El «monetarismo» desde el enfoque de la Geografía radical y del proceso de Diferenciación espacial.


El «monetarismo» desde el enfoque de la Geografía radical y del proceso de diferenciación espacial. Caso: La política monetarista de  la 
Revolución Bolivariana y el bloqueo financiero.


Eudes A Zambrano A[1]

Resumen

Durante los últimos años del Gobierno Bolivariano se han aplicado dos paquetes del llamado «monetarismo» en Venezuela, en unas condiciones de crisis económica capitalista. ¿Acaso esto generará resultados diferentes de los producidos en los campos de ensayos del monetarismo: EE.UU., Alemania, Francia, etc.? Porque, en realidad, la República Bolivariana de Venezuela (RBV) sigue siendo un Estado dependiente del capitalismo internacional, a pesar de su tendencia socialista, aunque no sin visos de capitalismo de Estado. En este artículo se analiza, desde la perspectiva geográfica marxista de la percepción dialéctica, la metamorfosis territorial venezolana, encarnada en todo aquello que ha sido colocado al servicio del capitalismo en la Venezuela cuartorepublicana, y cómo ahora, de una geografía luminosa, se torna envejecida y obsoleta (geografía letárgica), al abandonar lugares ocupados actualmente por el estatismo y lo comunal. Para ello, se parte de una descripción del monetarismo tal como se aplica en el contexto político-económico tradicional, basada en la utilización de métodos diversificados y experimentados de la economía y la geografía clásica, como de caracterización cuantitativa o nueva Geografía, para pasar a explicar, desde la Geografía radical, apoyado en la teoría de la diferenciación espacial, cómo se expresa en las localidades y regiones del país, y dar conclusiones y sugerencias alternativas del accionar revolucionario y permanente, conscientes de nuestras capacidades y competencias del espacio venezolano y de su gente.




Introducción

La Geografía teorética-cuantitativa o Nueva Geografía nos tiene acostumbrados a escapar de la realidad transformadora de la superficie terrestre a costa de datos, modelos, imágenes y gráficos, trastocando el empirismo ligado a la observación directa por una experiencia más abstracta, anclada en la revolución cuantitativa. Esta superación de la realidad la consigue a través de artificios como datos filtrados por la estadística, el diseño, las encuestas, indicadores sociales y la recopilación de información, tanto científico-técnica como mediática -incluido videos, imágenes satelitales y la confección de mapas temáticos no sólo del espacio geográfico, sino también del virtual o ciberespacio-, para ser usada en la interpretación, diagnóstico e intervención de la realidad geográfica a partir del ordenamiento territorial y de los recursos del espacio natural y social.

El espacio geográfico, al igual que el tiempo histórico, es un producto social, y encuentra en la naturaleza recursos y materias primas de carácter polivalente, porque es material y formal; son productos que se consumen y es medio de producción; mientras que, espacio y tempo no pueden producirse: es dimensión de hechos y procesos que ocurren en el mundo material, sean naturales o sociales. Esta concepción facilitó comprender la imposibilidad de aislar el espacio como si fuera un objeto más de la realidad material, por cuanto es una cualidad permanente de la misma.

En consecuencia, el espacio en términos genéricos y bajo las consideraciones señaladas, en opinión de autores reseñados por Elías Méndez (2006: 25), no parece ser el objeto de estudio de la geografía, porque en este caso tendría que asumir el conocimiento de una cualidad que es propia de la física: “Al considerar el espacio como creación de la sociedad, que se sirve de él, lo interviene y lo configura, y al incluir los conceptos de localización, distancia, movilidad y organización espacial, surge la noción de espacio geográfico” (p.26), que viene a constituir el centro de atención de la geografía como ciencia del espacio.

Es evidente, entonces, que el capital, en sus vertientes productiva y financiera, además de crear y transformar los espacios, configura y articula su propio espacio impulsado por su propia dinámica interna. Pero los vehículos de esas modernizaciones, la división del trabajo, tanto en el plano internacional como local, engendra especializaciones funcionales y socialización estructural de la sociedad que, según Gómez (2007), cadenciadas por las verticalidades y las horizontalidades, es decir por las nuevas y antiguas organizaciones del espacio, pergeñan una tensión que, amén de deshacer y rehacer innecesariamente las formas y contenidos territoriales, permite descubrir la riqueza de los conceptos de «geografía luminosa» y de «geografía letárgica» u opaca, regiones del mandar y regiones del hacer.

La máxima expresión de la globalización capitalista en curso, señalada por castellanos (2004; citado en Saavedra, 2008: 12), consiste en acumular sin producir nada, especulando simplemente (inversión parasitaria) sobre la salud económica de sectores y países, y denota la preferencia a la especulación financiera sobre la producción real o social, cuya tendencia se manifiesta en los flujos comerciales de grandes regiones o áreas regionales macroeconómicas conformadas por tratados de libre comercio (TLC), también llamadas AFTA (Áreas de Libre Comercio o Acuerdo de Asociación de Libre Comercio: Agreement Free Trade Association, por sus siglas en inglés), consideradas bloques regionales o comunidades económicas. (Zambrano, 2004).

La teoría manejada en torno a la evolución de dichas inversiones especulativas refiere la existencia de cinco fases en el ciclo: desplazamiento de capitales, boom, euforia, recogida de capitales y pánico. Esta última fase se presenta cuando se genera inestabilidad económica, actos terroristas y sensacionalismo mediático, produciendo crisis financiera y fuga de capital, como ventas de acciones en las bolsas de valores, en una palabra “crack financiero”; y también especulación con inversiones oportunistas o de “Smart money” (dinero rápido).
Más allá del hecho de que sea inadmisible programar la argumentación científica centrada sólo en el conocimiento dialéctico marxista sobre cuestiones meramente «imperialistas» que se dan en las intervenciones de las economías nacionales y locales, o en las componendas geopolíticas de la economía mundial, nos proponemos con esta investigación revelar la metamorfosis de la producción social desde la percepción geográfica radical, es decir desde la génesis reproductiva marxiana relativa al funcionamiento monetarista de la política económica implementada en la República Bolivariana de Venezuela.
Con todo, se trata, más que de una regulación basada en el «monetarismo» para cubrir déficit emitiendo dinero inorgánico o bolívares en nuevos billetes (conos monetarios y reconversión monetarista) como terapia de shock, asumida de hecho por el Ejecutivo nacional, cuyas órdenes se sitúan fuera del contexto clásico capitalista en virtud de que no se trata del control inflacionario tradicional, respondiendo más bien a la terapia"paliativa” por la hiperestanflación (inflación con estancamiento) inducida por EE UU y sus aliados como consecuencia del bloqueo económico o economía de guerra no convencional de la que está siendo víctima Venezuela.

Esta práctica deja de lado, por supuesto, el camino alternativo al capitalismo salvaje, dando lugar a un exiguo margen para la implementación del socialismo que no sean las medidas impuestas por el poder puro, desde arriba, basado en viejas estructuras marxianas como el «colectivismo», «estatización», «expropiación», entre otras prácticas intervencionistas del llamado “socialismo real”, y ataduras que impiden la “revolución permanente” o desde abajo, desde las bases populares, al promover todo lo contrario: un populismo estatista que mantiene una intermediación política como facilitadora del proceso 'revolucionario'.

Antecedentes de la crisis actual

En su desenvolvimiento holístico el estudio de la política financiera venezolana ha sufrido grandes oscilaciones. Mientras en la época de la Venezuela cafetalera se consideró que lo financiero era parte de la política económica denominada “mercantilismo”, que aparece ante la necesidad de considerar los estados modernos por medio de sus explotaciones nacionales –en el caso de los países coloniales, el Estado capitalista lograba su ganancia gracias a las posesiones de ultramar, o sea, a sus colonias-, de los cuales extraían las ganancias gracias al comercio internacional, el atesoramiento de metales preciosos y a la renta de la plusvalía del mercado negro o de esclavos. 
En la época petrolera, lo financiero se convirtió en parte de la actividad económica. Pero no buscaremos en el pasado contemporáneo del rentismo petrolero tales antecedentes de la política financiera del Estado venezolano, ni en la llamada República Bolivariana de Venezuela, porque estos son ya harto conocidos (ver, por ejemplo, “Venezuela, política y petróleo”, de Rómulo Betancourt, para la primera etapa, donde se conjuga pensamiento y política en un accionar real de la historia de Venezuela; y El Patriota Místico, de Eudes Zambrano, para lo que va de la llamada V República, donde se conjuga el análisis del pensamiento discursivo del líder de la revolución bolivariana (RB) con el accionar real de la política megalómana del “por ahora”), aunque si apelaremos a algunos factores enquistados en la Venezuela actual. Por lo tanto, sólo se hará referencia, por ahora, a los paquetes macroeconómicos de intentos de reformas estructurales neoliberales.

El primero de los paquetes monetaristas del actual gobierno obedeció a la escasez de dinero en efectivo producto de una avanzada centro-periférica de crack financiero contra la RBV, promovida por EE UU, con centro en Miami y orbitando en la ciudad de Cúcuta, a través de la complicidad del gobierno colombiano con la manipulación del llamado Dólar Today. Para afrontar dicha crisis, el gobierno bolivariano (GB) creo un nuevo cono monetario, ampliando o reconvirtiendo el valor de la moneda impresa hasta 100 mil bolívares en su equivalente por un Bolívar Fuerte (Bs F). Esto sucedió a raíz de la casi “desaparición” (ya que realmente, se estaba sacando para la ciudad fronteriza colombiana, donde se pagaba su valor hasta tres veces más en las casa de cambio) de la circulación pública nacional del billete de mayor denominación para ese momento: el de BsF 100.(véase Figura 1, a continuación).


El resultado, desde el mismo momento en que el presidente Maduro anuncia la recogida (diciembre 2016) de dicho billete para parar la “fuga” del mismo al vecino país –dando un plazo de tres días para ello- y su sustitución por un nuevo cono monetario con nuevos billetes de BsF (desde BsF 500 hasta 100 mil), con la entrada en circulación de billetes de 1.000, 5 mil, 10 mil y 20 mil BsF, respectivamente, fue de nuevo la “abundancia” del mismo (mantenido a través de Decretos presidenciales) en las calles venezolanas y de intercambio económico del mercado comercial nacional, reflejado en la abundancia de la oferta de mercancías a través de la oferta-demanda, y en el valor de la misma en el mercado cambiario venezolano, aunque de hecho totalmente devaluado.

Otro resultado fue el de la breve paralización de la especulación, hasta que ya en 2017, sobre todo a partir de la segunda mitad, la inflación se disparó vertiginosamente, la escasez de efectivo volvió a golpear la economía nacional y la especulación siguió gobernado la dinámica económica del mercado cotidiano venezolano, sobre todo la del “mercado negro” con la fuga hacia la frontera colombiana de los nuevos billetes. Y esto sucedía en las propias narices de los venezolanos, en las afueras de los bancos nacionales donde los pensionados eran abordados por negociadores o “bachacos financieros” que le ofrecían el doble del valor monetario por cada billete de BsF 100 mil, al instante, es decir, con transferencias en vivo y directo, o bien pagaban en efectivo en pesos colombianos.

En vista de la nueva escasez de efectivo, por el hecho de que se fugaba –y se sigue produciendo, aunque ya no comprado como antes por los bachaqueros especulativos de los financistas colombianos en virtud de la mala calidad del papel impreso- al mercado colombiano, el billete de BsF 100 comenzó de nuevo a liderar las transacciones del mercado común venezolano o cotidiano, es decir, del quehacer de la economía informal. Por ello, fue siendo aplazada su recogida, dando dilación en la prórroga de su vigencia, a través de decretos presidenciales, llegando a ser conocido popularmente como el “Duro de matar”. Aún hoy día, después de una nueva reconversión monetaria que le eliminó, al principio, tres ceros a la moneda del Bolívar Fuerte (BsF), para introducir no sólo una nueva moneda, el Bolívar Soberano BsS), tuvo que, cuando iba a entrar en circulación, anunciar que le quitaba otros dos ceros más, llegando la eliminación de ceros a 5 dígitos (100 mil BsF equivalen a 1 BsS) -en vista de que la hiperespeculación o inflación inducida se había ya tragado los tres ceros anunciados al principio-, y también un nuevo cono monetario (septiembre 2018), aunque ya de por sí, igualmente devaluado.

Se hace necesario recalcar que el billete de BsF 100 era el de mayor denominación cuando Chávez, el 1 de enero de 2008, aplicó una reconversión monetaria que estableció el Bolívar Fuerte (durante 3 años coexistieron ambos conos monetarios, después que, mediante un Decreto Ley del 6 de marzo de 2007, en el marco de una Ley Habilitante, el Presidente Chávez ordenó la reconversión monetaria consistente  en la eliminación de tres ceros a la moneda). Se trató de un proceso que duró nueve meses, en una acción de política económica que adoptó el Gobierno Central, ejecutó el Banco Central de Venezuela (BCV) y culminó el 31 de diciembre de 2007, con la implantación de una nueva familia de billetes y monedas. Chávez creo la reconversión monetaria a objeto de revaluar nuestra moneda, en un contexto de relativa “abundancia” revolucionaria. Sin embargo, él mismo lo devaluó poco después, cuando introdujo un nuevo cambio de la moneda nacional frente al dólar, a objeto de “sincerar” nuestra economía frente a la especulación que ya se dejaba sentir.

El primer objetivo fue ambicioso, y se enunció así: “El primer objetivo es estratégico, reducir la inflación a un dígito anual, hablando de un nuevo bolívar que mantenga intrínseco su valor y restablezca el valor fiduciario del dinero”. En concreto se habló de alcanzar un 3% de inflación anual.

En este sentido, un cierto crecimiento económico llevó al líder de la RB a seguir implementando lo que, según creía él, fortalecería aún más nuestro descalabrado país -pues no hay que olvidar que había recibido de manos de Caldera, un país quebrado por todos lados-, y que se basaba en el efecto “Misión”, centradas en rescatar el mito bolivariano (Misión Robinsón, Misión Sucre, Misión Piar, etc.) y, por supuesto, la “misión” monetarista buscaba recuperar la moneda devaluada de nuestro principal signo monetario, aunque sin activar la productividad, pues Venezuela más bien aumentó sus importaciones (ampliando incluso los puertos para recibir más mercancías) y, con ello, su dependencia: un craso error que nos saldría –y aún lo estamos pagando- caro. En efecto, la crisis puntofijista había hecho agua desde el Caracazo (1990), y se había intentado introducir no uno, sino dos paquetes estructurales de reformas macroeconómicas: uno durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, y el otro durante el mismo gobierno de Caldera. Ahora se pretende que vuelva el Estado venezolano a transitar ese escabroso camino del pasado macroreformista de la mano de los organismos financieros multinacionales del cual nos sacó Chávez, ya que esto es lo que ofrecen en realidad con la “Operación libertad” que lideresa, junto a EE UU y el cartel de Lima, la Oposición política venezolana de llegar a tomar el poder de nuevo: aplicar los paquetes de rescate económicos auspiciados por el  FMI y BM.

Haciendo un poco de historia, se debe hablar del hecho de que Chávez hizo, a través de sus viajes al Medio Oriente (Irak, Libia e Irán), llegando hasta Asia para reunirse con países no OPEP (Rusia) y otros países miembro de la OPEP, volver a repuntar los precios del petróleo a principios de su gobierno, cuyos precios del crudo, desde la década de los 90, oscilaban entre los 10 y los 25 dólares por barril, cayendo en términos reales la mayoría de los años. La invasión de Irak liderada por EE UU temporariamente saca del mercado 2,5 millones de bpd y eleva el perfil de riesgo de Oriente Medio, hogar de las mayores reservas mundiales de petróleo.

La demanda de crudo se incrementa debido a que las economías occidentales ingresan en una década de prosperidad creciente y el crecimiento se dispara en economías emergentes como China, India, Rusia y Brasil. Si bien la demanda en la mayoría de las economías desarrolladas aumenta muy lentamente desde 1997, el consumo en China casi se duplica gracias a años de crecimiento económico de dos dígitos. En el 2003, China se convierte en el segundo consumidor mundial de petróleo después de EE UU. Esto llevó a Chávez, ilusionado por el fenómeno del dragón rojo, a creer que China podría “sustituir” a EE UU como primer consumidor no sólo del petróleo venezolano, sino del mercado mundial.

En el primer día de negociación del 2008, el crudo estadounidense quiebra la barrera de los 100 dólares por primera vez. El récord del petróleo coincide con el reconocimiento de líderes occidentales de la verdadera gravedad de la crisis económica que asola al mundo, tras el colapso del mercado de hipotecas de EE UU (el crack inmobiliario que comenzó en México). El 15 de julio de 2008, comienza una corriente vendedora luego de comentarios del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, que apuntan a una caída significativa de la demanda de EE UU, el mayor consumidor mundial de petróleo. Para mediados de septiembre, los precios se ubican por debajo de los 100 dólares y continúan cayendo. Sin embargo, la cesta venezolana traspasa la barrera de los $100 bpd en 2011. (Véase CRONOLOGIA-Medio siglo de volatilidad del precio petróleo).

El objetivo principal fue ambicioso, por lo que se enunció como estratégico: reducir la inflación a un dígito anual, hablando de un nuevo bolívar que mantenga intrínseco su valor y restablezca el valor fiduciario del dinero. En concreto se buscaba de alcanzar un 3% de inflación anual. Para el economista, profesor jubilado de la UCV y diputado de la AN, José Guerra (2018):
…la política macroeconómica seguida con la reconversión monetaria claramente tenía una inconsistencia, derivada del hecho que se procuraba anclar la economía con un tipo de cambio fijo en medio de un sistema de control de cambio, mientras que las políticas fiscal y monetaria seguían un curso claramente expansivo, lo que fue alimentando un proceso inflacionario persistente.
Resultaba, por tanto, imposible, a juicio del autor citado,  alcanzar niveles de inflación en el entorno de un dígito, como se propuso la reconversión, con un déficit fiscal recurrente y creciente. Para Guerra (2018), la respuesta del BCV fue tardía y contraproducente, pues consistió en seguir emitiendo más de los mismos billetes cuando ha debido plantearse -al menos desde 2012- la necesidad de emitir billetes de mayor denominación (los cuales estaban previstos desde 2007), en virtud de la acelerada pérdida de valor de los billetes, como consecuencia de la inflación, y que se tradujo en la necesidad de imprimir una cantidad inédita de piezas, con un costo enorme. Nosotros aunamos a esta observación que se debió, ante todo, haber puesto a producir la economía nacional, desarrollando primero parte de sus fuerzas productivas (la agricultura, por ejemplo), antes de crear una reconversión monetaria ilusionista, ya que se alegaba la Venezuela potencia hacia la que nos encaminábamos –como se sigue haciendo actualmente, pero con más de lo mismo, como relanzar las misiones, además de nuevas reconversiones o políticas monetaristas como la de la criptomoneda del Petro.

En cadena de radio y TV el presidente Nicolás Maduro anunció el 22 de marzo de 2018, una nueva reconversión monetaria, similar a la realizada en 2007, al eliminar tres ceros adicionales al cono monetario, anunciando que el nuevo grupo de monedas y billetes entraría en circulación el 4 de junio de 2018. Otro grave error, puesto que la inflación se desató de manera incontenible en un país que no tiene capacidad administrativa de contraloría social, aunque existen las leyes para ello. El decreto que le da soporte jurídico fue publicado en la Gaceta Oficial No 41.336 del 22 de marzo de 2018 (Guerra, 2018).

Preciso es rememorar que los argumentos desde el poder Ejecutivo para implementar la política monetarista, vigente desde 2008 con la primera reconversión, en tantos y diversos sectores económicos fueron, entre otros elementos, la reducción del cono monetario, simplificar el manejo de cantidades y facilitar los procedimientos contables y de registro de cifras del sistema financiero, de empresas públicas y privadas, disminuyendo los gastos operativos en términos de tiempo y recursos, la promoción del desarrollo, la estabilidad laboral, la seguridad ciudadana del consumidor  y la soberanía del país, al igual que el estímulo a la producción económica nacional.

No obstante, los hallazgos descritos en este informe, que hablan de resultados de investigaciones previas vinculadas a las políticas neoliberales  (Guerra, 2018) y que demuestran el fracaso en el logro de los objetivos propuestos, ponen en entredicho la irracionalidad de continuar con tales desmanes administrativos del gobierno central. Ahora, veamos a continuación si ha sido realmente un total fracaso dicha política a la luz de las interpretaciones marxistas y de la realidad imperante en la economía de la República Bolivariana de Venezuela.

En principio, revisemos los alegatos neoliberales al respecto. Un problema bastante grave es el relacionado con los costos de emisión de los billetes. La planta de la casa de la Moneda de Venezuela tiene una capacidad de producción muy inferior a lo que se requiere para sustituir completamente los billetes y los que se imprimen allí se hace con materia prima totalmente importada. Por tanto, el escenario previsto e insostenible de esta política monetarista es aquel donde el BCV tenga que importar masivamente billetes, pues de seguir la hiperinflación habrá que seguir emitiendo billetes de mayor denominación o hacer una nueva reconversión monetaria.

Otro rasgo problemático ha sido la sujeción de las políticas monetaristas a los intereses del oficialismo –que es lo mismo que decir a los intereses del PSUV-, manifestada en la necesidad de mantenerse en el poder a como dé lugar, pese al daño que sus políticas reformistas están contribuyendo al país, ya que no va a la raíz del problema y que no es otra que la improductividad del país –puesta de manifiesto en la reciente divulgación del informe del BCV (31 de mayo de 2019) que confirma la difusión de la información de los índices de inflación, datos estos que no se publicaban desde hace tres años, en medio de una hiperinflación descontrolada, aunada al bloqueo económico o sofocación del régimen con la economía de guerra no convencional aplicada por EE UU. Naturalmente, traído a colación por Martorato (2019), los voceros mediáticos económicos vinculados con grupos pertenecientes a sectores de la oposición en el país y conglomerados comunicacionales nacionales e internacionales de los medios hegemónicos, hicieron fiesta, además de manipular dicha información, al tratar de justificar que la actual situación económica en el país es previa a "las sanciones" impuestas en contra de Venezuela.

Porque, en definitiva, el crecimiento desmesurado de sus nóminas burocráticas, como parte de una política clientelar y de protección de los activistas de los partidos políticos (el llamado “Polo Patriótico”) y de movimientos colectivos que defienden a capa y espada la RB, está agotando los pocos recursos que se invierten en la acción social del estado revolucionario, dejando desfavorecida a la población más vulnerable, puesto que los famosos Clap o bolsas de alimentos (que en su mayoría es lo que reciben, es decir, no son las cajas de antes), por ejemplo, llegan cada tres meses, y las medicinas ni hablar, viviendo sólo de míseros bonos oficialistas recibidos a través del Carnet de la Patria, y la escasa ayuda internacional como las que permite el gobierno a través de la Cruz Roja Internacional o de China y Rusia.

Otro aspecto negativo es la alteración del modelo social de mercado previsto en la Constitución venezolana de 1999, en el que la libre iniciativa privada y los poderes públicos deben actuar complementándose, con garantías de los derechos económicos y las prerrogativas del sector público para actuar como promotor-regulador.

A la política monetarista había apelado Chávez como un mecanismo de revalorización de nuestro principal ícono circulante del Libertador: el Bolívar. Esto porque el comandante Chávez es el presidente que mejor ha representado el bolivarianismo en Venezuela, teniendo en cuenta que hemos tenido sendos gobernantes que apelaron al proyecto bolivariano como bandera de sus gobiernos (Guzmán Blanco, Cipriano Castro,  Medina Angarita, entre otros insignes caudillos-presidentes militares nacionalistas). También era una estrategia para “dosificar” la inflación que ya empezaba a golpear la economía nacional y a “tragarse” las bondades alcanzadas por la RB, reconocidas desde sus inicios por la misma ONU en las llamadas Metas del Milenio, porque Venezuela había logrado reducir el hambre en los más pobres con su política de Seguridad alimentaria (reconocida por la FAO), activando la Misión Mercal y los comedores escolares y populares para los más necesitados, así como conseguir la alfabetización de su población con la Misión Robinson (fueron dos misiones, Robinson I y II, de escolaridad primaria), con becas para las personas de edad avanzada que quisieran obtener la educación primaria.

De tales logros, sólo se continua teniendo éxito en la llamada Gran Misión Vivienda Venezuela, reconocida por la misma oposición política cuando asumió la presidencia de la AN el político cuartorpublicano (ocupó puestos ministeriales claves en los gobiernos de AD desde el mismo Rómulo Betancourt, quien es considerado el padre de la democracia socialreformista venezolana), la 'momia' Ramos Allúd, quien alabó dicha misión ante el mismo Nicolás Maduro, invitado especial en el Acto de instalación de la misma en 2016. Pero poco tiempo después, solicitó a la AN que precedía, una Ley de Privatización de las viviendas que han recibido, con títulos de propiedad familiar intransferibles, el pueblo beneficiado por la RB, buscando hacer negocios con el haber de quienes saldrían –se supone que serían la mayoría, como hipótesis negada de haberse aprobado dicha Ley por el Ejecutivo nacional, tal cual sucedió con la Reforma Agrícola de los adecos (partico Acción Democrática: AD) en los 60, quienes entregaron tierras de la nación con títulos personales, aunque también lo hicieron con las cooperativas, las cuales pasaron a engordar las haciendas de los latifundistas- al venderle sus viviendas al mercado capitalista especulador e irse para las ciudades, donde hacían ranchos en los alrededores o en los cerros para trabajar en escenarios urbanos mejor pagados salarialmente en virtud de la pujanza petrolera venezolana.
Es de reconocer, entonces, que fue una política efectivista la aplicación chavista del monetarismo para el momento, ya que sus resultados fueron notables: los anaqueles de productos, no sólo alimenticios, sino también de electrodomésticos, mueblerías, farmacéuticos, ferreterías, motocicletas (las Bera Socialista o motos chinas) e incluidos de carros (de hecho se siguen viendo en las calles de Venezuela, después de 20 años de RB, la circulación de 4X4 nuevas, cuyo valor menor está por arriba de los  60 mil dólares), quedaron vacíos en virtud de la eliminación de los tres ceros, pues la inflación no estaba tan alta, por lo que los productos más caros quedaron a nivel de miles de bolívares fuerte. Sin embargo, el bloqueo económico ha llevado a los automovilistas y el transporte en general, a una situación de estancamiento, llegando a costar hasta un dólar el litro de gasolina en el mercado negro por la escases de la misma ya que las refinerías no cuentan con suficientes insumos para refinar y producir el combustible demandado.

La situación antes descrita fue posible porque los billetes empezaron a circular casi de inmediato y, los que no tenían tanto capital, como los pensionados, hasta prestaron, o se endeudaron, con tal de aprovechar la oportunidad. Pero, si hablamos de soberanía, tal cual lo justificaba el comandante Chávez –y también Maduro, quien de hecho creó en su conversión monetaria, el Bolívar Soberano (BsS), ahora eliminado lo de “Soberano” a solicitud del mismo BCV-, esta no surtió el pretendido estatus buscado, como tampoco se consiguió con las aspiraciones de soberanía alimentaria pretendida con la nueva Reforma Agraria, aplicada a través de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (2005), a pesar de que si rescató las tierras que habían caído en manos de los latifundistas adquiridas con compras notariadas a sus beneficiarios, al igual que las miles de cooperativas agrícolas (los resultados parciales del Censo Cooperativo 2006 hablan de 70 mil cooperativas que están operando, de las cuales el 70% de las Asociaciones Cooperativas están en el sector servicio; mientras el restante porcentaje de cooperativas arroja un 12% dedicadas al sector agrícola, lo que indica el insuficiente peso de las mismas para el sector productivo agrario: citado en Molina, 2009: 115) que fueron creadas con dotación de tierras colectivas y créditos oficialista, las cuales morían, en su mayoría, antes del parto.

En resumen, a pesar del fracaso de la Reforma Monetarista venezolana, en virtud de que se podría considerar como “paños calientes” para el tratamiento de una enfermedad que sólo se cura yendo a la raíz del problema, es decir, a las causas y no a sus consecuencia, esta fue efectiva y necesaria en los momentos álgidos en que se han aplicado. Por ello, puede ser considerado un “punto de giro” en la historia económico-social venezolana, y veremos, de seguida por qué es así, ya que coloca como prioritario la salud social, la creación de empleo y la recuperación de una economía que está siendo extorsionada por los enemigos de la revolución bolivariana, tanto de adentro –enemigos internos- como desde afuera, particularmente del llamado Grupo de Lima –al que, en esencia, le queda mejor el dominio de 'Cartel', puesto que está precedido por Colombia- como del imperio estadounidense y sus aliados.

Nicolás Maduro continuó con esta estrategia operacional monetarista, consciente de la necesidad de enfrentar una feroz agresión imperial del monstruo trumpnoniano del Norte, por lo que es válido preguntarse: ¿qué diferencia hay entre esta política monetarista oficialista o de la RB y la adoptada por los principales campos de ensayo del monetarismo internacional? Para ello, revisaremos brevemente la historia del «monetarismo», la cual, de entrada, hay que destacar que Gran Bretaña y EE UU, con Tacher y Reagan en su momento, fueron los primeros en implementar una política de esta naturaleza o «deflacionaria», como la denominaron sus adeptos o defensores neoliberales para aquel entonces.

Breve reseña del «monetarismo» y su política intervencionista

La política monetarista ha sido implementada no sólo en los países llamados “desarrollados” sino que igualmente ha sido impuesta con el aval de estas potencias a ciertos países en los que no se ha configurado del todo el capitalismo, sobre todo el monopolista o fase superior del capitalismo, que busca reposicionarse a nivel mundial a través del proceso de globalización, con el uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), las Bolsas de Valores y las AFTA's como mecanismos de información, financiamiento y dominación del mercado global, ahora manejado de forma corporativa por la OMC (Organización Mundial de Comercio), establecida en 1995.

Aunque no forma parte del sistema de las Naciones Unidas (ONU), y tampoco de los organismos de Bretton Woods como el Banco Mundial o el FMI, el papel de estos organismos corporativo como la OMC, es determinante para la facilitación del comercio a los productores de bienes y servicios, los exportadores y los importadores para llevar adelante sus actividades, por lo que el sistema multilateral impone el objetivo de la liberalización general del comercio (ante todo por la reducción de aranceles de aduana, subvenciones y otras medidas de "distorsión del comercio") en todos los sectores que interesan a los países desarrollados, exceptuando del régimen a los sectores en que esos países querían mantener sus medidas proteccionistas (la agricultura y los textiles). Por lo tanto, a pesar de que es la única organización internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países, según el economista Ha-Joon Chang, la OMC, "aparentemente democrática”, está en realidad dirigida por una oligarquía de países ricos (Wikipedia, 2019). Lo mismo podríamos decir de los otros entes corporativos traídos a colación, como lo mass media o TIC, cuyo objetivo fundamental de los mismos, es el de instruir, comunicar y distraer a los espectadores que tienen acceso a estos, pero que igualmente influyen en ellos ideológicamente a través de la publicidad o de la información de los medios de comunicación que manipulan como intermediadores o mediadores, de acuerdo a sus intereses que, tal cual se sabe, no son los del público en general.

Desde mediados de los años 50 del pasado siglo, una serie de países llamados ahora en “vías de desarrollo”, con regímenes políticos muy distintos, se vieron obligados o impelidos, a instancias del FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BM (Banco Mundial), a hacer uso del «monetarismo» como condición para poder recibir ayuda financiera con el fin de cubrir el déficit de la balanza de pagos, a objeto de que estabilizaran primero la inflación. Algo así está sucediendo desde los 90 hasta lo que va del presente siglo, cuando se empezó a aplicar los paquetes de macroreformas estructurales del FMI-BM en la región y en la cuna del mismo mundo occidental (Grecia, por ejemplo), para poder recibir ayuda financiera, la cual no es más que una receta «monetarista».
El ejemplo más palpable en Latinoamérica lo constituye Chile, donde, después del derrocamiento de Allende, la dictadura fascista de Pinochet comenzó, bajo la tutela de las corporaciones monetarias transnacionales con sede en EE UU, y la supervisión de la Universidad de Chicago, a aplicar los principios monetaristas en la economía.

En esencia, el «monetarismo», aunque se cubre der ropaje de teoría económica con base en varias premisas –que veremos más adelante-, aparece a primera vista como algo paradójica, pues el énfasis puesto en la reducción del gasto público y de los empréstitos, así como en las limitación del papel económico del Estado capitalista parece estar en contradicción con la tendencia a intensificar su intromisión económica en lo material e infraestructuras (fábricas, tierras, recursos naturales explotados) y mucho más en el control de factores inmateriales como, por ejemplo, la investigación científica, la alta tecnología, la publicidad, las finanzas y los medios de comunicación.

La mundialización capitalista o internacionalización del capital está acelerando con relativa rapidez la integración de los flujos comerciales que, escapa por completo al control de los Estados-nación, al mismo tiempo que genera la gradual transformación de sus espacios, cada vez más sometidos a los dictámenes del mercado. La decisiva influencia de los flujos de capital (flujos monetarios, financieros e inversiones) como creadores y transformadores del espacio y de los centros de poder como organizadores del territorio (Sánchez, citado en Segrellas, 1990: 130) no suele  ser objeto de atención general dentro del enfoque monetarista. Lo que sí les interesa es poner el centro de atención en reducir la acción social y el papel del Estado intervencionista que se quiere controlar, a un mero papel de “arbitro” normativo y guardián del orden interno, mientras deja la administración económica o supervisión en manos de la banca mundial y la empresa privada.

La teoría actual del monetarismo es muy simple, por lo que se ha convertido en un método “viciado” (Harris, 1993): el nivel de los precios, los precios medios de las mercancías están determinados por la cantidad de dinero en circulación. El concepto “masa monetaria” o “cantidad de dinero” ha ido cambiando con el tiempo: hoy deben incluirse en ella el papel moneda, el dinero o capital en metálico (oro, etc.) y distintas clases de depósitos bancarios (bonos, ciptomonedas, etc.). Se afirma que al aumentar el dinero disponible y los depósitos bancarios aumentan los precios. Es, por lo tanto, una teoría deflacionaria o para controlar la inflación, pues según esta hipótesis, en la forma categórica en la que la plantean los economistas monetaristas o especialistas en finanzas, tal sería la única causa de la inflación.
El aumento de los costos representados en las materias primas, el petróleo por ejemplo, no ocasionaría inflación siempre y cuando el Gobierno no permita un aumento de la oferta de dinero circulante o capital efectivo (masa de dinero en la disponible al público). Esta es la receta monetarista liberal para atacar la fiebre producida por altos niveles de efectivo circulante en la calle.

La teoría cuantitativa monetarista se basa en tres (3) premisas o elementos interconexos. A saber: a) la pretensión de poner coto a la inflación mediante el control de la masa monetaria y de la tasa de crecimiento económico del país en tratamiento, simultáneamente con el establecimiento de topes para el aumento de la cantidad de dinero disponible y depositado en los bancos; b) el intento de reducir el gasto público para fines sociales y aquella parte de los gastos sociales cuya fuente de financiación sean los empréstitos, es decir reducir el déficit del presupuesto estatal, y, c) la política del laissez-faire (dejar hacer-pasar), o sea, el estímulo de la competencia con un funcionamiento “libre” de las fuerzas del mercado de la o “mano invisible” (Harris, 1993:49). Estas premisas o elementos constitutivos del accionar económico liberal, conforman el programa, no sólo cuantitativo sino también “cualitativo”, monetarista, aunque los resultados reales no concuerdan plenamente con sus postulados proclamados.

Ahora es válido preguntarse, ¿por qué, entonces, Maduro usa el método del monetarismo para recetar la inestable economía nacional, a sabiendas de que es una política efectivista de control capitalista y de resultados contradictorios, además de circunstanciales? Para ello debemos  hablar igualmente de la interpretación marxiana sobre dicha teoría y de cómo las fuerzas sociales se conjugan, una vez estimuladas, en la jugada del mercado o funcionamiento transformador de la realidad comercial.

Análisis de la política monetarista de corte socialista populista
Desde el punto de vista de los patrones culturales que operan a la hora de participar, creemos que la sociedad venezolana no es tan diversa como lo es el paisaje nacional. Sostenemos la idea que, en general, en Venezuela la huella histórica dejada por el caudillismo y el populismo es tan fuerte en la sociedad que, de modo general, es una sociedad que le cuesta mucho consolidar organizaciones comunitarias o asociativas de cualquier tipo, que el tejido social es muy incipiente aún y que existe incluso patrones culturales inmediatistas que no facilitan que la personas asuman la participación como un proceso que da resultados sólo en base a la constancia y la acción prolongada en un tiempo relativamente larga en comparación con los plazos que las expectativas populares suelen tener que deben obtenerse las metas deseadas. Por lo tanto, la población venezolana no está capacitada para acompañar el proceso de control económico y de bachacaje que impera en la cotidianidad del mercado nacional. Esto es de control social a través de las comunidades organizadas que deben monitorear diariamente las operaciones de oferta y demanda en las calles venezolanas.
No parece haber, de entrada, ninguna diferencia –sobre la base de lo ya discutido- con respecto a los fines que se persiguen en el ensayo marxiano con respecto a del ámbito liberal especulativo, relativo a la aplicación de la política «monetarista» como mecanismo de tratamiento antinflacionario en las economías nacionales. No obstante, en el fondo, si la hay y a continuación veremos, a nuestro juicio, cómo funciona dicha aplicación.

En principio, más allá de la “cortina de humo” que, aparentemente, tendería Maduro para paliar u ocultar, según los economistas neoliberales, las enormes carencias materiales de escasez en productos básicos y de efectivo circulante para poder adquirirlos, está el terrible déficit financiero que enfrenta la economía venezolana, bien por caída en la producción petrolera, por endeudamiento con sus ahora principales socios comerciales (China y Rusia), o por el bloqueo económico capitalista promovido por el que era antes su principal socio comercial, EE UU. Esto obligó al Gobierno revolucionario bolivariano a aplicar esta estrategia autofinanciara (véase Figura N° 2: El 6 de marzo de 2007 el Poder Ejecutivo de la República, autorizado mediante Ley Habilitante aprobada por la AN, dictó el Decreto Nº 5.229, con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Reconversión Monetaria;​ reconversión que entró en vigencia el 1 de enero de 2008) que, en nuestra opinión, le “devuelve la pelota” a la arquería capitalista con centro en Miami y cancha en Cúcuta, la ciudad del Dólar Today aplicado con el arbitraje cómplice del gobierno bogotano.


Figura N° 2
Cono Monetario del Bolívar Fuerte


El 1 de enero de 2008 fue aplicada una reconversión monetaria que estableció el Bolívar Fuerte y se podía abreviar con el símbolo “Bs. F”, y durante 3 años coexisitieron ambos conos monetarios.

La bendita devaluación del bolívar que aducen los economistas de la oposición cuando se crean nuevos conos monetarios o dinero inorgánico, por lo cual, según ellos, trae más inflación, o se dispara aún más la hiperinflación, no es tal, ya que cada nueva remesa de papel moneda que entra a las bóvedas del BCV está respaldada en mercancía, en este caso con el oro procedente del Arco Minero del Orinoco, donde el Gobierno tiene cientos de cooperativas auríferas creadas para la explotación de esta actividad. Además, no hay más inflación porque hay más dinero o efectivo en las calles; hay más dinero circulante porque la inflación no para, ya que es una hiperinflación inducida bien por los empresarios locales o por las corporaciones transnacionales que obedecen los dictados del imperio, aunada a la complicidad del Gobierno colombiano, a objeto de inducir la devaluación de nuestra moneda cada vez que el Gobierno bolivariano intenta revalorizarla con nuevos paquetes convertibles, con el fin de quebrar la economía "socialista" subsidiada por el Estado social revolucionario. 

A continuación, véanse dos imágenes relativas a los conos monetarios bolivarianos desde, la primera (Figura N° 3), el Bolívar Fuerte (100 BF) hasta el Bolívar Soberano (500 BS), y su comparación -en la segunda imagen (Figura N° 4)- en cuanto a la "pretendida" revalorización de nuestra moneda nacional. La primera conversión monetaria (Chávez, 2008), tenía como billete de mayor valor el de BsF 100, llamado "Duro de matar" porque duró hasta el 2018; y la segunda conversión (Maduro, 2018, quien ya había introducido un nuevo cono monetario del BF, donde apreciamos el Billete de 20 mil BF).  Antes,  el presidente Maduro ya había introducido nuevos billetes de mayor denominación (el de mayor valor convertible era el de BS 500), hasta que, una vez aplicada la conversión del Bolívar Soberano, tuvo que sacar nuevos billetes de mayor valor convertible, hasta BS 50 mil, pasando por el de 10 mil y 20 mil BS, los cuales fue liberando al mercado paulatinamente, en vista de la hiperinflación que continúa haciendo estragos en la economía nacional (ya con el de BS 50.000 -véase Figura N° 5- no se compra actualmente -2019- más que un paquete  de harina Pan de un Kg.)


Figura N° 3


Figura N° 4

Figura N° 5
El Billete de Mayor Denominación del Bolívar Soberano
En Gaceta Oficial (N° 41.496, de fecha Caracas, 25 de julio de 2018): entrada en vigencia del Bolívar Soberano el 20 de agosto. Banco Central de Venezuela (BCV).  A partir de febrero de 2019 se le denominó simplemente Bolívar (Bs.)

Y esto lo sabe bien el imperialismo norteamericano, por lo que ya están bloqueando la principal corporación estatal que administra la producción nacional de oro: CVG-MINERVEN (Minería Venezolana, una filial de la Corporación Venezolana de Guayana). Washington sancionó a la minera estatal MINERVEN por realizar operaciones de oro y que ilícitas, según argumenta, sostienen al líder socialista, presidente de la República Bolivariana de Venezuela. A partir del 19 de marzo de este año, las propiedades y todos los activos de la compañía MINERVEN en EE UU están bloqueados; además los ciudadanos estadounidenses tienen prohibido comercializar con ellos. Las sanciones, que se publicaron en el sitio web del Departamento del Tesoro de EE UU (Departamento del Tesoro sanciona a Minerven, la empresa del oro venezolano. [Artículo de Prensa en línea]. Consultado el 15 de abril de 2019 en:https://es.panampost.com/sabrina-martin/2019/03/19/departamento-del-tesoro-sanciona-a-minerven/?cn-reloaded=1), también apuntan al jefe de la compañía minera, la empresa estatal internacional MINERVEN, encargada de la exploración y explotación del oro venezolano, Adrián Perdomo, por “operaciones de oro ilícitas…”. Estas sanciones, bloqueando las acciones en valores de dicha empresa corporativa en el mercado mundial, buscan anular la actividad comercial internacional de la renta aurífera que actualmente está siendo aprovechada por el Gobierno revolucionario como mecanismo para paliar la guerra financiera que ha implementado EE UU para quebrar la economía venezolana y producir la caída de Maduro.

Hasta ahora hemos hablado de economía-mundo financiero, sobre todo por razones de exposición de la política monetarista. Pero sabemos bien que la economía no solamente está inserta en el sistema-mundo, sino que funciona de manera imbricada, enmarañada y entrelazada, integrando los múltiples planos de intensidad social. Sabemos que lo económico es, más bien, social; pues los entrelazamientos se dan entre todos los ámbitos de actividades sociales, no solamente relativas a las actividades económicas. Si se trata de fuerzas sociales y no de fuerzas económicas o productivas, entonces, el campo económico funciona en compenetración con los otros campos sociales, como el de relaciones sociales y formación social que hacen de condición de posibilidad, por así decirlo, de la propia economía. Por otra parte, la propia economía no funciona separando (salvo institucionalmente o desde el puro ámbito del capital) el ámbito urbano del ámbito industrial, del ámbito financiero, del ámbito comercial; sino que lo hace también de una manera imbricada y entrelazada, como ya se ha expuesto.


Entonces, podemos hablar, como lo hace Alcoreza (s/f: Más allá de la teoría de sistemas. [Página Web] consultada el 16-05-2019 en:https://st1.ning.com/topology/rest/1.0/file/get/1560856288?profile=original ), de la densidad económica, relativa a la complejidad de los entrelazamientos, imbricaciones, yuxtaposiciones, si se quiere, simbiosis, de los ámbitos de actividades económicas, separadas teóricamente. Los ámbitos urbanísticos contienen a los instrumentos, herramientas y maquinarias industriales; así como los ámbitos industriales contienen los insumos, las materias primas, para que pueda darse lugar su transformación productiva. Los ámbitos financieros contienen, de una manera abstracta, las rentabilidades derivadas del urbanismo y de la industria.

Se trata de una economía-mundo compenetrada y enmarañada. Algo parecido se da, empero, simétricos a los nichos ecológicos, en los espesores y planos de intensidad sociales, es decir, en cuanto a su retroalimentación sistémica. La diferencia estribaría en que los nichos sociales no son autopoiéticos; no se abastecen a sí mismos. Requieren indispensablemente de los ciclos vitales ecológicos y de los nichos ecológicos; requieren de sus nutrientes y formas de energía. Sería como una imitación suspendida imaginaria e institucionalmente; una simulación en los ámbitos sociales. Algo así como si fuesen espectáculos de magnitud, asistidos institucionalmente; como todo espectáculo, requiere sostener sus escenarios. Solo lo puede hacer recurriendo a las nutrientes y formas de energía de las ecologías planetarias; además de recurrir al propio cobijo u hogar del planeta; del Oikos.

Aunque sigue siendo una política frágil ya que toda política económica es relativa y el monetarismo es inestable, sigue siendo necesaria “por ahora”, a objeto de contener la hiperinflación inducida que diariamente se traga el salario del trabajador y el pensionado venezolano, o sea la pérdida del poder adquisitivo que no alcanza ni para cubrir las necesidades básicas alimentarias, a través del Programa de Recuperación Económica implementado por el Ejecutivo Nacional.

La acumulación capitalista ha sido la principal causa de las aberraciones económicas que campean no sólo en Venezuela, sino incluso a nivel de las relaciones económicas internacionales como la guerra de aranceles que existe actualmente entre EE UU y China o con la misma UE, ya que genera tendencias e impactos catastróficos que afectan el bienestar social de los pueblos y comunidades productoras, además de acelerar el impacto ambiental relativo a la depredación y explotación de los recursos naturales, haciendo inevitable su repercusión en la reducción de la rentabilidad del plustrabajo –ésta ahora se obtiene fundamentalmente del mercado financiero especulativo-, los crack financieros y la recesión económica.

En cada país se toman las medidas “necesarias” para minimizar tales impactos, y se construye un orden temporal o de periodización que da cuenta de un orden espacial, una diferenciación socio-territorial más o menos durable, que encarna en oposiciones funcionales como la de los Estados y la del mercado, en lo interno y en lo externo, los cuales veremos a continuación.

Análisis del «monetarismo» desde la teoría de la diferenciación espacial a la luz de la reorganización territorial bolivariana.

Que los imaginarios y las narrativas modernas consideren a las sociedades modernas como sistemas autosuficientes, independientes de lo que denominan la naturaleza, obedece a una interpretación fenomenológica de las conjeturas epistémicas de la ciencia moderna. Pero, también es parte de la conjetura del poder; conjetura actualizada, igualmente, en las condiciones de la modernidad. Es parte, por tanto, de la ideología moderna. Esta última conjetura está lejos de sostenerse empíricamente. Esta conjetura obedece a la concepción de la dominación sobre la naturaleza, y es lo que arrastra a las sociedades modernas, en la actualidad, a la crisis ecológica, de envergadura planetaria y de consecuencias irreparables que se podrían considerar ya, en muchos casos, hasta irreversibles, en cuanto a sus impactos catastróficos inducidos al sistema planetario.

Visto así, el funcionamiento de la economía-mundo se parece menos a un funcionamiento sistémico y más un funcionamiento enmarañado de ciclos sociales, de estructuras e instituciones sociales, de ámbitos imbricados de actividades económicas. Como si fuera un nicho ecológico, restringido a los campos sociales humanos. Por eso, lo de nicho social, incluso mejor, en este caso,nicho económico, parece una figura apropiada.

En el discurso marxista y también en otros discursos sociológicos y políticosfuerzas sociales, es, más bien, metáfora que concepto.Luis Tapia Mealla (Tapia, L., 2017. Fuerzas sociales. Autodeterminación. Citado en:http://www.sociedadambiental.net/profiles/blogs/el-concepto-de-fuerzas-sociales?xg_source=activity ). Para el autor citado, los movimientos sociales forman parte de las fuerzas sociales. Además, no se queda en este concepto, sino que lo amplifica y transforma, dando lugar a un concepto de fuerza social producente y múltiple de las formaciones sociales. El autor escribe: Me oriento a pensar la noción de fuerza social en el siguiente sentido: una fuerza social es un proceso en el que se despliegan capacidades de producción y reproducción del orden social, o de reforma y transformación del mismo. A esto habría que añadir que también hay fuerzas sociales que, en el despliegue de la transformación de la naturaleza, son fuerzas productivas, un tipo de fuerza social, que generalmente se despliega bajo una determinada forma, pero con varias facetas que podrían ser orientadas a la articulación producción de una u otra forma social.

Otro de los atributos de fuerzas sociales (Ver Crítica de la economía política generalizadahttps://voluntaddepotencia.wordpress.com/critica-de-la-economia-politica-generalizada/ ) sería el siguiente:
Las fuerzas sociales en tanto productoras y reproductoras de un orden social generan algo que podríamos llamar, de manera analógica, un campo de gravedad; es decir, inducen a que la experiencia o el conjunto de las experiencias y procesos de la vida social tienden a caer en el horizonte de organización y de producción de sentido de las estructuras previamente constituidas, o transformar el resultado de nuevos movimientos en el sentido de incorporarlo en el seno de las mismas.
En este sentido, sigue siendo objetiva la interpretación, aunque apalancada desde la subjetividad para ir más allá de dicho ámbito. Por ejemplo, la ley de la propiedad privada tiene que tener sólo un ámbito de aplicación, el cual no es otro que el económico-legal, pero en el ámbito social debe obedecer a su concepción de nicho social, pues no se puede pretender que, en el caso de la Ley de Tierras, por ejemplo, funcione como si se tratara de un derecho divino, ya que este derecho le corresponde no al hombre, sino a la tierra.

Si alguien, continuando con el ejemplo dado, es expropiado por el Estado, no puede pretender seguir siendo el dueño de la tierra como, en efecto, se quiere volver a retomar para los propietarios expropiados por la Revolución, mediante la  Ley Helms-Burton, puesta en vigor en 1996, llamada Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática, más conocida por los nombres de sus principales promotores republicanos (un Senador y un diputado de la Cámara), y que refuerza el embargo estadounidense a Cuba. Tal pretensión no puede legalmente pasar de ahí, pues dichas tierras son producidas por los beneficiarios del pueblo cubano desde hace más de 60 años, por lo que tendrían que reconocer el derecho internacional la indemnización de quienes la poseen ahora por el tiempo que le dedicaron al usufructo de las mismas.

Los capitalistas judeo-cristianos pudieran alegar, incluso, el derecho divino, basados, por ejemplo, en la parábola de Jesús, que resalta el amo o señor que se fue de viaje y le entrego sus pertenencias a sus obreros para que la trabajasen, es decir, en calidad de administradores. Después de mucho tiempo, cuando menos lo esperaban, pensando que nunca más regresaría ya que habían pasado demasiados años, apareció el dueño y señor de las tierras, exigiendo cuentas. La parábola refiere, finalmente, que sus siervos se postraron y, algunos, le devolvieron lo que les había dado y sus ganancias, pero hubo uno –la parábola destaca 3 siervos, pero sabemos bien que es por cuestión de ahorro de narrativa (y de papiro, por supuesto) que no se traen a colación todos los trabajadores que tenía en las tierras que poseía al momento de emprender el viaje- que le devolvió lo que le había dado, quien, por supuesto, es el último en entregar cuentas y, por lo tanto, era el que había recibido la menor posesión de bienes (un denario, es lo que trae a colación las escrituras del evangelio cristiano), a lo cual, termina la parábola, el señor le mandó a echar en las mazmorras, sólo porque no le produjo dividendos.

Sabemos también que, desde la normativa social actual, esto es contraproducente, ya que resultaría en un enmarañado proceso de apelación que nunca terminaría, porque, precisamente, esto se resuelve en el “otro mundo”. Pero aquí, en nuestro sistema-mundo real o material, o sea en la economía-mundo capitalista, no parece posible emprender una pretensión de esta naturaleza, aunque la justicia norteamericana, ahora en manos de los terratenientes y propietarios corporativos, pues está administrada por los multimillonarios de la mano de Trump, su familia y allegados, lo está haciendo, aunque se sabe bien que obedece a una confrontación que se arrastra desde la Guerra fría, de nuevo traída al tapete por judíos como el “loco a cargo del manicomio” que pusieron en la última elección presidencial de EE UU.

El 4 de marzo de 2019, el gobierno del presidente Donald Trump abrió, por primera vez desde 1996, la posibilidad, de acuerdo a la aplicación de la mencionada Ley, de que se entablaran demandas en las cortes de EE UU contra las empresas cubanas incluidas en una lista unilateral elaborada por Departamento de Estado por su supuesta vinculación a las Fuerzas Armadas y el sector de la seguridad nacional en Cuba. Su posible aplicación contra empresas de terceros países fue calificada por la cancillería cubana como un "chantaje al mundo" (Wikipedia, 2019Ley Helms-Burton[Página web]. Consultada el 17 de mayo de 2019 en: https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_Helms-Burton ).

Si se admite que la economía-mundo funciona como nichos económicos integrados mundialmente, siguiendo a Alcoreza (s/f), quien lo toma como, al menos, una hipótesis provisional, hay que remarcar una diferencia crucial entre nichos ecológicos y nichos económicos; éstos visualizados en un horizonte más amplio, el de los nichos sociales, y es que, según el autor citado, los nichos económicos no se reproducen por sí solos; requieren de la participación de los cuerpos humanos, de las asociaciones, composiciones y combinaciones de estos cuerpos, y para él, no se estaría hablando de sujetos sociales, puesto que la diferencia radica en que estos sujetos son un concepto, definido, más bien en la abstracción sociológica de sujeto; mientras que, desde la perspectiva ecológica, es indispensable hablar de cuerpos reales, puesto que son los cuerpos los que forman parte de los ciclos vitales ecológicos, por lo que tendríamos que referirnos a los cuerpos humanos asociados, quienes reproducen a sus propias máquinas institucionales; entre ellas a las máquinas económicas. El sujeto social, como traía a colación, no es el cuerpo, aunque se sostenga en él, aunque forme parte de él: “…es constituido por los diagramas de poder y las mallas institucionales inscritas en el cuerpo. Es modulado en el juego de inducción del poder y resistencias corporales”. El sujeto social es subjetividad constituida y es reconocimiento intersubjetivo; se interpreta a partir de codificaciones y decodificaciones culturales, sostenidas por las mallas institucionales”.

 ¿Cuál es el problema? Es la sociedad global o, mejor dicho, el cambio global que, ignorando, prácticamente, la complejidad dinámica e integrada de la realidad efectiva; es decir, del Oikos, está induciendo tal comportamiento en bloques económicos o interventores de los quehaceres nacionales. Esta disociación moderna ha provocado la desconexión generalizada de las sociedades modernas respecto a su Oikos, es la escisión que ha desatado la crisis ecológica, que amenaza la vida en el planeta:

El problema radica en que esta separación imaginaria e institucional de las sociedades humanas respecto a lo que la modernidad llama naturaleza, hace que lo que hacen las sociedades humanas derive en una desarticulación de estas sociedades respecto a la proliferante y creativa vida. Ocasionando la crisis ecológica. (Alcoreza, s/f).

Tomando como ejemplo y referente a la temática tratada en nuestro ensayo crítico, el sistema-mundo financiero (y no hablamos del sistema-mundo, que es la complejidad sistémica de múltiples espesores y planos de intensidad, que componen a la sociedad, sistema-mundo donde se encuentra inserta la economía-mundo o economía global); nos preguntamos, ¿el subsistema urbano está separado, aunque vinculado y articulado, al subsistema industrial? Lo mismo en lo que respecta al subsistema financiero y a las relaciones combinadas entre estos subsistemas del sistema-mundo capitalista. Si vemos que las empresas constructoras emplean tecnología de punta en las operaciones de urbanización que efectúan, entonces se constata que la tecnología producida industrialmente, recurriendo a la ciencia instrumentalizada, se encuentra en las dinámicas inherentes del urbanismo. No parece tan apropiado separar estos subsistemas, para que entren en relación en la mecánica sistémica. Más parecen yuxtapuestos e imbricados.

Si esto ocurre, no parece posible distinguir composiciones de un subsistema, por ejemplo, el urbanismo, respecto al industrial; pues en sus composiciones contienen el uno del otro. Tecnología en el caso del urbanismo, materias primas transformadas en el caso de subsistema industrial. En consecuencia no parecen funcionar tanto como subsistemas en un sistema dado, sino que conforman densidades complejas de composiciones combinadas de funciones, estructuras, actividades, explotaciones, producciones.

Es más, el subsistema financiero invierte tanto en el urbanismo como en la industria. Las asume como referencias de inversiones, sin atender a sus diferencias de actividades. En la economía-mundo capitalista no parece posible emprender un proyecto de desarrollo urbano o industrial sin la participación financiera. Todo se encuentra anudado, entrelazado, imbricado y yuxtapuesto. Es como una totalidad enmarañada, que funciona con todas sus composiciones combinadas, asociadas, conectadas y hasta confundidas.

Yendo más lejos, en estas anotaciones, la misma burguesía puede, más bien, participar distributivamente en todo estos ámbitos económicos, diferenciados por sus actividades. De tal manera, que ya no es posible distinguir una burguesía urbana de una rural; o una burguesía comercial de una burguesía industrial; y, ambas, de una burguesía financiera o bancaria, aunque se puedan distinguir sus ámbitos de actividades. La burguesía participa en toda la cadena productiva y económica, sin hacerse distinciones más que la rentista, pues no tiene problemas de identidad.

Entonces, lo que llamamos esfera urbanística, esfera industrial, esfera comercial, esfera financiera, entre otras esferas antropocéntricas – usando este termino de esfera todavía en sentido de la economía política-, no están separadas, en la realidad efectiva, salvo en la suposición teórica. Conforman conglomerados sociales entrelazados, que hacen a la complejidad del nicho económico. Esta compresión nos hace ver que no se puede resolver el problema del círculo destructivo del urbanismo, si no se resuelve el problema del círculo productivo industrial, del círculo compulsivo del consumo, del círculo especulativo financiero. Hay que pues desatar todo el nicho económico, mejor dicho, devolver sus composiciones al ecosistema, a los ciclos vitales, a la ecología, donde efectivamente pertenece; sacarlo de la ideología autocomplaciente, que se imagina a la sociedad como separada de la naturaleza, a la economía como espacio autónomo y diferenciado, a los ámbitos de las actividades económicas como separadas y demarcadas. Para darle durabilidad, consistencia, sincronía y armonía a la reproducción social es menester reinsertarla a los ciclos vitales de las ecologías planetarias.

Se puede considerar, por tanto, las ciudades modernas nichos sociales. Crecen más por migración que por vegetación; algunas se convierten en ciudades de asentamientos industriales, sin dejar de convertirse en conglomerados gigantes de servicios. Ni que decir en lo que respecta a la concentración de los mercados, que adquieren perfiles variados; concentrando toda clase de mercancías, desde alimentos hasta automóviles, desde insumos para la agricultura hasta ganados. La misma ciudad es un gran mercado de bienes inmuebles, de terrenos, de materiales para la construcción. Por otra parte, las ciudades son centros administrativos municipales y políticos, así como centros educativos. Lo mismo podemos decir en lo que respecta a los centros de recreación, de espectáculos, centros culturales.

Todo esto, no solo como estructuras institucionalizadas, sino, sobre todo, como flujos de actividades, movimientos urbanos, circuitos de transporte y comerciales, hacen pues al nicho social. Sin embargo, la diferencia de esta similitud establecida interpretativamente estriba en que el nicho ecológico es autopoiético, en cambio el nicho social no. Por la sencilla razón de que el nicho ecológico no deja de pertenecer a los ecosistemas y a los ciclos vitales de las ecologías del planeta.

Para una comprensión, entendimiento y crítica del urbanismo se requiere de la visualización de estas imbricaciones, de estos entrelazamientos, de estas compenetraciones, que hacen a la dinámica de lo que Alcoreza (s/f) llama, provisionalmente, nicho económico. No solamente cómo se inducen mutuamente, sino cómo conforman dinámicas compenetradas, indisolubles, que modifican el urbanismo, la industria, el comercio, el ámbito de circuitos financieros, constantemente:
De esta manera, comprendemos que el fenómeno urbano no es el problema como parte del funcionamiento económico, sino que toda la economía-mundo adquiere el carácter preponderante de edificación; es más, como dijimos antes, el sistema-mundo es complejo, no solamente urbano, industrial o rural, ya que es, sobre todo orgánico, sistémico, planetario, más que global. (Alcoreza, s/f).

Se hace necesario la consideración  de otras variables de mercado que generan efectos, ya sean adversos o beneficiosos, cuando se aplica la política monetarista a nivel de los espacios locales y regionales, estos aspectos son, precisamente, los que más se manipulan por medio de los hilos de control -la "mano invisible"- del poder político y económico.

Después de todo, el capital apareció en el curso del desarrollo histórico, señalado por Mészáros (2009:37), primeramente como una fuerza estrictamente subordinada, por cuanto debía necesariamente subordinar el "valor de uso" a los requerimientos de la autoexpansión y la acumulación. Esto es, la producción para las necesidades humanas, o sea conservar la autoestima con respecto a la relación entre el la producción material y su control.

No pudo, por lo tanto, el capital convertirse en la fuerza dominante del "proceso metabólico social" hasta que controló la "usura" -o sea, retener el control sobre el capital monetario/financiero-, en el interés del proceso de acumulación, a la vez que aseguraba la ganancia a través de los préstamos, y sobre todo a la "propiedad de la tierra" (ya que existía la prohibición por las autoridades religiosas, el Papado y los Sínodos, de enajenar la tierra); sin la cual el surgimiento de la agricultura capitalista -una condición vital para el triunfo del sistema capitalista en general,  en virtud no sólo de su generación orgánica reproductiva de capital, sino de su estabilidad sedentaria- hubiese sido imposible.

Naturalmente, el Estado moderno altamente burocratizado y tecnocrático, junto con su compleja maquinaria o superestructura jurídica y político-social o de Administración pública, surge de la necesidad material absoluta del orden metabólico social  del capital, y este, a su vez, se convierte en una precondición vital para el funcionamiento sostenido del sistema capitalista, tanto del microcosmo reproductivo del capital -empresas privadas- como de las interrelaciones de las unidades de producción particulares (fábricas, industrias, servicios, etc.) afectando poderosamente a todo y a todos, desde los intercambios locales más inmediatos a aquellos que se dan al mismo nivel mediato y más englobado.


El capitalismo corporativo o monopolista, particularmente el imperialista, se caracteriza por un reforzamiento de la intervención del Estado y las transnacionales en la economía y el mercado nacional e internacional, a objeto de promover los intereses del capital foráneo. Es ante todo, una política económica que beneficia a las grandes firmas del capital financiero internacional aliado a ellos. Por consiguiente, no conduce al debilitamiento del Estado, aunque sus ideólogos alegan que se oponen a una fuerte intervención del Estado en el control de la economía. Por el contrario, se acrecienta su intervencionismo de manera descarada, ya que controlan las variables de la oferta y demanda del mercado mundial y su designio político es, precisamente, acrecentar el poder del Estado imperialista. El ejemplo más palpable es la política económica internacional estadounidense, la cual promueve los intereses de su multimillonario estadounidense Donald Trump y sus aliados, quien sanciona con medidas impositivas económicamente a toda nación o todo aquel que "atente" contra los intereses y dictados de la Casa Blanca.

Con la política del monetarismo, el Estado capitalista "desarrollado" se refuerza, como ya se ha observado, en el aspecto político y en el ejercicio intervencionista de su poder económico, al incrementar, sin duda alguna, su capacidad de accionar empresarial y de intervencionismo económico institucional y corporativo. En parte, esta es una de las ventajas del "monetarismo" y, en nuestra opinión, la estaría aprovechando Nicolas Maduro para salir del atolladero en que lo ha puesto el imperialismo norteamericano al bloquear todos los enlaces económicos de la globalización capitalista contra la República Bolivariana de Venezuela, sin importar las consecuencias sociales y humanista que esto ha implicado para el pueblo venezolana, cobrando vidas innecesarias en la campaña "libertaria" que se ha montado como telón de fondo en la plataforma mediática que aduce la transgresión de la democracia en Venezuela o cortina de humo para la justificación sin precedentes del avasallamiento imperialista contra la nación suramericana.

Los acontecimientos en Venezuela y la agravación de la tensión con los Estados Unidos son presentados de manera engañosa en la prensa mundial. Las ‎declaraciones contradictorias de las partes hacen los hechos aún más incomprensibles ‎para el público. Si creen que los venezolanos están ciegos es porque pintan la creencia de que toda la sociedad venezolana cree que estamos jodidos, que no hay otra salida que la intervención armada para derrocar el gobierno legítimamente constituido. Pero, lo cierto es que Venezuela significa paz, a pesar de los intentos por socavar los esfuerzos del gobierno revolucionario bolivariano por mantener la ayuda social a las víctimas del atroz e inhumano bloque económico y la relativa paz que se vive en esta guerra no convencional auspiciada por el imperialismo norteamericano para intentar convertir nuestra sagrada tierra en un campo del mercantilismo belicista, pues son indiscutibles los fracasos de ‎éste en ambos aspectos. Creen que existe una oposición interna de "demócratas" y “populistas” (chavistas-maduristas) que luchan por liberar a Venezuela de una supuesta "dictadura roja", cuando en realidad dichos grupos invocan la protección del Pentágono ‎contra Rusia y la cubanización sólo con el fin de acceder al poder que antes tenían y que ahora están volviendo a recuperar poco a poco con el apoyo de toda una comunidad de naciones aliadas al imperialismo que financian al gobierno ilegitimo del llamado -y reconocido por ellos- "Gobierno de transición" del autoproclamado  "Presidente provisional" y presidente de la AN, Juan Guaido. Mientras la estrategia oposicionista sigue  adelante  con el montado "golpe de Estado" desde afuera, ‎precisamente en detrimento de los venezolanos sin que estos tengan conciencia ‎de ello.‎

La ventaja que estaría provechando el presidente Maduro es la misma que se usa en la aplicación del monetarismo capitalista, sólo que no en virtud del Estado capitalista, sino del capitalismo de Estado. En efecto, la intervención estatista en las economía venezolana obedece al hecho de que el país es un estado republicano federal presidencialista, cuyas características dominantes son el estatismo, el proteccionismo, el nacionalismo y el populismo basado en la distribución de la renta petrolera, por lo cual la nueva política de la RB enunciada en la Constituyente de 1000 e implementada desde el Primer Plan Económico Social de la Nación "Simón  Bolívar", se basó precisamente en la redistribución de la riqueza del Petroestado, donde se alegaba que la democracia cuartorepublicano no consideraba a la masa de excluidos socialmente del beneficio estatal. Pero en realidad, no siempre fue así, puesto que el socialreformista partido de Acción Democrática (AD) repartió igualmente tierras, créditos, subsidios y ayuda social a la población de menos recursos ya que era un partido de masas que basó su ascenso al poder desde la predicación revolucionaria social. Es más, la RB no hubiera podido avanzar en la ampliación del Estado social si no se hubiese dado la nacionalización petrolera que cre´{o a la estatal corporativa Pdvsa, impulsada precisamente por el líder de AD, Carlos Andrés Pérez, a quien, por cierto, Chávez dijo admirar en cuanto a su comportamiento de liderazgo tercermundista (Venezuela fue miembro de los Países No Alineados durante su gobierno) y seguir sus discursos populistas, en el libro escrito por José Vicente Rangel, "De Yare a Miraflores, el mismo subversivo. Entrevistas al comandante Hugo Rafael Chávez Frías".

Aunque sigue siendo una política frágil pues no dio los resultados esperado a pesar de la ingentes inversiones, ya que fue, en su mayoría, un fracaso -como los NUDE´s,  cooperativas agrícolas y ciudades federales-, el Gobierno bolivariano insiste en retomar dicho modelo basado fundamentalmente en la implementación de las llamadas Misiones -se habla nuevamente del relanzamiento de las misiones para atender a la población afectada por el bloqueo económico, cuando las únicas misiones exitosas fueron la Gran Misión Vivienda Venezuela y la Misión Barrio Adentro, pues todas las demás (Misión Che Guevara, Misión Vuelvan Caras, Misión Negra Hipolita, Misión Sonrisa, etc.) ya se han convertido en cargas burocráticas como la misión alimentaria (CLAP) y de transporte, por ejemplo, las cuales funcionan a medias; mientras los servicios, en general, están colapsados (electricidad, agua, cloacas, aseo...).

La reactivación de las Misiones y las Comunas a través del Movimiento Somos Venezuela tendría resultados exitosos sólo si se acompaña de una real capacitación técnico-teórica y práctica, a través de un monitoreo permanente, lo cual requiere de la movilización de las unidades no sólo productivas que albergan estos núcleos misionales (Fundos Zamoranos, Aldeas Universitarias, Cooperativas, NUDE's, etc.), sino de las unidades educativas bolivarianas (UBV, Universidades Politécnicas Metropolitanas, Universidad Nacional Experimental Marítima del Caribe, Universidad Martin Luther King en el estado Lara, y la Universidad Experimental Nacional del Transporte, entre otras). Esta última, creada mediante Decreto Presidencial el 5 de febrero de 2019, a objeto de formar profesionales más capacitados para buscar soluciones al tema de los repuestos de todas las unidades de transporte del país y soluciones para poder operar de forma independiente en los sistemas de la Gran Misión Transporte Venezuela: ferroviarios y Metro en Caracas, Valencia y Maracaibo, así como los sistemas de Metrocable, al firmar Maduro el decreto de creación de dicha universidad, e indicó que aspira que todos los transportistas del país se incorporen al sistema educativo de la Misión Transporte para sacar primaria, bachillerato y estudiar carreras profesionales universitarias. A propósito del 5to vértice de acción  de la Gran Misión Transporte, el Mandatario nacional destacó que el sistema educativo y la innovación tecnológica van de la mano.

Por otra parte, y como parte del proceso de ampliación del cono monetario vigente, “a partir del 13 de junio de 2019, tres nuevos billetes se incorporarán a la actual familia de especies monetarias, con la finalidad de hacer más eficiente el sistema de pagos y facilitar las transacciones comerciales”, reza el informe del Banco Central de Venezuela (BCV), reportado por la página web de economía Efecto Cocuyo (http://efectococuyo.com/economia/bcv-incorpora-nuevos-billetes-de-bs-10-000-20-000-y-50-000-al-cono-monetario/), resaltando el hecho de que el billete de 50 mil bolívares Soberanos equivaldría a 50 mil millardos de los de antes, para llamar la atención –aunque diríamos más bien, para “aterrorizar”- en cuanto a la devaluación y la hiperinflación de la economía venezolano.


Al respecto, nuestra opinión es la siguiente: Observamos una exageración premeditada en la equivalencia que dan del valor que debería corresponder del Bolívar Soberano (BsS) con respecto a la denominación anterior, en relación al billete de Bs.S 50.000, pues la comparación debería hacerse con respecto al Bolívar Fuerte (BsF) y no al bolívar cuartorepublicano, ya que éste de por sí también estaba bastante devaluado desde el famoso Viernes Negro (1983) y los posteriores controles que se hicieron. En otras palabras, esto es que el actual billete de 50 mil BsS sería equivalente a cinco mil millones de Bs Fuerte (5.000.000.000 BsF) y no a 5 mil millardos de los antes de la revolución bolivariana, puesto que si la tendencia es a comparar con monedas nacionales anteriores, el BsF ya no existe, por lo que nos preguntamos: ¿cómo no se dijo nada cuando la democracia cuartorepublicana hizo el cambio de la plata (blanca) por el níquel, devaluando nuestra moneda?; o cuando el capitalismo mundial cambió el oro metálico por los billetes inorgánicos (papel moneda). Esto fue, 1971, durante la presidencia de Richard Nixon, cuando se rompe con la relación del patrón oro establecido como referente para el intercambio comercial y/o las transacciones a nivel mundial. Por lo cual el dólar ya no se respalda en el oro, sino exclusivamente en la "confianza" que le otorga la sociedad, consolidándose a partir de allí su carácter pleno como moneda fiduciaria y continúa su presencia hegemónica en las finanzas globales, obligando a las economías nacionales a dolarizarse para un mayor control capitalista global.

Además, a la ya desgastada moneda soberana se le ha eliminado incluso (BCV) el término “Soberano”, y es necesario poner en circulación no sólo nuevos billetes como estos ya anunciados, en vista de que la gente tiene que cargar con “bultos” de billetes para hacer un mercado básico. Por lo tanto, se debe incluso hasta crear una nueva conversión monetaria, a la cual se le debería quitar hasta seis ceros, es decir, un Bolívar de los nuevos equivaldría a un millón de bolívares en circulación.


Geografía letárgica y Geografía luminosa

En este apartado, compararemos algunas experiencias locales de dos ciudades fronterizas de Venezuela que nos permitirá ver que sí tiene sentido realizar una diferenciación espacial respecto a los patrones culturales que operan para organizar a las comunidades en pro de uno u otro modelo formacional o de nicho socio-económico.
Daremos, de entrada, algunas consideraciones previas sobre la teoría que justifica el comportamiento de las variables geográficas de orden social, económico y del uso del espacio urbano.
Las teorizaciones económicas, basadas en la revolución cuantitativa en la década de los 50, destacaban la naturaleza automatista de la producción del equilibrio en un contexto de relativa libertad de acción –iniciativa privada y estatal, por ejemplo-para las fuerzas productivas y de mercado.
En sí, esto no hace más que reproducir mundos pretéritos e imponer mayor resistencia al proceso de modernización, metamorfoseándose en vasallos del pasado, puesto que procuran reproducir con tenacidad e insistencia imperativas ya ensayadas anteriormente  y que hoy día son simplemente obsoletos. Si el desarrollo tecnológico se usar para solucionar realmente los problemas angustiantes mundiales, hoy tuviéramos, sin duda alguna, un mundo mejor, tal cual ya se advertía en el Informe (1973) titulado Más allá de los límites del crecimiento, producido por el Club de Roma y el Massachusetts Institute of Technology de Nueva York.
Con todo, también se multiplican las combinaciones posibles, porque la necesidad es la madre de los inventos; de ahí la infinidad de situaciones intermedias que ya se ven entre ambos extremos, producto de la dilación a soluciones a problemas que, desde hace mucho tiempo, campean en los espacios capitalistas como del llamado “socialismo real”, por la gravedad de la contaminación de aguas y tierras o del calentamiento global.
Desde el panorama trazado, la geografía radical, visualizada hoy desde el marxismo humanista o geografía humana dialéctica, el interés puesto por la RB se vuelca hacia los sentimientos, imágenes, percepciones e impresiones que se captan de manera cotidiana en los lugares y regiones del país, centrando su atención en el ejercicio del “Poder popular”, del ciudadano común, de la vida diaria, a los fines de solventar su precaria situación de impotencia cuando no consigue el consumo diario del quehacer nacional (insumos para su trabajo, para su alimentación, para su traslado, como serían fertilizantes para la agricultura, cemento para la construcción, gas para hacer la comida, gasolina mara moverse…), apabullada de terror mediático bien aprovechado por la oposición política al poner a Maduro en “tres y dos”.
Este punto de vista nos permite reflexionar ampliamente desde una perspectiva crítica cuando recogemos los datos de campo, momentos en el cual nos impregnamos de la cultura local. En efecto, oír, ver y trabajar con el otro supone una aproximación completa que nos acerque lo más posible a su lugar y a su propia lógica de vida, condiciones que nos son ajenas cuando no nos involucramos, y que no podrían ser cabalmente interpretadas con criterios metodológicos cuantitativos y tampoco se pueden obtener observando imágenes de satélites o viendo y escuchando sólo videos. Sólo desde el accionar consciente y permanente se puede revolucionar en capitalismo; esto es cambiando su propia realidad al cambiar las relaciones sociales de producción por un accionar revolucionario sustentado en las propias capacidades sociales, locales y endógenas.
El accionar revolucionario debe ir a las bases comunitarias no ya para seguir dando más de lo mismo –aunque ahora en menor cantidad y a tiempos de retorno más largos-, es decir, más ayuda social, bonos o bolsas de comida, sino para revolucionar desde abajo, capacitando al individuo conscientemente, además de darle las herramientas técnico-científicas o de métodos prácticos, para que produzca lo necesario tanto individual como colectivamente y de manera permanente y sostenible. Esta fase es de suma importancia, porque sólo así saldrá del error psico-cognitivo conductual y cultural que ha creado la formación social del petroestado, induciendo una sobrevaluación de lo que tenemos y que debe darnos el Estado del rentismo petrolero, ahora colapsado, sin preocuparnos por poner a producir la nación, e impidiendo que, a pesar de haber recibido tierras, maquinarias y créditos en los tiempos de las “vacas gordas” de la RB, la sociedad venezolana de el tan esperado y necesario salto cualitativo, pregonado en demasía por el discurso político de la Venezuela potencia, porque, aunque si tienen los recursos (buenas tierras baldías, municipales y nacionales, como las del Sur del Lago, por ejemplo) y el potencial, incluso ahora que se ha ido gran parte del capital social al exterior y que estamos bloqueados por todos lados, y que bien pudiera generar el tan ansiado desarrollo endógeno y la siembra petrolera, aún seguimos mirando al pasado, esperando que sea la administración pública la que arregle nuestros problemas de ordenamiento local y nos siga proporcionando el alimento importado a precios altamente subsidiados.
El trabajo colectivo no es el de crear sólo colectivos organizados que defiendan la revolución, que también son necesarios, pero que muchos se convierten en parásitos de la revolución y bachaqueros del oportunismo y la ganancia fácil, incluido los robos de lo que ellos mismos deberían cuidar; más bien es el de crear colectivos productivos donde, como en todo trabajo colectivo, predomine –no sin conflicto, por supuesto- la cooperación de los actores directos (asociados), incluido el de sus correlatos o subordinados (miembros sin el derecho de que si gozan los asociados, como los contratados o familiares), e indirectos, o sea el que involucra la interacción con los entes, organismos y clientes servidos o abastecidos. Mientras que, en las horizontalidades, expresan más una esperanza que una negación del anterior orden. De ahí la legitimidad, aducida por Gómez (2007), de las metáforas de geografía luminosa y geografía opaca. En relación a la primera, revelaría los subespacios en los que reina la modernización, con toda la carga de secuelas impactantes (contaminación, desertización, polución, depredación, salvajismo), la segunda daría cuenta de los lugares en los cuales aquella permanece misteriosa, tornándose una categoría dependiente y alienada, mediante la cual las áreas, zonas o regiones (subespacios) se tornan espacios del mandar, es decir, comandadas desde los centros de poder.
El único progreso esperado es aquello por el cual luchamos tenazmente con unas grandes posibilidades de perder, pues el futuro no garantiza nada, a menos que sea sustentable, y éste sólo se construye desde el ahora.. Sin embargo, esto no quiere decir que no podemos tener un impacto esperanzador sobre el tipo de nuevo orden que queremos construir –y que estamos construyendo- al fin. Lo importante ni siquiera es el impacto esperado, sino cómo debemos impactar, para lo cual debemos tender a impactar de forma progresiva y sustentable para alcanzar el tan anhelado fin de una sociedad global justa y humanista.
Ahora podemos pasar a comentar la realidad prevaleciente en la frontera común que comparte el espacio urbanizado de Colombia y Venezuela. Este se extiende en aproximadamente 2.216 km  en la que se localizan importantes reservorios de biodiversidad vegetal y animal así como núcleos de población urbana y rural. De esta manera existe entre ambos países, una condición de interdependencia en diversos escenarios con amplias repercusiones geopolíticas, que por razones geográficas condiciona una situación para Venezuela bastante delicada, si se quiere. Al respecto, se considera que existe una condición geopolítica y geoestratégica bien interesante: Venezuela como país "agua abajo" o ribereño inferior, compartiendo de esta manera importantes y vitales recursos; la República Bolivariana de Venezuela, como país de tendencia socialista, contrario al conservadurismo que se ha mantenido en Colombia desde que se separaron como naciones-Estado independientes, habiendo abrazado Venezuela la forma de gobierno federal después de la separación, en los 60 del siglo XVIII, lo que le costó una guerra civil sin precedentes: la llamada “Guerra Federal”; y la condición de “Cabeza de playa” de Venezuela, lo cual le confiere una condición estratégica de entrada al territorio suramericano, es decir, hacia el Sur-Sur, como, por ejemplo, hacia el territorio del Roraima-Amazonas, antes muy apetecido por la búsqueda de El Dorado, la mítica leyenda de una ciudad hecha de puro oro que yacía en la Amazonía. Todo ello conlleva la actual frágil y compleja situación de las fronteras venezolanas, sobre todo las que comparte con su vecina Colombia.

Al atravesar el puente internacional Simón Bolívar, desde la ciudad de San Antonio, tarda cuatro minutos, ya se está en territorio colombiano. La vivacidad y el fuerte movimiento comercial de La Parada, su contraparte fronterizo, contrasta con la realidad de la ciudad venezolana.

Hace 16 años (Véase San Antonio del Táchira, una ciudad que quedó en el recuerdo. Online en: https://fronteradigital.com.ve/entrada/2648 ), San Antonio era una gran colección de negocios pujantes. Según Isabel Castillo, presidenta de la Cámara de Comercio, la frontera pasó de generar 7 mil millones de pesos al año, a ser una frontera fantasma, colmada por la ilegalidad. Hace cinco años, según la Cámara de Comercio, había 9 mil negocios entre San Antonio y Ureña: hoy quedan 500. “Por manzana abren unos ocho locales diarios, cuando antes había más de 40 por manzana”, dijo Castillo. En materia de industrias hay tres abiertas, y de 200 trabajadores registrados, quedan solo dos. Castillo explica que los servicios básicos (electricidad, agua, internet) se han visto afectados, y los cortes eléctricos traen consigo cierres tempraneros. De hecho, al mediodía ha cerrado 90 por ciento de los locales, y así cada día.

Mientras que, de la ciudad de Cúcuta (Dpto. de Santander), oficialmente San José de Cúcuta; hoy es Villa del Rosario (Cúcuta). Está constituida por 10 comunas. Es el epicentro político, económico, industrial, artístico, cultural, deportivo y turístico de Norte de Santander. El desarrollo urbano ha excedido los límites administrativos y se ha extendido por los municipios cercanos que conforman el Área Metropolitana de Cúcuta, cuya población asciende a más de 850.000 habitantes. Las ciudades venezolanas de San Antonio y Ureña hacen parte de la conurbación, aunque no son parte oficial del área metropolitana.

La entrada en vigencia del AFTA entre Colombia y EE UU en el 2007 ofreció grandes oportunidades para el desarrollo industrial y comercial de Cúcuta por su condición fronteriza. Las industrias de Venezuela establecerían sus fábricas en Cúcuta para exportar sus productos a EE UU como si fuesen colombianos, además a la ciudad llegan productos del país del norte a precios muy bajos que serían adquiridos por los venezolanos. En el año 2005 se levantó una restricción que impedía la construcción de edificios de más de 8 pisos, por la concentración de arcilla en los terrenos sobre los cuales está levantada la ciudad. La supresión de esta norma se dio gracias a la creación de nuevas tecnologías. Actualmente se están construyendo edificaciones de hasta 20 pisos.​

Es así, que la ciudad en el 2007 contó con un crecimiento inmobiliario del 112%, liderando a nivel nacional la proporción de edificaciones construidas y transacciones inmobiliarias.​ En el mismo año, se duplicaron las ventas inmobiliarias. La empresa privada ha hecho grandes inversiones con la construcción de dos centros comerciales; Unicentro con 200 almacenes y Ventura Plaza con 300.

En realidad esto no es una simple especulación. A partir de categorías marxianas que han sido abandonadas en los campos de investigaciones académicas, a raíz sobre todo de la caída del mundo del «socialismo real», geógrafos como el Dr. David Harvey han retomado las mismas para analizar los procesos actuales de plusvalía del capital y el problema de su organización para la reproducción del mismo y la crisis, tanto económica como del uso del espacio geográfico, como un marco contextual a partir del cual vincula el impacto que tiene con la dimensión urbana (Ramírez, 2008: 124). Es así como el concepto de inmigración se adopta como la necesidad que tiene el capitalismo de introducir nueva fuerza de trabajo al proceso de producción y no como la movilización multicultural de los tiempos contemporáneos. Harvey presenta un análisis magistral, titulado La Ciudad Neoliberal (citado en Ramírez, 2008: 123), de cómo el capitalismo internacional recurre nuevamente a la categoría de proletarización como un recurso necesario del sistema, entre otros, que éste utiliza para generar plusvalor, regular o incrementar la competencia que permita renovar la generación de la ganancia.
En suma, para Harvey, la explicación del proceso de diferenciación espacial urbana está en reconocer las formas que adoptan los mecanismos que resuelven la reproducción ampliada del capital en las ciudades, tanto las ciudades centrales como las llamadas periféricas, asumiendo que con esa vinculación se resuelve el problema de la generación de la renta. ¿Cómo resolvió, por lo tanto, el problema del colapso capitalista de Venezuela a raíz del bloqueo económico imperialista, la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta, la cual percibía una extraordinaria ganancia del ingreso foráneo venezolano? 

En principio, el de la generación de la ganancia, esta no termina en los diferentes momentos del capitalismo –como el de la crisis actual venezolana o el del cierre circunstancial de los pasos fronterizos por parte del Gobierno bolivariano (GB)-, y sigue buscando siempre nuevos caminos y formas a través de los cuales resolverse. En concreto, a través de la especulación monetaria con la divisa venezolana, el mercado cambiario colombiano ha obtenido –y lo sigue haciendo- ganancias especulativas, inducidas con la manipulación del dolar today y la compra muy por debajo de su valor del Bolívar, al igual que de los productos subsidiados por el GB y de la gasolina barata. Igualmente, la relativa estabilidad económica colombiana permite que los venezolanos compren los productos no subsidiados por el gobierno -que todos los días aumentan estrafalariamente de precios- en el mercado cucuteño y de Puerto colombiano.

Para ello, la importancia de la ciudad fronteriza de Cúcuta como salida de la crisis capitalista nacional para el empresariado venezolano, tal como reactivar la dinámica de ganancias que ya no obtiene en el país por la devaluación acelerada de la moneda, así como comprar los insumos que necesita a precios más razonables, es producto de las relaciones históricas fronterizas entre ambos países. Por otro lado, la masiva migración de venezolanos diariamente a través del puente internacional y los pasos fronterizos adicionales hacia el Departamento de Santander, está siendo aprovechada para resolver el problema de la organización de la plusvalía del capital, pues obtiene mano de obra “barata”, ya que no se les paga a los inmigrantes venezolanos indocumentados lo que realmente debería pagárseles con las leyes colombianas y ellos lo aceptan porque, primero, no hay escaces de productos, y, segundo, porque la estabilidad de los precios en el vecino país permite que les alcance para sobrevivir y hasta ahorrar algo que, al cambio de la divisa, pueden rendir cuando vuelven a la patria. A la vez resuelven los problemas de la dinámica fronteriza de “juego trancado”. En palabras de Ramírez (2008: 126), apoyado en algunos autores especialistas, “la inclusión de la dimensión socio-espacial” es la que, en definitiva, hace el espacio geográfico, en sus múltiples escalas, “adoptar e implementar procesos de transformación que inciden en el ambiente urbano y que a la vez resuelven problemas macro de la economía capitalista”.

Para tener una idea comparada con San Antonio del Táchira, basta traer a colación los contrastes visuales de imágenes tomadas de Google:

https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%BAcuta#Resurgir_econ%C3%B3mico Cúcuta


 

Vista aérea de Cúcuta
 
Frontera colombo-venezolana (Fuente:  www.es.wikipedia.org )
Cúcuta es una de las ciudades modernas de Colombia, pero con mayor desigualdad social (desempleo juvenil, inseguridad por enfrentamientos armados y en accidentes, niños en la calle, drogadicción, etc. En 2014 la ciudad fronteriza se ubica en el puesto 47 de las 50 ciudades más peligrosas del mundo. En 2017 con la crisis económica en el vecino país, la ciudad afronta la llegada masiva de venezolanos en busca recursos económicos,​ y con ello el aumento de grupos ilegales​ por el control territorial para el contrabando​ y rutas de la droga.43​ A fines del año 2017 los ciudadanos Venezolanos representaban el 43% de los inmigrantes de la ciudad).





Frontera colombo-venezolana 
(Fuente:  www.es.wikipedia.org )
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(*) eudeszambrano@gmail.com






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