            Todos los bancos establecidos en Venezuela desde 1839, cuando el banquero William Ackers establece el primer banco denominado Banco Colonial Británico, hasta 1882 tuvieron una duración efímera.
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En 1861 se establece un banco denominado Banco de Venezuela, aunque de capital extranjero, es decir, sin relación alguna con la institución homónima de la actualidad, que solo lograría cumplir un año de servicios tras fracasar en las políticas bancarias que sus fundadores se habían trazado. Bajo el nombre de Banco Caracas se intentarían establecer en cuatro oportunidades instituciones bancarias comerciales en el país, apartando un intento fallido de 1838 de creación de un banco; el primer Banco de Caracas nace 1862 pero sería liquidado en 1863, luego serían fundados y liquidados otros bancos con ese nombre en los períodos 1876-1877, 1877-1879 y 1879-1883[xxxiii].
            En esencia, a diferencia de otras ex colonias españolas, donde la producción fue tan rentable que habían conseguido establecerse grandes empresas, Venezuela se caracterizó por revueltas caudillistas y una larga Guerra Federal después de la Independencia.


La Organización Centro-Periférica del Espacio

            La maduración del sistema capitalista, en Europa Occidental, Norteamérica, en algunas antiguas colonias de poblamiento de otros continentes y en el Japón, conlleva que el mundo quede dividido en países centrales (exportadores de capital e importadores de beneficios) y países periféricos[xxiv]. Si lo explicamos bajo la concepción marxiana, la diferencia fundamental entre unos y otros está en que, en los primeros, el crecimiento económico capitalista resulta de su propia naturaleza; esto es, en palabras de Chaves (1987d), por el “desarrollo propio de sus fuerzas productivas y el saqueo de las economías de ultramar en la etapa de la acumulación primitiva u originaria”.
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Mientras que, en los países periféricos la inversión crea economías no con base en el desarrollo de la liberación de las fuerzas del mercado, pues éste se halla controlado por los inversionistas (consorcios o monopolios), sino donde el crecimiento capitalista periférico obedece a los vaivenes del mercado foráneo, es decir, viene desde afuera. Lipietz (1977; citado por Chaves), define a las economías centrales como economías autocentradas, mientras que las economías periféricas serían economías extravertidas.
            La organización centro-periférica del espacio en Venezuela presenta rasgos diferentes a los propios países capitalistas centrales y que son específicos, en cambio, de algunos países de industrialización inducida de la periferia. En primer lugar, la región  nuclear, de “fuerte ambiente tecnológico, se caracteriza por una tecnología dependiente y por el poco peso específico de la investigación científica aplicada nacional en la generación de innovaciones. La falta de autonomía tecnológica lleva a una concentración de la industria cerca de los grandes mercados y centros de decisión nacional”. (Chaves, 1987f).
            En segundo lugar, el tipo de organización centro-periférica descrita se caracteriza por el predominio de una circulación dendrítica ya no dirigida (al menos directamente) como en el pasado, a los grandes mercados del exterior sino a los mercados del centro. Según Chaves (1987f), “en ese mecanismo circulatorio juegan un papel importante no sólo el centro como nodo terminal, sino las metrópolis regionales fuera del centro, con características de «metrópolis incompletas», para utilizar una expresión de Milton Santos”.
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GEOGRAFÍA RURAL
 Venezuela Rural-Agrícola Andina
El Latifundio y la Formación Exportadora Postcolonial

            El proceso de maduración del sistema capitalista al llegar, en el último cuarto del siglo XIX, a su etapa imperialista hace que el modo de producción latifundista exportador, hasta entonces dominante, quede subordinado a la inversión capitalista extranjera, integrándose dentro de la formación capitalista periférica.


La Formación Capitalista Periférica Postcolonial (1821-1870): Contradicciones y Crisis.

            Una vez lograda la Independencia de Venezuela, pero aún formando parte de la gran Colombia, se inicia un proceso de reacción contra lo que, en el cuadro político venezolano, se interpretó como la absorción de Venezuela por la Nueva Granada. De esta forma, surgen en Venezuela los partidos Liberal y Conservador y los caudillos paridos durante la guerra independentista “capitalizan una buena parte del poder político y llegan a controlar el estado”, con Páez a la cabeza, quien llega a concentrar las fuerzas contrarias a Colombia y en 1830 “corona” su pretensión separatista al convertirse en el primer presidente de la nueva República (la 3ra) de Venezuela (Chaves, 1987c).
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            La etapa que se inicia de la república separada estará marcada por la hegemonía de los caudillos militares surgidos de la guerra, y se expresó (entre 1830 a 1870) por la alternancia de las oligarquías conservadora (1830-48: Páez; Sublete, etc.) y liberal (1848-1958: los hermanos Monagas), todos militares veteranos de la guerra contra el Imperio Colonial español. Hubo, ciertamente, gobernantes civiles (José María Vargas, entre otros), pero su base de sustentación estuvo en la fuerza de los próceres militares y en una burguesía embrionaria de tipo comercial.
            La situación social y regional, caracterizada por el surgimiento, en lo social, del protoproletariado, integrado por esclavos manumisos y otros desarraigados del campo, como los pati'en el suelo, llaneros que fueron, lanza en ristre, con el Libertador, remontando los Andes hasta el Alto Perú (hoy Bolivia), a llevar la liberación a los pueblos originarios de nuestra América, y que al regresar no tenían ni sueldo ni tierras (aunque Simón Bolívar había decretado el pago y la dotación de tierras para ellos, puesto que se las habían ganado, más que con el sudor de sus frentes, con su sangre derramada por la libertad) ya que al disolverse la Gran Colombia, todos los decretos que involucraba a Venezuela fueron derogados por los nuevos dueños y elites gobernante; y sí mucha hambre porque estando en otras latitudes no recibieron ni siquiera la yuca que los sustentaba, tal como lo leemos en cartas de Bolívar a Santander, el vicepresidente de Colombia, quien quedó en funciones de la presidencia –y a quien él abandonó-  mientras él estaba en campaña en el Sur.
            El problema social, enmarcado en la lucha por la justicia de quienes fueron excluidos en la III República, estalla contra la exacción de los usureros y de los nuevos terratenientes o hacendados ávidos de explotación de mano de obra, contra el saqueo de los baldíos por la oligarquía criolla rural y por la realización de las ofertas de igualdad  y mejora ofrecidas por los liberales y no cumplidas, lo que dio lugar a movimientos de agitación social y a rebeliones en 1844 y 1846-47 (Ugalde, 1978; citado por Chaves, 1987c).
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            Paralelamente al problema social se estaba gestando un problema regional enmarcado en una contradicción entre los productores llaneros y los grupos económicos incluidos en el mercado interno o complejo agrocomercial del Centro, lo que condujo a una exacerbación de las tendencias centrífugas de los ganaderos llaneros y otros caudillos rurales, los cuales pasaron a esgrimir las banderas del federalismo, enfrentando las tendencias centralistas del sector burgués embrionario y del complejo agrocomercial y agroindustrial del Centro (proyecto Sistemas Ambientales venezolanos, 1952; citado por Chaves, 1987c). Ambas luchas, la social y la regional, condujeron a la Guerra Federal (1858-1864), que dio origen a la Constitución Federal que aún gobierna Venezuela (Artículo 4 de la CRBV) como un Estado federal, a pesar de las reformas que ha sufrido a lo largo de su Historia Constitucional.


Etapa Agroexportadora Agrícola o Agrominera (1870-1908)

            La noción de modelo agroexportador tiene que ver con el desarrollo del sistema mundial económico de fines del siglo XIX. Este sistema se basaba en la división mundial entre países centrales y países periféricos o productores. Mientras que los segundos se especializaron en la producción y exportación de materias primas y de elementos básicos (especialmente agrícolas), los primeros se dedicaron a la producción de productos manufacturados o más complejos que se vendían a mayor precio que las materias primas y que, por lo tanto, permitieron que las potencias europeas y Estados Unidos se hicieran con gran capital.+
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            Pacheco Troconis (2003) efectúa una reconstrucción histórica del proceso de institucionalización de la investigación agrícola en Venezuela en el período 1870-1935. Entre las conclusiones más resaltantes obtenidas se destaca que: a) el proceso de institucionalización encabezado por el Estado tuvo un carácter lento y circunscrito, no articulado a un programa de modernización dirigido al campo; (b) los pequeños núcleos de investigación creados no guardaron estructuración y los esfuerzos realizados fueron puntuales y fragmentarios; (c) la constitución y el manejo de algunos campos experimentales obedecieron a la imposición de intereses caudillistas, superponiendo el espacio privado y el público en la gestión y administración de la investigación agrícola; y, (d) el proceso de institucionalización perdió fuerza a lo largo del siglo XX debido a la declinación de la agricultura de exportación y la hegemonía del petróleo que, erigido en el producto cardinal de la economía, sustituyó a la agricultura como eje de la política gubernamental.
            Para el mismo Pacheco (2006), la modernización agrícola venezolana se realizó en el siglo pasado en un proceso de varias décadas. Empero sus raíces son de mayor data: “La modernización agrícola venezolana fue un proceso sustantivamente notorio desde los inicios del siglo XX hasta la década de 1970”.


El Sistema Capitalista Periférico de Asentamiento Agrocomercial (hasta 1920)
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            En esas circunstancias se produce un fuerte aumento en la demanda de café y cacao en los mercados internacionales, situación que aprovechan los inversionistas en Venezuela para desarrollar nuevas áreas de producción cafetera en los Andes y, en menor grado, en la región oriental (Caripe), y de producción cacaotera, especialmente en oriente (Península de Paria). Así, los estados andinos, Sucre y Bolívar (minas de oro), que en 1873 concentraban el 18,7% de la población venezolana, en 1920 pasan a concentrar el 27,7%. En el fuerte crecimiento demográfico inciden tanto los movimientos migratorios internos —los que ocurrieron de los Llanos Occidentales hacia la región Andina—  como la migración exterior, proveniente de Colombia (en el caso de los Andes) o de las Antillas menores (en el caso de Sucre y Guayana).


El Caudillismo y Surgimiento de la Nueva Élite Criolla: las Oligarquías.

            La Formación del Estado venezolano durante el siglo XIX tiene muchas consideraciones  historiográficas en torno a cómo se fraguó la misma,  puesto que fue un proceso lento y confuso, tratado de  forma inadecuada en el análisis de su complejidad. Más allá del sacrificio que esto conllevó para el pueblo  venezolano y sus principales líderes que lucharon por  la nacionalidad, la libertad, la igualdad y los deseos de  prosperidad y que culminaron en una Venezuela que,  a decir de algunos historiadores reconocidos, ingresa al  siglo XX con retraso debido a la larga dictadura gomecista que niega la modernidad del Estado y  mantiene un régimen de ostracismo y represión de  libertades, no obstante, “desde la perspectiva de lo cronológico y conceptual, se consolidaron en el imaginario  colectivo, dos ideas fundamentales: democracia y  prosperidad”. (Picón Salas, citado en Ortiz Rondón, 2011).
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            Por lo tanto, se mantiene la instauración de una república liberal–autocrática del Estado, “…si nos atenemos a problemas globales como los del funcionamiento del Estado… la configuración de la economía… relaciones sociales con las que se desarrollaron, y de las conexiones que mantuvieron con el mercado mundial; o los de la dinámica de su sociedad.”, a decir del mismo autor citado por Ortiz (2011:s.p.). Las causas señaladas son diversas, aunque responden por lo general a verla en la ausencia de cultura republicana y la incapacidad cultural del venezolano por la tradición española de la colonia, pero, en algunos casos (Cecilio Acosta) se observa la aceptación del caudillismo como responsable de dicha tendencia, si este juega un papel de estímulo al proceso modernizador, o su rechazo si responde a ambiciones personales (Tosta; citados en Profeballa, 2007).
            El caudillismo constituye una relación de poder basada en la lealtad personal a un caudillo local. En una sociedad organizada en base al caudillismo, el poder se basa en el acuerdo de un caudillo nacional, integrado a una oligarquía, con los caudillos locales. El poder central, ejercido por la oligarquía de turno, tenía que ser compartido con los factores de fuerza regionales, lo que implicaba la necesidad de suscribir un pacto de carácter federal.
            Cuando el general Páez crea en 1829 la Sociedad de Amigos del País, entidad de la corona española que es entonces cuando se crea en Caracas, y se declara la “separación del gobierno de Bogotá y desconocimiento de la autoridad del General Bolívar”, de hecho se está conformando la dinámica caudillista que gobernaría durante el siglo XIX -y bien entrado el siglo XX- el país, alimentada por las ansias de poder no sólo de los militares encumbrados durante la lucha independentista, sino por los grupos económicos establecidos durante la colonia y por los grupos políticos surgidos del nuevo orden liberal.
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            En principio, se trataba de reconstruir el ideal de patria encubado en la primera Constitución (1811), pero en esencia era la de formar en Venezuela, por la elite dirigente (mantuanas y una clase ilustrada constituida por abogados, comerciantes, políticos, profesores y “alguno que otro militar ilustrado”), una república liberal, siguiendo la moda de las nuevas naciones-Estado europeas: “Se pensaba en nuevas leyes, en la liberalización de le economía, la industria y los mercados así como en el hecho de que la libertad de cultos favorecería la inmigración que llegaría en auxilio con la fuerza de sus capitales, técnica y fuerza de trabajo. Estaba planteada la realización de la utopía liberal”. (Ortiz, 2011: s.p.)
            Ahora bien, la situación, apunta Straka, no se corresponde con diferenciaciones significativas en la construcción republicana del liberalismo, y señala la proliferación de poderes regionales que ponían en jaque el proyecto de de Estado-Nación, así como en otros obstáculos comentado por Olivar (citados en Ortiz, 2011), quien deja historiográficamente establecido que en 1829, el paupérrimo estado de la agricultura, relacionada con la inexistencia de caminos y la presencia de grupos armados en plan de rebeldía contra la autoridad central, además de lo referente a la desarticulación del territorio, un hecho que, entre otros, daba lugar al surgimiento de la ambición por el poder que la cultura caudillista venezolana pareciera llevar dentro como parte del patrimonio colectivo de emulación a Bolívar, resumen la causa.
            En este sentido, a juicio de Ortiz (2011), la precariedad del Estado se expresaba en la dinámica propia que exhibía cada región, producto de la herencia colonial e independentista y fue asumido por el liberalismo como base del planteamiento federalista que prevaleció en la Constitución de 1830.
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            Según algunos autores (Laureano Vallenilla Lanz, José Gil Fortoul y Pedro Manuel Arcaya; citados en Mendoza, 2014), a la luz de la tesis científica del positivismo, expusieron el caudillo como un subproducto de la Guerra de Independencia, y sostuvieron que es un fenómeno producido por el determinismo étnico, del medio y la raza y que además reconocen la existencia de dos momentos específicos en la configuración del fenómeno caudillista, una fase inicial “caudillismo anárquico” y un desenlace “caudillismo despótico”.
            Refieren al mismo tiempo que éstos hijos serán multiplicadores de rebeliones, revoluciones, revueltas, sublevaciones y otras acciones bélicas, con la finalidad de luchar para mantener o aumentar su cuota de poder; mientras que en Profeballa (2007) el caudillismo es caracterizado como un sistema político basado en la supra-subordinación por medio de lealtades personales entre caudillos, que no son más que jefes sustentados en sus habilidades carismáticas y militares. No obstante, Mendoza (2014) ofrece una propuesta sobre el caudillismo como sistema, que exige la presencia e interacción de cada uno de sus elementos para su funcionamiento; entre otras cosas porque existe la pretensión de trasladar el fenómeno del siglo XIX al siglo XXI, con lo cual no parece estar de acuerdo, y hace énfasis en “comprender como esta figura da paso al fenómeno caudillista que necesariamente debe diferenciarse del personalismo político, atendiendo que han sido “confundidos en reiteradas ocasiones”, para advertir que no es posible que vuelva el caudillismo del siglo XIX tal y como se manifestó, ya que “en todo caso se trataría de un caudillismo moderno y con matices diferentes”.
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            Es así como en 1880, la definición de caudillo incorpora un nuevo elemento, y es que ya no solamente se considera caudillo a los hombres pertenecientes al mundo castrense, sino también a los civiles, por lo que para la autora citada trastorna la definición inicial, pues amplía el ámbito de acción del caudillo. Sin embargo, el hombre civil no tiene oportunidad de mantener el poder político en una Venezuela plagada de caudillos militares.
            Visto así, y bajo la concepción del positivismo, que concibe al caudillismo como ese elemento necesario para alcanzar el orden y el progreso dentro de un sistema político carente de orden institucional, el vacío dejado por el depuesto sistema colonial, viene a llenarlo el caudillo como la institución personificada en hombre que progresivamente contribuiría a la formación de la República. De tal manera que la Formación del Estado venezolano durante el siglo XIX tiene como trasfondo el impulso caudillista de los militares que lideraron la Guerra de Independencia, y también se puede considerar el caudillismo como sistema, pero, no al sistema político-social tal como ha sido estudiado, sino, como sistema en sí mismo cuyas partes han sido: la guerra, la sociedad republicana (étnicoculturales), el caudillo, condiciones políticas, y condiciones económicas. En este caso, para Mendoza (2014), el poder político es su móvil.
            Por ello, la existencia de este fenómeno en Venezuela es posible gracias a las realidades estructurales que permiten su aparición y desarrollo, y la autora da como ejemplo, el ideal político existente en el pensamiento de nuestros dirigentes desde el momento mismo de la declaración de la Independencia, el cual es la construcción de un Estado Nacional Liberal cuyos principios sean los mismos del liberalismo político europeo. Las convulsiones intestinas que tuvieron por escenario el suelo venezolano durante el siglo XIX son percibida por los escritores Domingo Irwing y Virgilio Tosta como el producto de ambiciones personales en pugna, las cuales representan, en palabras de Tosta, un choque de intereses egoístas (citados en Benítez et. al., 2010).
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            Tal como fue organizado el Estado al surgir dentro de la vida republicana, sin base nacional, y también debido a la actividad caudillista presidida por una organización anárquica de las diferentes facciones que se disputaban el poder en ese entonces, la República se constituyó sobre una base de centralización política que crea las condiciones para el Estado y la administración centralista y presidencialista, sobre un Estado oligárquico, desorganizado económicamente, caótico en el orden político y sin planes estables de gobierno, cuya composición social de los bandos en pugna y el hecho de que el cambio social resultante fuera un relevo de grupos hegemónicos, crea la anarquía que sigue siendo un factor de peso negativo en la llamada democracia venezolana, cuyo reflejo es la ineficiencia y la incapacidad para resolver los graves problemas de funcionamiento institucional, así como de sectas económicas y políticas que gobiernan la Venezuela actual a través de una nueva oligarquía (la boliburguesía), que genera desintegración nacional (un país dividido) y debilidad del Estado moderno.
            La idea de modernidad es asociada a progreso, al adelanto frente al atraso, al desarrollo del urbanismo por encima de lo rural, ó al avance de lo industrial hacia la colonización agrícola y explotación de los recursos naturales y territoriales. Estas ideas de Modernidad encarnaron papeles con el rostro del llamado positivismo. La modernidad tiene en Venezuela lo que tiene de explotación petrolera o, en todo caso, -para los que poseen esa manera positivista de pensar si lo consideramos desde el guzmancismo-, tiene más de cien años intentando entrar. (Las referencias bibliográficas de este apartado fueron extraídas de Zambrano, 2015).
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GEOGRAFÍA URBANA

La majestuosa ciudad de Mérida, vista desde la Sierra Nevada.


La Decadencia Urbana y el Proceso de Reanimación: Patrones de Asentamiento.

            A consecuencia no sólo de la Guerra de Independencia, sino del terremoto que sacudió en 1812 a Caracas y otras provincias del interior (incluida Mérida), el proceso de urbanización sufrió, a partir de 1811, un eclipse temporal caracterizado por la destrucción física del paisaje urbano y la pérdida de su población.  


  • La Geografía urbana trata, precisamente, del dise-ño  y  funcionalidad  de   las ciudades. La geografía urba-na es, entonces,  una  rama de la ciencia geográfica que estudia  el   estructuralismo de la ciudad, entendida como paisaje urbano.
 


        




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La decadencia urbana se ve afectada, por otro lado, por el
monopolio de las casas comerciales (dedicadas a la agricultura, además de a actividades financieras crediticias y de corretaje) en manos de europeos (Boulton, Blohn, Fleury, Dalton, Bliss, Paoli, Graft, Brandt, Keogh, Mecklemburg), vinculadas a corporaciones inglesas, francesas y alemanas (Malavé Mata, 1974; citado en Chaves, 1987c), y por las vicisitudes de los mercados externos.

         Así, por ejemplo, la crisis capitalista de 1840 ocasionó, en el país, una depresión económica por la desvalorización de los productos de exportación, acentuada por la imposición de la división internacional del trabajo.
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La Ciudad Venezolana de Mediados del Siglo XIX: Crecimiento y Morfología.

            Henos visto que a fines de la época colonial, la ciudad estaba fuertemente estratificada y una organización estamentaria contribuía a darle cierta rigidez. Se inicia entonces un proceso de diferenciación morfológica interna, como veremos más adelante, que va  alcanzar su expresión plena a principios de siglo XIX y que se perfecciona en los dos primeros tercios de ese último siglo alcanzando formas muy específicas en las principales ciudades portuarias.
            Con el surgimiento de una burguesía embrionaria y un protoproletariado se reaniman nuevos componentes sociales a la ciudad, aunque Chaves (1987c) recalca que, dicha burguesía exportadora y usuaria estaba más vinculada a las economías centrales que a la economía venezolana, dependiente, periférica y neocolonizada, por lo que la ciudad que va surgiendo en esta época es una ciudad segregada, interviniendo en el hecho factores étnicos y socioeconómicos.
            Chaves (1987c) nos presenta la siguiente morfología de las ciudades venezolanas para mediados del siglo XIX:

Ciudades Portuarias


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Ciudades del Interior
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            El proceso de reordenamiento ha tenido que apoyar su proyecto transformador sobre una sociedad históricamente contrahecha sobre la dinámica distributiva centro-periferia, que llama hacia el centro, y que debido a eso, intelectuales o especialistas (urbanistas, arquitectos, geógrafos, economistas, sociólogos e historiadores) intentan explicar cómo una condición sine qua non e inalterable de la evolución historiográfica venezolana. Cada error cometido se trataba de solventar -generalmente- con un nuevo error generando un territorio subequipado que actúa como un imán y unas áreas poco pobladas que tampoco alcanzarán un equipamiento satisfactorio.
            Una de esas modificaciones, particularmente importante en lo referente a la jerarquización entre los diversos núcleos de poblamiento colonial, sería el crecimiento más acelerado de la región central (en particular de Caracas), y su paso a una condición incipiente de capitalidad desde finales del siglo XVI. Este hecho se expresa en tales paisajes en áreas de abundantes recursos. El auge de la dinámica exportadora-importadora hizo posible, a su vez, que en aquellas áreas donde se desarrolló una agricultura y ganadería (Los Andes, piedemontes y en los Llanos altos-centrales), se ampliase el sector terciario y se formasen enjambres de lugares centrales. Este fenómeno del crecimiento de las ciudades se acelera continuamente, conduciendo a la formación de ciudades “extendidas”, en contraposición a las ciudades “compactas” que, para Amaya (1999), especialista en la fenomenología geográfica urbana, ha provocado el agotamiento de la capacidad de soporte de las ciudades y la ocupación de tierras no aptas para la urbanización, agotando incluso el suelo, bien como plataforma compleja del desarrollo, o simplemente como recurso.
            El modelo de desarrollo no permitió, sin embargo, el surgimiento de ciudades industriales ni la diversificación funcional. Esto dio paso a que, a partir de la década de los años cincuenta, se definiera un nuevo modelo de desarrollo sobre la base de cuatro pilares fundamentales (Amaya, 1999: 185): 1. El valor retornado de las exportaciones petroleras; 2. El gasto público; 3. La construcción pública y privada; y, 4. La sustitución de importaciones.
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            Todas estas repercusiones contribuyeron, a su vez, a la reorganización funcional urbanística El gran flujo migratorio se conjugó con cambios significativos en las estructuras demográficas (la drástica reducción de la mortalidad y una alta fecundidad) para inducir y sostener el acelerado proceso de crecimiento urbano.
            Visto así, el impacto adicional en el funcionamiento y organización del espacio nacional y regional y, por ende, en el sistema urbano por la conjugación de los efectos señalados, no es otro que el cambio de rasgos en la distribución geográfica de las actividades económicas y del asentamiento poblacional. Si bien se formó un estrato de ciudades intermedias, en términos nacionales para la época, constituido principalmente por las capitales de estado y algunos centros petroleros, una sola ciudad, Caracas, alcanzó un tamaño relativamente grande, convirtiéndose esta ciudad a su vez, en el motor del sistema urbano, pues concentró, además de población, gran parte del desarrollo económico del país, e irradió su función desde el centro. Así nos lo deja ver el profesor e investigador de la ULA,  Amaya (1999):

En efecto, las actividades ligadas a la extracción del petróleo hicieron posible que esta función fuese dominante (…); el aumento de la burocracia estatal convirtió a las capitales de estado en ciudades especializadas en administración; y la construcción de carreteras convirtió a muchas ciudades en verdaderos nodos de transporte, en varias partes del país. El auge de las importaciones, por su parte, contribuyó a que muchas ciudades, (…) desarrollasen muy fuertemente funciones comerciales. (p. 184).
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GEOGRAFÍA ECONÓMICA

            La Economía, a semejanza de las demás ciencias, tuvo su origen, en investigaciones particulares de fenómenos observados porque llamaron la atención, que plantearon problemas de diversa índole. Durante mucho tiempo estuvo limitada al estudio de cuestiones especiales a los que se les intentaba dar una explicación por factores específicos y aunque se presentía la existencia de interdependencias estructurales, no eran contempladas en su total naturaleza o dimensiones.
            El fenómeno central de la economía nacional, en sí mismo, permaneció en buena medida desconocido, o bien oscurecido por los conocimientos prácticos instintivos, hasta la aparición de las teorías económicas clásicas como las de Las riquezas de las naciones (Adam Smith, hoy considerado como el padre de la Economía moderna), El materialismo histórico (Marx y Engels) o El imperialismo como fase superior del capitalismo (Lenin). De este modo, con el nombre de Economía Clásica se designa la elaboración doctrinal de un grupo de economistas que expusieron sus teorías entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Durante este periodo, y mediante la decisiva aportación de estos autores (se extiende aproximadamente desde la aparición de La Riqueza de las Naciones en 1776 hasta la muerte de John Stuart Mill en 1873), la economía va a recibir por primera vez y de forma satisfactoria, un tratamiento sistemático, que la acabará constituyendo en un cuerpo organizado de conocimientos, en una ciencia (Gómez, 2001). Una definición bastante utilizada de lo que es la Economía es la siguiente: la Economía es la ciencia que estudia la asignación de recursos escasos entre fines alternativos. (Aguado, 2015).
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            Un mercado, tal y como se entiende comúnmente, es un lugar físico donde acuden los consumidores a adquirir todo tipo de productos -pescado, verdura, carne, etc.-. Pero, la concepción económica de mercado va más allá: el mercado está compuesto por un grupo de oferentes (vendedores) y de demandantes (compradores) de un determinado bien o servicio.
            Claro que, si analizamos el mercado global, éste está sujeto a las leyes de la macroeconomía (como las de la OMC) del sistema de negocios, siendo la dimensión más importante ya que el centro hegemónico de dominación económica busca primordialmente objetivos comerciales antes que militares. No en vano los factores económicos están siempre en la base de toda la estructura social, política o cultural. Sin embargo, en términos de políticas económicas globales, las nacionalistas optan por considerar el poder económico como sólo una forma de conseguir poder estratégico.
            Podemos destacar por ejemplo, las rutas más convenientes para el intercambio comercial; evaluar de alguna manera el papel que juegan elementos presentes en este ambiente nacional como facilitadores de un metabolismo local, es decir, los nodos, las vías, los complementos, el aporte de insumos y otros factores; igualmente, aquellos que dificultan los procesos; para ser considerados en conjunto y disponer las medidas puedan preverse (este apartado fue tomado de Zambrano, 2016b).
            La estrategia de descentralización desconcentrada territorial propuesta (véase Figura 6) presenta, algunas coincidencias con las experiencias en otras geografías nacionales, como es la respuesta de rescatar las áreas periféricas deprimidas y la necesidad de contar con una política integral regional. Asimismo, coincide en utilizar los ejes de desarrollo (Norte-Costero, Intramontano, Norte-Llanero y Sur-Amazónico) como instrumentos de integración territorial y como espacios promotores del desarrollo. Además, en Venezuela este instrumento se basa en el manejo de las potencialidades endógenas y se fundamenta en una red de centros urbanos intermedios con una débil integración, pero con una potencialidad regional geohistórica de información y conocimiento, base para la consolidación de estos espacios.
        177    
Figura N° 6: Ejes de Desarrollo Propuestos


En este sentido, y a los fines de caracterizar aéreas con vocación para desarrollos urbanísticos, se debe enfocar desde una perspectiva de evaluación de variables físico-naturales, las cuales juegan un papel determinante para la localización de áreas aptas para el desarrollo urbano, usando sistemas de información geográfica.
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Las transformaciones de la sofisticada economía mundial han conectado a la gente y a las economías a través de las fronteras resumidas en el extendido proceso de la globalización. Pero el manejo provincial de las relaciones hemisféricas del libre comercio amenaza con socavar los avances del capitalismo democrático. De esta forma, la progresiva mundialización de la economía, requiere una nueva geografía política a escala del sistema internacional de Estados.
            También existe creciente evidencia de que necesitamos nuevos conceptos y teorías para dar cuenta de las nuevas realidades vinculadas a la organización espacial. Más allá del dominio de las macrointerpretaciones referidas a los cambios en los modos de producción del sistema económico mundial se extienden esas nuevas realidades que requieren nuevas construcciones conceptuales ajustadas a la complejidad de las mismas. La nueva geografía económica ha proporcionado, precisamente, conceptos claves que son utilizados para explicar esta (re)territorialización del desarrollo:

Monopolio, Cartel, Trust y Holding


            El desarrollo del comercio exterior contribuyó a acelerar el proceso industrializador británico ya que proporcionó nuevas materias primas (algodón y hierro); amplió la demanda de productos industriales en las colonias y países empobrecidos; creó un excedente económico y una acumulación del capital que permitieron financiar las fases venideras de la revolución que se caracteriza por el surgimiento de los siguientes mecanismos de control y apropiación del excedente que dio origen al naciente imperialismo moderno[xxv]:
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-    La palabra monopolio hace referencia a una determinada situación de mercado. En ella, un productor o vendedor es el único que explota un bien o un servicio, lo que le confiere un gran poder y le brinda una posición de privilegio.

-           En Economía, como cartel o cártel (proveniente del alemán Kartell) se designa el convenio o pacto realizado entre varias empresas o compañías de un determinado ramo de la industria para controlar la producción, distribución y venta de determinado producto o artículo, así como fijar los precios y reducir o acabar con la competencia. En este sentido, es una especie de monopolio informal que, debido a la enorme influencia que ejerce en el mercado, beneficia principalmente a los productores. Las consecuencias de la formación de carteles económicos son, en algunos casos, la disminución de la oferta y el consiguiente aumento de precios. Hoy en día, este tipo de convenios entre empresas de un mismo país es ilegal en la mayor parte de mundo.

-     El trust  es una fusión de dos o más empresas, dedicadas bien a la misma actividad (fusión horizontal) o bien, a las distintas fases de un proceso productivo (fusión vertical). El poder de algunos trusts era incluso superior al de los propios gobiernos, por lo que algunas potencias industriales promulgaron leyes antitrust, evitando así posibles monopolios.
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-           El holding es una sociedad financiera que controla varias empresas puesto que posee la mayor parte de sus acciones. El holding era el método más empleado por la banca para acceder al mundo industrial, cuya figura comercial es muy utilizada en los últimos tiempos, debido a ciertas características que la hacen ideal para controlar determinados sectores de la economía o del mercado.


La Formación del Espacio en la Época del Surgimiento del Imperialismo.

            Al hablar de Imperialismo nos referimos a una etapa de desarrollo del capitalismo, definida por Lenin (1972) de la siguiente manera:
El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en la cual ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido una importancia de primer orden la exportación de capital, ha empezado el reparto del mundo por los trust internacionales y ha terminado el reparto de todo el territorio del mismo entre los países capitalistas más importantes.” (p.113).

            En este sentido, tenemos que el desarrollo del sistema capitalista ha pasado por tres grandes etapas, a saber:

Etapa de acumulación primitiva
           
            El capitalismo no hubiese sido posible sin la acumulación inicial del capital. Es decir, para que el mercantilismo de producción capitalizado pueda ampliarse es necesario que haya un primer punto de inicio en la acumulación. Ese inicio no es posible sin un saqueo sistemático de explotación de los recursos naturales y del recurso humano.
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           Al respecto podemos citar a Eduardo Galeano (1977: 124) cuando afirma que la extracción primaria del “capital acumulado en el comercio triangular –manufacturas, esclavos, azúcar— hizo posible la invención de la máquina a vapor”; en otras palabras, que Inglaterra utilizó el oro de América Latina para pagar importaciones esenciales de otros países (asiáticos, por ejemplo), el saqueo de las comunidades indígenas del África para la obtención de la mano de obra esclava, y pudo concentrar sus inversiones en el sector manufacturero. El mismo Galeano (p.119) nos dice que “el azúcar del trópico latinoamericano aportó un gran impulso a la acumulación de capitales para el desarrollo industrial de Inglaterra, Francia, Holanda y, también, de los Estado Unidos”.
            Esta etapa se produce en la época que antecede a la Revolución Industrial, y en la cual el Estado se rige por la doctrina económica del mercantilismo. En la historia de Venezuela comprende el siglo XVI-XVII y la primera parte del siglo XVIII, de esclavización de los negros.
            Una vez que se forma el capital trae consigo la libre competencia, es decir, los que producen con mayor ventaja para el mercado. Esta es la etapa de libre empresa, caracterizada por la competencia avasallante en un mercado que carecía aún de las reglas básicas, desde la parte inicial del siglo XVIII y principios del XIX, que sigue a la Revolución Industrial en los países centroeuropeos y que tiene lugar el desarrollo del comercio y la creación de manufacturera, y hay un proceso de acumulación motorizado dentro de ese desarrollo. La productividad industrial aumentó con la invención y desarrollo de las máquinas, que modificó la política, la economía, el estilo de vida y toda la estructura de la existencia humanan. Se crean mercados nacionales, y ese desarrollo del mercado trae como consecuencia la demanda del mercado primario de importación, o sea, las materias primas provenientes de ultramar.
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Etapa de acumulación monopólica

            Esta etapa, por el contrario, significa el fin de ese desarrollo incontenible de la libre empresa, con motivo del surgimiento del monopolio. La primera característica del capitalismo moderno es la existencia del monopolio. El capitalismo monopólico es la concentración del capital en pocas manos; esto es que ramas enteras de la economía nacional queda bajo el control de unos pocos “grandes grupos económicos”. El incremento industrial y el proceso notablemente rápido de concentración de la producción en empresas cada vez más grandes conlleva a la transformación de competencia en monopolio, ya que a unas cuantas decenas de empresas gigantescas les resulta fácil ponerse de acuerdo entre sí, y por otra parte, la competencia se hace cada vez más difícil por la tendencia al monopolio, y nacen, precisamente, las grandes corporaciones multiempresariales.
            De esta manera, el balance principal de la historia de los monopolios, según Lenin (1872: 21), es el siguiente:
  1. 1860-1880: punto culminante de desarrollo de la libre concurrencia. Los monopolios no constituyen más que gérmenes apenas perceptibles.
  2. Después de la crisis de 1873: largo período de desarrollo de los cartels, pero éstos constituyen todavía una excepción, no son aún sólidos, ya que representan un fenómeno nuevo.
  3. Auge de fines del siglo XIX y crisis de 1900 – 1903: El cartel se convierten en una de las bases de toda la vida económica. El capitalismo se ha transformado en imperialismo.
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            En las manos de los cartels y trusts se encuentran a menudo las siete o las ocho décimas partes de toda la producción de una rama industrial determinada. “El monopolio constituido en esta forma proporciona beneficios gigantescos y conduce a la creación de unidades técnicas de producción de  proporciones inmensas. El famoso trust del petróleo de Estados Unidos (Standard Oil Company) fue fundado en 1900”. (Lenin, 1972: 22).
            El capitalismo, en su fase imperialista, resaltado por Lenin (1972), conduce de lleno a la socialización de la producción en sus más variados aspectos, lo que demuestra que el socialismo también funciona a nivel del gran capital:
…arrastra, por así decirlo, a pesar de su voluntad y conciencia, a los capitalistas a un cierto nuevo régimen social, de transición entre la plena libertad de concurrencia y la socialización completa. La producción pasa a ser social, pero la apropiación continúa siendo privada. Los medios sociales de producción siguen siendo propiedad privada de un número reducido de individuos.”(p.26).

            En todo caso, “el monopolio que se crea en varias ramas de la industria aumenta y agrava el caos propio de todo sistema de la producción capitalista en su conjunto”. Además, “la crisis –la crisis de toda clase, sobre todo las crisis económicas, pero no sólo éstas— aumentan a su vez en proporciones enormes la tendencia a la concentración y al monopolio”. (Lenin, 1972: 30-31)

Etapa del capital financiero
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            Esta etapa comienza cuando una familia o grupos económicos poderosos logran acumular más capital que los otros y empieza a invertir en industrias estratégicas e introducen mayores innovaciones;  es decir, entran con más ventajas en el mercado. De la industria automotriz (por ejemplo, los Rockefeller, en EE.UU.) invierten en las industrias petroleras, en el momento en que decaen las máquinas de vapor de la Revolución Industrial. Entonces, estos señores acumulan bastante capital y controlan ramas enteras de la producción (por ejemplo, la industria petrolera como la Royal-Dutch Shell) e impulsan la producción hacia el mercado de localización periférica, y llegan a controlar la oferta; esto originó control en el monopolio. Al sustituir la libre empresa por el monopolio, el desarrollo de éstos, derivado de la concentración de la producción, significó la aparición del capital financiero, al fusionarse o ensamblarse los bancos con la industria.
            El capital financiero es el capital que resulta de la fusión del capital industrial y bancario. Estos organismos monopólicos son los grandes bancos mundiales que controlan la actividad comercial (F.M.I., B.M., etc.). En Alemania está, por ejemplo, la “Sociedad de Descuento” (Diconte-Gesellschaft), uno de los bancos que tienen importancia dentro de los procesos que se van a producir en esa nación (Dominio del poder político). En Francia hallamos instituciones similares, por ejemplo, el “Credit Lyonnais”, uno de los tres grandes bancos internacionales francés.
            De esta manera, el capital financiero aceleró la época del monopolio, y esos grandes monopolios, que pasan a controlar la economía mundial, comienzan a exportar capital, ya que los monopolios llevan implícito en sí mismos los principios monopolistas: la utilización de las relaciones para las transacciones gananciosas, las cuales reemplazan a la competencia en el mercado libre. “La exportación de capital influye sobre el desarrollo del capitalismo en los países en que aquel es invertido, acelerándolo extraordinariamente”. (Lenin, 1972: 80).
185
           Esto es la nueva caracterización histórica del capitalismo, en la cual, si antes exportaba mercancías, ahora exporta capital, desarrollando la internacionalización del capitalismo. La exportación de capital es una de las bases económicas más esenciales no sólo del capitalismo moderno sino del imperialismo, en el cual ya no se trata solamente de la repartición del mundo geopolítico de inversión capitalista, sino de la repartición del mismo por los grandes consorcios financieros que no tienen fronteras ni patrias, sólo destinos que sirvan para aumentar sus rentas y/o plusvalía.
            En América Latina no se hace esperar la inversión del capital foráneo. Héctor Silva Michelena y Heinz R. Sonntag (1980) nos presentan un esbozo de una tipología de los países latinoamericanos de la siguiente forma:
Hasta la década de los 30, América Latina crece bajo los impulsos fundamentales de la demanda externa. De ahí que algunos denominen esta fase con el nombre de “fase de crecimiento hacia afuera”, nosotros preferimos llamarla “fase de crecimiento simple”, por cuanto durante toda ella la proporción del ingreso nacional que permanece en nuestros países después de tomar en cuenta la parte expropiada por el imperialismo, y que se destina a la acumulación, es realmente pequeña; en estas condiciones el ritmo de crecimiento de la economía se movía de acuerdo con las variación de las exportaciones. (p.11)


En Venezuela, los monopolios se desarrollan impulsado fundamentalmente por los tres grandes factores de la economía nacional: las transnacionales, los capitales privados o financiamientos nacionales, y el Estado. En efecto, un Estado económicamente poderoso, en virtud de la centralización o manejo político-administrativo presidencialista, en cuyas manos está la renta petrolera, ha estimulado la formación del capital nacional, incentivando la inversión en el sector industrial, a través del crédito, el proteccionismo, entre otros factores (la inversión foránea, por ejemplo), aunque en el contexto latinoamericano, Venezuela es un país que ingresa relativamente tarde al proceso de industrialización sustitutiva de importaciones, a pesar de que existían antecedentes de industrias tradicionales que se remontan a la época de Gómez (por ejemplo, los telares de Maracay, pertenecientes a la familia del dictador), ya que ésta se consolida (Travieso, 1972; citado en Chaves, 1977) en la década del 60 con la institucionalización de la política de industrialización sustitutiva de importaciones durante los gobiernos democráticos:


Los monopolios nacionales se desarrollan al calor del Estado (créditos, contratos, etc.). Resultan de la transformación de la renta de la tierra en capital inmobiliario, del desarrollo del comercio de importación y de la inversión de la banca, la construcción y la industrialización manufacturera. Venezuela no es una excepción al proceso, descrito por Lenin, según el cual la fusión del capital industrial y el capital bancario da lugar al capital financiero. El resultado ha sido una enorme concentración del capital y su centralización en un conjunto de familias poderosas (se ha hablado de unas cuarenta familias) entre las cuales se destacan Vollmer, Zuloaga, Machado Zuloaga, Mendoza, Goiticos,Taurel, Mendoza Fleuty, Blohm, Benacerraf, Bellosos, Salvatierra, Villasmil, Delfino, Domínguez, Phelps, Cisneros, etc. (Chaves, 1977).


            También los autores citados proponen una tipología para Latinoamérica, de acuerdo a la inserción de la estructura técnico-económica. Veamos:
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Países del Primer Tipo


Países del SegundoTipo






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           Este esquema estructural (el crecimiento simple por contraste con el crecimiento acumulativo) puso rápidamente en evidencia su incapacidad para lograr el desarrollo capitalista de América Latina. Su resultado fue la consolidación de la dependencia y la estructuración definitiva del subdesarrollo. (Silva Michelena y Heinz, 1980: 33-34).
            En la historia de Venezuela para esta época de crecimiento simple, está la inversión extranjera ferroviaria. Esta se enmarca dentro de la época de la penetración imperialista británica, y corresponde al gobierno de Guzmán Blanco. Sin embargo, previamente se han ido creando las condiciones para la incorporación del país al sistema de circulación capitalista mundial. Para ello se fueron eliminando las trabas al comercio en la metrópoli, como la esclavitud en 1857, que había contribuido al desarrollo del capitalismo en su etapa mercantilista o de acumulación primitiva u originaria, al igual que las comunidades autoabastecidas tradicionalmente y otras de la estructura económica dependiente.
            En relación a las comunidades indígenas es importante destacar que estas producían para sí mismas. El indígena producía para que su comunidad pudiera reproducirse y subsistir; no tenía como finalidad la acumulación. El pequeño excedente obtenido por su trabajo en todo caso permitió –en algunas ocasiones- la existencia de una penetración misionera que se apropiaba del mismo. Al dividirse la comunidad indígena, el individuo quedó dueño de situaciones donde podía comprar o vender los excedentes que producía, pero en general eran muy pequeños para asegurar el sustento, y se vio obligado a vender su fuerza de trabajo al fundista (factor contribuyente al desarrollo del latifundio, tal como lo fue la esclavitud del negro).
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            Al fortalecimiento de los grupos explotadores capitalista de esa época contribuyó la falta de capitales nacionales efectivos, originándose grupos usureros, muchos de los cuales pasaron a apoderarse de tierras, convirtiéndose en terratenientes pudientes. Entonces, se forma la oligarquía financiera en la cual se convertía el capital usurario en Agrocomercial, sobre el cual se sostuvo el gobierno aristocrático guzmancista. Ese proceso continúa en los gobiernos de fines del siglo XIX, conocido como el gobierno de la etapa “Guzmancismo sin Guzmán”.


Etapas del Capitalismo Moderno en Venezuela

            El economista ruso Kondratieff fue, a decir de Puerta (1992), tal vez el primero que formuló un esquema interpretativo de la historia del capitalismo que incorporaba los ciclos cortos de expansión y depresión del sistema, a "ondas largas" de auge y declinación, correspondientes a otras tantas etapas "tecno productivas". El autor citado recalca que Schumpeter aportó a este enfoque, que fue estableciendo períodos que correspondían a "sistemas técnicos", procedimientos, tipos de herramientas o medios de producción, al igual que Baran y Sweezy (1977), que también incorporan el examen del aspecto técnico a la historia del capitalismo:

Tales autores` coincidirían en mencionar como fases del desarrollo del capitalismo (con sus matices particulares) las siguientes: la revolución industrial en Inglaterra a mediados del siglo pasado, la "era del ferrocarril" en las décadas del 50 y 60 del XIX, la electricidad y el acero "Bessemer" en la "Belle Epoque" (finales del XIX y principios del XX), la época del motor de combustión interna, la línea de ensamblaje y la petroquímica en las entre-guerras.
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            El desarrollo capitalista, que venía acelerándose en Venezuela desde las primeras décadas del siglo XX con la explotación petrolera, se consolidó definitivamente en los años que sucedieron a la segunda guerra mundial. Ahora veremos dichas fases en la expresión geohistórica de la consolidación del capitalismo moderno venezolano.


La Venezuela Petrolera (1908-1960)

            Los primeros intentos de explotación comercial del petróleo en Venezuela tuvieron lugar hacia la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, no es sino hasta finalizada la I Guerra Mundial cuando Norteamérica toma la delantera en la exportación de capitales a Venezuela, y la inversión petrolera se hace más importante respecto a las inversiones relacionadas con la producción agropecuaria: el café y el cacao pasan a ser productos de exportación de menor importancia.
            La dictadura de Juan Vicente Gómez toma algunos pasos importantes en el proceso de integración nacional, como fueron la eliminación del caudillismo regional y nacional, al crear un ejército moderno. Igualmente, emprende la construcción de las primeras carreteras (como la trasandina), con técnicas rudimentarias y, a veces, con el trabajo de los presos, así como también otorgó el primer contrato sobre hidrocarburos, en 1909, a una compañía extranjera: The Venezuela Development Company Ltd.
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            A raíz de la primera concesión empezó lo que Rómulo Betancourt llamó “La danza de las Concesiones”, iniciando de esta manera, de manos de los ingleses que adquirieron -la Royal-Dutch Shell-, las concesiones otorgadas a la Caribbean Petroleum Company por el Dr Rafael Max Valladares, quien fue uno de los ciudadanos venezolanos que obtuvieron concesiones a raíz del fracaso de la primera compañía extranjera (The Venezuela Development Company Ltd).
            Para ello, tal como nos lo relata la historia del mismo Betancourt (1967: 40), se creó la Bermúdez Company que, no obstante, debido a la política nacionalista impuesta y legalizada por el General Cipriano Castro, líder de la Revolución Restauradora (también conocida como la Invasión de los 60 por el número de hombres con los que se inicia el movimiento de venezolanos exiliados en Colombia, el 23 de mayo de 1899, entrando a la capital el 23 de octubre), y compadre del General Gómez, a quien éste le robó el “coroto” cuando no lo dejó entrar a Venezuela después de ir a Europa por una operación de salud, dicha compañía utilizó como presta-nombre al mismo Dr. Valladares, quien suscribió un contrato con el Ejecutivo, traspasándolo –cuatro (4) días después-  a la Bermúdez Company, fundada por el General Asphalt. Dos años después (1912), Valladares suscribía un segundo contrato con el Ejecutivo federal, e igualmente, a los dos (2) días, se lo cedió a otra filial del general Asphalt, camuflada detrás de un rótulo de estreno: The Caribbean Petroleum Company.


Creación de las Bases para la Penetración del Capital Petrolero (1908-1921)

            En resumen, la Royal-Dutch Shell organizó, en 1913, otra filial con intereses anglo-holandeses, bautizada con el nombre de Oil Concessions. Asimismo, organizó, en Londres, una filial más: la Colon Development Co; y así, fue que adquiriendo las otras concesiones dadas a ciudadanos venezolanos, como Andrés Jorge Vigres. De esta forma, el imperio británico se lanzó detrás de las empresas privadas de la City, sobre subsuelo venezolano, y crearon la British Controlled Cilfield, compañía que directamente controlaba la Corona del Reino Unido. La British, apenas instalada en Venezuela, cubrió todo el país con una vasta red de filiales.
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            La importancia estratégica para el imperialismo rapaz del colonialismo británico, nos la presenta igualmente Rómulo Betancourt con una magistral envergadura (Betancourt, además de político sagaz era periodista). La misma se refleja a través de sus concesiones, ya que años después de haber iniciado sus actividades (1932), cubrían las costas venezolanas desde el estado Falcón hasta el Delta Amacuro, en una zona que ha venido siendo apetecible para el imperialismo petrolero, y hoy día se torna nuevamente vulnerable con las nuevas “Danzas de concesiones” otorgadas por la Revolución Bolivariana (véase punto Cuencas Sedimentarias en el presente texto). Se trata del espacio lacustre del Apure-Orinoco (véase Figura 2) –una de las mayores arterias fluviales de América— que desemboca en el océano Atlántico. Es el centro de la gran hoya amazónica y está ubicada en las vecindades de lo que fue la Guayana británica (hoy Guyana) y de las Antillas inglesas de Trinidad y Tobago (Delta del Orinoco). De ahí la importancia de tomar la iniciativa de la explotación petrolera en Venezuela por el Imperio Británico, debido a su inmenso potencial, comercial y militar que tenía para ellos en el momento. Actualmente, estos espacios dejaron de ser colonias al pasar a ser Estados-naciones, aunque en cierta manera siguen bajo el protectorado inglés en los aspectos geopolíticos.
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            ¿Qué pasó después, para que los ingleses, quienes habían invertido ingentes recursos financieros en Venezuela, iniciando incluso una amplia red ferroviaria, dejaran de dominar nuestro espacio bituminoso interior? Cuando llega a Venezuela el consorcio norteamericano Rockefeller, desplazando así a la Standard Oil of Venezuela al trust inglés, estos no pudieron contener el ímpetu juvenil del imperialismo estadounidense, quien volcó sobre Venezuela sus millones de dólares, retrocediendo de esta forma la vieja libra esterlina ante el avasallante dólar que se posesionaba de los mercados mundiales para la época.
            En virtud de ello, y en el curso de escasos años, el imperio norteamericano monopolizó excelentes áreas petrolíferas de su “patio trasero”, ocupadas a través de varias compañías operantes con la venia de la dictadura gomecista: Lago Petroleum Corporation, Creole Petroleum Company, Vacuum Oil Company, Richmond Petroleum Company, Mene Grande Oil Company, y otras.
            El Doctor Chaves (1981-1982a: 145) señala la existencia de tres (3) etapas para caracterizar estos momentos (a los cuales subdivide, a su vez, en tres fases) de la Venezuela petrolera. En el primer período hay un predominio de la integración, en la cual la inversión europea (particularmente la inglesa) sobrepasa la norteamericana. En el período de entreguerras la sociedad permanece esencialmente siendo eminentemente rural, aunque comienza a manifestarse ciertos rasgos de movilidad demográfica que se presentarán con mayor fuerza después de la II Guerra Mundial, en el cual el proceso de urbanización toma más fuerza en los estados petroleros y en la región Centro-Norte Costera, donde se inicia el rápido crecimiento de la urbanización.
            En efecto, entre el final de la Primera guerra Mundial y el inicio de la gran Crisis, es decir, en la década del 20, el capital norteamericano va tomando la delantera y la inversión extranjera en minas y plantaciones comienza a tener importancia. Al finalizar dicha década, se inicia la segunda etapa, pasando a la sustitución de importaciones (estimulado por la crisis de los países centrales, llamada “Gran Depresión”), lo que permite un nuevo impulso en el proceso de industrialización.
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            Los efectos de la industrialización por sustitución de importación de importaciones, proceso que ocurre en el marco de la división internacional del trabajo entre países centrales y periféricos, se caracterizan por una división espacial del trabajo con rasgos de complementariedad industrial. Travieso (1972; citado por Chaves, 1987e) expone lo siguiente:

En su aspecto económico el desarrollo industrial a través de la sustitución de importaciones de las importaciones de bienes de consumo final ha contribuido al mantenimiento de una economía no integrada, o sea, que por un lado sigue exportando predominantemente la materia prima que se exportaba desde etapas anteriores a la actual y, por otro lado, se importan productos semi-elaborados los cuales se ensamblan en el país. Sin embargo, las etapas intermedias de esta industrialización, las cuales deberían utilizar materia prima local y producir los productos semi-elaborados para su ensamblaje final no se llevan a cabo en el país sino en el exterior.

            En la tercera etapa, correspondiente al período que sigue a la II Guerra Mundial se inicia el proceso de integración capitalista mundial. En Venezuela el “boom” petrolero de los años 40 retrasa el proceso de sustitución de importaciones. No obstante, a partir de 1958, el proceso de industrialización por sustitución de importaciones, promovida por la alta participación del capital extranjero, ocasiona una fuerte concentración económica, acompañada de una urbanización explosiva en la región Centro-Norte Costera (donde se localiza el parque industrial). Posteriormente, el proceso, acompañado del desarrollo del mercado nacional que favorece parcialmente los Altos Llanos Occidentales, tiende a expandirse a otras regiones donde se difunde la actividad económica.
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Fase Rural-Petrolera (1921-1935).


            La explotación petrolera trae consigo nuevos patrones estructurales que se manifiestan espacialmente. Tal es el caso, por ejemplo, del patrón de consumo de esta “cultura del petróleo” que va contribuyendo a crear un mercado nacional, aunque en esta etapa la población sigue siendo predominantemente rural.
            Esta fase corresponde temporalmente a la dictadura gomecista y se prolonga hasta 1941, ya que, según el análisis de los censos (Gormsen, 1975-1978:146), para 1936 (año de la muerte del dictador Gómez) la población rural se mantiene en un 70% de la población total, a pesar de que la actividad petrolera, el fortalecimiento del aparato del Estado en la región Central y el incremento de la movilidad espacial con las primeras carreteras permiten un incremento de la urbanización, pasando el número de localidades de 10.000 habitantes y más, de 7 en 1920 (con 8,5% del total de la población) a 22 en 1941 (con 23,2% del total de la población).
            En algunas ciudades de la región Centro-Norte Costera se desarrollan las funciones administrativas y/o militares: Caracas, Maracay, Los Teques, San Juan de Los Morros, etc. Al mismo tiempo, surgen algunas industrias como la textil en Maracay, en parte promovidas por Juan Vicente Gómez o sus familiares. En los estados centrales (Carabobo, Aragua, Miranda), que siempre fueron los más densamente poblados y que de 1873 a 1926 habían reducido su participación dentro de la población venezolana de 19,2% a 14,6% debido al desplazamiento del centro de gravedad económico hacia Occidente y el NE, tiene un repunte entre 1926 y 1936, para volver a retroceder a mediados del siglo XX –en Aragua ya desde antes—. Sin embargo, su importancia relativa volvió a aumentar después a consecuencia de la reestructuración de una economía agrícola intensiva y de la industrialización, que trajo consigo el proceso de urbanización acelerado. (Gormsen, 1975-1978:148).
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            Podemos decir entonces que en la fase rural-petrolera se constituye el embrión de la Venezuela urbana que madura en las décadas siguientes. El incremento de la movilidad rural-urbana al final del período es evidente si consideramos que entre 1920-1936 el saldo intercensal de dicha migración fue de 68.000 personas con flujos de población rural hacia Caracas y hacia las ciudades petroleras de Zulia y oriente.
            Hay una serie de procesos que explican tal movilidad o crecimiento del nivel demográfico urbano en esta etapa:

1.- El éxodo rural, a consecuencia de las contradicciones sociales en el campo.
2. El proceso de transición demográfica (también llamado explosión demográfica), que se convirtió en factor de atracción de población en las ciudades –por la localización de las industrias, sobre todo  petroleras, y la localización de los servicios, es decir, por un mejor nivel de vida motivado a la concentración de las actividades económicas en las áreas urbanas-, y otro factor es el crecimiento del gasto público burocrático.
3. El crecimiento de las ciudades que comienza a tener peso específico (ingresos per cápita más altos) en el Distrito Federal y los estados petroleros (Zulia, Anzoátegui y Monagas), mientras que los estados andinos y Sucre pasan al grupo de estados con ingresos y PIB (producto interno bruto) más bajos.
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4. En esta fase también se da inicio a la recolonización de los Llanos (especialmente los Occidentales) como una consecuencia de la política de saneamiento ambiental de las partes bajas, ya pacificadas durante la dictadura gomecista.

Fase Urbana- Petrolífera (1935-1960)


            Las relaciones ciudad-campo, caen en el ámbito de la regionalización nodal; la ciudad crea un campo socioeconómico dentro de la cual entran áreas rurales que suministran bienes primarios y reciben bienes manufacturados y servicios de la ciudad. Esta relación entra en crisis cuando de produce el proceso de urbanización y la migración campo-ciudad a partir de las décadas de 1940 al -60.
            A partir de 1942, ocurre un repunte de la producción petrolera, acompañado de un repunte de la producción industrial. Este último queda truncado al terminar la II Guerra Mundial, y el crecimiento de la producción y exportación del petróleo continua hasta 1958-1962, cuando se inicia el proceso de estabilización. El repunte petrolero es seguido, a partir de 1956, por un “boom” en la producción de infraestructuras y por un repunte manufacturero, a partir de 1951 y hasta 1965, aproximadamente (entre 1946 y 1951 el crecimiento del producto manufacturero fue casi nulo).
            Al mismo tiempo que se incrementa la producción petrolera, el Estado venezolano, con la Ley de Hidrocarburos de 1943, obtiene una serie de beneficios (regalía mínima) de los que no disfrutaba anteriormente, cuando, por el contrario, las compañías se quedaban con los privilegios especiales, como la exención  de derechos de aduana.
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            El aumento del ingreso petrolero es, en gran parte, el responsable del “boom” en la construcción de infraestructura a partir de 1946. De hecho, es en esta época cuando se inicia la etapa de las modernas carreteras, las cuales van a unir los sistemas dendríticos en que hasta entonces se había fraccionado el espacio venezolano.
            El número de localidades de 10.000 y más habitantes pasa de 22 en 1941 (23,2% del total e la población) a 37 en 1950, y 72 en 1961 (47,2%).
            En esta fase la población venezolana pasa de una condición esencialmente rural (31,3% de la población en asentamientos de 2.500 y más habitantes en 1941) a la condición eminentemente urbana (62,5% de la población en 1961) (Chaves, 1981-1982b: 31-32). Por otra parte, la gestión administrativa del estado dirigió  sus esfuerzos al desarrollo agroindustrial de la zona norte del país, enclavada entre el macizo andino y el litoral caribeño, donde se concentraba el 82% de la población venezolana.
            Para ello se construyeron las infraestructuras necesarias, tales como la de riego, ya que para 1946 el área cultivada en Venezuela era de unas 800 mil hectáreas, de las cuales apenas 110 mil estaban bajo riego permanente; y como se tenía establecido que en áreas de riego regular y trabajadas con sujeción a normas racionales, la productividad de la tierra es cinco veces mayor que en campos de secano, se trazó entonces una política audaz de utilización planificada de sus recursos hidráulicos, y que a largo plazo abarcara otras regiones (esa política culminó la represa de Gurí, en la región de Guayana).
            Otro argumento de particular importancia es favor de las obras de riego fue el de la concentración, en torno a ellas, de núcleos densos de población, de aproximadamente 14 mil personas por superficie –de 20 mil hectáreas- regada. Esto se hizo con el fin de atenuar un poco los efectos negativos de la estructura espacial del factor dispersión (de las actividades humanas) que determinaba la distribución de los escaso 5 millones de habitantes en el país para aquel entonces. (Betancourt, 1967: 404-406).
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            En esta etapa hay un desplazamiento de la población hacia los centros de producción petrolera del Occidente y el Oriente, y hacia el corredor de crecimiento de la región Centro-Norte Costera. Los estados Zulia (Occidente), Anzoátegui y Monagas (Oriente), que en 1941 concentraban 16% de la población venezolana, en 1961 pasan a concentrar 20,6% del total. El Distrito Federal pasa de una concentración poblacional del orden del 9,9%, a 16,7% del total de la población; mientras que tres estados de la región centro-Norte Costera (Miranda, Aragua y Carabobo), que se mantienen relativamente estables, con ligeras tendencias al descenso entre 1941 y 1950, pasan entre éste último año y 1961 de 14,1% al 15,8%. En resumen, 7 entidades federales centro-septentrionales y petroleras concentraban, en 1960, el 57,6% de la población venezolana. En contrapartida, los estados andinos y Sucre, que en 1936 concentraban el 26,7% de la población venezolana, en 1961 sólo tenían el 18,5% (Chaves, 1981-1982b: 32).
            Surge también la economía del hierro y crecen con gran fuerza los estados del Centro (fortalecimiento del mercado centro-periférico), como una consecuencia de la industrialización. Sin embargo, esto se origina a partir de la caída de Pérez Jiménez, cuando se amplían las políticas de industrialización con características muy peculiares ya que se basa en la adopción sin traspaso de tecnología proveniente de los países capitalistas industrializados occidentales (principalmente EE:UU.), dándose la llamada política de sustitución de importaciones, aunque más bien es sustitutiva de un modo de producción interno por otro orientado al exterior; no de sustitución de precariedad productiva por industrias productivas.
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Fase Urbano-Industrial (1960-70)


            Esta etapa arranca desde 1959, cuando, a raíz del descenso de la inversión petrolera, se implanta el proceso de industrialización sustitutiva de importaciones (Chaves, 1981-1982b: 34). Se pensaba que la industrialización sustitutiva iba a resolver el problema de la insuficiencia de fuentes empleo pero, en la práctica, no fue así, sino que son industrias atiborradas de mano de obra debido a la alta tecnología empleada.
            El capitalismo mundial incorpora a Venezuela al flujo de capital, por lo que el país pasa de importador de bienes de consumo a importador de bienes de capital. Los estados petroleros comienzan, entonces, a perder importancia relativa dentro del conjunto de la economía nacional. En efecto, Zulia pasa del primer rango en el PIB per cápita al sexto; Anzoátegui de tercero al decimoctavo y Monagas del quinto al penúltimo. Los tres estados citados, que en 1961 concentraban el 20,6% de la población venezolana, pasan a concentrar, en 1971, el 19,6%. Sin embargo, esa industrialización es altamente dependiente de la inversión extranjera si consideramos que, para el año 1971, dicha inversión representaba el 23,18% del capital suscrito en industrias mecánicas contra 13,99% como media nacional (Chaves, 1981-1982b: 34).
            En esta etapa se inició el proceso de metropolización de la población venezolana, a partir de los 60, pero más particularmente a partir de los 70 (la cual veremos más adelante), cuando Venezuela pasas de una etapa de metropolización petrolera a una etapa de megapolización, es decir, que la población ya no sólo se concentra en asentamientos urbanos y petroleros, sino en aglomeraciones y ciudades muy grandes, cuya ampliación generan conurbaciones en algunos casos. Pero las megalópolis no forman una masa continua y a menudo están separadas por unos espacios más o  menos rurales.
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            En Mérida, aunque no se encuentra totalmente unida, el Área Metropolitana ha venido acelerando su proceso de integración gracias al desarrollo de urbanismos al sur de la ciudad de Mérida y del Sistema Tromerca (Transporte masivo de Mérida C.A.), un gran trolebús de la Mercedes Benz España S.A. (compuesto también de una línea de autobuses chinos integrados y complementarios al sistema de estaciones, así como por un funicular o línea Metrocable, llamado Trolcable, que baja al graven del Chama desde la terraza de Mérida, a nivel del centro de la ciudad) que une a la ciudad de Mérida con la ciudad de Ejido, lo que la ha acercado igualmente a los desarrollos urbanísticos que se expanden hacia la ciudad de Lagunillas; y por el extremo norte casi uniéndola con la población de Tabay.
            Esta etapa es igualmente considerada como la etapa de la crisis petrolera –después del “boom” petrolero que se produjo en la década del 70, a raíz de la nacionalización del petróleo y la crisis energética mundial de la época— que se genera con la caída de los precios del petróleo. También es una etapa de crisis política, producto de la crisis de la economía rentista. El Estado paternalista (protector e intervencionista) se ve obligado a ejecutar una serie de políticas de reajustes económicos que da origen a un cuestionamiento de los partidos políticos que promovieron y apoyaron tales medidas económicas, ya que son los mismos que habían gobernado a la nación bajo los esquemas paternalistas estatales. Todo ello condujo a lo que después se conoció como el “Paquetazo” o paquetes de reestructuración económicas que produjo el estallido social en 1989, conocido como “El caracazo”, y generó intentos de golpe de Estado.

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Etapa Metropolitana de Transición (1970 en adelante).


            En Venezuela, el proceso de urbanización no escapa a la dinámica petrolera, más bien se acentúa; pero tampoco a la propia dinámica urbana en sus rasgos más generales que presenta América Latina, en relación a las tendencias geohistóricas que la caracterizan, aunque responde, por supuesto, a las dinámicas propias de sus condiciones históricas y de lugarización, tales como políticas, sociales y económicas.
            Bajo esta dinámica, y en el orden espacial, un tipo particular de ciudades ha insurgido o resultado favorecido: las ciudades medias (entre 100.000 y 1 millón de habitantes), generalmente capitales regionales, sedes de los gobiernos de los estados federales (Pulido, 2004):
Ellas han sido el objeto principal de grandes inversiones públicas, las que junto con los efectos multiplicadores que las mismas han generado, las han convertido en los principales centros económicos del país. El dinamismo particular de esos centros medios, permitió, bajo un proceso de subordinación intenso, la formación de unidades urbanas de mayores dimensiones debido a la unión de sus núcleos centrales con los conglomerados vecinos, con los que unas muy estrechas relaciones económicas, sociales y culturales se mantienen. De allí que la mayoría de esos centros medios se encuentran conformando áreas metropolitanas (p.107).

            La industrialización periférica, orientada por su propia naturaleza a la extracción y el procesamiento intermedio, en industrias de alta composición tecnológica, localizadas en enclaves, se caracteriza por el predominio de las agroindustrias, cuyo asentamiento es también particular. En torno al área nuclear falta un área compacta de industrialización “tradicional” o “nativa”. Las fragmentaciones de los procesos de producción y su redimensionamiento geográfico han perdido su base local e incluso nacional y con ella los intereses en el gobierno de la ciudad y sus territorios urbanizados, que ahora pasan a los agentes dedicados a la distribución y al control de los procesos aguas abajo de la producción, es decir, la comercialización y el sector logístico (Roch, 2001).
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            El patrón de circulación dendrítica es también aprovechado bajo nuevas modalidades. En efecto, las metrópolis regionales (como Barquisimeto) o subregionales (como Valera) se convierten en receptoras de productos manufacturados y canalizadoras de alimentos, materias primas o productos manufacturados tradicionales (en especial alimenticios) hacia el centro. El centro se convierte también en receptor, a través de puertos de importación, de materias primas semiprocesadas y productos terminados.
            Al lado de esa circulación dendrítica, polarizada hacia el centro nacional y los puertos de importación, continúa existiendo la circulación dendrítica multipolarizada hacia los puertos de exportación, por donde salen materias primas y manufacturas intermedias (puertos petroleros y mineros). Esa especialización de los puertos en las categorías de importación (esencialmente La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Guanta y Ciudad Bolívar) y de exportación (Maracaibo, Amuay, Cardón; Puerto La Cruz y Puerto Ordaz) es clara expresión de la estructura espacial del sistema industrial y de la estructura y funcionamiento dendrítico de la circulación (Atlas de Venezuela, 1969; citado por Chaves, 1987f).
            Hasta 1974 la energía aparecía como un factor de producción extraordinariamente barato principalmente, por las políticas de precios que regían para el petróleo. Esta fue la causa principal de que se generalizara en los países industrializados un estilo de producción y de consumo, así como una organización social, que giraba en torno a la disponibilidad de energía barata.
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            Este estilo se reflejó en varios procesos como la preeminencia de lo que se ha llamado la tecnología del "bulldozer" (Sunkel, 1981), altamente dependiente de combustibles fósiles y con poca integración a la naturaleza; las tecnologías que operan a gran escala; la artificialización de los productos, que recientemente ha dado lugar a la sustitución de productos con una base natural por productos con una base petroquímica (jabón por detergente, nylon por algodón, etc.). Este es un tema que, en palabras de Sunkel (1981: 26), “ha sido tratado por varios estudiosos de la crisis ambiental. Lo importante para el estudio de los nexos entre el estilo de desarrollo y el medio ambiente es que este estilo, que ahora comienza a hacer crisis en los países del centro es precisamente el que resulta ser el estilo ascendente en los países latinoamericanos”.
            Puerto La Cruz, fundada como Puerto de la Santa Cruz, es una ciudad portuaria ubicada en el estado Anzoátegui en Venezuela, capital del municipio Sotillo, aloja una de las más importantes refinerías de petróleo del país: la Refinería de Puerto la Cruz, uno de los centros de procesamientos de crudo, y sede de numerosos edificios de Pdvsa, la cual abastece el mercado interno y exporta a los países caribeños, como Cuba y Las Antillas. La refinería Puerto La Cruz es uno de los centros de almacenamiento, procesamiento y exportación de crudo más importantes de Pdvsa e integra un circuito de manufactura de hidrocarburos extraídos en los campos de los estados Monagas y Anzoátegui. Cuenta con la planta más importante de cemento de Venezuela, CEMEX.
            Debido al crecimiento económico que la ciudad vivió a causa del boom petrolero, Puerto La Cruz es el punto final del oleoducto Carapito-Puerto La Cruz y del gasoducto Anaco-Puerto La Cruz. A raíz del crecimiento económico la ciudad aumentó su población en un 50% y miles de inmigrantes (en su mayoría europeos y asiáticos) llegaron a la ciudad y muchos de ellos establecieron sus comercios.
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Cerca de la ciudad existen varios atractivos turísticos y una importante infraestructura hotelera que cuenta con numerosos hoteles cinco estrellas y paradisiacas playas que se encuentran en las afueras de la ciudad (Isla de Plata, Conoma y Arapito), siendo puerta de entrada al Parque Nacional Mochima. Desde su terminal marítimo, parten barcos de tres empresas navieras (Conferry, Navibus y Naviarca) que la unen a la isla de Margarita, y a otras islas cercanas, entre ellas, Islas Chimanas, Isla de Plata, Cachicamo e Islas Borrachas, a través de dos muelles en el Paseo Colón. Por lo demás, el desarrollo de actividades agrícolas que albergó en su tiempo de auge (como la siembra de maíz, maní, algodón, caña, sorgo, café, cacao, cambur, raíces y tubérculos) y la producción intensiva avícola en otras zonas del Estado, así como de la actividad pesquera en la costa, se han instalado diferente tipos empresas del ramo de alimentos y bebidas, agroindustrias, además de las asociadas a materiales para la construcción, metalmecánica, derivados del petróleo; y por otro lado se han desarrollado actividades financieras de alta demanda, que colaboran al crecimiento urbano[xxvi].
            La particularidad que caracteriza el sistema urbano en el momento histórico actual, en términos de las relaciones estáticas; esto es, la distribución geográfica de la metropolización, y de las relaciones dinámicas, es decir, el conjunto de interacciones o flujos de intercambio y las redes en las cuales operan, es la promoción de exportaciones no tradicionales, cuyo motor de crecimiento de dicho sistema de organización urbana es, según Amaya (1999), el resultado de una modelo económico que privilegia dichas exportaciones y la competitividad, dentro de un marco de una economía globalizada.
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GEOGRAFÍA MARXISTA

            El marxismo no es un sistema inmutable, dogmático e inerte, pues aprende de la práctica, se ve influido por ella y está en continuo desarrollo.

¿Quiénes son los beneficiados con ese impacto de la sociedad en los elementos o entidades del planeta Tierra?

Aunque la respuesta ya la sabemos de forma somera cuando se ha -por lo menos- incursionado en la teoría dialéctica del materialismo histórico, o cuando vemos las consecuencias del desarrollo neoliberal, el cual como sabemos bien- apela al discurso de la sustentabilidad; debemos reflexionar sobre la misma, ya que dicha sustentabilidad es débil, puesto que considera a la naturaleza como un capital, generando los cambios perjudiciales (cambio climático, desertizaciones, inundaciones, contaminaciones y demás impactos ambientales) de orden global que hoy día vivimos. Y que estamos llamados a afrontarlos de forma adaptativa.



            El marxismo no es un “cadáver” mal oliente como
pretenden los intelectuales occidentalistas neoliberales; más bien está abierto e incorpora muchos de los movimientos que aparecen en la actualidad, como serían el ecologismo o Geografía ambientalista, la emancipación de género, la convivencia de los pueblos, la integración multilateral o el de las minorías étnicas. 
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            En palabras del filósofo francés J. Derrida (citado por Segrelles, 1999: 128): “El marxismo sigue siendo necesario e indispensable para luchar contra la injusticia y la desigualdad, siempre y cuando se  le transforme y  adapte a las nuevas condiciones” (i. e. la mundialización o internacionalización del capital).
            No obstante, es justo destacar que la construcción teórica marxista (no-ortodoxa, ni tampoco cayendo en “cosificaciones ideológicas”) tiene que ir más allá no sólo del capital mismo, sino de lo enrevesado de su lenguaje; donde la unión tempo-espacial de estructuración y reproducción de la realidad social, medidos por el proceso de modernización -y sabemos bien a que modernización nos referimos- en la cual tiempo y espacio constituyen una unidad dialéctica, completándose recíprocamente, más también entrando en contradicción, imbrican periodización y regionalización y se ajusta al modelo alternativo del Gobierno revolucionario de la República Bolivariana de Venezuela. Para Briceño (1994), la teoría Marciana es la Praxis Social científicamente pensada. Esta praxis está en movimiento.
            Uno de los puntos de referencia teóricos fundamentales de la geografía crítica fue el marxismo. Pero es evidente que no se puede hablar simplemente de marxismo en Geografía, sino que es preciso tener en cuenta las distintas interpretaciones del pensamiento de Marx que se encuentran en ciencias sociales. Para Gómez (2007):

Desde una perspectiva específicamente geográfica, el debate sobre el espacio, junto con los problemas de la escala y la concepción de la naturaleza, son los tres grandes temas que plantea la Geografía marxista. Estos temas se prolongan como los debate fundamentales de los enfoques geográficos postmarxistas y posestructuralistas propios de la década de 1990, ya sean realistas, posmodernistas o críticos, en relación con los cuales -en un proceso de interacción con ellos-, muchos de los anteriores geógrafos marxistas han resituado su trabajo actual. (p. 260)
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            Es significativo que la obra clásica del filósofo marxista francés Henry Lefreve, La production de l'éspace (1974), fuera traducida al inglés en 1991 y que desde entonces se haya explicitado más claramente su influencia en los esfuerzos actuales por desarrollar una teoría social en la que el concepto de espacio desempeñe un papel central, en la línea de lo que tan explícitamente señalaba Lefbvre: "actualmente una ciencia de la sociedad es necesariamente una ciencia del espacio". (Citado en Gómez, 2007).
            La posición de la Geografía marxista frente al espacio se debate entre la ausencia de tratamiento de esta noción por parte de Marx (citado en Gómez, 2007) y el énfasis en la crítica del llamado fetichismo espacial de la Geografía neopositivista, por una parte, y la conciencia de la necesidad de incorporar su consideración como seña de identidad básica de la perspectiva geográfica en ciencias sociales, por otra. La caída del muro de Berlín (noviembre 1989) y el posterior desmembramiento de la Unión Soviética (diciembre 1991) marcó el principio del fin de una etapa histórica, pero no puede sostenerse de forma demagógica que la expiración del socialismo real equivale al ocaso del pensamiento marxista.
            La planificación económica de la ex Unión Soviética, por ejemplo, extendida a las repúblicas populares, estaba concebida –refiere Benko (1970)- de acuerdo con los principios políticos, sin fundamentos sustentables ya que -se ha admitido-, o éstos se anteponían a las preocupaciones de optimización económica, o -solución más cómoda- que coincidían con ellas. Por lo tanto, errores de consideración se han cometido, desperdicios importantes se oponían a que el aparato colectivista aprovechara todas sus ventajas. (p. 16).
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            En relación al caso venezolano, hay que decirlo, el marxismo que se predica es jacobino, no un marxismo científico. Si así fuese, no se estaría enfatizando la ampliación de los puertos para atiborrarnos de más importaciones como en efecto lo hacen, incluida ahora hasta de alimentos que antes producíamos.
            Es justo destacar que en el seno de las últimas corrientes geográficas que han aparecido, asumen la misma como una ciencia social, que tiene por objeto de estudio el espacio geográfico desde la concepción humanista, lo cual da pie a un resurgimiento muy interesante entre el marxismo y esta vertiente fenomenológica de la Geografía Humana. Incluso algunos geógrafos de izquierda, como el español D. Ley o M. Quaini (citados por Segrelles, 1999), mantienen viva la esperanza de que un progreso teórico de la Geografía humanista pueda llevar al redescubrimiento de un nuevo materialismo histórico que ha sido denominado “humanismo marxiano”.
            En este sentido, la utilidad del análisis marxista para explicar un mundo que cambia de manera draconiana arrastrado por el motor de la globalización comercial debería quedar fuera de toda duda, pues aparte de su reconocida validez interpretativa de las sociedades capitalistas, qué duda cabe que estas tendencias mundiales influirán –y de hecho así es- en la transformación acelerada de los espacios mediante la intensificación de las relaciones socioproductivas existentes y el nacimiento de otras alternativas de nuevo cuño (i. e., los TLC).
            Por lo que se refiere a la crítica del fetichismo espacial de la Geografía cuantitativa, existe un acuerdo generalizado entre los geógrafos marxistas de que en la Geografía cuantitativa las relaciones entre grupos o clases sociales se presentan como relaciones entre áreas, ocultando las divisiones sociales dentro de cada una de ellas. Los marxistas critican que las conceptualizaciones geométricas abstractas de la forma espacial se oponen al contenido social del espacio, obscureciéndolo al negar las relaciones dialécticas entre contenido y forma.
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            Con ello se trataba de rebatir la existencia autónoma de hechos, procesos, estructuras y relaciones espaciales, objeto de una ciencia espacial que pretendía descubrir la "coherencia interna en las estructuras espaciales" sin comprender la necesidad de buscar la explicación de tales estructuras en los fundamentos materiales y sociales.
            Por contra, lo que la corriente marxista persigue es construir una teoría social del espacio en tanto que expresión de la estructura social. Esto equivale a estudiar la producción del espacio por los elementos de los sistemas económico, político e ideológico, así como por sus combinaciones y por las prácticas sociales que de ellos se derivan. Pero en la perspectiva marxista estructuralista dominante, la determinación económica (insuficientemente amortiguada por el principio de la autonomía relativa de los niveles político-institucional e ideológico y por la noción de estructura articulada en niveles dominantes o determinantes) amenaza con anular y absorber a la Geografía, al igual que había ocurrido con la llanura isotrópica de los positivistas.
            Éstos son algunos de los problemas que provocaron el rechazo de la epistemología marxista de raíz estructuralista por parte del grupo de geógrafos franceses vinculados a la revista Hérodote. En opinión de Ives Lacoste, en concreto, las características propias del espacio, su organización, funcionamiento y morfología quedan en el enfoque marxista reductoramente subsumidas en una argumentación que remite a estructuras económicas y sociales y a reflexiones de economía política o de la historia (citados en Gómez, 2007: 86).
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            Frente a ello, este autor propone una teoría de la espacialidad diferencial que permita explicar la diferenciación espacial de la crisis global (destrucción de la biosfera, degradación de las potencialidades alimenticias, explosión demográfica, extensión de las aglomeraciones urbanas, acentuación dramática de las desigualdades sociales).
            Enfrentándose al mismo problema, otros geógrafos marxistas, por lo general inspirándose en Henry Lefebvre, han tratado de situar la noción de producción social del espacio en el campo concreto de la Geografía, considerando que éste no es simplemente el escenario neutro en el que tienen lugar los conflictos de clase, sino que las estructuras sociales ni tienen existencia real ni se pueden entender sin estructuras espaciales, y viceversa.
            Esto mismo ha llevado a Milton Santos a rebautizar el concepto marxista de formación social como formación social y espacial siendo una estructura social como las demás instancias de la sociedad. Sirva como muestra de ello las siguientes conclusiones de Santos: "dispone también de un cierto número de características particulares que le hacen algo diferente (relativamente autónomo) del conjunto de las instancias sociales". Frente a la inercia de los procesos territoriales (en urbanismo, agricultura, turismo) es necesaria una ordenación del territorio de acuerdo con los principios de sostenibilidad (precaución, minimización del consumo de recursos y participación pública) (citado en Del Moral, s/f y 2009), y esto sólo puede llevarse a cabo desde la acción consciente de una Geografía social y radical para abordar las nuevas tareas. El interés de este debate es que está muy lejos de haber sido superado, y constituye uno de los temas centrales de la Geografía actual.
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LA CRISIS DEL ESTADO CAPITALISTA DEPENDIENTE Y EL SURGIMIENTO DEL CAPITALISMO DE ESTADO 


Notas



[xxi] El conuco es una agricultura migratoria, basada en la roza y la quema y en la utilización del palo de cavar (chícura o coa). (Chaves, 1998: 14).
[xxii] En primer trimestre de 2017 culminarán puente ferroviario de Barquisimeto. AVN. En: http://www.avn.info.ve/contenido/primer-trimestre-2017-culminar%C3%A1n-puente-ferroviario-barquisimeto
[xxiv] Hoy día, aún continúa de esta manera, a pesar de que se hable de globalización, con la diferencia de que ahora hay nuevos países incorporados a la exportación de capital como China, por ejemplo; y también nuevos países importadores de beneficios como las ex naciones de la antigua URSS. Sin embargo, los países periféricos continúan suministrando las materias primas del sector primario de la economía e importando los productos acabados del sector secundario, ya que la llamada sustitución de importaciones fue sólo parcial y no se dio la necesaria transferencia de tecnología. En esencia, siguen siendo neocolonias actualmente incorporadas al mercado global gobernado por los países de los bloques económicos centrales.
[xxv] Las definiciones fueron obtenidas de la página web en línea: http://www.significados.com/

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